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Los 12 mejores libros de poesía del año 2.022
Los 12 mejores libros de poesía del año 2.022
Como todos los años la Asociación de editores de poesía (A.E.P.) emite un listado de libros recomendados para su lectura. Son libros que conviene leer porque son una selección de los editores. Es una ocasión única para estar en la actualidad de la poesía.
Los 12 mejores libros del año 2020
Los 12 mejores libros del año 2020
Como todos los años la Asociación de editores de poesía (A.E.P.) emite un listado de libros recomendados para su lectura. Son libros que conviene leer porque son una selección de los editores. Es una ocasión única para estar en la actualidad de la poesía. Además, este año ha sido el ganador del premio de la Asociación de editores de poesía el libro “Stop” de la poeta Blanca Sarasua.
1.- La rama verde, de Eloy Sánchez Rosillo
Ed. Tusquets
2.- Ruido de ángeles, de Julio González Alonso
Ed. Vitruvio
3.- El pez rojo que nada en el pecho, de Gioconda Belli
Ed. Visor
4.- Los días eternos, de María Elena Higueruelo
Ed. Rialp
5.- Error 404, de Begoña M. Rueda
Ed. Visor
6.- Palabra tuya, de Manuel Emilio Castillo
Ed. Vitruvio
7.- Gavieras, de Aurora Luque
Ed. Visor
8.- La curación del mundo, de Fernando Beltrán
Ed. Hiperión
9.- La Belleza del fracaso, de Daniel Viñambres
Ed. Rilke.
10.- Retratos de un suspiro, de Alberto Lendínez
Ed. Poesía eres tú
11. Lo que no se ve, de Jesús Montiel
Ed. Pre-textos
12.- Quemadura, de Jorge Camacho
Ed. Vitruvio
Rafael Reig y Luis Alberto de Cuenca ganadores de los premios de la Crítica de Madrid 2018
Los escritores madrileños Rafael Reig y Luis Alberto de Cuenca han resultado ganadores del premio de la crítica de Madrid que otorga la Asociación de Escritores y Críticos Madrileños.
Para morir iguales de Rafael Reig, es una novela sobre la amistad y el paso del tiempo. En palabras de Eugenio Rivera, presiente de la Asociación Madrileña de Escritores y Críticos Literarios, nos encontramos ante una novela original como pocas y con una de las prosas más deslumbrantes que hemos leído en mucho tiempo…
Nacido en Asturias en 1963 y afincado en Madrid desde su infancia, Rafael Reig estudió Filosofía y Letras entre Madrid y Nueva York, vivió en Colombia y publicó su primer libro en 1990, una biografía de Marilyn Monroe. Entre sus libros debemos destacar Sangre a borbotones, Guapo de cara, Todo está perdonado, con el que obtuvo el premio Tusquets, o los dos tomos de Manual de literatura para caníbales.
Bloc de otoño, de Luis Alberto de Cuenca, es el libro galardonado con el premio de la Crítica de Madrid de este año, un nuevo libro de Luis Alberto de Cuenca es siempre motivo de alegría para sus muchos lectores. La poesía de Cuenca, tiene ese aire irónico y a la vez esa meditada profundidad.
Nacido en Madrid en 1950, Luis Alberto de Cuenca es ya un clásico de nuestra poesía, tiene títulos inolvidables, como La caja de plata, Embrujado jardín, El hacha y la rosa o Cuaderno de vacaciones con el que obtuvo el premio Nacional de Poesía.
Falta de rigor histórico en ESOS DÍAS AZULES de Nieves Herrero
CARTA ABIERTA A NIEVES HERRERO, MOTIVADA POR LA LECTURA DE SU ÚLTIMA “NOVELA”
Hace algo más de semana y media que he puesto punto final a la lectura de lo que puede denominarse su última novela, acumulando en mí toda la indignación que me ha provocado la continuada lectura del enorme número de páginas dedicadas a la exaltación de una fantasía romántica alimentada desde hace bastante tiempo por la vanidad de su protagonista y la inconsciencia de sus continuadores, entre los que brilla usted como una de las últimas falsas luminosidades; sí, he necesitado tiempo para rebajar, antes de componer este pequeño resumen de aclaraciones a las continuadas falsedades y fantasías que acumula usted, al igual que los claros equívocos de ambientación e historia de la época, pues mi intención es ser lo más neutro posible sobre el tema.
Naturalmente que usted de forma muy razonable, puede argüirme que tratándose de una novela, la libertad del autor es ilimitada; tiene usted razón y no se la puedo ni quiero negar, pero también añado que en torno a este principio, todo tiene unos límites, y más si calificamos de “novela histórica” la narración, que no es permitido el saltárselos. Y usted lleva a cabo ese salto, apoyada sin duda alguna en la sombra de la nieta de Pilar de Valderrama que llevada de un muy noble intento de restablecer la memoria de su abuela, la convence de que pergeñe un relato basado en esos “amores” —y permítame las comillas— más fantasiosos todavía, si cabe, que los desgranados por la poetisa en aquellas Memorias tan carentes de fiabilidad como pueden ser estos rescoldos que usted esparce un poco sin ton ni son para lectura de la mayoría de los españolitos, si cabe la suerte de ser bien acogido su relato.
Pero comete usted un grave error —y casi le diría que imperdonable— al tomar como figura oponente a la de la protagonista, la figura de Antonio Machado; personalidad que debería estar por encima de cualquier apasionado relato, dado su carácter de ejemplo a seguir por cualquier compatriota que se precie y al que, finalmente, tirios y troyanos han acabado rindiendo tributo de admiración y respeto. Lo torna usted ridículo y lamentable, siervo y víctima propiciatoria de los caprichos y arbitrariedades de una pretendida poeta que sin su apoyo o esa cuestionable relación, hubiera pasado sin pena ni gloria por la poesía nacional. Pero no tema, no voy a entrar aquí en análisis que no encajaría en el tono de esta Carta Abierta, ni tan siquiera viene a cuento del contexto de la misma.
Y vamos ya, tras estos prolegómenos de apertura, a lo que realmente importa dejar claro sobre su libro. Y le ruego que tenga en cuenta que quien esto escribe es un machadista que ha dedicado algo más de sesenta años al estudio de la obra, la vida y el pensar de nuestro gran poeta nacional. O sea, que no hablo por hablar. Se trata de una novela plana, que limita su desarrollo e intriga —si así puede denominarse ese ligero guion argumental, a pasar sobre ello sin más; no ahonda en los personajes, ni establece una detención, por mínima que fuese, en el fondo histórico y social en el que trata de apoyarse sin éxito alguno. Puedo confirmarle, sin ánimo alguno de presunción —estaría de más por mi parte— de que la lectura ha sido lenta, quizá demasiado, subrayando aquellos puntos que he considerado dignos de atención, tanto en lo que concierne a errores de interpretación de determinadas situaciones vividas por los protagonistas, como de ambientación histórica para los que bastaba con una simple consulta —fechas, detalles— al tan traído y llevado Google, así como otros de tipo cronológico y, por descontado, todos aquellos que inciden sobre la situación vivida por ambos. Todo debidamente subrayado en las páginas de su “novela” y comentada en notas que, de mayor o menos extensión, abarcan un conjunto de veinte páginas en un bloc de notas tamaño folio.
Así, a modo de ejemplo, una que no menciona más que como indicativo de un lugar de veraneo, y que resalta a cualquier buen conocedor de la Historia actual; puede usted encontrarla en la página 528, y que repite en dos ocasiones en la misma, refiriéndose al Alto de los Leones, en fecha en la que todavía se denominaba con el nombre original, como Alto del león, por la columna que, en su cima, se levantaba culminada por un animal de dicha especie; la pluralización proviene de los primeros encuentros mantenidos allí por grupos falangistas deseosos de alcanzar de forma inmediata Madrid y las columnas de milicianos que se le opusieron, con resultado nulo especialmente para los asaltantes que murieron masivamente, al igual que sus defensores. Al concluir la contienda fue rebautizado pluralizando el nombre, en honor de los asaltantes falangistas, pues dudo mucho que entre esos leones se tuviese en cuenta a los defensores avanzados del frente de Madrid; así como la señalización de la Gran Guerra de 1914-1918 como Primera Guerra Mundial, cuando todavía faltaban bastantes años para el comienzo de la Segunda. Esto en la página 289. Algunos de esta especie se encuentran a lo largo de sus páginas. Como la absoluta carencia de conocimiento sobre la Ópera, sus costumbres y situación local de la misma, o respecto a la clase en la que se acomoda para su primer viaje a Segovia.
Más relacionados con el hecho en sí están, por ejemplo, reflejados en la pág. 98 al referirse al primer beso, casi un asalto en toda regla, entre ambos, reiterado a la entrada del hotel, este ya que con la aquiescencia de las dos partes. Pura fantasía pues la propia Pilar no alude en ningún momento a estos intercambios cariñosos, que si bien resultan normales en todas las parejas —y más hoy día— no resultan creíbles en aquellos años y mucho menos fuera de determinados ámbitos de discreta intimidad. No hay que olvidar que estamos en 1929, en plena monarquía de Alfonso XIII. Podemos continuar citando otros ejemplos tomados un tanto al azar de las notas que fui redactando; por ejemplo en la pág. 129, en la que la interpretación que usted da de la correspondencia es correcta, al poner en el pensamiento de Pilar lo que muchos pensamos de las mismas; que son firmadas por un adolescente y no obra de un hombre hecho y derecho como lo era el poeta y que, por ello, hacen dudar un tanto de la cordura del Antonio Machado centrado en tal correspondencia; o la 391 y siguientes, en las que describe con una buena carga de fantasía algo que en realidad no ocurrió, al menos a través de las fuentes de las que se suele disponer. Significaría en este caso que por una vez —¡una sola!— Pilar cede o sucumbe a la pasión, algo que está muy lejos de sugerir cualquier intentona de interpretación, aún las más favorables a los mencionados amoríos. Pero dejemos correr la imaginación de la narradora, capaz de ir más lejos que los propios y reales protagonistas. Así pone en duda la integridad moral de la protagonista, ¡aunque sea por una sola vez!, y deja en entredicho todo el camino a seguir. Finalmente, y por no abrumar de notas esta carta abierta, en la página 423, transcribe una carta de la propia Pilar. ¿Quién se la proporcionó? ¿Su nieta? Obran ustedes con el mismo —rigor que lo hicieron en su momento Concha Espina y la abuela de su apoyo, ya que dado el carácter del libro, si la carta, como otras de ella así como algunas también transcritas de Antonio son reales, deberían ser reproducidas en facsímil, como hace con una de las ya conocidas, y si no existen, como en realidad ha de suponerse, ¿por qué levantar dudas que pueden causar muchos malentendidos? Es este, lamentablemente, defecto que la acompaña desde la primera línea de libro, puesto que ni el título resulta ser el verdadero, ya que Antonio nunca escribió “ESOS”, sino “ESTOS”.
Y como conclusión a todas estas anotaciones, me atrevo, por ser quizá la de mayor importancia, a comentar una afirmación gratuita que expone usted en la pág. 103, al hacerle decir a Antonio Machado, en un corto diálogo con Pilar: Pero he camuflado tu nombre. (…) ¿Y cómo me has llamado? —Guiomar; algo tan absolutamente falso que se cae por su propio peso. ¿De dónde ha sacado usted tal afirmación? Si en realidad se trata de un documento en el que el poeta la bautiza así, este es un dato tremendamente importante, pues todos los que nos hemos mostrado renuentes a tal relación —y yo el primero— entre ambos nombres habríamos estado trabajando en vano, pero sabríamos renunciar a todos nuestros postulados; más, si es pura invención, esta sobrepasa todos los límites y obligación tanto de usted como de la nieta, si es la que en realidad se encuentra poseedora de tal documento, era el de callarse y no continuar sembrando falsedades aquí y allá.
En fin, que debo renunciar a proseguir, pues ante tal cúmulo de disparates uno se siente incapaz en mensaje como este, de transcribirlos uno por uno.
Aparte los señalados existen otros de mayor calado que forzosamente han de quedar fuera de lo aquí expuesto, y para los cuales esta carta no es el lugar más apropiado para discutirlos. Otros foros hay más serios donde podrán desmenuzarse, si es que se presenta la ocasión.
Y créame, siento un alivio enorme al ver que en mi guía semanal de publicaciones
—el suplemento Babelia de El País— pasa usted absolutamente desapercibida, pues ni en las publicaciones presentadas en la Feria del Libro se hace mención alguna a su novelita.
Firmado: Miguel Ángel Baamonde Hermida: (baaher@outlook.es), autor de Guiomar, asedio a un fantasma; la antología La poesía enamorada de AM; Leonor. Memoria de la niña-esposa e innúmeros artículos sobre el tema, que podrá usted rastrear en las siguientes webs: Abel Martín, antoniomachadoensoria, Magazine Modernista y posiblemente algún otro que en estos momentos se me escapa.
NOTAS.
Tomadas al hilo de la lectura de la novela en cuestión.
Abreviaturas.
AM: Antonio Machado. PV: Pilar de Valderrama. NH: Nieves Herrero. CE: Concha Espina. OC: Obras Completas. Edición de O. Macrì par Espasa. OPP: am: Obras-Poesía. Prosa. Edit. Losada, de Buenos Aires. LC: Los Complementarios. M: Memorias de PV. E: Epistolario de AM; edición ed. de J. Domenech RO: Revista de Occidente.
- TITULO: No es “ESOS”, sino “ESTOS”. Puede consultarse cualquier colección machadiana de poemas, sus OC de Espasa u OPP de Losada.
