Como todos los años la Asociación de editores de poesía (A.E.P.) emite un listado de libros recomendados para su lectura. Son libros que conviene leer porque son una selección de los editores. Es una ocasión única para estar en la actualidad de la poesía. Además, este año ha sido el ganador del premio de la Asociación de editores de poesía el libro No quedan ruiseñores junto al río del poeta granadino Luis de la Rosa Fernández.
1.- MUSEO DE LA CLASE OBRERA, de Juan Carlos Mestre. Calambur Editorial, Colección Poesía, nº 164. 112 páginas.
2.- PARA UNA TEORÍA DE LAS DISTANCIAS,
de Lorenzo Oliván.
Tusquets Editores,
Marginales, n° 301. Colección “Nuevos textos sagrados”.
128 páginas.
3.- ACTORES VESTIDOS DE CALLE,
de Luisa Castro.
Visor Libros, Colección Visor de Poesía, nº 1.038.
104 páginas.
4.- EL CAMINANTE Y LA LUNA Cancionero (1966-2016),
de Hilario Martínez Nebreda.
Ediciones Vitruvio, Colección “Baños del Carmen”, nº 723.
274 páginas.
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5.- EL CUARTO DEL SIROCO,
de Álvaro Valverde.
Tusquets Editores,
Marginales, n° 303. Colección “Nuevos textos sagrados”.
176 páginas.
6.- MI MODO DE SER ÁRBOL,
de Javier Olalde.
Ediciones Vitruvio, Colección “Baños del Carmen”, nº 697.
94 páginas.
7.- ESPERANDO LAS NOTICIAS DEL AGUA,
de Basilio Sánchez.
Editorial Pre-Textos, Colección “La Cruz del Sur”, nº 1.514.
68 páginas.
8.- LA VOZ DE LOS CALLADOS,
de Martín Paredes Aparicio.
Editorial Poesía eres tú. Colección “Poesía eres tú”.
80 páginas.
Largo silencio editorial el que ha venido a romper Actores vestidos de calle en la trayectoria de la escritora gallega Luisa Castro (Foz, Lugo, 1966), y no sólo en el ámbito de la poesía: a 2006 se remonta la publicación de su última novela, La segunda mujer (Premio “Biblioteca Breve”), y de 2005 data Amor mi señor, el que hasta ahora era su más reciente poemario. Narradora destacada, con el Premio “Azorín” de 2001 y el “Torrente Ballester” de 2004 también en su haber –y, previamente, finalista del Premio “Herralde” en 1990-, Luisa Castro se había dado a conocer en la poesía muy tempranamente, en 1984 –con Odisea definitiva. Libro póstumo-, para obtener poco más tarde el Premio “Hiperión” –en la primera de sus ediciones- con Los versos del eunuco, de 1986, y el “Rey Juan Carlos” con Los hábitos del artillero, de 1989. En el volumen titulado Señales con una sola bandera quedó reunida toda su poesía que había visto la luz entre 1984 y 1997.
Visor Libros ahora publica este regreso de la autora a la página impresa, y lo primero que llama la atención de Actores vestidos de calle es el radical carácter fragmentario de una obra dividida en cinco segmentos, y a lo largo de la cual van deslizándose, casi de manera imperceptible, algunos motivos conductores fundamentalmente ligados a la mutabilidad de la memoria y a la función del lenguaje. “No te espantes porque los recuerdos vuelvan / a mostrarte su rostro / con otra faz (…) / son ellos que no han perdido / la esperanza de revivir”, leemos en los primeros compases de un libro marcado desde su inicio por el poema en el que se evoca la matanza terrorista de 2004 en Beslán, Osetia del Norte, de modo que la mirada lírica se impregna de un extrañamiento ante la cruel realidad de nuestro mundo, sumido en una peligrosa transformación. Los “actores / vestidos de calle // sin papel” han tomado conciencia de que “lo que no termina, / lo que te persigue / reclamando de ti / lo que no pudiste darle, / lo que no te perdonaste, / eso es lo que sostiene al mundo (…) / ¿Habría en tu equipaje sitio para los recuerdos / con una vida sin tacha?”. De esa íntima asunción de la derrota parte la necesaria revalorización del lenguaje –“No te cuides de las palabras, / sería como morir en vida que no las atendieras”-, y las repetidas evocaciones de la figura materna, generadoras de los momentos de mayor altura y vibración del libro, junto con la muy hermosa página que se inicia con el verso “Para llegar a ser un ángel…”.
Miguel Ángel Baamonde es uno de los grandes machadianos defensores de la figura de Leonor, su último libro Leonor. Memoria de la niña esposa, es una biográfia de la esposa de Antonio Machado. En este artículo reafirma su tesis de que Leonor es el único y verdadero amor de Antonio Machado.
GUIOMAR, GUIOMAR…
NUEVAS NOTAS PARA UN mejor cocimiento DEL APÓCRIFO FEMENINO
En el mes de Agosto del pasado año se celebró, los días 23-25, en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo un Encuentro sobre la figura de Pilar de Valderrama, patrocinado o propiciado por su nieta Alicia Viladomat; del mismo todavía ignoro, pues no sé si han sido publicados los resultados a los que en dicho Encuentro se llegó, pero alguno de sus puntos sí es conocido a través de algunas publicaciones que se han hecho eco del mismo. Así, el diario El Periódico, en fecha 25-VIII-17, y correspondiendo con el último día de las mencionadas reuniones, dice lo siguiente como resumen al que han llegado los participantes: Todos han reivindicado la figura de Pilar de Valderrama como escritora y han lamentado que fuera una mujer con un perfil “ensombrecido”[1] por Antonio Machado.
¿Qué han querido decir los participantes del encuentro con esa expresión tan singular, como es la palabra ensombrecido? ¿Qué ha perdido vigencia la figura literaria de Pilar de Valderrama a causa de su personal conocimiento de Antonio Machado? ¿Qué la equiparación entre ambas obras perjudica la de la poetisa[2] en favor de la del poeta? En cualquiera de los dos casos, el término está de más, y por motivaciones tan ajenas a la obra de ambos como lo fue la pretensión de la poetisa al querer elevarse a la categoría de musa, con nombre propio, del poeta.
Ensombrecido es el participio del verbo ensombrecer: cubrir de sombras; en otras palabras, ocultar y oscurecer[3]; restarle valor a algo en beneficio de otro, tratando de empequeñecerlo con el fin de que no haga sombra a lo que tiene al lado. ¿Y es este, en realidad, el caso de Pilar de Valderrama? Indudablemente la pretensión queda muy lejos de la realidad, rehuyéndola, ya que la ensombrecida figura de la poetisa lo estaba con anterioridad por su propia obra, motivo por el que busca el apoyo de Antonio Machado para así poder escalar esos puestos que la llevarían a igualarse con él y otros valores literarios del momento.
Conviene siempre en este tipo de trabajos buscar un punto de partida desde el cual continuar por el camino que la observación y la crítica pretenden, y si queremos llegar al final propuesto, esto es, al fondo de esa verdad que nadie pudo llevar a cabo con anterioridad, por falta total de medios para realizar un estudio profundo de lo que muchos consideraron impostura mientras que otros se aferraron al descubrimiento sin más, como una aportación deslumbrante en la vida y en la obra de Antonio Machado, es preciso ahondar en las intenciones que llevaron a cabo a Pilar de Valderrama a la pretendida opción de musa última del poeta.
Ahora, transcurridos los años y disponiendo de documentación entonces inexistente o distorsionada por la propia interesada en mantener ese aire de misterio en el que persistió durante algo más de medio siglo, resulta más factible un acercamiento a la realidad de los hechos. Porque Pilar de Valderrama estaba olvidada, (podría decirse que bien olvidada), pues salvo aquellos más cercanos a ella, nadie recordaba una obra tan gris, poéticamente hablando, como la que dejó en los pocos libros publicados y en la única obra de teatro conocida, nunca llevada a escena, a pesar de los esfuerzos y azacaneos del “enamorado” para que algún director teatral de entonces se fijase en ella. Basta traer a colación unos cuantos datos, comenzando por los recuerdos que un memorialista como Cansinos Assens aporta, así como los que el propio Antonio Machado deja traslucir en algunas de sus cartas, limpias ya de manipulaciones interesadas, cortes e incluso intentos de hacer desaparecer determinados fragmentos, gracias a la meritoria labor llevada a cabo por el hispanista italiano Giancarlo Depretis en su pulcra edición de dicha correspondencia[4].
Así pues, como inicio, el retrato de la poetisa vista por el mencionado Cansinos: En los viernes de Concha Espina[5] conozco a algunas escritoras más bien deleitantes
—como se dice ahora— que hacen literatura por puro placer, al margen de todo profesionalismo[6], pues socialmente son grandes señoras. / Una de ellas es Pilar de Valderrama, una mujer que pasa de los treinta, casada y madre de familia, para continuar algo más adelante: Pilar (sic: de) Valderrama es una mujer morena, de tipo semítico, con grandes ojos pasionales y toda ella llena de un exceso de ardor que desfoga en el arte. Ha publicado ya dos libros…, marcando el final del retrato con una curiosa expresión de la novelista santanderina: —¡Todas tienen su librito!… comenta irónica y picada Concha Espina que no ve con mucha simpatía a estas opulentas rivales[7]. Alta burguesía; este es el dato concreto que la distingue y el más significativo para comprender la distancia que ella misma marca entre su persona y la del poeta, que explica con claridad diáfana su comportamiento, tanto en la correspondencia como en los encuentros en lejanos cafés o en recónditos parques; porque hay que señalar que Antonio Machado, a pesar de tener ella misma su día semanal de reuniones y un pequeño teatro que acogía a sus amistades en las temporales representaciones, y la respetada figura que suponía el poeta, nunca fue su invitado. ¿Les bastaba a ambos el continuado intercambio de cartas y los encuentros esporádicos? Es posible que así sea, y no existe motivo que descarte tal posibilidad; tampoco, naturalmente, lo contrario. También la aportación epistolar de Antonio Machado arroja algunas luces al respecto; escribe, por ejemplo, el 12 de Enero de 1929, apenas iniciada su relación: Mañana a las doce iré a nuestro café con la esperanza de verte, para añadir seguidamente: Pasé por el Parque. No vi a mi diosa. Estaban echadas las persianas de los balcones. Esto quiere decir —pensé— que mi reina no aparecerá, continuando al día siguiente, sábado: Vuelvo de nuestro café donde he estado esperándote hasta las dos…[8], citas que podrían espigarse en algunas más de estas cartas, pero supongo que con esta única muestra es más que suficiente para lo señalado.
