Club de Poesía
mayo 20 2014

David Pais: ” …yo soy de los que creen que los géneros no encorsetan a los grandes autores, sino que son los grandes autores los que engrandecen los géneros o, por el contrario, evidencian su propia pequeñez siendo incapaces de adaptarse a ellos”.

admin

079 (Medium)1º) Nos encontramos ante tu primera novela editada ¿Cómo te sientes al ver tu obra publicada y al alcance de tantos lectores?
Pues, obviamente, mejor que cuando la tenía guardada en un cofre y en exclusiva para mí solo, pero estoy seguro de que cuando llegue a venderse bien, si es que llega, me sentiré mucho mejor. Así que, si algún indeciso lee estas palabras, que no lo dude y la compre. Es posible que el arte no se lo agradezca, pero este humilde autor sí lo hará y mucho.
2º) ¿Cómo nació El silencio de un sol ciego?
La idea que tenía en mente era la de escribir una novela negra siguiendo la estela de los autores clásicos del género y, principalmente, tratando de meter en la misma coctelera ingredientes como la contundencia y el ritmo endiablado de un Dashiell Hammett, la complejidad argumental de un Ross MacDonald y ese aroma como de nostalgia por un pasado que no necesariamente fue mejor, pero que ya no volverá, que siempre desprenden las páginas más inspiradas de un David Goodis. Por supuesto, también quería huir de la absurda corrección política que, considero, está demasiado presente en buena parte de las obras del género que se publican hoy día y que, por desgracia, son las que están marcando tendencia. Finalmente, creo que he acabado escribiendo un extraño híbrido que combina el “actioner” ochentero más cafre con el drama de un Tennessee Williams algo pasado de rosca y rociado con unas cuantas gotas de Shane Black que, para quien no lo conozca, diré que es uno de mis guionistas preferidos, autor de los libretos de “Arma letal” o “El último boy scout”, entre otras, y director de una pequeña joya titulada “Kiss kiss bang bang”. Y, qué quieren que les diga, en mi interesada y nada humilde opinión, creo que el producto final está bastante bien.
3º) ¿Estamos ante una novela de género negro o policíaco?
Yo por género policíaco siempre he entendido aquel que abarca a autores como Agatha Christie, Edgar Wallace o, entre otros, Chesterton y S.S. Van Dine; escritores muy deudores del gran Conan Doyle y, especialmente, del autor que sembró la semilla del género (y de muchos otros géneros): el Edgar Allan Poe de “La carta robada” o “Los crímenes de la Rue Morgue”. De ningún modo pretendo minusvalorar a esos autores, que a mí también me gustan, pero yo diría que, en términos generales, se limitaban a escribir novelas de misterio en las que toda la narración se edificaba en función de la sorpresa final, y en la que los personajes, por muy entrañables que fueran, muy a menudo, eran de una pieza. La novela negra, ésa que se inicia con la publicación de “Cosecha roja” es otra cosa: no se centra tanto en el quién ha podido cometer tal crimen, sino en el qué y el cómo. Y, lo más importante, se sumerge en la descripción de un submundo urbano, repleto de corrupción, amoralidad y nihilismo del que, irremediablemente, tienen que surgir personajes turbios, torturados, heridos y, al mismo tiempo, altamente hirientes cuyo único oficio son sus puños y cuyas lenguas solamente sólo saben soltar réplicas tan afiladas como navajazos. Ése es el tipo de novela negra que a mí me gusta: el que, por ejemplo, y citando a un autor contemporáneo, practica James Ellroy; aquel que, sin pretender ser realista siempre termina por resultarle al lector insoportablemente real, y por la sencilla razón de que prescinde de lo que conocemos como “opiniones objetivas”. Y es que dichas opiniones objetivas no existen; lo único que existe es la realidad, y ésta es como cada uno la percibe. Ni más ni menos. Luego, como es de esperar, lo que sucede es que las diferentes realidades chocan; de ahí que el mundo sea como es.
4º) ¿Piensas que hay diferencias entre las novelas negras escritas en España y las del extranjero?
En mi opinión, un libro no será mejor o peor porque su autor sea, o no, español; será bueno o malo, y punto. Y, respondiendo a la pregunta, diré que la principal diferencia entre la novela negra que se escribe en España con, por poner un ejemplo, la americana, es que aquí no hay un Dashiell Hammett, un Ross MacDonald, un Chandler, un James Ellroy o un Jim Thompson; así como tampoco libros como “La dalia negra”, “La llave de cristal”, “1280 almas”, “Disparen sobre el pianista”, etc. También es cierto que no soy, ni mucho menos, un experto en la narrativa patria de este género, pero lo dicho anteriormente es un hecho, guste o no. Y si por estos lares hay algún Chandler o algún Ellroy, ya está tardando en levantar la mano. Eso sí, podría destacar, aunque sea fuera del género, a escritores como Javier Negrete o Albert Sánchez Piñol; pero no los cito porque sean españoles, sino por haber escrito títulos tan recomendables como “Señores del Olimpo” o “La piel fría”. Y tampoco conviene olvidar que, tanto la literatura como el cine de género, siempre han sido tremendamente menospreciados en este país. Quizá ese vacío venga de ahí, al menos a mis ojos.
5º) ¿Qué importancia le das al título y a la portada de un libro?
Con respecto a lo del título, y echándole un vistazo al mío, creo que lo mejor será que esté calladito. Lo único que tengo que decir es que adquiere un sentido una vez leída la novela. O, al menos, eso creo. Y, con respecto al tema de las portadas, creo que, en general, en el mundillo editorial se pasa por alto que la portada de un libro, más que un simple envoltorio, es una ventana a través de la cual se puede atrapar a un potencial lector indeciso. Por poner un ejemplo personal: mi disco favorito, el que puso mi mente patas arriba y sin remedio, es el “Dark side of the moon” de Pink Floyd, y lo compré por su portada. Tal cual. En aquellos lejanos tiempos todavía estaba muy verde en lo que a cultura musical respectaba, y sí, conocía la existencia de dicho disco, aunque no tenía ni idea del tipo de música que me iba a encontrar. Y, si no hubiera sido por la fascinación que me produjo aquella magnética portada, es probable que nunca le hubiera dado a la música del disco la oportunidad de hechizarme, como finalmente hizo. Además, conviene no olvidar que la portada también puede llegar a mimetizarse con el contenido del producto en sí, sea libro o disco, hasta extremos casi enfermizos, como en los fantásticos diseños que Roger Dean hizo para grupos como Yes, Uriah Heep o Greenslade. Porque, a día de hoy, es innegable que la música que contienen discos tan fenomenales como “Relayer”, “Tales from topographic oceans”, “Demons and wizards” es absolutamente indisociable de la portada de su respectivo álbum. Y, ya en el ámbito estrictamente literario, creo necesario romper una lanza a favor de una editorial de este mismo país, y de la competencia, como es Minotauro. ¡Inolvidables aquellas preciosas cubiertas que, en los noventa, envolvían los clásicos en tapa dura de maestros del calibre de Ray Bradbury, Theodore Sturgeon, Clifford D. Simak, Alfred Bester…! Desgraciadamente, la mayoría de las editoriales tan sólo parecen interesadas en que un determinado libro sea reconocido como perteneciente a un sello concreto, resultando casi imposible distinguirlo de cualquier otra obra que también pertenezca a la misma casa. ¿La consecuencia? Pues que diferentes obras que sus autores concibieron como algo único terminarán en la misma estantería de una librería luciendo tan despersonalizadas como niños uniformados jugando en el patio de un colegio. Y, como muestra de lo que creo que puede hacer una buena portada por un libro, ahí va otra experiencia personal, en este caso, relativa a “El país de octubre” de Ray Bradbury. Recuerdo que la primera vez que vi su portada, así como también al leer las mágicas doce o trece líneas que el autor escribió para el reverso de la misma, me convencí a mí mismo de que entre aquellas páginas yacía una novela única e inolvidable; tanto que me la imaginé incontables veces en mi mente mucho antes de llegar a leerla. ¿Y resultó ser una novela tan inolvidable como esperaba? Pues no, no lo fue. Claro que, a día de hoy, no lamento lo más mínimo el hecho de haberme “perdido” una novela que nunca existió en favor de un puñado de relatos tan inolvidables como “La guadaña”, “El esqueleto” o “El pequeño asesino”, que es de lo que se compone el citado libro. Por si no ha quedado lo suficientemente claro, yo sí soy de los que le otorgan importancia a una buena portada. Y, aunque sea cierto que una portada, por sí misma, nunca hará buenos a un libro o a un disco, también lo es que sí puede bastarse para disparar nuestra imaginación y, con ello, las ganas de sumergirnos inmediatamente en el texto, al menos en mi caso. Y, como me sucedió con “El país de octubre”, incluso puede hacernos imaginar una novela que jamás existió. Quien sabe; tal vez me anime y la escriba en un futuro.