- SUBTITULO: El verso se corresponde con el soneto LC, transcripción de LC, en pg.151; fue escrito en 1923 e incluido en NC (1924). En forma dialogada se corresponden con la Escena VIII del Acto I de Julianillo Valcárcel o Desdichas de la fortuna. En todo caso nada tiene que ver con PV ni su relación, que fue todo lo contrario a lo que señalan los versos.
- Pág. 15: Juan, el mecánico de su madre. —Dos coches para la familia Martínez Romarate y la madre de PV; también, aunque figura algo más adelante, otro para la madre de Rafael, el marido. El dato es reflejo de que la familia entraba no en la clase media alta, sino en la “élite” que giraba en torno a Palacio, la Monarquía y los Monarcas, rozando el nivel de la aristocracia.
- Pág.18: … tienen entradas para la ópera. —A la Opera se solía acudir vestidos de gala, lo que no cuadra en el relato de NH, ya que si habían quedado en asistir a la misma, al abandonar el Lyceum Club, lo exigido es que fuera a cambiarse a casa de atuendo. Claro que las prisas… Aparte este detalle, la Opera solía celebrarse en el Teatro Real o, en ocasiones muy especiales, se trasladaban al Teatro de la Zarzuela, inaugurado en 1856; nunca al María Guerrero, nombre inexistente en 1928, ya que todavía se denominaba Teatro de la Princesa y se cambió a raíz del fallecimiento de su propietaria, la familia de la actriz María Guerrero. (Ver carta 4, pág. 81, de la edición de Depretis).
- Pág. 19: Solo tenía veinte años. —La joven suicida, de la que es factible encontrar datos en la prensa de esos días, contaba sobre los 25/ 27 años. Puede consultarse la noticia en los periódicos La Voz (17-III-28), La Libertad (18-III-28)y Heraldo de Madrid (19-III-28), de acuerdo con Gibson, pág. 688, nota 13).
- Págs. 19-21: Resulta muy raro que Rafael contara todo el suceso del suicidio en el coche y con el chofer de testigo de la conversación. No es normal, ya que lo más lógico es que la esperase en casa y allí le diese cuenta de la noticia.
- Pág. 22: Mañana por la mañana me iré a —Tampoco es normal la resolución de PV de abandonar la casa de forma intempestiva y sin explicación alguna de su viaje, en la forma en la que se describe. Por lo menos a sus hijos una interpretación, por mentirosa que fuese o una despedida que sonase a normal. Nada de eso apunta NH.
-
Pág. 24: ¿Por qué no haces por conocer a tu admirado escritor AM?
—Falsedad total. La tarjeta se la entrega a petición suya María Calvo con motivo de su segunda visita a Segovia. Ver en “M” pág. 43. - Pág. 25: En el vagón de madera de pino rojizo. —Los trenes de entonces y muchos años después, contaban con tres clases, según el nivel de los pasajeros. 1ª para la clase acomodada; contaba con compartimentos de seis asientos en la pequeña cabina, tres y tres; 2ª para la clase media en general; contaba con ocho asientos, cuatro y cuatro; la 3ª, que acogía al elemento popular, tenía los bancos de madera y cabida para diez pasajeros, cinco y cinco. Ante mí Horarios ferroviarios de 1928 con salidas y llegadas de y a Madrid; de todos los que pasan por Segovia el más directo era el que iba a Lisboa, con diversos horarios de mañana y tarde. Salvo dos, con salida muy tardía y el de Lujo o Lusitania Express, todos llevaban las tres clases. NH no hace indicación alguna, salvo la referencia a los asientos de madera ni al horario del tren que la condujo a Segovia, resulta muy raro que eligiese tercera, habiendo llegado a la estación en coche particular y dada su situación social.
- Pág. 39: ¿Habéis visto lo que pone hoy el periódico? —Periódicos había en el Madrid de los veinte bastantes y de distintas orientaciones. NH hace una mención vaga y no particularizada: El periódico dice…, y sin que ninguna del grupo responda ¿Cuál?, parece dar a entender que solo existía uno. Craso error, pues si desconocía tal dato, le bastaba con recurrir A la Historia del periodismo, publicada en tres tomos por Alianza Editorial hace algunos años.
- Pág. 50: Posible explicación del motivo por el que solicita la carta que provoca el encuentro entre AM y PV. No está mal planteado, dadas las circunstancias que acompañan a PV.
- Pág. 69: Eran dos poetas con sensibilidades parecidas. —Frase bastante acertada. Todos los poetas gozan de este privilegio. Ya que en caso contrario no serían poetas. La diferencia estriba en que dicha sensibilidad repercuta de idéntica o distinta manera en el hacer y sentir de cada uno. En el fondo se trata de una frase bastante manida.
- PÁG. 70: …se veía eclipsado por la personalidad de Pilar. —Los encuentros difieren algo con lo mantenido por PV. Aquí repite los paseos mientras PV deja en blanco un espacio cronológico hasta su siguiente encuentro en Madrid. Pero hay que tener claro en todo momento que se trata, en realidad de una novela, aunque encierre las características de algo muy parecido al libro de CE.
La novelista utiliza en sus primeras líneas la palabra “eclipsado” utilizada por PV y su arrolladora personalidad. Es exagerado el artificio novelístico, que parece venía arrastrado por los Encuentros en la MyP en los que la conclusión es que PV se vio “ensombrecida” por el peso de AM. Claro que los que tomaron parte en dichos Encuentros, incluida la autora, no eran nadie al lado del más humilde de los investigadores machadianos.
- Pág. 71: Leonor le hizo saber que deseaba casarse con él. Un tanto arriesgada y gratuita la afirmación.
- El padre de la niña mostró su oposición ante la diferencia de edad. —Un tanto arriesgada y gratuita la afirmación. El padre de Leonor fue renuente al inicio de la relación, pero aceptó de buen grado el noviazgo y consiguiente matrimonio. Hay que leer más y no solo lo favorable a PV. Por eso la Bibliografía es descaradamente tendenciosa y favorable a PV, única en estudios favorables a su protagonista.
- Pág. 79: Tu discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua. ¿Ya lo tienes escrito? —El párrafo se corresponde con la carta núm. 5 de 24 de Enero de 1930 (Depretis) Quizá resulte gratuita por parte de NH su mención a la Academia, aunque se efectúe de acuerdo con la novela, un año después de su elección (esta, en realidad se llevó a cabo en 1927) De la fecha de la carta es fácil deducir que la respuesta de AM a PV se lleva a efecto tres años después. Aquí intercala varias frases pertenecientes a cartas dirigidas con bastante anterioridad a Unamuno.
- Pág.85: … ha sido la Sanjurjada. —Si nos mantenemos en 1928 —fecha sobradamente conocida— y se alude a la sanjurjada y su fracaso, hay, lógicamente, un error de fechas y conspiración. La conspiración de Sanjurjo tuvo lugar en Sevilla en 1931 contra la recién proclamada República, mientras la Sanjuanada, que es a la que realmente alude AM, tiene lugar en Valencia y es en contra de Primo de Rivera, y tuvo lugar días después de la fecha de la carta. Un craso error histórico que avala la escasa información histórica de la autora. Y eso que incluye en su tendenciosa Bibliografía el meritorio trabajo de Depretis sobre los originales machadianos. Le bastaba haber consultado la Nota 14 dela carta 6, pág.104.
- Pág. 93: … hace un tiempo olvidé el color de los ojos de mi infortunada Leonor. (…) Percatarme de algo tan terrible como perder de la memoria el color de los ojos de mi esposa me perturbó me perturba. —Claro referente la poesía Parergón (CLXII) de NC.
- Pág. 97: Antes de llegar se paró en seco. (…) ¡Oh Dios, Madonna del Pilar! —Actitud teatral en alguien que quiere causar algo más que buena impresión, y claro preámbulo para explicar la reacción del poeta que, al verla tan cerca, se expresa con el primer verso suyo el soneto en el que, por única vez, utiliza el nombre de Pilar. (Ver soneto S.LXI, pág.817 de PC).
- Pág. 98: Después la besó. —¿En dónde la besó? ¿En la mejilla? Un tanto arriesgado el acto, si fue real y no invención, dadas las circunstancias y el lugar. AM está siendo víctima de todo un proceso de seducción.
Aquel traje azul… sellaba su salvación. —La simbología que NH otorga al azul está significativamente orientada hacia el nombre de Guiomar; algo que queda tan claramente de manifiesto que causa pudor el leerlo.
- Pág. 100: Y en el amor la locura es lo sensato, si no, no es amor. —AM trae a colación el verso del subtítulo, que la autora aprovecha para explicar situación y actitudes de sus personajes. No está mal traído en este caso.
- Pág. 101: ¿Cómo si me hubieras conocido antes? ¿Eso es lo que quieres decir? —La pregunta de PV con el tercer cuarteto del conjunto S-XXXVII, pág. 782 de OP-I, así como la respuesta de AM, figura en la carta núm.2 de 14 de Enero de 1929 (Ver Depretis, de donde la recoge Macrì).
- Pág. 100: AM trae a colación el verso del subtítulo, que NH aprovecha para explicar situación y actitudes de los personajes. No está mal traído en este caso.
- Pág. 101: La pregunta de PV con el primer cuarteto de S-XXXVII, (pág.782 de PC), así como la respuesta de AM figura en la carta núm. 2 de 14 de Enero de 1929. De allí la recoge Macrì en su edición.
- Pág. 102: Sin embargo, ya sabes que no puedo hacer lo que yo quiera. No olvides que soy una mujer casada y con tres —PV es más contundente en sus M, tanto en el planteamiento suyo como en la respuesta de AM, (pág.45 de sus M).NH trata de quitar hierro a la situación promoviendo un escenario más favorable que en PV no existe.
- Pág. 103: Te he escrito unos versos… pero he camuflado tu nombre en otro. ¿Y cómo me has llamado? Guiomar. —Intento de explicación de que los versos a Guiomar están destinados a PV. La sugerencia caer por su propio peso al compararlos con la situación descrita en la novela. Naturalmente se corresponden con el II y el III de la primera entrega de las El poeta se acercó más y la besó en la boca. —Primer beso en la boca, por sorpresa.
- Pág. 104: Unieron sus labios con tal intensidad que parecían dos adolescentes descubriendo el amor por primera vez. —Segundo beso, a los pocos minutos en la puerta del Hotel. Beso ya consentido, no por sorpresa como fue el primero, que plantea muchos interrogantes, que poco a poco irán deshaciendo a medida que se avanza en la novela.
- Pág. 108: El viaje se hizo interminable… Pilar iba en silencio. —En efecto, PV viaja en tercera clase, pues la descripción de NH se corresponde con ese ambiente de cordial camaradería; algo inexistente entre los viajeros de primera y suavizado en segunda. ¿Por qué? La decisión de la novelista no encaja con el nivel social de la protagonista.
- Pág. 113: Exactamente igual que cuando Leonor le dijo que con quién quería casarse era con él, y no con el barbero que parecía interesado en ella. —Frase fuera de contexto que remite al poema en el que se incluye el previo que AM deja sobre la mesa como aparente declaración amorosa, que figura en págs. 504-505 de OP-I y 884 de OPP; fue publicado por vez primera en La Lectura en 1909. Se incluye aparte la versión definitiva, en la mencionada OPP y pág. correspondiente. Bajo el título de
- Pág. 114: Pilar, Guiomar, Pilar, Guiomar… Mi musa —se decía—. El meollo del problema. Con esta frase la novelista arriesga mucho, ya que antes de 1928 AM abandona prácticamente la poesía, salvo esporádicas incursiones y compromisos, por la prosa; y precisamente es en 1828 cuando menos publica, salvo la edición segunda de sus PC, consistiendo su prosa en artículos periodísticos, al tiempo que continúa con su teatro en colaboración con su hermano Manuel y poco más. No es, pues, su año más proclive para recibir visitas de cualquier tipo de musa, aunque sí da a conocer en RO los poemas II y III de sus Canciones a Guiomar. De ahí posiblemente la confusión creada por la interesada protagonista de la novela.
- Pág. 116: Carmen Baroja acudió a visitarla. —Si PV y Carmen Baroja eran tan amigas, ¿por qué esta última no la menciona en sus Memorias? La libertad de NH novelando me parece excesiva.
- Pág. 121: En un jardín te he soñado… escribió. —Verso correspondiente a la Canción II de Guiomar. No resulta difícil manipular algunos versos, aislándolos del contexto, de tal forma que nada tienen de común con el resto de la Canción.
Veinte años. … justo al ver a Rafael doblar la esquina. —Reiteración en la edad. El siguiente subrayado es pura novelería, pues aunque nadie puede penetrar en la intención de un suicida, la lógica inclina presuponer que el acto se produce por la despedida —¿definitiva; tras una fuerte riza y consiguiente abandono? —y no por ver aparecer al amante a la vuelta de la esquina, fuesen —repito— las que fuesen las causas de su acción. ¡Vaya usted a saber!
- Pág. 125. Hora del último sol. / La damita de mis sueños/ se asoma a mi corazón. —Otro poema —terceto e realidad— que menciona PV como incluido en una de sus cartas. Un repaso a estas arroja una certeza a su inexistencia como parte de cualquier de ellas. Sí se incluye, y como publicado en una de las que transcribe, en la obra de CE, formando parte de una complicadísima transcripción formada por tres fragmentos de diferentes cartas, incluido como parte de uno de los citados. Escribí un pequeño trabajo sobre ello con tal motivo, que se dio a conocer en la web de Jordi Domenech:
- Abel Martín.