En una palabra, toda esta relación se desarrolló con el mayor secreto, siempre por parte de la interesada en mantenerlo[9], pues Antonio, ya viudo y con mayor edad, no tenía razón alguna para ocultarse. ¿El temido “qué dirán”? ¿Las convenciones sociales? Todo tiene cabida sin encontrar una respuesta definitiva y razonablemente explicable. Queda por añadir a todo lo anterior una nota negativa de la propia Pilar. Antonio Machado se llevó con él el secreto, respetando así lo que la propia Pilar exigía, secreto que alguno de sus hermanos, especialmente José, pudo intuir sin llegar a aprehenderlo en su totalidad; dadas las circunstancias que rodearon aquellos primeros años de la posguerra, Pilar, como muy acertadamente señala Pablo de A. Cobos, si quería ser fiel a la memoria del enamorado, podía optar por tres salidas: a) Conservar en la intimidad estas cartas salvadas de un holocausto de fuego un tanto discutible, como homenaje al enamorado y a sí misma, al igual que otras supieron hacer, dejando a la hora de su muerte instrucciones sobre el destino de las mismas o el buen decidir de sus herederos; b) Integrarlas en un todo autobiográfico, como formando parte de su propia existencia y homenaje al poeta que la supo admirar; y c) Editándolas tal cual en una edición homenaje al poeta, al tiempo que crítica y comentada, sin injerencias ajenas y menos dándolas a conocer con formato de novelita rosa en la que la protagonista oculta celosamente su identidad[10]. Como ninguna de tales opciones fue llevada a cabo, sino que dejó claramente manifiesto su afán de pasar al recuerdo, no por sus propios valores —en cuyo caso no hubiera necesitado recurrir a la opción tomada—, sino por los derivados de persona que ya no podía protestar, ni por sí mismo ni por intervenciones cercanas o familiares, el acto de la publicación de la correspondencia conservada y la forma de llevar a cabo la misma, no solo desvalorizan la figura de la poetisa sino que la desacreditan como ese amor sublime último del poeta; lo único que pretendió ser para escalar esas alturas a las que por sí sola nunca podría haber llegado.
Y como punto final, ya incuestionable, la inexacta correlación entre el conocimiento entre ambos en el escenario de Segovia, dadas las fechas del mismo y las de los trabajos machadianos publicados años antes que significativamente señalan quien es en realidad Guiomar y las motivaciones de su creación. Porque si él conoce a Pilar, tal y como todos y ella misma señalan, en 1928, Antonio publica en 1926, y en la prestigiosa revista de Ortega Revista de Occidente la primera entrega de su De un Cancionero apócrifo, finalizada con un continuará que solo tuvo lugar algunos años después, y es en estos escritos donde Abel Martín, su apócrifo más relevante, expone, de una forma un tanto confusa —la ideología de Abel Martín es, a veces, obscura, lo inevitable en una metafísica de poeta, donde no se definen previamente los términos empleados[11]— el camino que le ha señalado el descubrimiento filosófico del Otro, esa entidad un tanto fantasmal, que desde el principio de los tiempos nos ha acompañado en todo momento y que es actualmente una de las grandes cuestiones filosóficas, en nombres tan representativos como Heidegger o, en menor escala, Sartre[12]; búsqueda que desemboca en el hallazgo de Guiomar. Por otra parte, y de acuerdo con lo postulado por Pablo del Barco en su trabajo: Guiomar, el apócrifo femenino de AM[13], en el que, tras muchas aportaciones de peso en torno a la diferenciación entre una y otra, concluye de forma tajante, reafirmando la distancia entre la poetisa y las últimas composiciones de las Canciones a Guiomar, únicos borradores que por el momento han llegado a conocimiento general: Estos poemas —se refiere a los correspondientes a la segunda entrega—, en el folio 200 vuelto del cuaderno manuscrito (según una numeración que no es de AM), están en la página que antecede (folio 201 según la misma numeración) a una serie de estrofas de “Proverbios y cantares”, —(numerados XIX, XIX tachado y superpuesto XX, XX otra vez, XXI, XXII, XXII tachado y XXII tachado)—, escritos entre 1917 y 1918, incluidos en la edición de Nuevas Canciones (y aquí hay una nota, la 42, que remite a una numeración equivocada, nota 43, en a que hace alusión a los mencionados Proverbios y cantares correspondientes a su última obra poética mencionada). En este caso la presencia de Guiomar antecedería en 10-11 años al encuentro primero entre PV y AM[14].
Con lo antedicho queda claramente puesto de manifiesto, por un lado el error cronológico en el que cae Pilar de Valderrama, al tiempo que señala la escasa, por no decir nula, atención que presta en todo momento a su poeta, al que, no obstante, tiende a llevar a su propio campo, sin apercibirse de las ideas personales, éticas y políticas, de Antonio Machado. Y aquí podría introducirse una pregunta, muy posiblemente tendenciosa pero justificada; sabemos que Pilar de Valderrama pertenece a la alta burguesía madrileña y que como algo normal en ella, es católica practicante y con mucha posibilidad de ser también creyente; lo que no queda tan claro, y ella no clarifica en sus apuntes memorísticos, es lo concerniente a su formación intelectual, pues Ortega le resulta vano y presumido, tirando un tanto a espeso y con toda posibilidad autores como Unamuno, Baroja, Joyce o Proust quedasen totalmente alejados de su mundo circundante. De ser así (y no existen pruebas en contra que lo rebatan; tampoco, hay que confesarlo, favorables a lo afirmado) ¿cómo iba a comprender las sutilezas políticas, filosóficas o éticas —no confundir en ningún momento con las morales de su conducta— que respiraba en todo momento Antonio Machado, al que hay que reconocerle el esfuerzo de acomodar su forma de ser a la de Pilar, restándole importancia a sus personales actuaciones —y fácilmente podía ella haberlo deducido de sus lecturas— o incluso a los panfletos revisteriles de la derecha más fascista que ella le prestaba ¿quizá para convencerlo de lo equivocado de su posición política?; sería conveniente remitir a algunos de sus juicios en las cartas dirigidas a ella, como cuando le escribe en respuesta al préstamo que Pilar le hace de una revistilla nueva de la extrema derecha y que debía gozar de una determinada aceptación entre el grupo social en el que se mueve: Leí por tu consejo, “La Conquista del Estado”. Es un periodiquillo sin importancia, escrito por unos cuantos jóvenes que no saben lo que quieren ni lo que dicen. Por un lado simpatizan con Mussolini y el fascio italiano, por otro con la Revolución rusa. Eso no es nada ni tiene la menor trascendencia. Si vas a Francia algún día, verás allí cientos de publicaciones mucho más atrevidas que esa, aunque no tan estúpidas y que no logran inquietar a nadie[15], seguido de puntos suspensivos entre corchetes, que según el transcriptor señalan la correspondiente parte mutilada y perdida[16].
O sea, a medida que se avanza en esta recopilación de hechos y motivos se va perfilando una Pilar más en contradicción con él, causa y motivo, de la difícil interpretación de relación y correspondencia entre ambos. Que ésta es algo innegable y por ello absurdo el negarlo, es a todas luces manifiesto, y que forma parte de las biografías de los dos, so pena de caer en el absurdo no puede rechazarse. Lo que sí es rechazable y, por lo mismo y hasta ahora tan polémico como problemático, es esa adjudicación que la poetisa lleva a cabo con la publicación del libro de Concha Espina[17], aunque lo rechace más adelante tal y como deja bien claro en sus, como ella misma reconoce, mal pergeñadas memorias[18]: Concha, no me dio a leer el libro mientras lo preparaba y cuando ya impreso lo tuve entre mis manos, quedé defraudada. Pero no la comuniqué mi decepción. Ya ¿para qué?[19] El párrafo asombra, pues cualquier lector más o menos avezado en busca y rebusca de datos se da de inmediato cuenta del engaño o de la mentira; la propia Concha Espina manifiesta en su trabajo que ella no fue dueña, en ningún momento, de la correspondencia que inserta e incluso transcribe en formato facsimilar en el apéndice, dato confirmado por su hija en la biografía que la dedica[20]. A favor de nuestra tesis hay que contar con la figura de Don César, personaje un tanto enigmático y guía tutelar, como ella misma afirma, del camino a seguir en su novelita, y clarísima representación —así lo deja entrever— de la oculta maniobrera Pilar de Valderrama.
Pero las confirmaciones frente a la falsedad sostenida por Pilar de Valderrama no se reducen tan solo a estos datos externos; hay más, naturalmente, en la prosa y la poesía de Antonio Machado que contradicen la afirmación de la poetisa como Guiomar y pretendida última musa del poeta o amor sublime de última hora. Siguiendo a Pilar en su memorial, esta afirma rotunda y con certeza que no admite discusión que Antonio en esos últimos años en los que la guerra los distanció —otra falsedad, pues fue ella la que marcó la distancia al “rogarle” que no volviesen a verse a partir de 1933 o 1934, dada la inseguridad que se vivía en Madrid—, él continuó “adorándola” y componiéndole canciones y poemas inolvidables, todo lo cual guardó él como un tesoro en el famoso maletín que como único equipaje tuvo que abandonar en su último y lamentable éxodo: Yo tengo la certezade que Antonio llevaba en sus escritos últimos algún recuerdo mío
—cartas, versos, fotografías, ¿qué fotografías?— ¿A dónde fue a parar todo ello? ¿No resulta excesivo ese tengo la certeza, si se está hablando de un escaso equipaje, dadas las circunstancias de la salida de Madrid y el número de familiares que lo acompañaron?