6º) ¿Has seguido un proceso de investigación para elaborar tu novela?
Lo intenté. Durante un mes y medio hice lo que pude por tratar de documentarme un poco sobre la década de los sesenta en E.E.U.U., el movimiento “hippie”, los conflictos raciales, Vietnam… Y lo único que conseguí con ello fue perder 45 días. Qué le voy a hacer: siempre fui un vago. Por fortuna, una época tan convulsa como aquella tuvo su reflejo en el cine de la década posterior, que fue a lo que le dediqué más atención. Aunque, a decir verdad, en lugar de revisar atentamente el cine más comprometido y social de aquella época (Schrader, Lumet, Schlesinger…), hice lo que no debía y me dediqué a disfrutar del que a mí más me gustaba (“Harry el sucio”, “Tiburón”, “Papillon”, “French Connection”…). Y sí, es posible que mi novela esté llena de gazapos históricos como, por ejemplo, la famosa fotografía de Jane Fonda simulando que dispara a la aviación norteamericana, a la que hago alusión en el libro. La verdad, ignoro si es anterior o posterior a la época en la que ambiento mi historia. Pero no importa. ¡Si hasta tuve la jeta de apropiarme de una espléndida cita del Teddy Roosevett de “El viento y el león”, rodada 6 años después de la época en la que ambiento mi novela! ¿Y qué pretendo decir con eso? Pues que mi obra tiene casi tanta veracidad y rigor histórico como cualquier entrega de “Rambo” o “Desaparecido en combate”. Mi única pretensión fue la de conseguir que al lector le resultara igual de entretenida que aquéllas.
7º) ¿Le das más importancia a la trama y la acción que al estilo?
Por supuesto, e incluso le concedo bastante menos importancia a la trama que a la fluidez de la narración misma. Yo crecí en los ochenta y, en consecuencia, me marcaron muy profundamente las películas de cineastas como John McTiernan, Spielberg, los hermanos Scott, Verhoeven, Richard Donner o Walter Hill, entre muchos otros. Tipos tan despreciados por la crítica especializada como capaces de mantenerte en vilo y clavado a una butaca con un guión que podría haber sido escrito por un niño de doce años. En mi opinión, ahí es donde radica el auténtico dominio narrativo. O, lo que es lo mismo, el talento. Me gustaría aprovechar la ocasión para reivindicar a un genio del arte de narrar, hoy injustamente condenado al ostracismo, como es John Mctiernan. Si de alguien aprendí algo sobre cómo narrar, fue de él y de películas como “Depredador” o “Jungla de cristal”, viéndolas (y disfrutándolas) una y otra vez hasta la saciedad; tratando de diseccionar cada set piece corte por corte; de imaginar el número de cámaras que utilizaba en cada escena; admirando cada encuadre y cada elegante movimiento de cámara… Lo dicho: un genio. Creo que algún día se le hará justicia y en las escuelas de cine se estudiará en profundidad el último tercio de “Depredador” (aunque seguro que eso no sucederá en España), en el que, sin palabras (y, ¡ojo!, sin disparos, al menos por parte de Schwarzenegger), McTiernan consigue mantener al espectador con el corazón en un puño de un modo que nunca antes se había visto. ¿Y cómo lo consigue? Pues contando una historia, pero no con palabras, sino empleando con singular maestría la mejor herramienta de que dispone: la cámara. Si eso no es un autor con mayúsculas, ignoro quién podrá serlo. ¿Y por qué demonios no gusta McTiernan a los críticos? ¿Por qué no tiene un prestigio equiparable al de, por ejemplo, el insulso Steven Soderbergh? No lo sé. Supongo que porque hace un tipo de cine muy exigente con su creador pero que resulta perfectamente apto y disfrutable hasta para el público más tarugo, siendo esto último lo que probablemente cause un mayor disgusto al presunto intelectual de turno, tan predispuesto a olvidar que élite y minoría no son la misma cosa. Pero, ¿significa eso que yo desprecie el estilo? No. Y, volviendo a la literatura, puede que el problema no sea el estilo en sí mismo, sino el hecho de utilizar ese estilo como excusa para no tener que molestarse en idear una trama, así como tampoco en narrarla adecuadamente. Dennis Lehane comentó una vez que, en sus comienzos, cuando acudía a talleres de escritura, sus compañeros lo ninguneaban porque pretendía escribir novela de género. Ya ven. En contra de lo que opinan muchos, yo soy de los que creen que los géneros no encorsetan a los grandes autores, sino que son los grandes autores los que engrandecen los géneros o, por el contrario, evidencian su propia pequeñez siendo incapaces de adaptarse a ellos. Puede que el problema de los compañeros de Lehane, y de muchos otros que se lanzan a escribir, sea ese mismo: el deseo de pretender ser grandes autores sin ni siquiera ser capaces de demostrar que pueden ser buenos artesanos de género. Y uno nunca podrá calzarse los zapatos de Edgar Allan Poe si antes no es capaz de caminar con los de Clive Barker o Stephen King.