- Pág. 129: Pilar sonrió al pensar que esa carta parecía la de un adolescente enamorado más que la de un hombre con la vida hecha. —La opinión de NH es correcta y coincidente con la de la mayoría de estudiosos machadianos y en especial de la correspondencia como tal, lo que hace dudar un poco de la cordura del poeta o en correspondencia con un soneto ya aludido y llevado incluso a diálogo teatral.
- Págs. 132-135: Pero los dos se fundieron en un beso largo y apasionado… Se volvieron a besar… Se puso en pie y se volvieron a fundir en un abrazo que acabo en un beso. —Muchos besos, todos ellos apasionados, como preámbulo a unas relaciones que se sostienen solo por la amistad espiritual que en más de una ocasión señala PV. ¡Qué peso el de la Santa Religión y qué mal la han entendido muchos de sus fieles! Pensando cómo PV no tiene por qué extrañar ese terrible y angustioso poema —prosa y verso independientes, formando una sola unidad— titulado Castidad y qué freno, casi en seco, para AM.
- Pág. 133: …yo proclamo con Unamuno la santidad del impudor. —NH trae a colación un fragmento referente a Unamuno, que no he podido localizar.
- Pág. 135: Se puso en pie y se volvieron a fundir en un abrazo que acabó en un beso. —Más besos y manos enlazadas. Todo un largo preámbulo a una romántica historia de amor, con todas sus consecuencias. ¿De verdad pudo ser así? Ella, tan católica, posiblemente de confesión semanal y madre, ¿cómo pudo dejarse arrastrar a un amor un tanto enloquecido y contrariar así sus principios? Porque no hay más que leer sus M para chocar frontalmente cono que NH deja claramente de manifiesto en estas páginas.
- Pág 136: Intentando buscar un nombre a su teatro, fueron lanzando ideas al aire… La búsqueda de nombre para su teatro choca con lo que la propia PV escribe en sus M (pág. 47), aunque ambas se complementan, pues el hecho de que le pidiese a su “amado” que pensase en ello, no obstaculiza para nada la búsqueda familiar.
- Pág. 150: … le contaba en la carta… Una primera carta que no se transcribe, sino que tan solo se comenta, por lo que es dudosa su existencia real. NH apunta un asomo de celos —cada vez cuesta más creer en esos apasionamientos iniciales, dados los resultados, a no ser que NH… —celos provocados por la presencia en una de las tertulias fraternas y de una recitadora de fama internacional —¿Berta Singerman?—, aunque pueden ser estos celos una invención de la autora del panfleto.
- Pág. 151: No hay vejez si el alma es joven. —NH debe ignorar que pone en la pluma de PV un verso anterior a la carta, procedente de Huerto cerrado; libro enviado a AM antes de conocerlo personalmente (ver pág. 41 de sus M).
- Pág172: Otra cita equivocada. Ya que el poema es también del libro mencionado (pág.23 de OP). ¿Es que esta señora no tiene idea de la cronología? Aunque bien puede pertenecer como incluido en la carta que firma Pilar en esta misma página; carta que hemos de dar por apócrifa mientras no se demuestre su existencia mediante el facsímil correspondiente, NH da por buena la constatación de que la mayoría de los lectores de su folletín ignoran tanto la poesía de AM como la de PV, por lo que se toma amplias libertades en su desarrollo novelero; de todas formas la ignorancia sobre la poesía de PV es otra prueba manifiesta del escaso arraigo que su obra ha tenido y que su conocimiento se debe tan solo a la maniobra que dio comienzo en el libro de Concha Espina.
- Pág. 175: … a modo de adelanto algunas de sus poesías que había escrito para su último libro Huerto cerrado. —La mención al libro poético, al igual que a las poesías recitadas, es una reincidencia equivocada, pues en esa fecha ya estaba publicado, y aquí sí que no puede achacarse a una licencia de NH, pues la mención solo señala una falta total de atención al simple acontecer de los hechos.
-
Pág. 189: La mujer se propone atraer, a la diosa le basta ser para dominar.
—La frase corresponde a carta posterior a la fecha de ese verano de 1928, pero muy bien pudo ocurrírsele a AM en ese año. En cuanto a la conversación con José, NH recoge la sugerencia de que fue él el único que llegó a conocer esa relación. La novelización del episodio lleva a NH a hacer partícipe del secreto a su hermano José, incluso en lo que concierne al nombre. Esto es mucho especular. - Págs. 200-205: Mientras Pilar esperaba una nueva cita… Disimula hermano —le llegó a decir Manuel—… Episodio totalmente novelesco, solo importa en estos comentarios el esfuerzo de la novelista para dar a entender que en la familia del poeta el secreto ya no era tal secreto, incluso sobre el nombre de la persona, puesto en esta ocasión en boca de Manuel, señal de que el mismo ya había transcendido en el ámbito familiar. ¿Cómo explicarlo? AM ya había dado a conocer los dos poemas a Guiomar, así como el Cancionero; es posible que explicase la conexión entre ambos escritos, aunque faltase tiempo para la publicación total que completase su Cancionero apócrifo.
- Págs. 205-207: Sus labios se buscaron con deseo. (…) Se dieron un beso inacabable… —Más besos apasionados y de auténticos enamorados, siendo la mención del último el final de muchas de las cartas de AM; final, por otra parte de despedida, tachado por PV en las cartas que lo contienen. Una indicación más de las contraposiciones entre las que se mueve —de acuerdo con el relato— la protagonista de este amor insensato, a la que, alcanzado determinado punto, todo parece escapársele de las manos.
- Pág. 219: Había una barrera que se alzaba entre ellos: sus creencias religiosas. —Acompañadas por las sociales, tanto más fuertes en ocasiones y con mayor presión sobre ella; y sus hijos que, al parecer, y de acuerdo con sus creencias, eran lo más importante de todo. ¡Incluso frente al propio AM!
- Pág.220: … personajes, José Luis, hijo del cacique Don Diego, prometido de Lola… Las reacciones de Pilar y la defensa de su virtud le sirvieron como inspiración para el personaje de su obra de teatro. —La novelista demuestra una vez más que, al igual que PV, ha pasado superficialmente por la obra del poeta, incluso en algo tan poco profundo como puede ser la superficie de un argumento. Otra cosa es saber para lo que sirve. Ni José Luis es prometido de La Lola ni a esta se le pasa por la cabeza el serlo. ¡Tengamos un poquito de seriedad! Es mucho afirmar, cuando no se conoce más que superficialmente la obra, que PV le sirvió de inspiración, aunque ella lo afirme rotundamente, para el personaje central. Existen muchos estudiosos de ella y en ninguno se vislumbra dicha posible influencia, ¿o emplearíamos mejor la palabra inspiración?
- Pág. 227: Al final encontramos una vacante en Baeza… tarjeras postales y devocionarios. —Todo el párrafo sobre Baeza está tomado de una carta a Unamuno —la primera desde su nuevo destino— de Junio de 1913 (E; pág. 119).
- Pág. 228: Hay algo nuestro en la comedia. —Vanidad pura sin necesidad de más aditamentos; y las palabras que siguen del poeta no son más que un consuelo a tanta vanidad. La obra claramente se desliza por la pendiente contraria a la pretendida verdad de esa verdad a medias, y contra esto es precisamente contra lo que hay que luchar, pues es algo que solo hacen esos escritores de segunda y tercera fila apoyados por intereses más o menos espurios e interesados.
- Pág. 229: Falta que le pongas que “el corazón de La Lola, / solo en la copla se entrega. —La famosa, or repetida, estrofa de PV que su “enamorado” incluye en la obra, da a entender, contrariamente a lo que AM apunta en la carta correspondiente (Depretis, pág. 133, carta 9), que tan solo ha sido el dístico lo que se incluye entre lo que PV puso de su cosecha, ya que parece que lo suscrito por ella era de mayor amplitud. De todos modos resulta muy cuestionable, y habla muy poco en favor del poeta, la introducción de dichos versitos sin previa consulta con su hermano y co-autor.
- Pág. 232: Saldré con Hortensia y le pediré a Juan que vaya y venga a por mí…. ¡Claro,”ma petite”! Y le diré que utilizarás a mi mecánico. —Se confirma lo de los dos coches familiares —nota 3— el propio de la familia y el de su madre, detalle que pone de manifiesto, una vez más, el alto nivel social de PV.
- Pág. 250: Transcripción, interpretándola solo como coetánea de la segunda de las Canciones a Guiomar (ver nota 20), algo que demuestra insistentemente la falta de control sobre lo que escribe, o le inspiran, de la novelista.
- Pág. 258: … estreno del Teatro Fantasio… con la asistencia incluso del Rey Alfonso XIII. —Asistencia que afianza más la posición social familiar. Dudo mucho que S. M. acudiese al de la familia Baroja. Ahora bien, ¿cómo sabe NH que la asistencia del Monarca es un hecho real? ¿Existe alguna prueba gráfica, y de ser así, por qué no se publica y da a conocer? Pero me temo que tanto NH como la nieta de PV se parecen más a inspiradora y abuela, en la que la fantasía y la vanidad no tenían límites.
- Pág. 259: … por la invitación que les hizo el Rey para asistir en Sevilla a la inauguración de la Exposición Iberoamericana. —Continúa la “amistad” o favor real, ya que solía ser un privilegio a cualquier invitación a cualquier evento monárquico.
- Pág. 260: … el Alto de Los Leones. —El nombre original hasta después de la guerra era Alto del León por el obelisco que lo coronaba. La pluralización se llevó a cabo con posterioridad para homenajear al Tercio falangista que intentó tomarlo en los primeros días de la rebelión, siendo defendido por los grupos de milicianos que subían al mismo desde Madrid. Las violentas escaramuzas concluyeron con un gran número de muertos, con resultado nulo. El cambio hay que suponerlo en aquellos años que era un homenaje al Tercio de falangistas y no a la totalidad de los que allí combatieron.
- Pág. 261: Otra pifia que se hubiera solucionado con facilidad si NH hubiese leído la obra de AM: Juan de Mairena (cap. IV), en el que demostraba lo poco amigo que era delos banquetes. ¡Pero, claro: había que leerse al poeta! Y si llegó a hacerlo, ¡qué poca atención puso en ello!
- Págs. 264-265: Antonio quería que RO publicara sus poemas en Septiembre Por una vez aparece NH adaptándose a la cronología, al señalar la publicación de las Canciones en RO, sugiriendo un proceso de realización que no se contradice con la posible realidad. … todos los versos que os he leído están inspirados en ella. (…) Se ha convertido en mi musa. —Todo el conjunto ni está inspirado en ella ni PV se ha convertido en su musa. Pero, claro; las libertades novelísticas, ya se sabe… Puede relacionarse este apunte con la última parte de mi libro Guiomar, asedio a un fantasma: Una nueva lectura de las Canciones a Guiomar, en donde se estudia con detalle todo el proceso.
- Pág. 266: Hermano, eres Antonio Machado y ella una escritora que nadie conoce. A tu lado, solo tiene que ganar. ¿No te das cuenta? —Por una vez la novelista roza la realidad, ya que la expresión de José es certera. Al 100 x 100. Solo un estado mental transitorio puede explicar la actitud del poeta respecto a PV.
- Págs. 272-273: Entre ambas páginas, a modo de encarte, se reproduce original de AM de carta sobradamente conocida, así como su transcripción, ¿No hubiera sido más certero publicar, si es que existen realmente, esas otras que se transcriben casi al final de la novela, así como la Introducción, que semeja una hoja de diario? ¿O es, como se sospecha, que es real su inexistencia y solo invención tanto de la inspiradora como de la narradora? Cada vez más, el desarrollo de la aparente novela me recuerda más a lo llevado a cabo por CE.
- Pág. 278: De aquella dama no sé ni su nombre. —Posiblemente el suceso narrado intente explicar la carta núm. 7 (Depretis, págs. 108, sin nota aclaratoria), pero por los fragmentos —cortos— que se incluyen no parecen de la carta real.
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Pág. 279: Se abrazaron y se besaron sin poder pronunciar una palabra.
—Muchos, tal vez demasiados, besos para una relación plena de impedimentos, muy arraigadas han de estar las convicciones filiales y religiosas para poder mantener su actitud sin llegar a traspasar la débil línea que separa estas de la realidad vivida, incluso a pesar de los razonamientos de sus amigas más cercanas. - Pág280: … mi próximo libro que se va a llamar “Esencias”. —No es el libro más apropiado para hablarle de él a AM, a pesar de los desmedidos elogios que el poeta inserta en su crítica. ¿O es que pensaba en lo razonable del poema, ya citado en anterior ocasión, Castidad y todo el impulso proselitista que lo recorre? Un hombre tan certero en sus opiniones y observaciones, ¿no se ha dado cuenta del espíritu que recorre todas las páginas de este poemario?
- Pág. 283: Pilar lo entendía pero estaba muy enfadada. —Es comprensible que Pilar estuviese disgustada, pero no hasta el estado que manifiesta NH. ¿O le importa un rábano su cuñada?
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Págs. 285-286: Un conocido de la familia… ya han hecho todos los deberes.
—Auténtica escena de vodevil, pues si bien la asistencia al estreno no llega a realizarse ha sido por fuerza mayor, lo que no es el caso en la situación actual, en la que el empecinamiento del marido conduce a la situación descrita. En ningún momento, y menos en este, ha estado NH en sus horas más bajas como narradora. - Pág. 288: Creo que es la primera vez que lo he visto de etiqueta. —No fue al acto de etiqueta y la confusión, equívoco o falta de atención, consiste en este caso en no detenerse en la fotografía, bastante divulgada, por otra parte, en numerosos textos. AM nunca tuvo, como Manuel, dicha ropa.