De lo anterior debería poder afirmarse con certeza —si ello fuese posible— que ese escaso equipaje fue perdiéndose a lo largo de los tres años de guerra, quedando reducido, por la parte que corresponde a Antonio, a un pequeño maletín donde habría tratado de conservar algunos recuerdos personales; ¿cuáles? Eso, de momento, nadie puede hacerse responsable de una afirmación tan definitiva, dado que hay que considerarlo lamentablemente por perdido —y ¡ojalá! en algún momento alguien comunique que el mismo obra en su poder a través de quien lo hubiese recogido del camino —si es que alguien lo hizo—, pues lo poquísimo que se sabe es lo recogido testificalmente por los pocos acompañantes en su último viaje, y del cual ella —¡y solo ella!— tiene referencia cierta de su contenido, aun habiendo recibido la noticia de esa salida de España tan diferente a la suya, con un retraso de fechas, a través de testimonios presenciales o artículos recordatorios de aquel ir hacia la nada más absoluta; nada equiparable, bajo cualquier punto de vista que se adopte, a la temprana “fuga” de la familia Martínez Romarate hacia Portugal con amplio equipaje en el que figuraban las joyas familiares y alguna que otra vestimenta poco apropiada, dadas las circunstancias en que se realizó dicho viaje a Portugal. Lo cuenta la propia Pilar, añadiéndole matices negativos, quizá para equilibrar su fuga, ya que se llevó a cabo meses antes —Abril— del fallido intento de golpe de Estado, exagerando a todas luces las tintas negativas del viaje: Hicimos el viaje en el Lusitania Express. (Tren de lujo muy similar al famoso Orient Express.) No puedo silenciar el mal efecto que nos produjo la llegada a la frontera donde los aduaneros españoles nos hicieron un registro vergonzoso, casi desnudándonos las matronas, abriendo los termos y cuanto llevábamos. A mi madre política, que se peinaba con un gran moño se lo deshicieron. A pesar de todo, yo logré sacar mis joyas escondidas entre las cremas de tocador ¿no registraron estas?; no las quise dejar en el Banco, afortunadamente, ya que luego tuve que vender algunas para poder sobrevivir[21]. ¿Qué pretende Pilar al contar lo anterior y equipararlo, líneas o páginas más adelante, con lo vivido por Antonio Machado?; si se tiene en cuenta que los agentes de aduana actuaron siguiendo la ordenanza que regía en esas fechas y no existía motivación anormal que acentuase su celo profesional; que en el equipaje —y ella misma lo cuenta— figuraba entre otras ropas un esmoquin que estrenó su hijo en Año Viejo en el Club de Estoril, que muy posiblemente esa venta de joyas no llegó a ser necesaria dado que lo más racional para ellos era haber transferido antes del viaje todo o parte del capital, como hizo la mayoría de los que viajaron al extranjero con antelación al golpe militar, como fue su caso, y que la descripción anterior y las referencias a las miserias que pasaron no tiene parangón con lo ocurrido a Antonio Machado, dado que su marido fue prontamente captado por Radio Club Portuguesa como traductor y posible comentarista de las noticias procedentes de España; por todo lo anterior poco queda por añadir, salvo la muy cuestionable actitud de la poetisa respecto a su “fiel” enamorado, al que sigue sin comprender a lo largo de años en los que tuvo tiempo más que sobrado para leer de forma demorada y atenta toda su obra, demostrando su permanente mínimo interés por él y lo que escribió: El 13 de Julio escribí a Antonio recordándole en su santo e insistiéndole para que saliera de Madrid[22], de donde nos venían noticias cada vez más alarmantes (lo que no impidió que su hijo permaneciese allí hasta una o dos semanas ante del estallido de la guerra, por razones de estudios y exámenes, uniéndose a la familia sin inconvenientes llamativos por su parte en fecha algo anterior al 18 de Julio[23]). Le rogaba que me contestara para colmar mi ansiedad a la lista de Correos de Estoril o de Lisboa, pero pasé varias veces por ellas y jamás encontré respuesta. (Aquí la propia Pilar amplía en una nota (1) sus particulares inquietudes: Segura estoy de que escuchó mi ruego y que influí mucho en su partida de Madrid en Noviembre del 36, instalándose con su familia en Valencia, en una finca en Rocafort —acaso para recordarme mejor cerca del mar pues allí compuso el bello soneto De mar a mar, entre los dos la guerra— y donde permaneció hasta el año 38 (en el que partió para Barcelona, saliendo de ésta hacia Collioure en febrero del 39 poco antes de terminar la contienda). Y sigue, tras la nota, la propia Pilar: Costándome creer que no me hubiera escrito, pensé que la censura de mi país la habría retenido, con lo que mi desaliento fue aún mayor. Me pareció como si en aquel momento un gran abismo se abría, interponiéndose, entre los dos[24]. ¿Para qué seguir?, pues cuando estas aparentes memorias se escriben han pasado ya bastantes años desde el final de la guerra, por lo que resulta difícil de admitir su manera de narrar su viajar a Portugal, con recargo en los aspectos negativos y la comparación con el plácido viaje de Antonio hacia Francia, contado casi como un viaje de recreo; alejada de los momentos que detalla, manteniendo ese formato de “buenos y malos”, algo que a medida que transcurren los años los propios intervinientes —en uno y otro bando— han tratado de aminorar, limando su original virulencia literaria. ¿No es, por lo contrario, mucho afirmar lo que en estas líneas la propia Pilar expone; o es que su ego desmesurado por lo que respecta al poeta, le hace seguir pensando que él continuaba en ese mundo de sueños que ambos habían levantado, y que su éxodo, a todas luces lamentable fue un viaje normal al extranjero, como el de tantos otros pertenecientes a esa burguesía y aristocracia que puso sus bienes a buen recaudo, en detrimento del propio sistema de Gobierno? La verdad es que, tal y como señala Ángel González en su libro dedicado al poeta, aunque caiga en el bache en el que todos caen, de continuar adjudicando el nombre de Guiomar a la poetisa: Guiomar hace mutis definitivo de la vida de Antonio Machado en Junio (equivocando aquí la fecha del viaje, a no ser que tenga en cuenta esa última y un tanto fantasmal carta de Pilar con motivo de la onomástica) de 1936[25].
A todo esto conviene añadir que su exilio no alcanzó el año de duración, ya que liberada Palencia del poder “rojo” toda la familia se regresó a España quedándose en la capital donde ocuparon la casa familiar, alternándola con estancias en la finca cercana de El Carrascal[26].
Pero hay más; y si uno se empeña en ahondar en orientaciones que ella misma proporciona en determinados momentos, es fácil que se encuentre con la sorpresa de una despedida poética en una de sus cartas en la que la alusión a Guiomar es directa. Y no deja de causar asombro que sea esta la única que la poetisa no utiliza en ningún momento como prueba a su favor. Se encuentra en la carta numerada como 32 por Depretis[27]; también en las transcripciones que como apéndice incluye en su memorial, figura como 13ª[28], en esa ordenación aleatoria que no responde en ningún momento a la recepción de las mismas, lo que no deja de llamar la atención
—y pido disculpas por la insistencia— en persona tan “aparentemente preocupada” por el poeta. La alusión señalada dice así:
Adiós Guiomar, tu poeta
piensa en ti. La Lejanía
es de limón y violeta,
verde el campo todavía…
Alusión directa, que no presenta, al menos aparentemente, resquicio alguno para la duda. Pero como ya se ha señalado, la propia poetisa hace caso omiso de ella, dando por no existente tal despedida. Y es que por una vez tiene ella razón. La estrofa, sin ese Adiós Guiomar que lo engarza a la correspondencia y la posible adjudicación del nombre, es un añadido —caprichoso, diría yo— de poema más largo perteneciente a la primera entrega de las Canciones, esa que corresponde al estro de Abel Martín; y esa primera entrega se publica en la conocida Revista de Occidente en 1929[29], o sea, un año después del encuentro. Las fechas de publicación no aportan nada o muy poco, pues es bien sabido que cualquier escrito se lleva a cabo siempre en fechas anteriores —a veces, incluso, años—, por lo que nada cuenta la de la primera publicación, transcurrido un año del conocimiento de ambos, y más, si tenemos en cuenta lo afirmado por Pablo del Barco.[30]
Volviendo a esa primera entrega, no encontramos en el poema III de la misma ese Adiós Guiomar que abre la despedida en la carta, al igual que en las inclusiones para las Antologías de Gerardo Diego de 1932 y 1934[31] que incluyen los tres poemas de la primera entrega tampoco figura[32], así como en las siguientes publicaciones de sus Poesías Completas[33]. ¿Quiere esto decir algo? ¿Es una señal clara de que la destinataria de tales poemas es Pilar de Valderrama o, por el contrario, que solo ha sido un escape lírico por parte del poeta en una de las últimas cartas que se conservan, sin apenas trascendencia? Tanto en uno como en otro caso, la inclusión no añade ni quita nada a la intención de Antonio, puesto que dichos poemas están escritos años antes del encuentro, y hay que suponer que como colofón poético al camino seguido por Abel Martín[34] en su exposición de la captura de un otro (esta vez sí con minúscula) que es en realidad algo más cercano al deseo del poeta; un tú cercano que corre el peligro de irse borrando poco a poco por el paso del tiempo, y contra lo que tanto el propio Antonio como su alter ego representativo, Abel Martín, tratan de frenar por los medios a su alcance. Y como posible último dato, tampoco aparece ese Adiós Guiomar, en la última edición de su Poesía Completa revisada por él; la correspondiente a 1936, en la que se supone que se sitúa el punto final del proceso especulativo conducente a la apócrifa Guiomar.
Ahora el lector tiene a su alcance una exposición completa de los aspectos externos que demuestran o al menos eso intentan, como puede desprenderse del final del trabajo, una clara muestra de la imposibilidad de que Guiomar pase a formar parte del universo de Pilar de Valderrama; pero dichas pruebas hay que documentarlas, no ya como se ha realizado hasta aquí, con razones cronológicas y de publicación, sino también a través de la propia obra de Antonio Machado, que en un determinado momento deja de ser poeta, o abandona en parte tal ejercicio sin renunciar de forma total, para buscar otros caminos hasta entonces privativos de un grupo selectivo denominado “filósofos”.
Es éste, camino complicado y un tanto entreverada
de oscurecimientos y confusionismos en su desarrollo
—confirmación transcrita en la página 3 del presente trabajo—, lo que hace dificultosa la lectura, que está reclamando un atento estudio más centrado en el propio Cancionero[35], aun contando con el inicial e importante de Sánchez Barbudo[36]
—pionero en este tipo de trabajos— y el más completo sobre la obra total, de Pedro Cerezo Galán[37].