8º) En una obra tan extensa como El silencio de un sol ciego. ¿Qué características crees que deben tener los personajes para atrapar al lector?
Pues no lo sé. Lo único que tenía claro al principio era que el protagonista, como buen hard boiled, debía tener cierto gancho y, por esa razón, intenté dotarle de rasgos de personajes tan míticos como Sam Spade, Lew Archer o el Joe Hallenbeck de “El último boy scout” (sí, otra vez el actioner ochentero). También creí necesario matizar el personaje de Elizabeth. Una influencia importante en este último caso fue la Rebeca de Daphne de Maurier, si bien es cierto que me inspiré mucho más en lo fantasmagórico de su, por decirlo de algún modo, “presente ausencia” en el film de Hitchcock, muy superior, por otra parte, a la novela en que se inspira. Aunque, finalmente, la verdadera esencia de este personaje la encontré escuchando el melancólico “River man” de Nick Drake. Y, a modo de pequeño homenaje, de ahí viene su nombre: de la Betty de la canción. A todos los demás los desarrollé en mayor o menor medida porque, al principio, me encontré con que me costó más de lo previsto arrancar la trama; de ahí que me dedicara a indagar en su pasado, al estilo de un Tennessee Williams. Pero, en un principio, no lo tenía previsto. Y tampoco creo que sea siempre necesario. Al fin y al cabo, “Fahrenheit 451” es una novela genial, con independencia de lo plano que pueda resultar el personaje de Montag. Por no hablar de la gran mayoría de insípidos personajes que habitan en las obras de H. G. Wells: desde “La máquina del tiempo” a “Los primeros hombres en la luna”, pasando por “El amor y Mr. Lewisham”. Y no por ello dejan de ser libros excelentes.

9º) ¿Qué escritores del género te han influenciado más?
Pues todos los citados anteriormente, a los que añadiría a James Hadley Chase, Chester Himes, Robert B. Parker o James M. Cain. Lo dicho: los clásicos del género. Más recientemente, y dejando a un lado al titán Ellroy, me quedo con Dennis Lehane o con Philip Kerr, en cuyo caso concreto, admiro la originalidad de su saga de Bernie Gunther (que, para quien no lo sepa, su comienzo tiene lugar en Berlín, en pleno auge del Tercer Reich) y lo indemne que logró salir del riesgo que suponía el hecho de hacer un retrato creíble y alejado de la parodia de ciertos personajes históricos de infausto recuerdo, como el que hizo de Goering en “Violetas de marzo”. Nada que ver con la risible caricatura que del mismo personaje realizó Philip Jose Farmer en la, por otra parte, muy notable “A vuestros cuerpos dispersos”.

10º) ¿Qué proyectos literarios tienes?
Tengo algunas ideas pero, en este momento, no tengo tiempo para ponerme manos a la obra con ellas. Y, tal y como cantaba Peter Hammill en “After the flood”, si “cada paso parece ser la inevitable consecuencia del que lo precede”, yo todavía acabo de adelantar ligeramente un pie con respecto al otro; así que ya veremos adonde me lleva ese paso. De momento, estoy en medio de ninguna parte, mi futuro no es más que una quimera y mi pasado, como el de cualquier otro, un recuerdo que, como un azucarillo, se disuelve en un mar de olvido.

José Ángel Rodríguez: “Mi poesía sin duda viene de mi interior, pero siempre impregnada por todo lo que me pasa y lo que me rodea” Victoria Torres Villasevil: “…Huyo de la grandiosidad y busco la sencillez de la palabra y la belleza que ésta encierra, pues creo que lo fundamental en la poesía es trasmitir sin ambigüedad aquello que sientes en cada momento.”