- Pág. 289: … no hace tanto de la Primera Guerra Mundial. —¡Buena pifia! Calificar de Primera Guerra Mundial a la de 1914-1918, calificada generalmente antes del estallido de la siguiente, como la Gran Guerra, supone un nivel de profecía que no creo fuese normal en 1929.¡Qué gran novelista NO se hubiese perdido dedicándose a la labor, más superficial hoy día, de cronista periodístico en cualquiera de sus múltiples ramas!
- Pág. 332: … San Petersburgo… —Esta señora que presume de escritora, siguiendo las huellas de su biografiada aunque superándola en numerosas cosas, es tonta o algo mental le ocurre. El momento en el que se encuentran los cuatro viejos amigos —los dos hermanos Machado, Ricardo Calvo y Antonio de Zayas— se sitúa en 1930. En el ínterin han ocurrido muchas cosas, entre ellas la Revolución Rusa que en 1924, a la muerte de su fundador, pasó a llamarse Leningrado, desapareciendo el segundo de los nombres que tuvo a lo largo de su historia: Petrogrado, por considerar el primero y original alemán en exceso, dado la rivalidad de ambos imperios en el conflicto armado. Mal hubiera podido el diplomático Zayas optar por tal capital. Ya que no existía, dejando de ser la del nuevo estado, aparte de que entre España y la URSS no existían relaciones diplomáticas. ¡Por Dios, cualquier persona medianamente instruida sabe que la antigua capital ha cambiado de nombre!
- Pág. 390: Al llegar a la altura le besó. Antonio reaccionó abrazándola y besándola de nuevo. —¿Qué le besó? ¿La mano? ¿En la frente? ¿En la mejilla? ¡Ya está bien de leismo! Si lo besó, fue en la boca y no en otra parte, tal y como se supone que lo hacen dos enamorados y como le correspondió AM. Y por lo que concierne a El tercer mundo, título de su única obra teatral publicada —En el “tercer mundo” no hay pegas ni razones religiosas, ni morales, que nos impidan amarnos—, tal y como se expone por boca de NH o de quién haga una detenida lectura de la obra, toda ella es una transgresión de las leyes de convivencia —de entonces, añadimos nosotros— que le impiden, por su vertiente real, llevar a cabo la realización total de sus deseos, pero tanto moral como socialmente, transgresora de sus propios dictados. ¿Y qué inconveniente hay si con esa facilidad se rompen las normas sobre todo morales en ese mundo feérico donde nadie pide ni reclama derechos? Pero a pesar de semejantes incursiones, en ella prevalece siempre la convicción de sus “deberes” familiares y religiosos, como hemos visto en más de una ocasión; y que en otros escritos —los poéticos— lleva a sus últimas consecuencias, especialmente en ese libro que produce en AM efectos tan extraños y de alabanza.
- Pág. 391: El poeta comenzó a besarla por cada rincón de su cuello y de su cara. —Aquí da comienzo la escena más tórrida de la narración. Se han roto los frenos de la misma y NH se dispara como una flecha desde su arco. Ambos se dejan llevar por la pasión tanto tiempo refrenada, añadiéndole, para justificar, el episodio del zarcillo, ignorando que el dicho, o el par completo, no era para esta “falsa” musa, sino un posible regalo de AM a su Leonor como regalo de boda o de noviazgo.
- Pág. 405: Hermano, eras el único que no había sucumbido a la tentación femenina. —Equivocación. Joaquín era viudo de un anterior matrimonio, cuya mujer está enterrada en el mismo sepulcro que el abuelo; ver la foto en Gibson, correspondiente a antes de la restauración de la lápida, realizada por los actuales descendientes. Se llamaba Victoria Naharro.
- Pág. 423: Querido Antonio. —Carta de Pilar. Esta, como otras anteriores y posteriores, se considera como inédita y aportación original a la narrativa, por lo que debería haber sido reproducida en facsímil para dar fe documental de ella, pero contrariamente a lo que hizo PV —–aunque hubiese resultado mejor que no lo llevase a cabo— no se hace, por lo que queda en el aire la duda de su existencia y puro fantaseo de NH.
- Pág. 434: ¿Le importaría llevarnos al cementerio? —Puro fantaseo de NH. De acuerdo con todas las fuentes, AM no subió a El Espino, a ver la tumba de Leonor. ¿Por qué?, cabe preguntarse. Quizá presagió que el dolor podría ser lacerante a pesar de los años transcurridos u obedeció a otras causas. ¿Cuáles? No lo sabemos; lo único cierto es que no se acercó al cementerio.
- Pág. 441: … que les dispararan a la barriga. —La famosa frase de Azaña fue una invención de la derecha que cualquier historiador puede corroborar; como tantas otras que proliferaron antes y después de la guerra.
- Pág. 448: … esos días azules… —Siempre la repetición monótona del empleo equivocado del original machadiano: ESOS por ¡Qué mala lectura del poeta!
- Pág. 477: Matilde Huici, otra de las socias —del Lyceum Club, añado yo— después de ganar una partida, exclamó sin importarle lo que pensasen las demás. —Es difícil aceptar como realidad, aunque los arranques y las exaltaciones estaban a la orden del día, que algunas de las socias del Club se comportasen como auténticas arrabaleras, fuese cual fuese su ideario. Supongo que NH quiso dar un tinte —desafortunado— al ambiente experimentado por aquel club de élite intelectual, ya que siempre hay quien se pasa en determinados momentos.
- Pág. 485: Sí; esta vez en prosa: El hombre que murió en la guerra. —La autora parece empeñada en no querer saber nada. Claro que la comedia a que alude oscila sobre la fecha de su escritura, aunque la mayoría demos por cierta la de 1928 para sus inicios.
- Pág. 501: La segunda carta que se incluye, la que lleva firma, no es de la fecha que se le atribuye, sino de 20-XII.1930, y figura como núm. 14 de Depretis (en las M lleva el núm. 17, totalmente, como en el resto, aleatorio). Su inclusión aquí viene a causar el efecto contrario del propuesto por NH y la nieta (costumbre heredada), sobre la desvergüenza en el manejo de documentos en su propio beneficio, no existiendo disculpa para ninguna de las dos intervinientes, aunque el epílogo firmado por la nieta avala este manejo de documentos. La superior, sin firma, es totalmente apócrifa y sobre ella me atengo a lo ya comentado con anterioridad.
- Págs.499-511: Esta penúltima parte desde el triunfo del Frente Popular hasta la evacuación a Valencia, parece contada un poco a trompicones, pues la misma rápida sucesión de los hechos se asemeja más a una crónica de urgencia de cualquier periódico que a otra cosa. Las mismas cartas que se reproducen o “crean” huelen a esa improvisación sobre la marcha que se realiza demasiado rápida. La forma de narrar los hechos está llevada a cabo de peor manera que lo contado por PV en sus M, más sucintas y más exageradas, pero con menos pretensiones de novelería barata y autora fallida. Además, esa pretensión de mantenimiento de la correspondencia hasta los mismos límites del viaje, con ella ya refugiada en Portugal, cuando está comprobado que el intercambio epistolar concluye en 1934 lo más tarde, y cuando los encuentros ya habían sido suspendidos a partir de 1933…
- Pág. 528: Todos fuimos de etiqueta acompañándole. —Ese todos lo dice todo. En realidad, y de acuerdo con PV solo fue Rafaelito al Casino, pero lo que sí llama realmente la atención en este párrafo es el que todos pudieran lucir su ropa de etiqueta —traje de noche y largos para ella y las hijas y esmoquin para padre e hijo o frac para el primero— o PV se equivoca, quizá a propósito, para ambientar mejor la angustiosa situación de unos desterrados a pesar de lo corto de su exilio, que duró algo menos de un año. O quizá este es el resultado de lo que le contó a su nieta, como las clásicas “batallitas de la abuela o el abuelo”.
- Pág. 529: No pudimos aguantar muchos meses más en esta situación de precariedad en la que vivíamos. (…) De modo que el 14 de enero de 1937 regresaos a Palencia. —En este párrafo NH resbala más de lo normal. NO pudimos aguantar: según ella aquello no fue un exilio obligado por las circunstancias —algo que nunca se sabe cuánto va a durar, sean buenas o malas las condiciones de vida—, sino una excursión a Portugal, ya que cuando se cansaron de permanecer en Estoril regresaron a Palencia como si tal cosa. ¡Por Dios, señora, que está usted contando una guerra y dos exilios —por cierto bien distintos entre si— y no un viaje de placer. ¿Cuándo va a ver la realidad tal cual es y no como se la cuentan terceras personas?
- Pág. 530: Si la suegra de PV fallece el 6 de Enero, este ha de ser por fuerza el de 1937, no en Palencia sino en Portugal, de acuerdo con lo narrado por su nuera, ya que el retorno a una Palencia recién “liberada” por las fuerzas rebeldes se llevó a efecto en Febrero¸ lo extraño en este caso es que Palencia no estuvo en ningún momento en el bando opuesto al rebelde, algo que no deja de llamar la atención a quien lea las páginas reseñadas en las notas anteriores, así como las M de la propia PV. Normal es que previo al conocido como Alzamiento hubiesen salido de Madrid refugiándose en Portugal, pero si en el mismo mes de Julio, pasados quizá dos o tres días, Palencia permaneció, al igual que León, Galicia y algunas otras provincias, en poder de los sublevados, como la familia Martínez Romarate no regresó de forma inmediata al lugar donde pasaron el resto de la guerra; algo por parte de ambas interpretaciones no ha funcionado como ellos querían o bien, había que darle algo de tragedia a lo que constituyó un viaje de placer en el fondo. Y por lo que respecta a la situación de la familia Machado, —… se había trasladado con su familia de la Casa de la Cultura (primera residencia en Valencia, añado yo), a la finca de unos conocidos, que le ofrecieron un lugar más apacible en el campo—, tampoco es verdad que el hotelito que acabó por acoger a AM y familia en Rocafort fuese propiedad de unos amigos; el tal pertenecía desde hacía bastantes años a la Comunidad valenciana, y fue elegido por el Gobierno para albergar al poeta. Escribía sin parar… para aliviar su angustioso pensamiento centrado en Pilar y en su ausencia. —Tampoco fue exactamente así. Lo que AM escribió a lo largo de esos tres años nada tiene que ver con aliviar su obsesión más o menos fantasiosa, sino por pura necesidad de permanecer ayudando a Gobierno y Ejército leal, de acuerdo con su trabajo y capacidad y la perentoria necesidad de apoyo a las fuerzas combatientes. Ver en OC-II, las páginas 2393-2394, donde queda claramente expuesto el compromiso contraído con la República. Todo lo demás son puras especulaciones.
- Pág533: Metió las cartas de Pilar… —¿Cómo saben esto NH y la nieta, cuando la propia Pilar solo especula con la idea, aunque tiende más a la afirmación de la posibilidad que a otra cosa? Se trata, una vez más, de un divagar sin consistencia ni apoyo de ningún tipo.
- Pág. 561: Durante esos días asistía atónita a conferencias donde se hablaba de Antonio y se decían tonterías como que Guiomar no había existido y que era fruto de la imaginación. —Fue una realidad la creencia de que Guiomar no era más que un personaje creación del poeta, sin consistencia material, y solo tras la publicación de CE comenzaron a barajarse varias opciones sobre el personaje inspirador de la correspondencia. Por otra parte, es una frase totalmente injustificada para aquella España de los años cuarenta, donde la figura y la obra de AM se mantenían en entredicho y apenas existía publicación alguna de sus poesías, y los pocos que osaban ocuparse del poeta, fueron personajes pertenecientes entonces al aparato gubernamental, con manipulaciones más o menos desorientadoras, como el “rescate” de Ridruejo —nada tiene que ver con esto su trayectoria posterior— que encabezó la primera edición “autorizada” de unas Poesías Completas (¿), editadas por otra parte por la filial de Espasa Calpe en Buenos Aires en 1940.
FINAL DE LAS NOTAS.
RESUMEN TOTAL DE LA NOVELITA.
Hemos tocado el punto final, y completada la lectura conviene añadir unas cuantas consideraciones alrededor del relato como conjunto y no tomando notas, como hasta ahora se ha venido haciendo, aquí y allá, señalando puntualizaciones y equívocos.