Es camino trillado ya por nombres que tuvieron su peso en el mundo intelectual posterior al libro de Concha Espina, como Ricardo Gullón o Pablo de A. Cobos, que ventearon, sin disponer de más medios que los aportados por la novelista santanderina, la impostura y el incógnito nombre de su verdadera promotora. Otros nombres hubo, especialmente al otro lado del Atlántico, por lo general críticos con la publicación y las cartas en sí, como en cierto modo, y sin mencionar la posible nota negativa de dichos autores, señala la propia poetisa: En América el libro fue acogido con mucho más interés y Concha recibió cartas de allí hablándole de él y haciéndole numerosas preguntas a las que, realmente, ella no podía contestar[38]. Como en tantas otras ocasiones, la afirmación de Pilar de Valderrama es rotunda y pone, de nuevo, de manifiesto, y actuando en su contra, la dependencia de la autora del libro respecto a su instigadora, detalle que no dejaría de llamar la atención a los autores americanos que a ella se dirigían, pues se daba por supuesto —y es algo que concierne a todo investigador— que quien escribe un trabajo sobre alguien, sea del tipo que sea, deberá tener pleno conocimiento, tanto de la orientación del mismo como de los documentos que expone, de su procedencia y el porqué de su utilización, de lo que se deriva, si se da el caso contrario de que no puede contestar a lo que se le solicita, que responde tan solo de la labor escrituraria y no del fondo documental que utiliza o le es facilitado por la real inspiradora del trabajo. Pero esos detalles debían carecer de importancia para la autora del infundio, a la que la ceguera de Concha Espina no supuso obstáculo para su utilización como amanuense[39] de su proyecto y no de autora en sí, lo que no habla precisamente en favor del sentido ético de la poetisa; y no tiene nada de extraño que el libro no le gustase una vez publicado, pues la autora-amanuense supo vengarse de forma muy sutil en una serie de avisos, que yo califiqué en su momento, tras estudiarlos detalladamente, como claves que fue dejando sembradas aquí y allá en la obra que firma.
Por lo que respecta al camino a seguir amparándose en lo que el propio Antonio Machado escribió y concibió, siendo como es una incursión en su obra no solo interesantísima sino también de suma importancia, es algo que en este trabajo debe soslayarse dado que se ha expuesto con todo lujo de detallas en obra anterior mía, y principalmente en sus partes primera y tercera, que culmina con la interpretación del soneto V de los que escribió en Valencia durante su estancia en Rocafort y en fecha muy concreta, repetido hasta la saciedad como la prueba inconfundible de la persistencia de su amor por la poetisa[40].
La novelista, esto es, Concha Espina, ya desde el comienzo de su redacción marca distancias, como se ha indicado, entre esa mano conductora y la suya propia. Lo expone de forma decidida en la primera de esas claves que he señalado, ya en el capítulo segundo, cuando decide que ella es la que bautiza realmente al personaje de su novelita rosa: Y le puse nombre a la enamorada: la llamé Guiomar, puesto que Machado la llama así en vehementes y numerosos poemas[41], algo que de puro diáfano pone en entredicho la afirmación de la poetisa respecto al apelativo que usurpa sin rubor alguno.
Por todo lo antedicho y no alargarme por senderos ya expuestos con anterioridad, no pretendo ni intento exponer doctrina y seguimientos del propio Antonio, aunque estos los haga valiéndose de su apócrifo Abel Martín, ni a detenerme en el proceso de creación del mismo; tan solo, y como apunte final al tema, transcribir lo que Juan de Mairena comenta sobre el valor que su maestro Abel Martín concedía al olvido, como tal y su recreación, apoyándose en algunos de los cortos poemas de la segunda entrega de las Canciones, sin entrar a cuestionar en estos momentos quien es el autor real de las mismas: Mi maestro exaltaba el valor poético del olvido[42] , fiel a su metafísica. En ella —conviene recordarlo— era el olvido uno de los “siete reversos, aspectos de la nada o formas del gran Cero”. Merced al olvido puede el poeta —pensaba mi maestro— arrancar las raíces de su espíritu, enterradas en el suelo de lo anecdótico y trivial, para amarrarlas, más hondas, en el subsuelo o roca viva del sentimiento, el cual no es ya evocador, sino —en apariencia al menos— alumbrador de formas nuevas. Porque solo la creación apasionada triunfa del olvido.
… Guiomar, Guiomar,
mírame en ti castigado: reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.
Aquí la creación aparece todavía en la forma obsesionante del recuerdo. A última hora el poeta pretende licenciar a la memoria, y piensa que todo ha sido imaginado por el sentir.
Todo amor es fantasía:
él inventa el año, el día, la hora y su melodía, inventa el amante, y, más,
la amada. No prueba nada contra el amor que la amada No haya existido jamás…[43]
Antonio Machado dixit.
A pesar de lo cual ha habido algunos comentaristas que han interpretado a su gusto unos versos que en sí mismos son concluyentes, tanto por la contundencia que manifiestan como por los intereses —convincentes o no— que las diversas inclinaciones puedan transmitir. Podría, naturalmente, mencionar como en párrafos anteriores se ha venido haciendo, algunos nombres, —daré solo dos, por resultar los más cercanos a mí: José Luis Cano y Justina Ruiz de Conde, con artículos y cortos trabajos recopilados posteriormente en libros de conjunto: José Luis Cano[44] o monográficos sobre el tema: Justina Ruiz de Conde[45], pero es preferible, dado que al parecer la polémica parece, o eso pretende, tocar a su fin, mantener el resto[46] en ese anonimato que posiblemente acabe por envolver apreciaciones, convincentes o envueltas en una vaguedad neutra, interesadas, con buena o mala fe llevadas a cabo, siendo, no obstante, conveniente añadir que es uno de sus fragmentos más polémico este último poemilla en el que Antonio Machado deja de manifiesto, de forma rotunda, su afirmación de que la amada puede no haber existido sin que ello suponga detrimento en el valor de la misma como búsqueda, así como en el conjunto que lo contiene, queda plenamente confirmado que tales poemas, y los correspondientes a la primera entrega, no están dirigidos a nadie en concreto, y sí a esa sombra que el poeta quiere arrebatar al olvido y que anidando en lo más profundo de su corazón, responde en todo momento al nombre de Leonor.
Queda, como interrogante final que dé conclusión y cierre a la totalidad de lo que se ha cuestionado a lo largo del trabajo, la pregunta clave, que pocos se han hecho y que se presenta como ineludible. ¿Qué quiere decir el nombre de Guiomar? ¿Qué indicación da el poeta, o pretende, con él? Porque, a fin de cuentas Guiomar es la conclusión que cierra el largo proceso que se inicia en ese año crucial de 1912, cuando Antonio Machado experimenta en sí mismo el alcance doloroso de esa soledad envolvente que parece ahogarlo y de la que anhela desprenderse. Y Guiomar, ese nombre un tanto emblemático y, desde luego, eufónico, que tiene para Antonio Machado remembranzas de uno de sus poetas favoritos, guarda en él la clave que, de una vez por todas, aclara la simbología que le permite al poeta alcanzar el final de lo pretendido. Todo esto y mucho más queda expuesto en un anterior trabajo mío: una conferencia en Soria, en donde por vez primera expuse el
por qué la elección del nombre, y que ahora transcribo como apoyo y confirmación de todo lo anterior: Hasta las Canciones a Guiomar no surge la que Rubén Darío denomina musa de carne y hueso. Resulta una novedad que a punto de finalizar su producción poética, emerja Guiomar de forma repentina e inesperada; se trata de una figura material, palpable. / Paradójicamente, el personaje de Guiomar obedece a razones más ideales que físicas. / Como si la presencia de Guiomar le cogiese por sorpresa, Antonio Machado parece, no arrepentirse, pero sí deplorar esa intrusión:
Mírame en ti, castigado, reo de haberte creado, ya no te puedo olvidar.
¿Por qué reo…? La palabra resulta ambigua ya que cuenta con dos acepciones que, en el fondo, son cercanas: culpable e inculpado. Machado puede ser culpable de la creación de Guiomar e inculpado de ello, porque no se trata de una culpa directa; tan cómplice es de la creación de Guiomar como de cualquier otro de sus apócrifos. Castigado…
¿Por qué? ¿Considera a Guiomar un trasunto de Leonor y se siente culpado de traicionar su memoria por no brindarle el nombre que tuvo en vida?/ Podemos establecer un símil entre el nombre de Leonor y Guiomar desde un punto de vista simbólico. Y esto es factible si suponemos en Machado la aceptación de la idea manriqueña, la palabra MAR simboliza la Muerte —ríos que van a dar a la mar/ que es el morir— y hay un hecho ineludible: Leonor ha muerto. GUIO se corresponde con el verbo guiar: yo guio. —Guio al mar— hacia la irreversible muerte o paisaje al otro lado. Guiomar es el camino que conduce a Leonor. / Una lectura simbólica resulta más verosímil que asociar Guiomar con Pilar de Valderrama la cual basándose en las cartas que le escribió el poeta se autoproclamó Guiomar y esta impostura, a pesar de prevalecer, no resiste un análisis serio. Hasta aquí la transcripción de una parte de la conferencia, la que en realidad nos importa[47].
Con todo lo expuesto, se llega al punto final del problema que queda, como siempre entre el sí y el no, hasta que la parte contraria reconozca la impostura o aporte una documentación o documento fiable que de forma fehaciente confirme de una vez por todas que en un momento de debilidad, Antonio Machado bautizó a Pilar de Valderrama con el por ahora conflictivo nombre de Guiomar, traicionándose, en cierto modo, a sí mismo, algo que resulta bastante difícil de digerir.
Miguel Ángel Baamonde,
en Sabero (León) a 15 de Diciembre de 2017.
ADDENDA PERSONAL
A título simplemente anecdótico, yo leí por vez primera el libro de Concha Espina cuando comenzaba mis adentramientos en la obra y el pensamiento de Antonio Machado, allá por los años primeros de los sesenta; o sea, libre de influencias de ningún tipo, adentrándome en terreno totalmente virgen, pero al leerlas en esa primerizo acercamiento, y sin saber su porqué, algo de todo aquello me sonaba a falso, a falto de espontaneidad, llegando a pensar que tales cartas podían formar parte de lo que Abel Martín señalaba en su Cancionero, aunque entonces tuviese de él una idea muy superficial. Desde entonces acá ha ido creciendo en mí la mencionada sensación hasta alcanzar su forma total, perfectamente documentada y asumida, que expuse en mí ya mencionada obra; Guiomar, asedio a un fantasma.
[1] Todos los subrayados que figuran en el trabajo son del autor y tratan, tan solo, de resaltar palabras o frases que importa sobremanera el tener en cuenta.
[2] De intento utilizo en este caso la voz “poetisa” en la segunda acepción que le da el DRAE: Mujer que hace versos, totalmente contraria a la primera que especifica más detalladamente: Mujer que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas. Edición vigésimo primera, 1992; pág. 1156.
[3] En este sentido la utiliza AM en uno de sus tempranos poemas, publicado en la revista Helios en 1903, definiendo de esta forma el ocaso sobre el río Guadalquivir: … y en el fondo del agua ensombrecida….Ver en OC-/ pág. 752,
[4]Cartas a Pilar; Anaya & Mario Muchnik, Madrid 1994.
[5] CE en las notas, a partir de ahora, al igual que PV y AM para los nombres más repetidos. Cansinos se refiere a la costumbre de celebrar reuniones un día a la semana por parte de determinadas figuras de las letras, muy útiles para quien pretendía presentar un libro nuevo o simplemente poder acercarse a un editor difícil., reuniones que normalmente se celebraban en la casa de la figura anfitriona.