Related Posts

Entrevistas

Entrevista a Luna Bruno autora del poemario bilingüe “Entre el cielo, la tierra y el vuelo / Tra il cielo, la terra e il volo”

Autora del poemario bilingüe “Entre el cielo, la tierra y el vuelo / Tra il cielo, la terra e il volo”

Con motivo de la reciente publicación de su nuevo poemario bilingüe, *Entre el cielo, la tierra y el vuelo*, tenemos el placer de conversar con Luana Bruno, una de las voces más personales y comprometidas de la poesía contemporánea. En esta entrevista, Bruno nos comparte cómo nació esta obra, qué temáticas aborda y qué reflexiones la han guiado en su proceso creativo. A través de sus palabras, descubrimos una poesía que es puente, refugio y acto de resistencia.

  1. ¿Qué la inspiró a escribir “

    Entre el cielo, la tierra y el vuelo“?

La necesidad de ofrecer un espacio de encuentro, reflexión y transformación interior en un mundo herido. Esta obra nace del deseo de compartir belleza, verdad y humanidad a través de la poesía.

  1. El título de su libro es muy evocador. ¿Qué simboliza para usted?

Simboliza la conexión entre lo espiritual, lo terrenal y el impulso de transformación. El cielo representa los sueños y lo invisible; la tierra, nuestras raíces y heridas; y el vuelo, la capacidad de elevarnos a pesar de las dificultades.

  1. ¿Cómo describiría la evolución de su poesía respecto a su obra anterior “¡Que sea luz!”?

Este libro es más íntimo y reflexivo. Mientras que ¡Que sea luz! fue una declaración de intenciones, Entre el cielo, la tierra y el vuelo se adentra más en los rincones del alma, sin perder el compromiso con la justicia y la belleza.

  1. ¿Qué temas recorre este poemario?

Está estructurado en tres bloques: el primero trata sobre la naturaleza como refugio espiritual; el segundo aborda la desigualdad y la exclusión, especialmente en contextos migratorios; y el tercero, ‘Voces de lo profundo’, profundiza en emociones humanas, fragilidades y búsquedas existenciales.

  1. Su poesía tiene un fuerte componente social. ¿Cómo se refleja esto en sus versos?

A través de testimonios poéticos que denuncian el racismo, la exclusión, el dolor migrante o el juicio a las maternidades diversas. Son versos que pretenden visibilizar lo invisible y dignificar las voces silenciadas.

  1. ¿Qué papel juega la naturaleza en esta obra?

La naturaleza aparece como maestra silenciosa, como compañera de viaje. En ella encuentro enseñanzas, consuelo y metáforas poderosas para hablar del alma humana.

  1. ¿Por qué ha decidido escribir esta obra en español e italiano?

Porque habito ambas lenguas y ambas culturas. Mis versos nacen en los dos idiomas, y esta dualidad enriquece mi expresión poética y refleja mi identidad.

  1. ¿Cuál es el poema más significativo del libro para usted?

Es difícil elegir uno, pero quizás Violeta de invierno, porque reúne mis reflexiones y pensamientos sobre maternidad, prejuicios sociales y amor incondicional.

  1. ¿Cómo espera que este libro impacte a sus lectores?

Espero que sirva de refugio, de espejo y de impulso. Que quien lo lea se sienta acompañado y vea reflejadas sus propias emociones, dudas y esperanzas.

  1. ¿Está trabajando en algún nuevo proyecto?

Sí, estoy escribiendo una novela en la que el humor, la ternura y la poesía conviven. También sigo escribiendo poesía y reflexiones para compartir en redes y encuentros literarios. Ya estoy preparando una próxima antología poética. Espero que llegue a las almas más sensibles.

The post Entrevista a Luna Bruno autora del poemario bilingüe “Entre el cielo, la tierra y el vuelo / Tra il cielo, la terra e il volo” appeared first on Poesí­a eres tú (revista).

Entrevistas

Entrevista a Juan Manuel Leiva escritor de “Cambio de plano”

Juan Manuel Leiva Sepúlveda, poeta barcelonés nacido en 1978, presenta su obra más reciente “Cambio de plano”, publicada en 2025 por Editorial Poesía eres tú. Este poemario representa la culminación de su evolución poética tras sus anteriores obras “La estructura del duende” (InVerso) y “El sentido de las puertas” (Parnass).

En esta entrevista, Leiva profundiza en los temas centrales de su obra: el desapego de lo superfluo, la reconexión con lo esencial y la transformación interior. El autor, formado en Bellas Artes y Filosofía y Letras, revela cómo su experiencia vital, especialmente la paternidad y su mudanza al campo, ha influido en su escritura, caracterizada por un lenguaje accesible pero profundo que busca tender puentes entre la tradición poética española y las inquietudes contemporáneas.

 

 

1.”Cambio de plano” invita al lector a despojarse de lo innecesario y reencontrarse con lo esencial. ¿Qué experiencias personales te llevaron a concebir este viaje poético de transformación?

 

El ser humano tiene unas necesidades básicas que lo llevan a un bienestar existencial que nada tiene que ver con el consumo. La sociedad actual nos lleva a hacer una carrera exponencial en la juventud, nos lleva a conceptos de crecimiento y éxito que al final nada tienen que ver con las necesidades básicas del ser humano.

La paternidad me dejó ver esa situación de un modo muy claro, ese ser, que era mi hijo, necesitaba una serie de cosas que no se encuentran en las prioridades de una carrera de éxito a la que nos aboca el sistema sin que prácticamente nos planteemos si ni siquiera nos conviene.

Ser padre me llevó a redirigir mi trayectoria vital quedándome en la posición de acompañante en esa infancia donde lo emocional tiene muchísimo más peso que lo material. En ese viaje que es la crianza cada gesto es recíproco, cada sentimiento compartido, cada contacto en lo sutil genera un crecimiento conjunto.

Es por ese motivo por el que llegar a lo esencial se convierte en el camino. Un camino de reencuentro con uno y con el otro en la sensibilidad que nos ha sido dada.

 

  1. En tu obra, la mudanza física se convierte en metáfora de una transformación interior. ¿Cómo dialoga este proceso con los desafíos de la vida contemporánea?