Personalmente el desarrollo de la historia responde al concepto de “novela plana”, o sea, de simple desarrollo que no se detiene en ningún otro aspecto, tanto de personajes como de situaciones. Todo responde a una larga exposición de hechos —reales o inventados— entre dos personajes únicos, ya que el resto de los nombres semeja el de simples comparsas que les dan escolta, tanto por un lado como por otro. Ni AM es AM ni PV responde tampoco a la realidad de la poetisa. La novelista, si es que puede denominarse así a la autora de la aventura narrativa, no tiene en ningún momento personalidad propia, pues o bien responde a lo que PV ha dejado escrito en sus M o en lo que la nieta le haya podido contar, pura transmisión de lo que a ella le narró su abuela o su madre. Y todo ello narrado con menos profundidad que un viejo cuento infantil. Ni las cartas que se incluyen son reales o cabe dudar con firmeza de esa realidad, ya que en ningún momento se nos muestran documentalmente, ni la mayoría de los sucesos que se “cuentan” responden a lo que PV ha dicho en sus “aparentes” Memorias; Todo es un continuo fluir de sucesos sin la menor preocupación por ellos, dado que carecen de aliciente por sí mismos. Y para colmo, la guinda del pastel al final de la aventura narrativa. Confieso paladinamente que yo en ningún momento relacioné los sucesos de la Guerra Civil con el “exilio” portugués, dando por supuesto que, como la mayoría del mapa hispano, estuvo bajo la legalidad republicana durante algún tiempo, hasta ser reconquistada por las tropas rebeldes. Y entonces es cuando se produce el regreso de la familia a sus posesiones palentinas. Picado por una curiosidad de última hora, investigué en Google las fechas correspondientes, llevándome la gran sorpresa de que como la mayoría de la conocida como Castilla la Vieja, se adhirió desde el primer momento al bando de los militares sublevados. Entonces, ¿por qué esas penurias y ese destierro mantenidos hasta Enero —según NH— o Febrero de acuerdo con lo que escribe PV, para concluir esa estancia “no tan larga” en Portugal e instalarse ya sin miedos en la llamada España nacional? Miente, por supuesto, PV, al dar a esa estancia portuguesa tintes dramáticos a la espera de un pronto regreso a España y resbala totalmente la autora de la novelita al no poner de su parte nada para investigar la realidad de los hechos, pues muy bien pudieron regresar a los pocos días de sublevarse los militares. ¿Por qué no lo hicieron así? Es una incógnita de las muchas que rodean estos avatares de PV, sus Memorias e incluso las cartas atribuidas a AM, pues ahora resulta que existe una corriente que establece la duda de si están dirigidas a PV o a otra autora del momento, e incluso si son originales o no. Confieso que desconocía estos últimos términos, hasta esa picazón curiosa de último momento antes de concluir las anotaciones. De cualquier forma que sea, queda todavía mucho paño por contar, lavar y aclarar, de modo que se impone coger esas dudosas Memorias y llevar a cabo con ellas y en paralelo a una investigación documental de lo contado allí, un nuevo trabajo externo al problema real de sí o no es Guiomar y musa del poeta.
Y creo que como análisis de algo que no merecía en realidad el tiempo que se le ha dedicado, ya es bastante.

Presentación del libro de Conchi Andrada CON XALINA AL INFINITO en Marbella
Presentación del libro de Conchi Andrada CON XALINA AL INFINITO en Marbella

Los 12 mejores libros de poesía del año 2018
Como todos los años la Asociación de editores de poesía (A.E.P.) emite un listado de libros recomendados para su lectura. Son libros que conviene leer porque son una selección de los editores. Es una ocasión única para estar en la actualidad de la poesía. Además, este año ha sido el ganador del premio de la Asociación de editores de poesía el libro No quedan ruiseñores junto al río del poeta granadino Luis de la Rosa Fernández.

ACTORES VESTIDOS DE CALLE
de Luisa Castro.
Visor Libros, Colección Visor de Poesía, nº 1.038.
104 páginas.
Largo silencio editorial el que ha venido a romper Actores vestidos de calle en la trayectoria de la escritora gallega Luisa Castro (Foz, Lugo, 1966), y no sólo en el ámbito de la poesía: a 2006 se remonta la publicación de su última novela, La segunda mujer (Premio “Biblioteca Breve”), y de 2005 data Amor mi señor, el que hasta ahora era su más reciente poemario. Narradora destacada, con el Premio “Azorín” de 2001 y el “Torrente Ballester” de 2004 también en su haber –y, previamente, finalista del Premio “Herralde” en 1990-, Luisa Castro se había dado a conocer en la poesía muy tempranamente, en 1984 –con Odisea definitiva. Libro póstumo-, para obtener poco más tarde el Premio “Hiperión” –en la primera de sus ediciones- con Los versos del eunuco, de 1986, y el “Rey Juan Carlos” con Los hábitos del artillero, de 1989. En el volumen titulado Señales con una sola bandera quedó reunida toda su poesía que había visto la luz entre 1984 y 1997.
Visor Libros ahora publica este regreso de la autora a la página impresa, y lo primero que llama la atención de Actores vestidos de calle es el radical carácter fragmentario de una obra dividida en cinco segmentos, y a lo largo de la cual van deslizándose, casi de manera imperceptible, algunos motivos conductores fundamentalmente ligados a la mutabilidad de la memoria y a la función del lenguaje. “No te espantes porque los recuerdos vuelvan / a mostrarte su rostro / con otra faz (…) / son ellos que no han perdido / la esperanza de revivir”, leemos en los primeros compases de un libro marcado desde su inicio por el poema en el que se evoca la matanza terrorista de 2004 en Beslán, Osetia del Norte, de modo que la mirada lírica se impregna de un extrañamiento ante la cruel realidad de nuestro mundo, sumido en una peligrosa transformación. Los “actores / vestidos de calle // sin papel” han tomado conciencia de que “lo que no termina, / lo que te persigue / reclamando de ti / lo que no pudiste darle, / lo que no te perdonaste, / eso es lo que sostiene al mundo (…) / ¿Habría en tu equipaje sitio para los recuerdos / con una vida sin tacha?”. De esa íntima asunción de la derrota parte la necesaria revalorización del lenguaje –“No te cuides de las palabras, / sería como morir en vida que no las atendieras”-, y las repetidas evocaciones de la figura materna, generadoras de los momentos de mayor altura y vibración del libro, junto con la muy hermosa página que se inicia con el verso “Para llegar a ser un ángel…”.

GUIOMAR, GUIOMAR…
Miguel Ángel Baamonde es uno de los grandes machadianos defensores de la figura de Leonor, su último libro Leonor. Memoria de la niña esposa, es una biográfia de la esposa de Antonio Machado. En este artículo reafirma su tesis de que Leonor es el único y verdadero amor de Antonio Machado.
GUIOMAR, GUIOMAR…
NUEVAS NOTAS PARA UN mejor cocimiento DEL APÓCRIFO FEMENINO
En el mes de Agosto del pasado año se celebró, los días 23-25, en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo un Encuentro sobre la figura de Pilar de Valderrama, patrocinado o propiciado por su nieta Alicia Viladomat; del mismo todavía ignoro, pues no sé si han sido publicados los resultados a los que en dicho Encuentro se llegó, pero alguno de sus puntos sí es conocido a través de algunas publicaciones que se han hecho eco del mismo. Así, el diario El Periódico, en fecha 25-VIII-17, y correspondiendo con el último día de las mencionadas reuniones, dice lo siguiente como resumen al que han llegado los participantes: Todos han reivindicado la figura de Pilar de Valderrama como escritora y han lamentado que fuera una mujer con un perfil “ensombrecido”[1] por Antonio Machado.
¿Qué han querido decir los participantes del encuentro con esa expresión tan singular, como es la palabra ensombrecido? ¿Qué ha perdido vigencia la figura literaria de Pilar de Valderrama a causa de su personal conocimiento de Antonio Machado? ¿Qué la equiparación entre ambas obras perjudica la de la poetisa[2] en favor de la del poeta? En cualquiera de los dos casos, el término está de más, y por motivaciones tan ajenas a la obra de ambos como lo fue la pretensión de la poetisa al querer elevarse a la categoría de musa, con nombre propio, del poeta.
Ensombrecido es el participio del verbo ensombrecer: cubrir de sombras; en otras palabras, ocultar y oscurecer[3]; restarle valor a algo en beneficio de otro, tratando de empequeñecerlo con el fin de que no haga sombra a lo que tiene al lado. ¿Y es este, en realidad, el caso de Pilar de Valderrama? Indudablemente la pretensión queda muy lejos de la realidad, rehuyéndola, ya que la ensombrecida figura de la poetisa lo estaba con anterioridad por su propia obra, motivo por el que busca el apoyo de Antonio Machado para así poder escalar esos puestos que la llevarían a igualarse con él y otros valores literarios del momento.
Conviene siempre en este tipo de trabajos buscar un punto de partida desde el cual continuar por el camino que la observación y la crítica pretenden, y si queremos llegar al final propuesto, esto es, al fondo de esa verdad que nadie pudo llevar a cabo con anterioridad, por falta total de medios para realizar un estudio profundo de lo que muchos consideraron impostura mientras que otros se aferraron al descubrimiento sin más, como una aportación deslumbrante en la vida y en la obra de Antonio Machado, es preciso ahondar en las intenciones que llevaron a cabo a Pilar de Valderrama a la pretendida opción de musa última del poeta.
Ahora, transcurridos los años y disponiendo de documentación entonces inexistente o distorsionada por la propia interesada en mantener ese aire de misterio en el que persistió durante algo más de medio siglo, resulta más factible un acercamiento a la realidad de los hechos. Porque Pilar de Valderrama estaba olvidada, (podría decirse que bien olvidada), pues salvo aquellos más cercanos a ella, nadie recordaba una obra tan gris, poéticamente hablando, como la que dejó en los pocos libros publicados y en la única obra de teatro conocida, nunca llevada a escena, a pesar de los esfuerzos y azacaneos del “enamorado” para que algún director teatral de entonces se fijase en ella. Basta traer a colación unos cuantos datos, comenzando por los recuerdos que un memorialista como Cansinos Assens aporta, así como los que el propio Antonio Machado deja traslucir en algunas de sus cartas, limpias ya de manipulaciones interesadas, cortes e incluso intentos de hacer desaparecer determinados fragmentos, gracias a la meritoria labor llevada a cabo por el hispanista italiano Giancarlo Depretis en su pulcra edición de dicha correspondencia[4].
Así pues, como inicio, el retrato de la poetisa vista por el mencionado Cansinos: En los viernes de Concha Espina[5] conozco a algunas escritoras más bien deleitantes
—como se dice ahora— que hacen literatura por puro placer, al margen de todo profesionalismo[6], pues socialmente son grandes señoras. / Una de ellas es Pilar de Valderrama, una mujer que pasa de los treinta, casada y madre de familia, para continuar algo más adelante: Pilar (sic: de) Valderrama es una mujer morena, de tipo semítico, con grandes ojos pasionales y toda ella llena de un exceso de ardor que desfoga en el arte. Ha publicado ya dos libros…, marcando el final del retrato con una curiosa expresión de la novelista santanderina: —¡Todas tienen su librito!… comenta irónica y picada Concha Espina que no ve con mucha simpatía a estas opulentas rivales[7]. Alta burguesía; este es el dato concreto que la distingue y el más significativo para comprender la distancia que ella misma marca entre su persona y la del poeta, que explica con claridad diáfana su comportamiento, tanto en la correspondencia como en los encuentros en lejanos cafés o en recónditos parques; porque hay que señalar que Antonio Machado, a pesar de tener ella misma su día semanal de reuniones y un pequeño teatro que acogía a sus amistades en las temporales representaciones, y la respetada figura que suponía el poeta, nunca fue su invitado. ¿Les bastaba a ambos el continuado intercambio de cartas y los encuentros esporádicos? Es posible que así sea, y no existe motivo que descarte tal posibilidad; tampoco, naturalmente, lo contrario. También la aportación epistolar de Antonio Machado arroja algunas luces al respecto; escribe, por ejemplo, el 12 de Enero de 1929, apenas iniciada su relación: Mañana a las doce iré a nuestro café con la esperanza de verte, para añadir seguidamente: Pasé por el Parque. No vi a mi diosa. Estaban echadas las persianas de los balcones. Esto quiere decir —pensé— que mi reina no aparecerá, continuando al día siguiente, sábado: Vuelvo de nuestro café donde he estado esperándote hasta las dos…[8], citas que podrían espigarse en algunas más de estas cartas, pero supongo que con esta única muestra es más que suficiente para lo señalado.
En una palabra, toda esta relación se desarrolló con el mayor secreto, siempre por parte de la interesada en mantenerlo[9], pues Antonio, ya viudo y con mayor edad, no tenía razón alguna para ocultarse. ¿El temido “qué dirán”? ¿Las convenciones sociales? Todo tiene cabida sin encontrar una respuesta definitiva y razonablemente explicable. Queda por añadir a todo lo anterior una nota negativa de la propia Pilar. Antonio Machado se llevó con él el secreto, respetando así lo que la propia Pilar exigía, secreto que alguno de sus hermanos, especialmente José, pudo intuir sin llegar a aprehenderlo en su totalidad; dadas las circunstancias que rodearon aquellos primeros años de la posguerra, Pilar, como muy acertadamente señala Pablo de A. Cobos, si quería ser fiel a la memoria del enamorado, podía optar por tres salidas: a) Conservar en la intimidad estas cartas salvadas de un holocausto de fuego un tanto discutible, como homenaje al enamorado y a sí misma, al igual que otras supieron hacer, dejando a la hora de su muerte instrucciones sobre el destino de las mismas o el buen decidir de sus herederos; b) Integrarlas en un todo autobiográfico, como formando parte de su propia existencia y homenaje al poeta que la supo admirar; y c) Editándolas tal cual en una edición homenaje al poeta, al tiempo que crítica y comentada, sin injerencias ajenas y menos dándolas a conocer con formato de novelita rosa en la que la protagonista oculta celosamente su identidad[10]. Como ninguna de tales opciones fue llevada a cabo, sino que dejó claramente manifiesto su afán de pasar al recuerdo, no por sus propios valores —en cuyo caso no hubiera necesitado recurrir a la opción tomada—, sino por los derivados de persona que ya no podía protestar, ni por sí mismo ni por intervenciones cercanas o familiares, el acto de la publicación de la correspondencia conservada y la forma de llevar a cabo la misma, no solo desvalorizan la figura de la poetisa sino que la desacreditan como ese amor sublime último del poeta; lo único que pretendió ser para escalar esas alturas a las que por sí sola nunca podría haber llegado.