[6] No debe interpretarse con tono peyorativo, al que puede inclinar la palabra, dado que no hace falta ser escritor profesional para escribir grandes obras o todo lo contrario. Ejemplos extremos en el ámbito poético español, y por no recurrir a AM, PV y cualquiera de las poetas del Grupo del 27.
[7]Memorias de un literato; Alianza Tres. Alianza Editorial, Madrid 1995, tomo III; págs. 292-293.
[9] Algo que muy posiblemente, dado el carácter que le da a esta relación la propia PV, podría haberse paliado con alguna, sino todas, invitación semanal a sus reuniones. ¿O es que la figura del poeta resultaba poco al entorno social de las mismas?
[10]Humorismo de M en sus apócrifos; ANCOS Editor, Madrid 1970; pág. 107.
[12] Una exposición entre histórico-filosófica la lleva a cabo Laín Entralgo en su obra Teoría y realidad del otro; Ed. Revista de Occidente, Selecta de…; Madrid 1968, dos tomos. Por otra parte, quien quiera ahondar en este tema, tan machadianamente controvertido, no puede dejar de consultar la obra básica de Heidegger Ser y Tiempo, traducción de Juan Eduardo Rivera (más asequible al lector medio que la inicial de José Gaos); Editorial Trotta, Madrid 2003, y la secuela de la misma, de J. P. Sartre: El ser y la nada; Ediciones Altaya, Barcelona 1992, en traducción de Juan Valmar. Aunque en la actualidad pueda aparecer un tanto lejana o desvaída, su problemática continúa cuestionando muchos de los planteamientos expuestos especialmente por Heidegger, mientras que la derivación sartriana sí parece haberse desvaído con el paso del tiempo.
[13] En AM en Castilla y León; Actas del Congreso Internacional celebrado entre Soria y Segovia los días 7-8 de Mayo en Soria y 10-11 del mismo en Segovia en el año 2007; págs. 531-546. Edición patrocinada por la Junta de Castilla y León en dicho año; Valladolid 2008. Difícil aceptar la antigüedad señalada por del Barco, quizá por excesiva, pero sí coincidir en que dichas composiciones son bastante anteriores a su publicación, incluso a la del Cancionero apócrifo, ya que ellas son la conclusión, por el camino de la poesía, de toda la exposición filosófica que el dicho Cancionero desarrolla.
[14] Art. Cit.; pág. 545 de la edición mencionada en la nota anterior.
[15] Miércoles, 15 de Abril de 1931; Depretis, págs. 251-252.
[16] Depretis, págs. 61 correspondiente a la lista de signos convencionales.
[17]De AM a su grande y secreto amor; Lifesa, Madrid 1950.
[18]Sí, soy Guiomar; Plaza & Janés, S. A., Barcelona 1981; pág. 88, título que responde, en el fondo, a un ego muy afianzado que ya se ha manifestado en las pocas intervenciones públicas en las que intervino, iniciadas siempre por un Yo, Guiomar, de tono mayestático y que de inmediato trae a la memoria determinada novela muy popular de aquellos años debida a la novelista Carmen de Icaza, Yo, la Reina.
[20] Josefina de la Maza: Vida de mi madre Concha Espina; Colección Novelas y Cuentos, segunda época; Madrid 1969; págs.197-198. Por su parte Pablo de A. Cobos, ya mencionado, corrobora esta afirmación de que la colaboración de CE en el desaguisado se reduce a la de amanuense; ver Humor y pensamiento de AM en sus apócrifos; 2ª edición, Insula, Madrid 1972, pág. 105, en la que refrenda en diversos apartados sus conclusiones; a saber: El malhadado uso está: a) En la mentira de la justificación. Sabemos ahora que Guiomar (todavía persiste, dadas las fechas, la adscripción del personaje a la poetisa) vivía entonces y vive todavía; b) Esta presencia nos obliga a suponer que fue la interesada quien facilitó las cartas a CE y quien le impuso la condición del “amor blanco”; c) Que esta premura publicitaria no puede tener otra intención que el sueño desmedido e ilegítimo de encarnación de la Laura o Beatriz de nuestro poeta gigante; d) Que la pasión amorosa se desorbita; las cartas significan mucho menos de lo que se pretende: 1.- Porque hay en ellas la retórica que es habitual en las cartas de amor. ¿Quién no miente a los labios que besa? Todos os amadores hacen diosa a la mujer que galantean. 2.- Porque lo muy probable es que don Antonio encontrara tanto gusto en este juego de amor como como en el de hacer bienhumorada filosofía.
[22] ¡A él; a Antonio Machado al que costó trabajo ser evacuado por sus propios correligionarios! Lo afirmado por PV es no conocer ¡ni por los forros! El carácter, el pensamiento y la obra de quien más o menos tontamente se enamoró de ella como un colegial adolescente.
[24] Ibd. No deja de llamar la atención el tono narrativo que emplea al comentar uno y otro viaje, pues mientras el de ella, que fue en realidad un viaje hacia Portugal algunos meses antes de estallar el conflicto, realizado de forma cómoda en Primera Clase de un tren internacional y una estancia que no llegó al año en un extranjero más que cercano, está contado abusando de los tintes dramáticos —ese paso por la frontera— así como su posterior estancia plena de inseguridades y miserias materiales; mientras que el de su “amado” Antonio, que fue un éxodo en toda regla, regido por etapas que iban acortando horizontes y con remotas, por no decir nulas, posibilidades de retorno se redacta de una forma sencilla, apenas sin apuntar datos de la índole que sean, como si en realidad fuese un viaje más del poeta. Hasta en esta forma de narrar se nota el ego de la poetisa, que se antepone a cualquier circunstancia y relación.
[25] Ángel González: AM; Editorial Alfaguara, Madrid 1999; pág. 83.
[29] RO-XXV, CLXXIII; págs. 288-291; entrada en OC-I, núm. 66; pág. 264. También en Bibliografía machadiana (Bibliografía para un centenario); Biblioteca Nacional, Madrid 1976; pág. 150.
[30] Un buen resumen de las fechas de dichas publicaciones puede leerse en la mencionada edición de José María Valverde para Castalia, en nota introductoria al Cancionero; ver págs. 185-186.
[31] Ambas publicadas por la Editorial SIGNO de Madrid.
[32] Ver pág. 170 en la edición conjunta de ambas: Poesía Española contemporánea; Taurus ediciones, Madrid 1962.
[33] Y solo hago recuento de las publicadas en vida de Antonio, siendo la última que pudo revisar (y corregir lo que podría haber sido un despiste del poeta si tenemos en cuenta ese gran amor inolvidable y con características de eterno por parte de ella) la correspondiente a ese 1936 en el que comenzó su lento alejamiento de España Pero hay que convenir que en relación con las cartas, estaba más preocupada por resaltar las correspondientes a su intervención en La Lola o en la inusitada crítica que su enamorado hizo al último libro, por entonces, de la poetisa, el titulado Esencias, que por una despedida más de las muchas que se repetían.
[34] Lo que nos da una cercanía de fechas con el Cancionero, que pueden ser cercanas o ligeramente distantes, ya que suponen la conclusión, poética, de lo que expone en términos de filosofía.
[35] Este estudio critico figura en mi cartera de proyectos como de próxima redacción.
[36]El pensamiento de AM en relación con su poesía; Ediciones Guadarrama, Madrid 1959; págs. 199-326.
[37]Palabra en el tiempo. Poesía y filosofía en AM; Biblioteca Románico-Hispánica, Editorial Gredos, Madrid 1976.
[38] Ob.cit.; pág. 79. Una lista bibliográfica de todos los que de PV nos hemos ocupado, puede encontrarse en Epistolario (Editorial Octaedro, Barcelona 2009), edición única de la totalidad (hasta esa fecha de publicación) de la correspondencia machadiana, llevada a cabo por Jordi Domenech, que en sus pág. 241 y en nota 3 al texto, iniciada en la pág. anterior, hace un recuento exhaustivo de todos esos nombres y correspondientes trabajos, de ambos signos, que se han llevado a cabo, arrojando un total de 21 nombres, entre los que incluye a la propia Valderrama, remitiendo a la Bibliografía final los títulos correspondientes.
[39]Persona que se dedica a escribir lo que otras, por ejemplo las que no saben escribir, le dicta o encargan. Consultar en el María Moliner, Editorial Gredos, Madrid 1981, entrada correspondiente en la pág. 157 de su tomo I.
[40]Guiomar, asedio a un fantasma; Alupa editorial, Valencia 2009. Por lo que respecta al soneto indicado, pueden consultar las págs. 623-701 de dicho trabajo.
[41] PV. Ob. cit.; pág. 13. Conviene fijarse en el adjetivo numerosos respecto a los poemas, ya que no fueron más que tres en la primera entrega y siete en la segunda, algo que deja bastante disminuida la cantidad de inspiración
—siempre ateniéndonos a las posiciones de PV— que le producía la enamorada.
[42] Término que señala el punto de partida de la metafísica machadiana y que, como ya se ha dicho, no se toca en este trabajo, por estar ampliamente desarrollado con anterioridad, pero que conviene no desechar sin más, incluso en lo que se refiere a la poetisa, por ser un concepto que nos lleva a un pasado en el que ésta no se había dado a conocer todavía. Otro dato más que obra en su contra, al tener en cuenta la fecha en que dicho apunte se publica: Diario de Madrid; 3-I-1935, cuando ella ya ha marcado distancias a causa de la inseguridad de las calles de Madrid, y que los mencionados poemillas y versos, de acuerdo con o mantenido por Pablo del Barco, son bastante anteriores al conocimiento, como ya se ha adelantado, entre ambos.
[46] Se trata, salvo alguna excepción puntual, de artículos periodísticos más divulgativos que otra cosa, sin llegar a ahondar en ningún momento en el problema como tal.* Personalmente, los atribuyo a in conformismo documental sin ningún afán de investigación o, quizá los menos, a simple pereza aceptando lo que se le ha dado gratuito.
[47] Conferencia que forma parte del Homenaje a Inés Tudela, en la propia Soria, el día 4 de Julio de 2007; acto que fue recogido por el diario soriano Heraldo de Soria al día siguiente de su celebración.
José María Guelbenzu y Luis Antonio de Villena ganadores de los Premios de la Crítica de Madrid de novela y poesía respectivamente
Premios de la Crítica de Madrid 2016: José María Guelbenzu y Luis Antonio de Villena Click To Tweet
Los escritores madrileños José María Guelbenzu y Luis Antonio de Villena han resultado ganadores del Premio de la Crítica de Madrid que otorga la Asociación de escritores y críticos madrileños.