 

A veces la vida contemporánea nos lleva a dar por sentado que hay ciertos cánones que se deben cumplir sin que nos paremos a plantearnos hasta qué punto se está tratando de inercias involuntarias y procesos impuestos.

La mudanza al campo fue algo que existió en mi experiencia vital, alejarme del ruido y de la multitud y buscar un lugar de acogida en el silencio y la naturaleza se convierte en metáfora en el mismo momento en que la necesidad vital del poeta parte de esa búsqueda de verdad en un ecosistema en el que todavía es posible.

Es cierto que la sencillez de la vida en el campo puede ser limitante, pero eso sucede en el momento en que esa experiencia metafórica se diluye en el barro. Mudar sin huir ha sido siempre mi mejor opción. Es cierto también que el mundo contemporáneo ha generado sus núcleos en las urbes y ciudades, pero esa mudanza al campo es una negación a seguir lo establecido, a buscar un camino propio en el crecimiento tanto vital como literario. Desde esa búsqueda es desde donde se accede a un lugar en calma donde fundirse con la naturaleza y el silencio, es desde donde aparece de nuevo la urbe para ser disfrutada, no como una atracción de feria, sino como ese espacio neurálgico de la sociedad donde todavía se están escribiendo, los últimos capítulos quizás, del mundo contemporáneo.

 

  1. El libro utiliza un lenguaje claro y accesible, pero no por ello menos profundo. ¿Crees que la poesía debe ser comprensible para todos, o hay espacio para el hermetismo en la lírica actual?

 

Siempre he apostado por un lenguaje sencillo, que no simple, para explicar cosas que nos atañen a todos como especie humana.

En mi escritura existen varios planos de comprensión. Por un lado, el lenguaje más sencillo hace que haya un primer plano de comprensión en el que el lector no queda abandonado a un hermetismo, producto de una falta de ambición comunicativa, para mi comprensión de la poesía contemporánea, que pueda generar un cierto rechazo al no ser comprendido.

Para hablar de cosas profundas no es necesario utilizar un lenguaje hermético, explicar experiencias profundas se convierte en un deber del poeta si lo que queremos es que la sociedad como lectora participe en el viaje compartido de la poesía.

Un lenguaje sencillo quiere decir que estás dispuesto a compartir desde un estado de comprensión profunda experiencias que puedan ser explicadas incluso a un niño.

Por eso en mi escritura existen varios tipos de comprensión; por un lado, la comprensión superficial donde el lector se siente acompañado por palabras comprensibles, que incluso sin entender profundamente qué significan, le acompañan en el viaje lírico. Por otro lado, existe una comprensión más profunda dónde el lector reconoce las metáforas, es ahí donde el viaje compartido de la poesía se alza. En esa soledad lectora se refleja una experiencia lírica que conecta con la emotividad. Y un poco más allá está la comprensión rítmica, que absorbiendo las dos anteriores entra dentro de la lógica de la métrica y el ritmo del poema.

 

  1. ¿Cuál consideras que es el papel de la poesía en una sociedad que nos empuja a ser más consumidores que seres sensibles?

 

La poesía es un susurro que el poeta genera dialogando con un futuro lector. Ese susurro al oído está cargado de sensibilidad, de secretos gritados en silencio, de reflejos que nos animan a caminar en la búsqueda que toda persona algún día decide emprender.

Somos seres sensibles que necesitamos tanto que nos susurren al oído como necesitamos una caricia. Somos seres sensibles que buscamos sentido a la existencia. Ahí es donde nace y se recrea la poesía, en ese transmisor de emociones donde el lector puede verse reflejado, donde por un instante de tu vida el silencio habla para decirte que esa emoción que surge al leer un poema ya estaba en tu interior deseando ser descrita por alguien, deseando ser manifestada en su silencio, sumándose a la compañía que el poeta ejerce desde su lírica, dialogando con lo más profundo de nuestras emociones, quizás para aliviar por un instante el dolor de estar vivo.

La poesía es un transmisor de sensibilidades y actúa como un espejo, reflejando aquello que hasta el momento de ser leído ese poema no existía, era un secreto escondido no se sabe muy bien a dónde.

Si buscamos a fuera esa sensibilidad, ese anhelo, esa curiosidad innata del ser humano por las profundidades de uno mismo, encontraremos un mundo en el que consumir objetos o experiencias que nos hagan pasar el rato, pero nunca nos ayudarán a crecer como lo puede hacer la poesía.

Leer poesía es subversivo, es posicionarse del otro lado del consumismo el cual nos quiere como objetos uniformes que busquen a fuera lo que siempre se encontró a dentro de uno mismo.

 

  1. Has mencionado la influencia del humanismo radical en tu escritura. ¿Cómo se traduce este enfoque en tu manera de entender la literatura y la vida?

 

Se podría decir que no hay filosofía sin praxis. Mis poemas en “Cambio de plano” están sujetos a un pensamiento que puede tener lazos profundos con el humanismo radical por el mero hecho de que esos pensamientos filosóficos no son algo para ser entendido si no más bien son pensamientos para ser vividos.

En ese lugar del pensamiento poético, la vida y la filosofía, se entrelazan para que la vida se convierta en poema. Ser radicalmente humano significa apostar por un cambio verdadero en el pensamiento actual, apuesta por que esa praxis filosófica se convierta en el modo de vida del poeta y por consiguiente un modo de vida radical y subversivo para el lector, quien encontrará en los poemas no sólo una reflexión filosófica sino unas coordenadas para aplicar a una vida cargada de inercias por un sistema que nos oprime.

Ser radicalmente humano es apostar por que la especie pueda derivar en “homo poeticus”. La radicalidad de la apuesta lírica en este caso está en detonar unas emociones y pensamientos que puedan resultar transformadores para nuestras vidas.

 

  1. ¿Qué técnicas literarias y recursos expresivos consideras fundamentales para transmitir emociones auténticas en tus poemas?

