Juan Eladio Palmís: “Todo poeta, al final es un mensaje”.
P.- Versos que recuerdo. Es una antología personal de los mejores poemas que has publicado. ¿Cuántos poemas has escrito a lo largo de tu vida?
R.- Hace un par de meses, con motivo de un encuentro internacional de poetas, al que finalmente por motivos domésticos no pude asistir, me entretuve durante unos días en contar con cierto rigor los versos que tenía documentados, hechos por mi persona, por si me preguntaban algo así. Contabilicé que llevaba hechos muchos más de ocho mil poemas; por tanto creo que es muy difícil seleccionar cuales pueden ser lo de mayor calado sentimental para engrosar una antología. De todos modos, aunque mi producción sea, rondando la demencia por la cantidad, la cifra dicha, a todos, no es una frase hecha, les he dedicado y les dedico el mismo celo y cariño.
P.- La Mar Camino Blando, Pámpanos de Sombra Fresca, Abonico, Versos Dormidos, Versos de Cuba y Malecón, Versos Otoñales por Melilla, Versos Guerrilleros, Versos Afluentes, Versos al Rescoldo, Versos a la Mar, Versos de Invierno, Versos de Cuna y Poca Luna, Versos Consentidos, Versos Tangerinos por Marruecos, Versos Afluentes, Versos Equinocciales, La Iberiada Colombina (en verso), Versos Archiveleros. Son los títulos de tus obras publicadas ¿Guardas un especial cariño a alguna de ellas?
R.- El poemario primero La Mar Camino Blando, tiene un lugar preferente en mi sentimiento, porque plasmé los versos (entendiendo aquellos versos del poemario como piezas de artillería) a bordo de aquellos petroleros pestosos, peligrosísimos; aquellos fruteros, o de carga general, con los que mareábamos gentes por lo general joven, a las órdenes de los dos “viejos”(el capitán y el jefe), cuando nos tiraban las “autoridades” a la mar en pleno siglo XX con menos garantías de flotabilidad y navegabilidad que las naos llamadas de Manila, o las de la Carrera de Indias. Sí, La Mar Camino Blando, por utilizar un símil marinero, fue la vía de agua que me inundó en versos.
P.- Resides en el Puerto de Mazarrón y en Cartagena ¿Qué importancia tiene el mar en tu poesía?
R.-Tanto, que hay veces que pienso que es el mar el que escribe, y yo soy un mero escribano de lo que me cuenta cuando a diario digo que “voy a contar los barcos al puerto”, cuando en realidad es que todas mis reflexiones las comparto primero con la mar.
P.- Algunos de los poemas de Versos que recuerdo son poemas alegóricos, dedicados a personas importantes de tu vida. ¿Quiénes son esas personas y porque son tan importantes en tu vida?
R.-Será una frase hecha, clonada, pero yo tuve la enorme suerte de nacer en una casa con unos padres especiales, diferentes, donde se leía, y cómo llenaron de felicidad mi existencia hogareña primera, desde bien pronto pude contemplar y analizar lo que había a mi alrededor en aquella España vestida de negro, con el temblor en la gente por causa del color azul. El poeta, en contra de lo que se ha fraguado en el entorno de su trajín, necesita disponer de sentimientos libres para poder plasmar lo que gira en su entorno.
Aquellas gentes de aquella España, estas gentes de esta España de sorpresa por la enorme complicidad con la que están aceptando su estrangulamiento en todos los órdenes de la vida, conforman mi entorno poético por fuera del mar y sus asuntos.
P.-¿Crees que la poesía debe ser, aparte de una forma de hacer arte, debe comunicar un mensaje al lector?
R.-El final es ese. Todo poeta, al final es un mensaje. Uno es, camino al andar; otro es, compañero del alma, compañero; otro es, podía hacer los versos más bonitos; otro ¿cómo quedan durmiendo los suicidas? A mí me gustaría ser, sin modestia de ninguna clase, el poeta que contaba los barcos en puerto, porque me gustan que los marinos salgan y entren en puerto sin que falte ningún barco.
P.- Algunos de tus poemas están referidos a Latinoamérica. ¿Qué relación guardas con América Latina y por qué es tan importante para tu obra literaria?
R.- Porque el mayor cinismo, la mayor mentira española, probablemente radique en lo mucho y amañado que se escribe desde España sobre una América que, desde siempre, le ha importado y mucho al emigrante, al pueblo, pero que los gobiernos españoles nunca han movido ni el dedo meñique por mantener vínculo alguno con aquellas tierras; en un desprecio absoluto hacia aquellas tierras, enviándoles tan solo olas de agua bendita para ahogarlos. Yo trato de decir continuamente oye América, estamos aquí, muchos que realmente nos sentimos hermanos agradecidos por haberte conocido.
P.- ¿Qué le recomendarías a un poeta que está empezando? ¿Qué consejo le darías?
R.- Que mire solo a su papel, a lo que le apetece hacer, y que se deje de atender a los “consejeros” intermediarios sentimentales que tanto abundan en un país como el nuestro, que en asunto de cultura estamos esbozando todavía, tartamudeando, la vocal a.
P.- ¿Cuál es tu siguiente trabajo después de Versos que recuerdo?
R.-Como vengo llenando unos dos poemarios por año, en los cajones están inéditos, Versos Callejeros, Versos Sueltos, Versos de Pan con Aceite. Versos Que Tenía, Versos del Terreno, Versos a Las Claras, Versos Azules, Versos de Noche, Versos Espigados, Versos de Unión con Atapuerca, Versos de Aguacero, Versos Propios, Versos Espigados, Versos de Puerto Adentro, Versos de Vino…Y como se habrá quedado algún poemario traspapelado, ya me lo corregirán mis nietos. Para mi enorme fortuna, vivo anegado en versos diarios.
Hecho para la ocasión.
Los quiero para mí
Para mí los quiero todos,
todos y cada uno
de los pájaros volando,
se posen o no se posen después
por donde yo paso caminando.
Los versos, todos,
como los pájaros
están volando entre nubes blancas,
entre nubes negras,
al fin y al cabo nubes,
al fin y al cabo vuelos
sobre vientos que otros soplan
creando térmicas poéticas
para que vuelen y se alcen
a volar como pájaros sueltos
mis versos,
entre nubes blancas
entre nubes negras,
nunca entre nubes azules
que son nubes de muy malos agüeros.