Los poderosos lo quieren todo de José María Guelbenzu es una sátira sobre el poder en nuestra sociedad y las distintas maneras con las que un hombre puede caer en la corrupción y el tráfico de influencias, escrita con ironía, de forma intrépida y sugerente, Los poderosos lo quieren todo es una obra imprescindible para conocer las dos caras de nuestra sociedad. En palabras de Alberto Infante, presidente de la Asociación Madrileña de Escritores y Críticos literarios nos encontramos ante uno de esos libros que nos divierten y al mismo tiempo nos hacen reflexionar sobre nuestro tiempo.
Nacido en Madrid en 1944, Guelbenzu es uno de los escritores actuales con una carrera más solida, extensa y prestigiosa que tenemos. Iniciada en 1967 con Hogar eventual, en su haber tiene títulos fundamentales como La tierra prometida, Un peso en el mundo, La mirada, El esperado, El río de la luna, Esta pared de hielo y algunos de los premios de mayor prestigio como el Premio Biblioteca Breve, el de la Critica, el Plaza y Janés o el Torrente Ballester en 2010. Periodista también de prestigio, ha colaborado en medios como Cuadernos para el diálogo o El País. Es también un destacado autor de novelas policíacas y creador de un personaje ya mítico, la juez Mariana de Marco
Imágenes en fuga de esplendor y tristeza de Luis Antonio de Villena es el mejor libro de un poeta que ha sabido construir una obra original y capaz de buscar siempre nuevas formas de expresión. Libro lleno de nombres, se trata de una magnifica biografía personal, acompañada de fotografías, donde van dejando huella en el lector los símbolos y los personajes que componen la vida de un gran poeta, en palabras de Pablo Méndez, poeta y miembro del jurado, Villena es uno de los autores de los setenta que mejor ha sabido renovarse y encontrar una forma moderna de escribir sobre sus obsesiones y temas de siempre.
Nacido en Madrid en 1951, Luis Antonio de Villena es poeta, novelista y un articulista con muchísimos lectores. Desde su primer libro, publicado en 1971, Villena no ha faltado a la cita con sus seguidores ofreciendo novelas, libros de poesía y ensayos siempre con originalidad, certeza y una forma que ha influido mucho en nuevas generaciones de cantar y evocar a grandes genios de siempre, como Oscar Wilde, Luis Cernuda, Byron, Andre Gide…
Entrevista al escritor Fernando de la Rosa tras publicar un libro Cuentas pendientes con la Editorial Poesía eres tú
Después de Anversos, amor, reversos, el escritor Fernando de la Rosa ha publicado el libro Cuentas pendientes con la Editorial Poesía eres tú.
La Poesía es el arte de convertir un sentimiento propio en una emoción ajena. Click To Tweet
P.- ¿Por qué el título de Cuentas Pendientes?
R.- Desde que asomó la llamada “Crisis Económica Mundial”, que en mi opinión no ha sido más que una burda estafa financiera y un muy elaborado timo del toco-mocho, allá por 2007, no he dejado de vivir, sentir y sufrir toda clase de vejaciones, humillaciones y ofensas, tanto como ciudadano como trabajador, por parte de una clase bancaria avariciosa e insaciable, de un sector empresarial pusilánime y despótico, y sobre todo de una casta política corrupta y cómplice, que se adueñaron del cotarro aprisionando a su propio pueblo con un chantaje demoledor que se limitaba a advertir de que quien no le bailara el agua iría a un limbo concienzudamente descorazonador limitado por las premisas “paro, subsidio y deriva”, por un lado, y “abuso, precariedad y bazofia”, por el otro. Y así nos ha ido y nos va. Sé muy bien de lo que hablo, porque lo sobrevivo cada día, aunque aún no lo he (hemos) superado. Tuve (tuvimos) que tragar, eso está claro. No niego que ha habido mucha resignación, muchísima auto-compasión y demasiada cobardía. Pero en mi caso, ya que no podía esperar ninguna ayuda, me quedaba el consuelo de la Poesía. Me vi en la obligación social, moral y ética de cantar, de escribir, de versificar el denodado esfuerzo, el impertérrito sacrificio y el inmenso coraje de Nosotros, los supervivientes, y al menos dejar constancia, para que jamás caiga en el olvido, de que muchos nos aguantamos pero no nos rendimos ante el totalitarismo, la Ley del Embudo, que nos impusieron dichos codiciosos, miserables y cobardes estamentos, y devolverles la pelota en forma de humildes, severos y decididos versos, para así ajustar cuentas con ellos para la posteridad, con la única, eterna y sagrada arma de la Lírica.
P.- ¿Puede ser la poesía, aparte de un arte, un medio de protesta que sirva para denunciar una situación social?
R.- Tras mi primera respuesta, tengo muy claro que sí. Incluso afirmo modestamente que el Arte (en cualquier manifestación, pero me ciño a la Poesía, que es lo que nos ocupa), es la más sincera y noble venganza contra el desamparo, contra la tiranía. Está muy bien que los poetas nos miremos el ombligo y cantemos lo que subjetivamente nos preocupe o duela. Pero también debemos mirar alrededor: ver, comprender y asimilar lo que le sucede a otros, a la sociedad, al pueblo, al mundo. Porque nosotros formamos parte inherente e indisoluble de ellos. También es nuestra labor dar voz a quien no la tiene, a quien no puede expresar sus necesidades y lamentos. Quizás, es nuestra primordial labor. Tenemos que sentir la vibración de la calle, el palpitar de la gente, su respiración y su desaliento, su grandeza y su miseria, su esperanza y su desesperanza. Nuestra mejor poesía no debe ser la que emana nuestro egoísta corazón, sino la que brota solidariamente de la sangre de los demás. Un poeta que no esté comprometido con la realidad que lo rodea, ni es poeta, ni es artista, ni es nada.
P.- Hay una tendencia en la poesía contemporánea que defiende que se puede hacer poesía actual pero guardando las formas métricas clásicas, ¿eres partidario de esa tendencia?
R.- Muchos poetas anteriores pero muy vigentes emplearon dicha fórmula, ¿por qué no yo?… Estoy convencido de que el lector de poesía, en lo que menos repara, es en la estructura que empleo para soportar mi mensaje. No me cansaré de decirlo: no importa la forma, sino el fondo. Formas tan clásicas como un soneto, un romance o unas cuartetas pueden ser más radicales, rebeldes y contestatarias que un verso libérrimo y vanguardista con un contenido hermético, yermo o huero. Es el filo lo que punza y corta, ya sea cuchillo, espada, lanza o flecha. Si la herramienta está roma…
P.- Entre los poemas que denuncian la situación social encontramos poemas alegóricos y poemas a la tierra. Esto es muy común en los poetas andaluces. ¿Te consideras un poeta andaluz no sólo por nacimiento sino porque te identificas con esta poesía?
R.- En este país gustan mucho las etiquetas. Veamos, mis referentes esenciales son Quevedo, castellano viejo; Miguel Hernández, levantino de corazón universal; Antonio Machado, andaluz peregrino con múltiples raíces; e incluso Edgard Allan Poe, norteamericano de musicalidad eterna… Mi poesía bebe de muchos veneros, y me siento muy orgulloso de todos y cada uno de ellos. Ni puedo ni quiero negar mis orígenes, ni puedo ni quiero renegar de sus virtudes y sus defectos. ¡Naturalmente que soy andaluz! Es mi tierra, mi luz, mi carácter, mi sentimiento. Pero, y lo digo con toda la humildad, me encantaría pasar como un poeta con las únicas fronteras de su obra, simplemente. Los adjetivos, que me los cuelguen tras leer mis versos.
P.- ¿Qué te hubiese gustado contar en un poema pero que todavía no has conseguido expresar, porque aún no has encontrado las palabras adecuadas?
R.- Uffffff… La verdad, para lo que no tengo palabras es para contestar a esta pregunta. Personalmente, me limito a aprender y avanzar con cada verso que compongo. Hoy día escribo poemas que me hubieran resultado inimaginables de concebir y plasmar cuando comencé a tomarme en serio la lírica. Y creo que esto mismo le ha ocurrido, le ocurre y le ocurrirá a cualquiera que se enfrente a un papel en blanco sólo con su imaginación, su capacidad y su estilo. Supongo que sólo el tiempo tiene la respuesta.
P.- ¿Cómo ves el presente y el futuro de la poesía?
R.- La Poesía existirá siempre, como existirá la condición humana. Mientras las personas vivan, sientan, sueñen o piensen, la Poesía estará presente. Los medios para expresarla y divulgarla pueden cambiar y evolucionar, pero eso no importa, y a quien se sienta algo poeta, no debe importarle nunca. La Poesía es el arte de convertir un sentimiento propio en una emoción ajena. No hay ni más, ni menos. O eso es lo que prefiero creer.
P.- ¿Estás escribiendo más poemas después de Cuentas pendientes?
R.- Desde luego. La actualidad y mis emociones continúan dándome mucho juego. Sólo pido poder terminarlos con toda y verdadera convicción, con absoluta dedicación y con la mayor belleza que me sea posible. Amén.
Esto ha sido la entrevista al escritor Fernando de la Rosa tras publicar un libro Cuentas pendientes con la Editorial Poesía eres tú
Entrevista al escritor, poeta Alberto Cuenca Serrano tras publicar un libro de poesía “Mujer tenías que ser” con la Editorial Poesía eres tú. Todos los derechos de autor del libro de poesía “Mujer tenías que ser” pertenecen al escritor, poeta, Alberto Cuenca Serrano que acaba de publicar un libro con la Editorial Poesía eres tú.
Alberto Cuenca Serrano es uno de los poetas más constantes de la literatura, su dilatada trayectoria en muy corto espacio de tiempo nos ha llenado de libros de poesía con un lenguaje muy directo, lleno de metáforas y figuras que nos sumergen en una poesía contemporánea excelsa y llena de virtudes. Momentos del alma, Tal cual me lo susurra mi piel, El amor es lo demás y su último trabajo Mujer tenías que ser.
P.- ¿Por qué el título Mujer tenías que ser?
R.-Quien me conoce sabe que odio los estereotipos, las etiquetas, y todo aquello que bajo el amparo de una frase estigmatiza a lo que le rodea. Yo particularmente creo que lo que se etiqueta es su propia inconsistencia. Por lo tanto en este caso yo sí que muestro el verdadero valor y sentido de la frase, su verdadero significado.