 

Para que las emociones que surgen al escribir un poema lleguen con cierta fidelidad al lector creo que es esencial que el poema, como mínimo los primeros apuntes, sean fruto de una epifanía auténtica. Partiendo desde esa sinceridad donde una situación, una observación o un pensamiento levantan una metáfora clara, trabajo muy bien y con una delicadeza enorme la imagen que está proponiendo el poema.

Una vez establecida la base del poema con sus metáforas e imágenes nítidas soy partidario de utilizar un verso libre contemporáneo muy medido. Esa obsesión por la métrica me provoca que le dé vueltas al verso hasta que establecido en su métrica sea seductor y claro en su enunciación. No es fácil hacer un endecasílabo como si no hubiera pasado nada. Por último, creo que es muy importante que la voz poética sea cercana, casi como un susurro hablado al oído del lector. Esa voz genera una cercanía con el lector que hace que las emociones sean transmitidas de una manera mucho más clara y directa.

 

  1. La poesía de la experiencia y la mística contemporánea se entrelazan en tu libro. ¿Cómo dialoga tu obra con la tradición poética española y qué aporta de nuevo?

 

Es cierto que cuando hablamos de arte contemporáneo, sea cual sea la disciplina, parece ser que hay una tendencia que nos lleva al rupturismo y la deconstrucción posmoderna de un arte que se mira a sí mismo. En este ámbito de lo académicamente contemporáneo hay líneas rojas que se imponen en el desarrollo de la poética de sea cual sea la disciplina. Por ejemplo, la divagación sobre la belleza es algo infravalorado en un arte que se busca en sí. La naturaleza, la espiritualidad inmanente, la belleza son “red flags” a los que el arte actual no está muy dispuesto a cuestionarse, les suena a manierismo y puede que tengan razón en su desarrollo actual.

La ruptura es sólo una opción del desarrollo artístico contemporáneo, por mi parte busco la universalidad que trasciende todo concepto de tiempo y que se halla en los clásicos, busco la manera de darles una lectura actual, acercando al lector ideas muy válidas de la tradición poética universal y pasándolas por el tamiz del pensamiento contemporáneo.

 

  1. ¿Qué te gustaría que experimentara un lector que se acerca por primera vez a la poesía a través de “Cambio de plano”?

 

He hablado con mucha gente, me gusta conocer opiniones variadas y puntos de vista particulares, que incluso letrada en la prosa y la narrativa me han confirmado que huyen de la poesía porque sus experiencias poéticas han sido de abandono y frustración, es decir, que incluso estando cultivadas en las letras no han sabido comprender qué es lo que aquellos poemas le proponían. Antes hemos hablado del hermetismo en la poesía actual, y creo que ese ha sido uno de los problemas por los que los poetas tendríamos que hacer una reflexión si lo que queremos es comunicar.

En el caso de “Cambio de plano” le diría al lector que se acerca por primera vez a la poesía, que no va a ser abandonado en el hermetismo literario. Este libro, y los anteriores, han nacido para comunicar qué es la experiencia poética, con lo cual han sido elaborados para que el lector, novel o avanzado, pueda alcanzar la experiencia que una epifanía supone. Que la realidad, por un instante, se convierta en poesía.

 

  1. Como creador multidisciplinar, ¿de qué manera influyen otras artes en tu manera de concebir y escribir poesía?

 

Más bien son las otras artes las que se han nutrido a lo largo del tiempo de la poesía. En todas las ramas artísticas que desarrollo hay un afán por conseguir un discurso poético que haga que todo el conjunto de las obras tenga un sentido estético parejo.

Sea arte sonoro, plástico, audiovisual, la poesía es aquello que los atraviesa dándoles un sentido más amplio.

Y, ante todo, la poesía me ha supuesto una manera diferente de entender el mundo y todo aquello que lo compone.

 

  1. ¿Cómo imaginas el futuro de la poesía y qué responsabilidad sientes, como poeta, en acercar este género al público general?

 

Entiendo que estamos en un momento histórico donde la poesía ha quedado en un segundo término eclipsada por las pantallas de los celulares y ordenadores. Es cierto aquello de que no son tiempos para la lírica. Pero de ahí parte mi responsabilidad como poeta, la resistencia subversiva de seguir escribiendo poesía aun estando en un momento en el que escribir poemas supone estar expuesto a la deriva recurrente.

La poesía es una necesidad vital del ser humano. Cuando pasen unos años y las pantallas ya no nos den aquello que estamos demandando a la vida, es cuando aparecerá en su pleno apogeo la lírica en su dimensión contemporánea y necesariamente actual. Porque las interioridades de cada uno de nosotros no saben dialogar con la nube de internet, pero sí saben hacerlo con un buen poema.

Es por eso que, aunque ahora le sea difícil a la poesía encontrar su lugar, éste le será dado cuando los tiempos, cada vez más propensos a la interiorización y al diálogo interior de crecimiento, den con aquello que siempre ha existido; la lírica del corazón que habla a través de los poetas y que nos acompañan en nuestro diálogo más interno y profundo.

Cuando el mundo calle de tanta palabrería vana, encontrará a la poesía. Ésta siempre estuvo ahí.

 

The post Entrevista a Juan Manuel Leiva escritor de “Cambio de plano” appeared first on Poesí­a eres tú (revista).

Entrevistas

Fernando Riquelme: “Me interesaba contar algo, no meras descripciones de las cosas de mi alrededor”

 

Fernando Riquelme: “Me interesaba contar algo, no meras descripciones de las cosas de mi alrededor”

Fernando Riquelme, autor del poemario “Si aún sigues aquí, es que estás viva” (Ediciones Rilke, 2025), nos abre las puertas a su proceso creativo y su visión sobre la poesía contemporánea. Esta obra, que aborda la experiencia de una mujer maltratada y su proceso de liberación, ha sido reconocida por su fuerza emotiva y su capacidad para transmitir un mensaje de supervivencia y esperanza.