Y como punto final, ya incuestionable, la inexacta correlación entre el conocimiento entre ambos en el escenario de Segovia, dadas las fechas del mismo y las de los trabajos machadianos publicados años antes que significativamente señalan quien es en realidad Guiomar y las motivaciones de su creación. Porque si él conoce a Pilar, tal y como todos y ella misma señalan, en 1928, Antonio publica en 1926, y en la prestigiosa revista de Ortega Revista de Occidente la primera entrega de su De un Cancionero apócrifo, finalizada con un continuará que solo tuvo lugar algunos años después, y es en estos escritos donde Abel Martín, su apócrifo más relevante, expone, de una forma un tanto confusa —la ideología de Abel Martín es, a veces, obscura, lo inevitable en una metafísica de poeta, donde no se definen previamente los términos empleados[11]— el camino que le ha señalado el descubrimiento filosófico del Otro, esa entidad un tanto fantasmal, que desde el principio de los tiempos nos ha acompañado en todo momento y que es actualmente una de las grandes cuestiones filosóficas, en nombres tan representativos como Heidegger o, en menor escala, Sartre[12]; búsqueda que desemboca en el hallazgo de Guiomar. Por otra parte, y de acuerdo con lo postulado por Pablo del Barco en su trabajo: Guiomar, el apócrifo femenino de AM[13], en el que, tras muchas aportaciones de peso en torno a la diferenciación entre una y otra, concluye de forma tajante, reafirmando la distancia entre la poetisa y las últimas composiciones de las Canciones a Guiomar, únicos borradores que por el momento han llegado a conocimiento general: Estos poemas —se refiere a los correspondientes a la segunda entrega—, en el folio 200 vuelto del cuaderno manuscrito (según una numeración que no es de AM), están en la página que antecede (folio 201 según la misma numeración) a una serie de estrofas de “Proverbios y cantares”, —(numerados XIX, XIX tachado y superpuesto XX, XX otra vez, XXI, XXII, XXII tachado y XXII tachado)—, escritos entre 1917 y 1918, incluidos en la edición de Nuevas Canciones (y aquí hay una nota, la 42, que remite a una numeración equivocada, nota 43, en a que hace alusión a los mencionados Proverbios y cantares correspondientes a su última obra poética mencionada). En este caso la presencia de Guiomar antecedería en 10-11 años al encuentro primero entre PV y AM[14].
Con lo antedicho queda claramente puesto de manifiesto, por un lado el error cronológico en el que cae Pilar de Valderrama, al tiempo que señala la escasa, por no decir nula, atención que presta en todo momento a su poeta, al que, no obstante, tiende a llevar a su propio campo, sin apercibirse de las ideas personales, éticas y políticas, de Antonio Machado. Y aquí podría introducirse una pregunta, muy posiblemente tendenciosa pero justificada; sabemos que Pilar de Valderrama pertenece a la alta burguesía madrileña y que como algo normal en ella, es católica practicante y con mucha posibilidad de ser también creyente; lo que no queda tan claro, y ella no clarifica en sus apuntes memorísticos, es lo concerniente a su formación intelectual, pues Ortega le resulta vano y presumido, tirando un tanto a espeso y con toda posibilidad autores como Unamuno, Baroja, Joyce o Proust quedasen totalmente alejados de su mundo circundante. De ser así (y no existen pruebas en contra que lo rebatan; tampoco, hay que confesarlo, favorables a lo afirmado) ¿cómo iba a comprender las sutilezas políticas, filosóficas o éticas —no confundir en ningún momento con las morales de su conducta— que respiraba en todo momento Antonio Machado, al que hay que reconocerle el esfuerzo de acomodar su forma de ser a la de Pilar, restándole importancia a sus personales actuaciones —y fácilmente podía ella haberlo deducido de sus lecturas— o incluso a los panfletos revisteriles de la derecha más fascista que ella le prestaba ¿quizá para convencerlo de lo equivocado de su posición política?; sería conveniente remitir a algunos de sus juicios en las cartas dirigidas a ella, como cuando le escribe en respuesta al préstamo que Pilar le hace de una revistilla nueva de la extrema derecha y que debía gozar de una determinada aceptación entre el grupo social en el que se mueve: Leí por tu consejo, “La Conquista del Estado”. Es un periodiquillo sin importancia, escrito por unos cuantos jóvenes que no saben lo que quieren ni lo que dicen. Por un lado simpatizan con Mussolini y el fascio italiano, por otro con la Revolución rusa. Eso no es nada ni tiene la menor trascendencia. Si vas a Francia algún día, verás allí cientos de publicaciones mucho más atrevidas que esa, aunque no tan estúpidas y que no logran inquietar a nadie[15], seguido de puntos suspensivos entre corchetes, que según el transcriptor señalan la correspondiente parte mutilada y perdida[16].
O sea, a medida que se avanza en esta recopilación de hechos y motivos se va perfilando una Pilar más en contradicción con él, causa y motivo, de la difícil interpretación de relación y correspondencia entre ambos. Que ésta es algo innegable y por ello absurdo el negarlo, es a todas luces manifiesto, y que forma parte de las biografías de los dos, so pena de caer en el absurdo no puede rechazarse. Lo que sí es rechazable y, por lo mismo y hasta ahora tan polémico como problemático, es esa adjudicación que la poetisa lleva a cabo con la publicación del libro de Concha Espina[17], aunque lo rechace más adelante tal y como deja bien claro en sus, como ella misma reconoce, mal pergeñadas memorias[18]: Concha, no me dio a leer el libro mientras lo preparaba y cuando ya impreso lo tuve entre mis manos, quedé defraudada. Pero no la comuniqué mi decepción. Ya ¿para qué?[19] El párrafo asombra, pues cualquier lector más o menos avezado en busca y rebusca de datos se da de inmediato cuenta del engaño o de la mentira; la propia Concha Espina manifiesta en su trabajo que ella no fue dueña, en ningún momento, de la correspondencia que inserta e incluso transcribe en formato facsimilar en el apéndice, dato confirmado por su hija en la biografía que la dedica[20]. A favor de nuestra tesis hay que contar con la figura de Don César, personaje un tanto enigmático y guía tutelar, como ella misma afirma, del camino a seguir en su novelita, y clarísima representación —así lo deja entrever— de la oculta maniobrera Pilar de Valderrama.
Pero las confirmaciones frente a la falsedad sostenida por Pilar de Valderrama no se reducen tan solo a estos datos externos; hay más, naturalmente, en la prosa y la poesía de Antonio Machado que contradicen la afirmación de la poetisa como Guiomar y pretendida última musa del poeta o amor sublime de última hora. Siguiendo a Pilar en su memorial, esta afirma rotunda y con certeza que no admite discusión que Antonio en esos últimos años en los que la guerra los distanció —otra falsedad, pues fue ella la que marcó la distancia al “rogarle” que no volviesen a verse a partir de 1933 o 1934, dada la inseguridad que se vivía en Madrid—, él continuó “adorándola” y componiéndole canciones y poemas inolvidables, todo lo cual guardó él como un tesoro en el famoso maletín que como único equipaje tuvo que abandonar en su último y lamentable éxodo: Yo tengo la certeza de que Antonio llevaba en sus escritos últimos algún recuerdo mío
—cartas, versos, fotografías, ¿qué fotografías?— ¿A dónde fue a parar todo ello? ¿No resulta excesivo ese tengo la certeza, si se está hablando de un escaso equipaje, dadas las circunstancias de la salida de Madrid y el número de familiares que lo acompañaron?
De lo anterior debería poder afirmarse con certeza —si ello fuese posible— que ese escaso equipaje fue perdiéndose a lo largo de los tres años de guerra, quedando reducido, por la parte que corresponde a Antonio, a un pequeño maletín donde habría tratado de conservar algunos recuerdos personales; ¿cuáles? Eso, de momento, nadie puede hacerse responsable de una afirmación tan definitiva, dado que hay que considerarlo lamentablemente por perdido —y ¡ojalá! en algún momento alguien comunique que el mismo obra en su poder a través de quien lo hubiese recogido del camino —si es que alguien lo hizo—, pues lo poquísimo que se sabe es lo recogido testificalmente por los pocos acompañantes en su último viaje, y del cual ella —¡y solo ella!— tiene referencia cierta de su contenido, aun habiendo recibido la noticia de esa salida de España tan diferente a la suya, con un retraso de fechas, a través de testimonios presenciales o artículos recordatorios de aquel ir hacia la nada más absoluta; nada equiparable, bajo cualquier punto de vista que se adopte, a la temprana “fuga” de la familia Martínez Romarate hacia Portugal con amplio equipaje en el que figuraban las joyas familiares y alguna que otra vestimenta poco apropiada, dadas las circunstancias en que se realizó dicho viaje a Portugal. Lo cuenta la propia Pilar, añadiéndole matices negativos, quizá para equilibrar su fuga, ya que se llevó a cabo meses antes —Abril— del fallido intento de golpe de Estado, exagerando a todas luces las tintas negativas del viaje: Hicimos el viaje en el Lusitania Express. (Tren de lujo muy similar al famoso Orient Express.) No puedo silenciar el mal efecto que nos produjo la llegada a la frontera donde los aduaneros españoles nos hicieron un registro vergonzoso, casi desnudándonos las matronas, abriendo los termos y cuanto llevábamos. A mi madre política, que se peinaba con un gran moño se lo deshicieron. A pesar de todo, yo logré sacar mis joyas escondidas entre las cremas de tocador ¿no registraron estas?; no las quise dejar en el Banco, afortunadamente, ya que luego tuve que vender algunas para poder sobrevivir[21]. ¿Qué pretende Pilar al contar lo anterior y equipararlo, líneas o páginas más adelante, con lo vivido por Antonio Machado?; si se tiene en cuenta que los agentes de aduana actuaron siguiendo la ordenanza que regía en esas fechas y no existía motivación anormal que acentuase su celo profesional; que en el equipaje —y ella misma lo cuenta— figuraba entre otras ropas un esmoquin que estrenó su hijo en Año Viejo en el Club de Estoril, que muy posiblemente esa venta de joyas no llegó a ser necesaria dado que lo más racional para ellos era haber transferido antes del viaje todo o parte del capital, como hizo la mayoría de los que viajaron al extranjero con antelación al golpe militar, como fue su caso, y que la descripción anterior y las referencias a las miserias que pasaron no tiene parangón con lo ocurrido a Antonio Machado, dado que su marido fue prontamente captado por Radio Club Portuguesa como traductor y posible comentarista de las noticias procedentes de España; por todo lo anterior poco queda por añadir, salvo la muy cuestionable actitud de la poetisa respecto a su “fiel” enamorado, al que sigue sin comprender a lo largo de años en los que tuvo tiempo más que sobrado para leer de forma demorada y atenta toda su obra, demostrando su permanente mínimo interés por él y lo que escribió: El 13 de Julio escribí a Antonio recordándole en su santo e insistiéndole para que saliera de Madrid[22], de donde nos venían noticias cada vez más alarmantes (lo que no impidió que su hijo permaneciese allí hasta una o dos semanas ante del estallido de la guerra, por razones de estudios y exámenes, uniéndose a la familia sin inconvenientes llamativos por su parte en fecha algo anterior al 18 de Julio[23]). Le rogaba que me contestara para colmar mi ansiedad a la lista de Correos de Estoril o de Lisboa, pero pasé varias veces por ellas y jamás encontré respuesta. (Aquí la propia Pilar amplía en una nota (1) sus particulares inquietudes: Segura estoy de que escuchó mi ruego y que influí mucho en su partida de Madrid en Noviembre del 36, instalándose con su familia en Valencia, en una finca en Rocafort —acaso para recordarme mejor cerca del mar pues allí compuso el bello soneto De mar a mar, entre los dos la guerra— y donde permaneció hasta el año 38 (en el que partió para Barcelona, saliendo de ésta hacia Collioure en febrero del 39 poco antes de terminar la contienda). Y sigue, tras la nota, la propia Pilar: Costándome creer que no me hubiera escrito, pensé que la censura de mi país la habría retenido, con lo que mi desaliento fue aún mayor. Me pareció como si en aquel momento un gran abismo se abría, interponiéndose, entre los dos[24]. ¿Para qué seguir?, pues cuando estas aparentes memorias se escriben han pasado ya bastantes años desde el final de la guerra, por lo que resulta difícil de admitir su manera de narrar su viajar a Portugal, con recargo en los aspectos negativos y la comparación con el plácido viaje de Antonio hacia Francia, contado casi como un viaje de recreo; alejada de los momentos que detalla, manteniendo ese formato de “buenos y malos”, algo que a medida que transcurren los años los propios intervinientes —en uno y otro bando— han tratado de aminorar, limando su original virulencia literaria. ¿No es, por lo contrario, mucho afirmar lo que en estas líneas la propia Pilar expone; o es que su ego desmesurado por lo que respecta al poeta, le hace seguir pensando que él continuaba en ese mundo de sueños que ambos habían levantado, y que su éxodo, a todas luces lamentable fue un viaje normal al extranjero, como el de tantos otros pertenecientes a esa burguesía y aristocracia que puso sus bienes a buen recaudo, en detrimento del propio sistema de Gobierno? La verdad es que, tal y como señala Ángel González en su libro dedicado al poeta, aunque caiga en el bache en el que todos caen, de continuar adjudicando el nombre de Guiomar a la poetisa: Guiomar hace mutis definitivo de la vida de Antonio Machado en Junio (equivocando aquí la fecha del viaje, a no ser que tenga en cuenta esa última y un tanto fantasmal carta de Pilar con motivo de la onomástica) de 1936[25].