Odio los estereotipos, las etiquetas, y todo aquello que bajo el amparo de una frase estigmatiza a… Click To Tweet
P.-Mujer tenías que ser, es un poemario ilustrado, en el que has colaborado con el fotógrafo Antonio Corral, que además se ha encargado de la maquetación y supervisión de la obra. ¿Cómo ha sido esa colaboración? ¿Qué fueron primero las fotografías o los textos?
R.-La colaboración resultó ser un compendio de buenos ratos, entre dos personas que aman, respetan, y valoran a la mujer en sí. Es fácil ponerse de acuerdo con personas inteligentes, creativas, y comprometidas, como es el caso de Antonio.
Curiosamente tengo que decir que el primer planteamiento fue el de tener primero todas las fotografías y luego hacer los poemas, pero luego resultó ser otro reto apasionante imaginarme como iba a ser la propia foto en sí (que yo ya tenía en mi mente), y empezar primero por los textos. Ya se sabe que a veces los tiempos cuando se trabaja en común no coinciden, pero se adaptan si hay voluntad por ambas partes.
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P.- ¿Por qué este homenaje a la mujer? ¿Qué tiene la mujer que la hace tan especial?
R.-Hace poco en una entrevista de radio lo resumía en una frase muy explícita; quería hacer un “homenaje al ser humano que me trajo al mundo, y al ser humano que ha transformado mi vida” yo creo que no hace falta añadir mucho más.
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P.-¿Quiénes han sido los modelos de las fotografías y de los poemas? ¿Os ha costado que colaborasen para el libro?
R.-Las modelos han sido todas mujeres encantadoras, de nuestro entorno más cercano, y dispuestas a colaborar desde el primer momento en que se lo ofrecimos. Mujeres muy reales, que nos han ofrecido su aspecto más natural, cotidiano, y que reflejan una faceta que resalta en ellas, y que para mí las hace únicas. La verdad es que nos costó muy poco que colaborasen, y yo se lo agradezco infinitamente de la mejor manera que sé: con mis palabras y mis poemas.
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P.-¿Cómo está reaccionando el público ante este trabajo?
R.-Muy bien, respetando, comprendiendo y valorando el proyecto. Yo como siempre digo aporto otro pequeño legado que en este caso es un homenaje desde mi corazón al propio papel donde lo expongo con mis letras.
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P.-La poesía es un género difícil, al que parece que tímidamente cada vez se está acercando más gente. ¿Cómo ves estos nuevos movimientos que parecen virales? ¿Crees que es necesario innovar en la poesía para atraer a más público?
R.-Creo que poco a poco la poesía se está acercando un poco más a la gente porque refleja y muestra un mundo que el lector interpreta como suyo, y en el que se ve partícipe en muchas de sus expresiones. Esa es la manera de llegar a la gente, escribir no sólo para uno mismo, sino para ser comprendido y reivindicar a su vez el protagonismo de aquellos que no lo encuentran en otros géneros.
Pienso que innovar siempre es positivo, y nos acerca más a los propios tiempos en los que nos movemos, sin olvidar por supuesto de dónde venimos y lanzar algún guiño de vez en cuando.
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P.-¿Qué te motiva a escribir?
R.-Mientras me motive vivir, me motivará escribir, mi piel se expresa con palabras, y mis poemas son la patria de todas ellas.
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P.- ¿Has seguido escribiendo después de Mujer tenías que ser?
R.-Siempre, y espero que la vida me regale nuevas sorpresas, y que las pueda compartir en un futuro con la gente que se sienta identificada con mi poesía.
Esto ha sido la entrevista al escritor, poeta Alberto Cuenca Serrano tras publicar un libro de poesía “Mujer tenías que ser” con la Editorial Poesía eres tú. Todos los derechos de autor del libro de poesía “Mujer tenías que ser” pertenecen al escritor, poeta, Alberto Cuenca Serrano que acaba de publicar un libro con la Editorial Poesía eres tú.
P.- ¿Por qué el título de Hogar de inspiraciones? ¿Cuál es ese hogar al que te refieres en el título de tu poemario?
R.- Empecé escribiendo en papeles sueltos, supongo que como todos y un día concluí junto a mis allegados que debía recopilarlos, mas siendo trocitos de inspiraciones dispersados les di un hogar, el cual fue un libro, este libro.
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P.- La poesía requiere de emociones para ser escrita, quizás lo que cambie sea la manera de expresar esas emociones. ¿En qué momentos y qué te inspira para escribir poesía?
R.- Mi poesía responde a un momento exacto en mi vida, no puedo escribir poesía cualquier día, me nace escribir poesía porque “mi arma es mi pluma y solo expreso lo que siento con su ayuda”. Utilizo la tinta para expresar o decir las palabras que no soy capaz de expresar o decirle a alguien. Todos mis poemas tienen una musicalidad detrás, los escribí con una melodía bañando la habitación para poder crear un contenido con un ritmo concreto y que espero haber podido transmitir.
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P.- En tu poema “Cuando y solo” dices: “Solo los locos aman la noche / solo los soñadores duermen despiertos / solo nosotros vemos el mundo / solo yo veo esa calle”. ¿Qué tiene el artista que hace que se vea el mundo de diferente manera?
R.- La respuesta es nada que no tengan los demás pues todos somos esclavos de nuestra realidad pasada, nuestra realidad presente y las posibles realidades que hemos de tomar. Ergo cada persona tiene una realidad y cada persona la mira desde una perspectiva diferente. Aun asi siempre he querido ser dueño de mi propio destino.
Cada persona tiene una realidad y cada persona la mira desde una perspectiva diferente. Click To Tweet
P.-Entre los poemas con título tienes unos poemas que van numerados con números romanos. ¿Qué tienen de diferente esos poemas? ¿Por qué van alternos al resto de poemas?
R.-Los poemas que tienen títulos van dirigidos a alguien, diferentes personalidades que me han hecho sentir diferentes cosas. Los poemas con números van más bien dirigidos a momentos concretos. Además están ordenados numéricamente exceptuando los últimos, en los que del 16 se pasa al 18 y después al 1931 que, por el contexto del poema se puede extrapolar a que es debido.
P.-¿Cuáles son los poetas que más te inspiran para escribir?
R.- El principal es José Ángel Buesa, al cual descubrí gracias a Rafael Turia a través de YouTube, recomiendo encarecidamente su canal. Otros poetas que me inspiraron fueron el clásico Bécquer y Juan Ramón Jiménez.
Descubrí a José Ángel Buesa gracias a Rafael Turia a través de YouTube Click To Tweet
P.-¿Sigues escribiendo después de Hogar de inspiraciones?
R.- Sigo escribiendo pues la poesía es una forma de vida para mí pero también estoy trabajando en un ensayo a largo plazo.
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Es to ha sido la entrevista a Marco Castaño Meissel tras publicar un libro de poesía: Hogar de inspiraciones con la Editorial Poesía eres tú. Todos los derechos de autor del libro de poesía “Hogar de inspiraciones” pertenecen al escritor, poeta, Marco Castaño Meissel que acaba de publicar un libro con la Editorial Poesía eres tú.
R.- Se me ocurrió comparar las hojas de un libro, con las hojas de un árbol añadiéndole la lluvia que la relaciono con el otoño y la tristeza.
la lluvia la relaciono con el otoño y la tristeza. Click To Tweet
P.- En tu poema “Tal vez” dices: “Tal vez para escribir poemas, / haya que estar hambriento. / No de pan, no de arroz / con judías pintas, / no de huevos fritos con chorizo. / Hambriento de ternura, / sediento de besos, / famélico de caricias”. ¿Es la poesía un medio en el que los poetas expresan los sentimientos que no pueden expresar en la vida cotidiana?
R.- Pues probablemente sea así, aunque supongo que habría que hablar con cada autor. Yo tal vez por mi carácter introvertido o por educación tiendo a ocultar mis sentimientos, que luego tras una reflexión se transforman en poema.
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P.- Hojas de lluvia parece resumir toda una vida en poesía. ¿Cuándo empezaste a escribir este poemario?
R.- Pues como comento en la contraportada del libro, he estado escribiendo toda la vida con más o menos altibajos. Aunque, cuando ves el resultado, te parecen pocos los poemas que se han salvado, debería haber publicado mucho antes, en vez de limitarme a publicar poemas sueltos en Revistas literarias.
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P.- Bécquer, Machado, Neruda, Celaya, Octavio Paz, Jorge Guillén entre otros, son los poetas que te inspiran. ¿Cómo han influido cada uno de ellos en tu poesía? ¿Qué destacarías de cada uno de ellos?
R.- Bécquer son los dieciocho años el amor romántico, la poesía directa. Neruda y sus 20 veinte poemas de amor (la magia de la poesía sudamericana). Machado la madurez y la reflexión. Con Celaya descubrí una poesía menos egocéntrica. Una poesía más “asequible.” De Octavio Paz recuerdo que me impactó un poema que decía “el descenso de las palabras paracaídas sobre las arenas de la página”. Es decir descubrir la página en blanco como algo físico, como un territorio por explorar. Y de Jorge Guillén no recuerdo ahora gran cosa. Pero todo lo que vamos leyendo va dejando su poso lo sepamos o no. El poeta lo va creando en sus lecturas y la dificultad estriba, en encontrar tu propia voz.
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P.- ¿Qué opinas del panorama de la poesía actual?
R.- Pues que hay muchos poetas y pocos lectores y eso no quiere decir que no guste la poesía. Sino que los jóvenes tienen otras formas de conocerla o sentirla, como los cantautores o el hip hop. Pero la poesía por desgracia siempre ha sido minoritaria hay mucho desconocimiento sobre la poesía a la que se la tilda de difícil y aburrida.
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P.-¿Sigues escribiendo después de Hojas de lluvia? ¿Veremos un segundo libro de Miguel Ángel Dolz García?
R.- Sigo escribiendo y espero poder recuperar el tiempo perdido y escribir un segundo y un tercer libro de poemas.
Esto ha sido la entrevista al escritor, poeta Miguel Ángel Dolz García tras publicar un libro de poesía “Hojas de lluvia” con la Editorial Poesía eres tú. Todos los derechos de autor del libro de poesía “Hojas de lluvia” pertenecen al escritor, poeta, Miguel Angel Dolz García que acaba de publicar un libro con la Editorial Poesía eres tú.
P.- Piel y salitre, es el título de tu libro, ¿Por qué ese título?