En esta conversación, el poeta barcelonés reflexiona sobre su elección del género poético como vehículo para expresar emociones profundas, la responsabilidad de dar voz a experiencias traumáticas y el poder transformador de la poesía en la sociedad actual. Con un lenguaje directo y cercano, Riquelme nos invita a descubrir cómo la poesía puede ser “un arma cargada de futuro” y una herramienta para la sanación individual y colectiva.

 

  1. Fernando, tu libro aborda una experiencia límite y dolorosa. ¿Qué te impulsó a transformar esta vivencia en poesía y no en otro género literario?

Quería expresar emociones, sentimientos —duda, miedo, inseguridad, angustia, determinación, superación…—, la historia en sí se sobreentiende, no se hace hincapié en ella, sino en lo que siente o en lo que está sintiendo la protagonista para superar su sufrimiento, su dolor. Me interesó hablar más de tú a tú, de corazón a corazón, por eso escogí la poesía.

 

  1. ¿Cuál crees que es el papel de la poesía en la sociedad contemporánea? ¿Puede la poesía ser un refugio, una denuncia, una herramienta de cambio?

 

Yo creo, como Gabriel Celaya, que la poesía es un arma cargada de futuro y más ahora, en estos tiempos tan oscuros, en los que hace falta más que nunca la verdad. La poesía para subsistir tiene que dejar de ser neutral, una mera decoración, un artilugio, para transformarse en un martillo pilón, en una herramienta que levante nuestros corazones y nos dé ánimo, fuerza, energía para afrontar los retos que debemos superar cada día. Debe ser un aliado, una compañera, una cómplice a nuestro lado.

 

  1. El poemario tiene una voz muy directa y cercana. ¿Cómo trabajaste el tono y la estructura para que el lector sintiera esa intimidad y urgencia?

 

Para mí era importante no utilizar un lenguaje, digamos más intelectual, sino un lenguaje próximo, cercano, en el que tuviera importancia lo que se transmite. Intenté no abusar de los adjetivos, no centrarme demasiado en el paisaje, en la apariencia, sino ir a lo esencial, a los sentimientos, a las emociones; sobre todo para transmitirlas, no para describirlas solamente. El esfuerzo mayor fue intentar no describir, sino transmitir, ponerme en el lugar del que recibe y no en el que cuenta la historia.

 

  1. En la actualidad, muchos lectores perciben la poesía como un género difícil o inaccesible. ¿Qué has intentado aportar para acercar la poesía a quienes no la leen habitualmente?

 

Me interesaba contar algo, no meras descripciones de las cosas de mi alrededor. El poemario tiene una estructura profunda, un contenido, explica algo, aunque sea a través de la mente, no del cuerpo, tiene una motivación (que no es, en sí, explicar la historia de un maltrato, por ejemplo, sino comunicar la evolución de una persona que lo ha sufrido). Es importante contar algo para que pueda interesar. Lo malo no es que la poesía sea un género difícil, lo malo es que no se cuente nada a través de ella.

 

  1. La obra está impregnada de simbolismos (la caja de Pandora, el Ave Fénix, las cadenas…). ¿Cómo surgieron estas imágenes y qué significado personal tienen para ti?

 

En realidad, lo que dirige mi obra es la relación, a veces inestable o en desequilibrio, del individuo —persona— con el colectivo, es decir, con la sociedad. En el caso concreto de este poemario, de manera subliminal enfrento a la protagonista, no sólo con su cónyuge maltratador, sino que hago que ese marido machista, sublime los valores patriarcales que rigen nuestra sociedad, con lo que no sólo le ha engañado él, poniéndose una máscara, sino que representa al inconsciente colectivo que nos engaña a todos con unos valores hipócritas, competitivos, piramidales, misóginos o de explotación de las personas, que nos condicionan a todos nosotros al desenvolvernos en la sociedad. El enemigo de ella, son los arquetipos que representan a los enemigos de todas. De ahí que utilice a veces el simbolismo o las imágenes que representen al colectivo o las ideas ancestrales utilizadas en literatura o en el arte que relacionan a ese individuo solo, en una sociedad que lo absorbe y lo aprisiona contra la que debe de luchar, como son la Caja de Pandora, el Ave Fénix, las cadenas, el grito de Munch, el cubo de Rubik o de una forma más cotidiana, las chisteras de los hombres con poder, el tambor, las trompetas, el circo el carnaval, el deber, el tren, la luna frente al mar, el baile, o la mujer y la diosa.

 

  1. ¿Qué autores o autoras han influido en tu manera de entender y escribir poesía? ¿Sientes que dialogas con alguna tradición o generación concreta?

 

Me atrae mucho la poesía que cuestiona las costumbres colectivas de los individuos cuando están en sociedad, sobre todo las que cogen imágenes o ritos cotidianos y los elevan para expresar la idiotez humana. En ese sentido el americano Charles Bukowski es un maestro, duro, certero e inflexible. En poesía de guerra me atrae mucho Bertolt Brecht o el mismo Celaya, porque me hacen pensar en el entorno que nos rodea. Bob Dylan tiene un talento especial para combinar lo que describe con imágenes simbólicas o alegóricas que cortan la descripción, pero que, en el fondo, la ensalzan. De los poetas españoles los que más me han influido son Antonio Machado, García Lorca o Gil de Biedma y por el uso de las imágenes en poesía me gustan Joan Brossa o Salvat Papasseit. Tengo una debilidad especial de siempre por el italiano Cessare Pavesse y su Lavorare Stanca. Sobre todo, me apasionan los poetas que evocan la realidad y la tiñen de emociones sobre esa misma realidad.

 

  1. ¿Cómo fue el proceso emocional de escribir este libro? ¿Te ha cambiado como escritor y como persona?

 

Como poeta, este proyecto me ha concretado lo que he mencionado en apartados anteriores, que la poesía debe decir algo, contar algo, hacer sentir algo (más que vivir, hay que sentir que se vive) —al menos, la poesía que me atrapa, la que intento escribir es así—. No creo que la poesía deba limitarse a describir imágenes o lugares, muy bien dicho, pero sin verdad. La imagen de un móvil con un selfie, explicando al público que te estás maquillando con tal o cual marca, ante un terremoto mortal que ha roto la tierra, no creo que sirva como poema. Desde luego, da tu versión personal de algo, pero es precisamente la versión que no interesa.