A todo esto conviene añadir que su exilio no alcanzó el año de duración, ya que liberada Palencia del poder “rojo” toda la familia se regresó a España quedándose en la capital donde ocuparon la casa familiar, alternándola con estancias en la finca cercana de El Carrascal[26].
Pero hay más; y si uno se empeña en ahondar en orientaciones que ella misma proporciona en determinados momentos, es fácil que se encuentre con la sorpresa de una despedida poética en una de sus cartas en la que la alusión a Guiomar es directa. Y no deja de causar asombro que sea esta la única que la poetisa no utiliza en ningún momento como prueba a su favor. Se encuentra en la carta numerada como 32 por Depretis[27]; también en las transcripciones que como apéndice incluye en su memorial, figura como 13ª[28], en esa ordenación aleatoria que no responde en ningún momento a la recepción de las mismas, lo que no deja de llamar la atención
—y pido disculpas por la insistencia— en persona tan “aparentemente preocupada” por el poeta. La alusión señalada dice así:
Adiós Guiomar, tu poeta
piensa en ti. La Lejanía
es de limón y violeta,
verde el campo todavía…
Alusión directa, que no presenta, al menos aparentemente, resquicio alguno para la duda. Pero como ya se ha señalado, la propia poetisa hace caso omiso de ella, dando por no existente tal despedida. Y es que por una vez tiene ella razón. La estrofa, sin ese Adiós Guiomar que lo engarza a la correspondencia y la posible adjudicación del nombre, es un añadido —caprichoso, diría yo— de poema más largo perteneciente a la primera entrega de las Canciones, esa que corresponde al estro de Abel Martín; y esa primera entrega se publica en la conocida Revista de Occidente en 1929[29], o sea, un año después del encuentro. Las fechas de publicación no aportan nada o muy poco, pues es bien sabido que cualquier escrito se lleva a cabo siempre en fechas anteriores —a veces, incluso, años—, por lo que nada cuenta la de la primera publicación, transcurrido un año del conocimiento de ambos, y más, si tenemos en cuenta lo afirmado por Pablo del Barco.[30]
Volviendo a esa primera entrega, no encontramos en el poema III de la misma ese Adiós Guiomar que abre la despedida en la carta, al igual que en las inclusiones para las Antologías de Gerardo Diego de 1932 y 1934[31] que incluyen los tres poemas de la primera entrega tampoco figura[32], así como en las siguientes publicaciones de sus Poesías Completas[33]. ¿Quiere esto decir algo? ¿Es una señal clara de que la destinataria de tales poemas es Pilar de Valderrama o, por el contrario, que solo ha sido un escape lírico por parte del poeta en una de las últimas cartas que se conservan, sin apenas trascendencia? Tanto en uno como en otro caso, la inclusión no añade ni quita nada a la intención de Antonio, puesto que dichos poemas están escritos años antes del encuentro, y hay que suponer que como colofón poético al camino seguido por Abel Martín[34] en su exposición de la captura de un otro (esta vez sí con minúscula) que es en realidad algo más cercano al deseo del poeta; un tú cercano que corre el peligro de irse borrando poco a poco por el paso del tiempo, y contra lo que tanto el propio Antonio como su alter ego representativo, Abel Martín, tratan de frenar por los medios a su alcance. Y como posible último dato, tampoco aparece ese Adiós Guiomar, en la última edición de su Poesía Completa revisada por él; la correspondiente a 1936, en la que se supone que se sitúa el punto final del proceso especulativo conducente a la apócrifa Guiomar.
Ahora el lector tiene a su alcance una exposición completa de los aspectos externos que demuestran o al menos eso intentan, como puede desprenderse del final del trabajo, una clara muestra de la imposibilidad de que Guiomar pase a formar parte del universo de Pilar de Valderrama; pero dichas pruebas hay que documentarlas, no ya como se ha realizado hasta aquí, con razones cronológicas y de publicación, sino también a través de la propia obra de Antonio Machado, que en un determinado momento deja de ser poeta, o abandona en parte tal ejercicio sin renunciar de forma total, para buscar otros caminos hasta entonces privativos de un grupo selectivo denominado “filósofos”.
Es éste, camino complicado y un tanto entreverada
de oscurecimientos y confusionismos en su desarrollo
—confirmación transcrita en la página 3 del presente trabajo—, lo que hace dificultosa la lectura, que está reclamando un atento estudio más centrado en el propio Cancionero[35], aun contando con el inicial e importante de Sánchez Barbudo[36]
—pionero en este tipo de trabajos— y el más completo sobre la obra total, de Pedro Cerezo Galán[37].
Es camino trillado ya por nombres que tuvieron su peso en el mundo intelectual posterior al libro de Concha Espina, como Ricardo Gullón o Pablo de A. Cobos, que ventearon, sin disponer de más medios que los aportados por la novelista santanderina, la impostura y el incógnito nombre de su verdadera promotora. Otros nombres hubo, especialmente al otro lado del Atlántico, por lo general críticos con la publicación y las cartas en sí, como en cierto modo, y sin mencionar la posible nota negativa de dichos autores, señala la propia poetisa: En América el libro fue acogido con mucho más interés y Concha recibió cartas de allí hablándole de él y haciéndole numerosas preguntas a las que, realmente, ella no podía contestar[38]. Como en tantas otras ocasiones, la afirmación de Pilar de Valderrama es rotunda y pone, de nuevo, de manifiesto, y actuando en su contra, la dependencia de la autora del libro respecto a su instigadora, detalle que no dejaría de llamar la atención a los autores americanos que a ella se dirigían, pues se daba por supuesto —y es algo que concierne a todo investigador— que quien escribe un trabajo sobre alguien, sea del tipo que sea, deberá tener pleno conocimiento, tanto de la orientación del mismo como de los documentos que expone, de su procedencia y el porqué de su utilización, de lo que se deriva, si se da el caso contrario de que no puede contestar a lo que se le solicita, que responde tan solo de la labor escrituraria y no del fondo documental que utiliza o le es facilitado por la real inspiradora del trabajo. Pero esos detalles debían carecer de importancia para la autora del infundio, a la que la ceguera de Concha Espina no supuso obstáculo para su utilización como amanuense[39] de su proyecto y no de autora en sí, lo que no habla precisamente en favor del sentido ético de la poetisa; y no tiene nada de extraño que el libro no le gustase una vez publicado, pues la autora-amanuense supo vengarse de forma muy sutil en una serie de avisos, que yo califiqué en su momento, tras estudiarlos detalladamente, como claves que fue dejando sembradas aquí y allá en la obra que firma.
Por lo que respecta al camino a seguir amparándose en lo que el propio Antonio Machado escribió y concibió, siendo como es una incursión en su obra no solo interesantísima sino también de suma importancia, es algo que en este trabajo debe soslayarse dado que se ha expuesto con todo lujo de detallas en obra anterior mía, y principalmente en sus partes primera y tercera, que culmina con la interpretación del soneto V de los que escribió en Valencia durante su estancia en Rocafort y en fecha muy concreta, repetido hasta la saciedad como la prueba inconfundible de la persistencia de su amor por la poetisa[40].
La novelista, esto es, Concha Espina, ya desde el comienzo de su redacción marca distancias, como se ha indicado, entre esa mano conductora y la suya propia. Lo expone de forma decidida en la primera de esas claves que he señalado, ya en el capítulo segundo, cuando decide que ella es la que bautiza realmente al personaje de su novelita rosa: Y le puse nombre a la enamorada: la llamé Guiomar, puesto que Machado la llama así en vehementes y numerosos poemas[41], algo que de puro diáfano pone en entredicho la afirmación de la poetisa respecto al apelativo que usurpa sin rubor alguno.
Por todo lo antedicho y no alargarme por senderos ya expuestos con anterioridad, no pretendo ni intento exponer doctrina y seguimientos del propio Antonio, aunque estos los haga valiéndose de su apócrifo Abel Martín, ni a detenerme en el proceso de creación del mismo; tan solo, y como apunte final al tema, transcribir lo que Juan de Mairena comenta sobre el valor que su maestro Abel Martín concedía al olvido, como tal y su recreación, apoyándose en algunos de los cortos poemas de la segunda entrega de las Canciones, sin entrar a cuestionar en estos momentos quien es el autor real de las mismas: Mi maestro exaltaba el valor poético del olvido[42] , fiel a su metafísica. En ella —conviene recordarlo— era el olvido uno de los “siete reversos, aspectos de la nada o formas del gran Cero”. Merced al olvido puede el poeta —pensaba mi maestro— arrancar las raíces de su espíritu, enterradas en el suelo de lo anecdótico y trivial, para amarrarlas, más hondas, en el subsuelo o roca viva del sentimiento, el cual no es ya evocador, sino —en apariencia al menos— alumbrador de formas nuevas. Porque solo la creación apasionada triunfa del olvido.
… Guiomar, Guiomar,
mírame en ti castigado:
reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.
Aquí la creación aparece todavía en la forma obsesionante del recuerdo. A última hora el poeta pretende licenciar a la memoria, y piensa que todo ha sido imaginado por el sentir.
Todo amor es fantasía:
él inventa el año, el día,
la hora y su melodía,
inventa el amante, y, más,
la amada. No prueba nada
contra el amor que la amada
No haya existido jamás…[43]
Antonio Machado dixit.
A pesar de lo cual ha habido algunos comentaristas que han interpretado a su gusto unos versos que en sí mismos son concluyentes, tanto por la contundencia que manifiestan como por los intereses —convincentes o no— que las diversas inclinaciones puedan transmitir. Podría, naturalmente, mencionar como en párrafos anteriores se ha venido haciendo, algunos nombres, —daré solo dos, por resultar los más cercanos a mí: José Luis Cano y Justina Ruiz de Conde, con artículos y cortos trabajos recopilados posteriormente en libros de conjunto: José Luis Cano[44] o monográficos sobre el tema: Justina Ruiz de Conde[45], pero es preferible, dado que al parecer la polémica parece, o eso pretende, tocar a su fin, mantener el resto[46] en ese anonimato que posiblemente acabe por envolver apreciaciones, convincentes o envueltas en una vaguedad neutra, interesadas, con buena o mala fe llevadas a cabo, siendo, no obstante, conveniente añadir que es uno de sus fragmentos más polémico este último poemilla en el que Antonio Machado deja de manifiesto, de forma rotunda, su afirmación de que la amada puede no haber existido sin que ello suponga detrimento en el valor de la misma como búsqueda, así como en el conjunto que lo contiene, queda plenamente confirmado que tales poemas, y los correspondientes a la primera entrega, no están dirigidos a nadie en concreto, y sí a esa sombra que el poeta quiere arrebatar al olvido y que anidando en lo más profundo de su corazón, responde en todo momento al nombre de Leonor.
Queda, como interrogante final que dé conclusión y cierre a la totalidad de lo que se ha cuestionado a lo largo del trabajo, la pregunta clave, que pocos se han hecho y que se presenta como ineludible. ¿Qué quiere decir el nombre de Guiomar? ¿Qué indicación da el poeta, o pretende, con él? Porque, a fin de cuentas Guiomar es la conclusión que cierra el largo proceso que se inicia en ese año crucial de 1912, cuando Antonio Machado experimenta en sí mismo el alcance doloroso de esa soledad envolvente que parece ahogarlo y de la que anhela desprenderse. Y Guiomar, ese nombre un tanto emblemático y, desde luego, eufónico, que tiene para Antonio Machado remembranzas de uno de sus poetas favoritos, guarda en él la clave que, de una vez por todas, aclara la simbología que le permite al poeta alcanzar el final de lo pretendido. Todo esto y mucho más queda expuesto en un anterior trabajo mío: una conferencia en Soria, en donde por vez primera expuse el
por qué la elección del nombre, y que ahora transcribo como apoyo y confirmación de todo lo anterior: Hasta las Canciones a Guiomar no surge la que Rubén Darío denomina musa de carne y hueso. Resulta una novedad que a punto de finalizar su producción poética, emerja Guiomar de forma repentina e inesperada; se trata de una figura material, palpable. / Paradójicamente, el personaje de Guiomar obedece a razones más ideales que físicas. / Como si la presencia de Guiomar le cogiese por sorpresa, Antonio Machado parece, no arrepentirse, pero sí deplorar esa intrusión:
Mírame en ti, castigado,
reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.
¿Por qué reo…? La palabra resulta ambigua ya que cuenta con dos acepciones que, en el fondo, son cercanas: culpable e inculpado. Machado puede ser culpable de la creación de Guiomar e inculpado de ello, porque no se trata de una culpa directa; tan cómplice es de la creación de Guiomar como de cualquier otro de sus apócrifos. Castigado…
¿Por qué? ¿Considera a Guiomar un trasunto de Leonor y se siente culpado de traicionar su memoria por no brindarle el nombre que tuvo en vida?/ Podemos establecer un símil entre el nombre de Leonor y Guiomar desde un punto de vista simbólico. Y esto es factible si suponemos en Machado la aceptación de la idea manriqueña, la palabra MAR simboliza la Muerte —ríos que van a dar a la mar/ que es el morir— y hay un hecho ineludible: Leonor ha muerto. GUIO se corresponde con el verbo guiar: yo guio. —Guio al mar— hacia la irreversible muerte o paisaje al otro lado. Guiomar es el camino que conduce a Leonor. / Una lectura simbólica resulta más verosímil que asociar Guiomar con Pilar de Valderrama la cual basándose en las cartas que le escribió el poeta se autoproclamó Guiomar y esta impostura, a pesar de prevalecer, no resiste un análisis serio. Hasta aquí la transcripción de una parte de la conferencia, la que en realidad nos importa[47].