R.- La mayoría de las poesías de este libro estaban escritas antes de este último verano, pero realmente este libro se fraguó y se construyó a partir de Julio de 2016. Hasta entonces tuvo varios títulos, pero ninguno terminaba de convencerme. Este verano bajaba todas las mañanas a la playa y caminaba y pensaba mucho y escribía mucho, sobre todo escribía… y cuanto más reflexionaba y más escribía más segura estaba que se estaban tejiendo redes, mis redes, mi pasado, mi presente y mi futuro, y sobre todo algo que se estaba curando después de muchos años de sangrar, y algo que me estaba reconciliando conmigo misma… posiblemente es que estoy poco acostumbrada a vivir sin prisa, poco acostumbrada a no buscar mis propias huidas, pero sobre todo supongo que estoy poco acostumbrada a que haya mares en calma.
Y dicen que el mar todo lo cura, y que la cura para todo está en en el agua salada: lágrimas, sudor y mar. Y empecé a pensar que igual ahí estaba la clave. Empecé a pensar en quienes me han acompañado, quienes han puesto su piel con mi piel y quienes han besado naufragios y cicatrices y, sobre todo, quienes han estado siempre para curarlos. Y de repente entendí que todo lo escrito hasta entonces tenía dos cosas en común: el mar y la piel. Todo hablaba de mi familia, de quienes genéticamente habían puesto su piel en mi piel: mis abuelas, sobre todo ellas, mi madre, cuando digo todo es poco y nunca será suficiente, pero también todas esas personas maravillosas que he ido encontrando a lo largo de mi vida y que han apostado a seguir conmigo a pesar de todos los miedos, a pesar de todas las tormentas.
Y según seguían pasando las tardes fui comprendiendo que sin darme cuenta volvía a ser feliz, y era en parte por culpa del mar, pero en parte también se debía a con quien lo estaba compartiendo. Así que una tarde mientras esperaba que el calor bajara un poco para volver a la playa me puse a escribir pensamientos inconexos acerca de todo esto que me rondaba la cabeza, y en una libreta apunté: arena, brisa, besos, versos y salitre. Y compartí esa imagen en las redes sociales. Pocos minutos después me escribe un queridísimo amigo, y hace alusión a una broma recurrente que tenemos en la que dejamos el mundo del Derecho —al que nos dedicamos profesionalmente— y abrimos un bar que se llame: “Copas y besos” y en que garantizamos la barra libre de las primeras y, como los besos hay que ganárselos, al menos aseguramos que en nuestro local nunca falten los versos. Y con aquella instantánea él me dice: «oye mejor que copas y besos casi para nuestro bar me gusta «Piel y Salitre», y le dije «para nuestro bar no sé, pero acabas de darle nombre al poemario». Y todo encajo: todo era piel y salitre.
Esa misma tarde escribí los cuadernos de bitácora que dividen el libro. Empezando el viaje en Troya, porque no sé la razón pero yo siempre pensé que Odiseo no tenía demasiadas ganas de volver a casa y que Penélope estaba bien sin él. A mí me interesaba más la historia de los Troyanos: Héctor y Andrómaca lo hubieran hecho de otra manera. Y no solo ellos… ¿Por qué nunca nos acordamos de aquellas mujeres que también perdieron la guerra? ¿Qué fue de las derrotadas de la derrota? La Historia no las nombra pero ellas nunca perdieron su dignidad. Y yo quiero creer que somos, que soy, su heredera, porque lo que nos define en la vida es la posición que tomamos respecto de la Historia y de nuestro propio viaje. También por eso este libro termina con un poema homónimo a su título que escribí esa misma tarde en que le puse nombre, y que cuenta que aquel viaje que empezó en Grecia ha llegado hasta estas tardes de sol en el que el mar tiene su nombre y su sonrisa.
P.- La primavera aparece en algunos de tus poemas y tienes uno que se titula Primavera, ¿qué tiene de especial esa época del año para la poesía?
Todas las estaciones del año tienen algo de poético, pero supongo que la primavera es una nueva oportunidad que nos da la vida cada año para renacer, después de el largo y silencioso invierno. En el norte, donde yo vivo, también es el momento para volver al mar, volver a sentirlo, después de haber estado viendo durante meses las marejadas y las tormentas desde el puerto.
P.- En tu poesía aparecen muchas referencias literarias, Moby Dick, Dorian Gray, Walt Whitman, etc. ¿Te inspira la lectura para escribir tus poemas?
R.- Sí. También la música. Estoy segura que es verdad eso que dicen de: “somos los libros que hemos leído, las personas que hemos amado y los sitios que hemos vivido”. Mi poesía no deja de ser una reflexión o un diálogo interno conmigo misma. Y este está indudablemente marcado por lo que leo, oigo y siento.
P.- Encontramos en tus poemas temas de ámbito social, reflexiones sobre el ser humano, sobre la vida. ¿Es importante el mensaje para la poesía?
R.- No me atrevería a decir que el mensaje es importante para la poesía. No lo sé. Para la mía sí, en la medida en que la poesía para mí es un reflejo de la vida. Y yo no puedo entender la vida sin libertad, sin compromiso y sin honestidad. Tenemos una deuda con nuestros ancestros que han luchado, vivido y muerto por nuestro bienestar, pero sobre todo tenemos una obligación con las generaciones futuras, a ellas les debemos un mundo más bello, más igual, y más justo. Mi maestro dice que mis escritos son “amor militante”. Yo creo que son las dos caras de una misma moneda. No debería existir el amor si no es militante, ni el compromiso —sea o no revolucionario— sin el amor. Si no crees por lo que vives, luchas, escribes y sientes. Entonces ¿para qué?
P.- Tu poemario está dividido en secciones que se titulan Cuaderno de bitácora y cinco días para diferenciar unas de otras. ¿Por qué has dividido así el poemario?
R.- Las secciones surgieron tras ponerle el título al poemario. Está dividido así porque comprendí que “Piel y Salitre” era la historia que narraba el viaje de mi vida. Un viaje que sin lugar a dudas está profundamente unido al mar. Un viaje marino, al fin y al cabo. Y como todo viaje marino necesita que el Capitán haga un seguimiento de cada día y cada noche que se está en travesía, por si hay que analizar los restos del naufragio, o por si hay que compartirlo en el caso de que se llegue a buen puerto.
P.- ¿Qué diferencias hay entre Piel y salitre y tu anterior obra Raíces Urbanas? ¿Hay una evolución en tu poesía?
R.- “Raíces Urbanas” posiblemente sea un libro más sincero y más ingenuo. Está escrito a lo largo de muchos años, sin ninguna expectativa de ser publicado o compartido. Es un libro más pegado a la niñez, al dolor de dejar la infancia atrás. “Piel y Salitre” posiblemente esté más reflexionado, más meditado. Ha sido el resultado de muchas horas de trabajo personal, un esfuerzo por conocerme mejor a mi misma. Este libro quiso ser el reflejo de que hay huidas que terminan en vida. Y que a veces, es necesario, plantar cara a los miedos y seguir creyendo aún en mitad de la tormenta.
P.- ¿Estás trabajando ya en tu siguiente trabajo? ¿Qué planes tienes para el futuro?
R.- Sí, escribir es un proceso continuo para mí. Nunca lo dejo, no podría, no sabría. Pero eso no quiere decir que tenga en mente planes de futuro a este respecto. Sin embargo, en los últimos meses he escrito mucho, y el siguiente proyecto ya está perfilado y muy avanzado.
R.- No es algo premeditado, es pura casualidad. Elegí una ilustración para la portada que le hice a mi sobrino sobre un poema del circo que se puede encontrar en su interior al que había titulado El gran sábado. Como es lógico le hacía mucha ilusión y está encantado.
P.- ¿Cuánto tiempo te ha llevado escribir El gran sábado? ¿Cuándo son para ti los mejores momentos para escribir?
R.- La verdad, nunca pensé que llegaría a publicar un libro. Fui escribiendo durante dos años diferentes poemas sin ningún propósito. Sin embargo, cuando llegué a los 35 pensé que era una pena que murieran en mí. Ahí empezó todo.
No tengo mejores momentos, sencillamente me inspiro de manera espontánea. No sé de qué manera me viene la inspiración. Creo que soy más productiva sometida al aburrimiento. Supongo que no lo tolero bien.
P.- ¿Qué es lo que te inspira para escribir? ¿Es necesario leer para escribir?
R.- Principalmente el amor. El amor y la poesía van de la mano. Pero no todos mis poemas hablan del amor. Quizás sean cosas o personas que observo, experiencias, estados de ánimo, diferentes situaciones…
P.- Las ilustraciones de El gran sábado son creación tuya. ¿Cómo surgió la idea de ilustrar los poemas? ¿Qué empezó antes la pintura o la escritura?
R.- Bien, en el colegio siempre se me dio bien dibujar, tanto artístico como lineal. No me considero ni mucho menos un portento pero comencé a acudir a clases de pintura y acabé haciendo ilustraciones que según me dicen tienen un estilo muy definido. Muy mío. Y qué mejor idea que ilustrar mis propios poemas.
Si bien es cierto que me habían encargado algunos retratos y dibujos puede decirse que la pintura ha surgido de la escritura. Lo ha motivado.
P.- En tu poemario hay muchas dosis de humor, uno de tus poemas está inspirado en tu teléfono móvil. ¿Qué tiene que ver el humor con tu poesía?
R.- Sí, es verdad. Me considero una persona con gran sentido del humor. Puede decirse que la monotonía y las emociones planas me aburren. Me gusta la variedad y mi libro es un reflejo de ello.
P.- ¿Cómo ha sido la respuesta del público ante tus poemas? ¿Qué poemas le ha gustado más a la gente que te conoce?
R.- Es un libro que ha sorprendido. Creo que se pensaba que sería la clásica poesía y a pesar de mi miedo inicial ha gustado mucho. Los mejores halagos que he recibido han sido: me ha enamorado, quiero leer más o lo he leído tres veces. Eso te reconforta.
Difícil decirte qué poemas han gustado más. Cada persona es un mundo, a cada uno le toca algo diferente y así me lo han hecho saber. Quizá el más repetido sea el de “El Molinero”.
P.- Tus poemas son de mucha actualidad. ¿Es la poesía una forma de criticar la sociedad en la que vivimos?
R.- Sí, voy con la actualidad. Intento estar al día. Supongo que inevitablemente lo muestro en mis versos de manera inconsciente. Pero sí, se pueden escribir también bellas críticas. Jijiji
P.- ¿Habrá un segundo libro después de El gran sábado?
R.- Bueno, no voy a aventurarme en este momento. Mi primer libro está realizado con todo el cariño, quiero que la gente lo disfrute. Si habrá o no un segundo libro depende de la respuesta del público a éste y de cuán productiva me encuentre. Por el momento estoy muy contenta.