Con todo lo expuesto, se llega al punto final del problema que queda, como siempre entre el sí y el no, hasta que la parte contraria reconozca la impostura o aporte una documentación o documento fiable que de forma fehaciente confirme de una vez por todas que en un momento de debilidad, Antonio Machado bautizó a Pilar de Valderrama con el por ahora conflictivo nombre de Guiomar, traicionándose, en cierto modo, a sí mismo, algo que resulta bastante difícil de digerir.
Miguel Ángel Baamonde,
en Sabero (León) a 15 de Diciembre de 2017.
ADDENDA PERSONAL
A título simplemente anecdótico, yo leí por vez primera el libro de Concha Espina cuando comenzaba mis adentramientos en la obra y el pensamiento de Antonio Machado, allá por los años primeros de los sesenta; o sea, libre de influencias de ningún tipo, adentrándome en terreno totalmente virgen, pero al leerlas en esa primerizo acercamiento, y sin saber su porqué, algo de todo aquello me sonaba a falso, a falto de espontaneidad, llegando a pensar que tales cartas podían formar parte de lo que Abel Martín señalaba en su Cancionero, aunque entonces tuviese de él una idea muy superficial. Desde entonces acá ha ido creciendo en mí la mencionada sensación hasta alcanzar su forma total, perfectamente documentada y asumida, que expuse en mí ya mencionada obra; Guiomar, asedio a un fantasma.
[1] Todos los subrayados que figuran en el trabajo son del autor y tratan, tan solo, de resaltar palabras o frases que importa sobremanera el tener en cuenta.
[2] De intento utilizo en este caso la voz “poetisa” en la segunda acepción que le da el DRAE: Mujer que hace versos, totalmente contraria a la primera que especifica más detalladamente: Mujer que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas. Edición vigésimo primera, 1992; pág. 1156.
[3] En este sentido la utiliza AM en uno de sus tempranos poemas, publicado en la revista Helios en 1903, definiendo de esta forma el ocaso sobre el río Guadalquivir: … y en el fondo del agua ensombrecida….Ver en OC-/ pág. 752,
[4] Cartas a Pilar; Anaya & Mario Muchnik, Madrid 1994.
[5] CE en las notas, a partir de ahora, al igual que PV y AM para los nombres más repetidos. Cansinos se refiere a la costumbre de celebrar reuniones un día a la semana por parte de determinadas figuras de las letras, muy útiles para quien pretendía presentar un libro nuevo o simplemente poder acercarse a un editor difícil., reuniones que normalmente se celebraban en la casa de la figura anfitriona.
[6] No debe interpretarse con tono peyorativo, al que puede inclinar la palabra, dado que no hace falta ser escritor profesional para escribir grandes obras o todo lo contrario. Ejemplos extremos en el ámbito poético español, y por no recurrir a AM, PV y cualquiera de las poetas del Grupo del 27.
[7] Memorias de un literato; Alianza Tres. Alianza Editorial, Madrid 1995, tomo III; págs. 292-293.
[8] Depretis: Ob. cit.; págs. 65-66.
[9] Algo que muy posiblemente, dado el carácter que le da a esta relación la propia PV, podría haberse paliado con alguna, sino todas, invitación semanal a sus reuniones. ¿O es que la figura del poeta resultaba poco al entorno social de las mismas?
[10] Humorismo de M en sus apócrifos; ANCOS Editor, Madrid 1970; pág. 107.
[11] OC-I; pág. 687.
[12] Una exposición entre histórico-filosófica la lleva a cabo Laín Entralgo en su obra Teoría y realidad del otro; Ed. Revista de Occidente, Selecta de…; Madrid 1968, dos tomos. Por otra parte, quien quiera ahondar en este tema, tan machadianamente controvertido, no puede dejar de consultar la obra básica de Heidegger Ser y Tiempo, traducción de Juan Eduardo Rivera (más asequible al lector medio que la inicial de José Gaos); Editorial Trotta, Madrid 2003, y la secuela de la misma, de J. P. Sartre: El ser y la nada; Ediciones Altaya, Barcelona 1992, en traducción de Juan Valmar. Aunque en la actualidad pueda aparecer un tanto lejana o desvaída, su problemática continúa cuestionando muchos de los planteamientos expuestos especialmente por Heidegger, mientras que la derivación sartriana sí parece haberse desvaído con el paso del tiempo.
[13] En AM en Castilla y León; Actas del Congreso Internacional celebrado entre Soria y Segovia los días 7-8 de Mayo en Soria y 10-11 del mismo en Segovia en el año 2007; págs. 531-546. Edición patrocinada por la Junta de Castilla y León en dicho año; Valladolid 2008. Difícil aceptar la antigüedad señalada por del Barco, quizá por excesiva, pero sí coincidir en que dichas composiciones son bastante anteriores a su publicación, incluso a la del Cancionero apócrifo, ya que ellas son la conclusión, por el camino de la poesía, de toda la exposición filosófica que el dicho Cancionero desarrolla.
[14] Art. Cit.; pág. 545 de la edición mencionada en la nota anterior.
[15] Miércoles, 15 de Abril de 1931; Depretis, págs. 251-252.
[16] Depretis, págs. 61 correspondiente a la lista de signos convencionales.
[17] De AM a su grande y secreto amor; Lifesa, Madrid 1950.
[18] Sí, soy Guiomar; Plaza & Janés, S. A., Barcelona 1981; pág. 88, título que responde, en el fondo, a un ego muy afianzado que ya se ha manifestado en las pocas intervenciones públicas en las que intervino, iniciadas siempre por un Yo, Guiomar, de tono mayestático y que de inmediato trae a la memoria determinada novela muy popular de aquellos años debida a la novelista Carmen de Icaza, Yo, la Reina.
[19] Ibd.; pág. 79.
[20] Josefina de la Maza: Vida de mi madre Concha Espina; Colección Novelas y Cuentos, segunda época; Madrid 1969; págs.197-198. Por su parte Pablo de A. Cobos, ya mencionado, corrobora esta afirmación de que la colaboración de CE en el desaguisado se reduce a la de amanuense; ver Humor y pensamiento de AM en sus apócrifos; 2ª edición, Insula, Madrid 1972, pág. 105, en la que refrenda en diversos apartados sus conclusiones; a saber: El malhadado uso está: a) En la mentira de la justificación. Sabemos ahora que Guiomar (todavía persiste, dadas las fechas, la adscripción del personaje a la poetisa) vivía entonces y vive todavía; b) Esta presencia nos obliga a suponer que fue la interesada quien facilitó las cartas a CE y quien le impuso la condición del “amor blanco”; c) Que esta premura publicitaria no puede tener otra intención que el sueño desmedido e ilegítimo de encarnación de la Laura o Beatriz de nuestro poeta gigante; d) Que la pasión amorosa se desorbita; las cartas significan mucho menos de lo que se pretende: 1.- Porque hay en ellas la retórica que es habitual en las cartas de amor. ¿Quién no miente a los labios que besa? Todos os amadores hacen diosa a la mujer que galantean. 2.- Porque lo muy probable es que don Antonio encontrara tanto gusto en este juego de amor como como en el de hacer bienhumorada filosofía.
[21] Sí, soy Guiomar, pág.57.
[22] ¡A él; a Antonio Machado al que costó trabajo ser evacuado por sus propios correligionarios! Lo afirmado por PV es no conocer ¡ni por los forros! El carácter, el pensamiento y la obra de quien más o menos tontamente se enamoró de ella como un colegial adolescente.
[23] Ver nota 21 y misma página.
[24] Ibd. No deja de llamar la atención el tono narrativo que emplea al comentar uno y otro viaje, pues mientras el de ella, que fue en realidad un viaje hacia Portugal algunos meses antes de estallar el conflicto, realizado de forma cómoda en Primera Clase de un tren internacional y una estancia que no llegó al año en un extranjero más que cercano, está contado abusando de los tintes dramáticos —ese paso por la frontera— así como su posterior estancia plena de inseguridades y miserias materiales; mientras que el de su “amado” Antonio, que fue un éxodo en toda regla, regido por etapas que iban acortando horizontes y con remotas, por no decir nulas, posibilidades de retorno se redacta de una forma sencilla, apenas sin apuntar datos de la índole que sean, como si en realidad fuese un viaje más del poeta. Hasta en esta forma de narrar se nota el ego de la poetisa, que se antepone a cualquier circunstancia y relación.
[25] Ángel González: AM; Editorial Alfaguara, Madrid 1999; pág. 83.
[26] Memorias; pág.60.
[27] Ob. cit.; jueves, 26 de MAYO de 1932; pág. 256.
[28] Sí, soy Guiomar; pág. 219.
[29] RO-XXV, CLXXIII; págs. 288-291; entrada en OC-I, núm. 66; pág. 264. También en Bibliografía machadiana (Bibliografía para un centenario); Biblioteca Nacional, Madrid 1976; pág. 150.
[30] Un buen resumen de las fechas de dichas publicaciones puede leerse en la mencionada edición de José María Valverde para Castalia, en nota introductoria al Cancionero; ver págs. 185-186.
[31] Ambas publicadas por la Editorial SIGNO de Madrid.
[32] Ver pág. 170 en la edición conjunta de ambas: Poesía Española contemporánea; Taurus ediciones, Madrid 1962.
[33] Y solo hago recuento de las publicadas en vida de Antonio, siendo la última que pudo revisar (y corregir lo que podría haber sido un despiste del poeta si tenemos en cuenta ese gran amor inolvidable y con características de eterno por parte de ella) la correspondiente a ese 1936 en el que comenzó su lento alejamiento de España Pero hay que convenir que en relación con las cartas, estaba más preocupada por resaltar las correspondientes a su intervención en La Lola o en la inusitada crítica que su enamorado hizo al último libro, por entonces, de la poetisa, el titulado Esencias, que por una despedida más de las muchas que se repetían.
[34] Lo que nos da una cercanía de fechas con el Cancionero, que pueden ser cercanas o ligeramente distantes, ya que suponen la conclusión, poética, de lo que expone en términos de filosofía.
[35] Este estudio critico figura en mi cartera de proyectos como de próxima redacción.
[36] El pensamiento de AM en relación con su poesía; Ediciones Guadarrama, Madrid 1959; págs. 199-326.
[37] Palabra en el tiempo. Poesía y filosofía en AM; Biblioteca Románico-Hispánica, Editorial Gredos, Madrid 1976.
[38] Ob.cit.; pág. 79. Una lista bibliográfica de todos los que de PV nos hemos ocupado, puede encontrarse en Epistolario (Editorial Octaedro, Barcelona 2009), edición única de la totalidad (hasta esa fecha de publicación) de la correspondencia machadiana, llevada a cabo por Jordi Domenech, que en sus pág. 241 y en nota 3 al texto, iniciada en la pág. anterior, hace un recuento exhaustivo de todos esos nombres y correspondientes trabajos, de ambos signos, que se han llevado a cabo, arrojando un total de 21 nombres, entre los que incluye a la propia Valderrama, remitiendo a la Bibliografía final los títulos correspondientes.
[39] Persona que se dedica a escribir lo que otras, por ejemplo las que no saben escribir, le dicta o encargan. Consultar en el María Moliner, Editorial Gredos, Madrid 1981, entrada correspondiente en la pág. 157 de su tomo I.
[40] Guiomar, asedio a un fantasma; Alupa editorial, Valencia 2009. Por lo que respecta al soneto indicado, pueden consultar las págs. 623-701 de dicho trabajo.
[41] PV. Ob. cit.; pág. 13. Conviene fijarse en el adjetivo numerosos respecto a los poemas, ya que no fueron más que tres en la primera entrega y siete en la segunda, algo que deja bastante disminuida la cantidad de inspiración
—siempre ateniéndonos a las posiciones de PV— que le producía la enamorada.
[42] Término que señala el punto de partida de la metafísica machadiana y que, como ya se ha dicho, no se toca en este trabajo, por estar ampliamente desarrollado con anterioridad, pero que conviene no desechar sin más, incluso en lo que se refiere a la poetisa, por ser un concepto que nos lleva a un pasado en el que ésta no se había dado a conocer todavía. Otro dato más que obra en su contra, al tener en cuenta la fecha en que dicho apunte se publica: Diario de Madrid; 3-I-1935, cuando ella ya ha marcado distancias a causa de la inseguridad de las calles de Madrid, y que los mencionados poemillas y versos, de acuerdo con o mantenido por Pablo del Barco, son bastante anteriores al conocimiento, como ya se ha adelantado, entre ambos.
[43] OC-I; págs. 1942-1943.
[44] Poesía Española del siglo XX; Ediciones Guadarrama, Madrid 1960; págs. 109-130.
[45] AM y Guiomar; “Insula”, Madrid 1964.
[46] Se trata, salvo alguna excepción puntual, de artículos periodísticos más divulgativos que otra cosa, sin llegar a ahondar en ningún momento en el problema como tal.* Personalmente, los atribuyo a in conformismo documental sin ningún afán de investigación o, quizá los menos, a simple pereza aceptando lo que se le ha dado gratuito.
[47] Conferencia que forma parte del Homenaje a Inés Tudela, en la propia Soria, el día 4 de Julio de 2007; acto que fue recogido por el diario soriano Heraldo de Soria al día siguiente de su celebración.