 

En el tema personal, el hecho de preparar un proyecto poético compacto, con principio y fin, no de poemas sueltos que se van encadenando unos a otros, me ha servido para concebir los proyectos como algo vivo, entero, que crece y se acaba, pero que tienes que cuidar en su conjunto. No se puede uno conformar con genialidades sueltas, debe darse sentido al conjunto al completo.

 

  1. El poemario aborda la violencia de género desde una perspectiva testimonial y lírica. ¿Qué responsabilidad sientes al dar voz a estas experiencias?

 

Vivimos en un mundo injusto y desigual, que, en realidad, queda fuera de nuestro alcance y no podemos cambiar, salvo enfadarnos con él o pasar. En este tipo de mundo, nuestra posición cuenta. De hecho, es lo único que cuenta. No podemos hacer nada más que posicionarnos ante las injusticias, ante los abusos, ante la desigualdad, esa es nuestra única actuación posible en este mundo (incluso si no nos posicionamos, de hecho, esa ya es una posición) No podemos cambiar el mundo, pero nuestra implicación en él si que ha de ser clara, es lo único que podemos hacer. Hagámoslo. Y, si no lo hacemos, también, de hecho, lo estamos haciendo.

 

  1. ¿Crees que la literatura, y en particular la poesía, puede contribuir a la sanación individual y colectiva frente al trauma?

 

Los traumas son territorios de la mente, de las emociones. Nuestra relación con las emociones que sentimos, de hecho, es lo que marca nuestro “yo”. Hay que estar toda la vida aprendiendo, conociendo, moldeando nuestra mente, nuestro espíritu. Escoger y trabajar las motivaciones es lo que nos facilita el camino de nuestra sanación, de nuestro presente y futuro. La lectura y la poesía son un puntal básico para reflexionar, para el conocimiento, para la autoconciencia, para ayudar a nuestra mente a escoger el camino correcto.

 

  1. Has publicado novela, teatro y ahora este poemario. ¿Qué diferencias encuentras en el proceso creativo de cada género y qué te aporta la poesía que no encuentras en otros formatos?

 

Para mí la novela es contar una historia. El teatro es plantear un conflicto. La poesía es transmitir emociones. La poesía es una explosión. La novela es un río que avanza. El teatro es una cascada que ruge sobre un lago tranquilo. Diría que en la poesía me encuentro directamente con mi “yo”, cara a cara. Lo difícil es que ese “yo mío”, llegue a ser el “yo del otro”, ahí está la dificultad, el riesgo, el éxito de la poesía: que mis emociones las sepa transmitir hasta el punto de que se conviertan en las emociones del otro. La novela te interesa. El teatro te posiciona. La poesía te conmueve.

 

  1. ¿Cómo imaginas la experiencia del lector ante este libro? ¿Qué te gustaría que sintiera o pensara al cerrar la última página?

 

Me gustaría que el lector conectara con el poemario hasta el punto de transmitirle la fuerza de la seguridad en sí mismo. Desearía que le diera un chute de autoestima, de capacidad de reconstrucción, de ímpetu para hacer cosas, para desarrollarse, para avanzar. No me gustaría que sólo le gustara o no le interesara, sino que le diera un empujón para reafirmarse en sí, para construir proyectos, para llevarlos adelante, para disfrutar, para reconocer su pasión en todo lo que hace. Que sea un libro positivo, de acción, no sólo contemplativo. Tal vez la frase sería: “no te rindas”, pero ahora, al escribirla, “no te rindas”, me parece poco, porque parece un acto conformista, casi de lo anterior a la rendición y no, es un “adelante, avanza”. Que lloren ellos.

 

  1. ¿Qué retos y oportunidades ves actualmente para la poesía en España? ¿Qué te gustaría decirles a los jóvenes poetas y a quienes se acercan por primera vez al género?

 

En principio, les diría como dijo Auden, creo, que al principio no hagan poemas de amor a alguien, que los guarden para luego. Es importante que al poeta le interese el mundo o, al menos, el mundo que le toca directamente a él, el que siente como suyo. En ese mundo hay preocupaciones, miedos, alegrías, pasión, odio y amor, pero el amor visto desde dentro, desde el motor que genera ese amor, no por la persona en sí al que se dirige (que, en realidad, no es él), sino el motor que le hace amar (que ese sí que forma parte de él). El poeta debe descubrir el motor que le mueve en todo, el que le empuja al dolor, al sufrimiento, al placer, a la pasión. Debe ser consciente de que vive. Lo dicho antes: no es vivir lo que necesita el poeta, el poeta necesita sentir que vive.

 

Y, desde luego, es importante que su poesía cuente algo.

 

  1. Finalmente, ¿qué significa para ti, en lo personal y en lo literario, la frase que da título al libro: “Si aún sigues aquí, es que estás viva”?

 

Es una frase de optimismo, de avanzar, de darte cuenta de que estás viva.

 

Si sigues aquí (si no te han matado), significa que estás viva, que puedes vivir, que debes vivir por ti misma, para ti, por ti, no necesitas más razones.

The post Fernando Riquelme: “Me interesaba contar algo, no meras descripciones de las cosas de mi alrededor” appeared first on Poesí­a eres tú (revista).

Nuestros escritores

  • Alain Yebra
  • Alba García Torres
  • Alberto Cuenca Serrano
  • Alberto Gomez Vaquero
  • Alberto Morate
  • Alejandro Ojeda Pérez
  • Ana María Olivares
  • Andrés P. Broncano
  • Angel García García
  • Angelina Jiménez Fernández
  • Anna Åström
  • Antolín Iglesias Páramo
  • Antonio Díaz Tortajada
  • Antonio Fernández Montoya
  • Antonio GIL DE ZUÑIGA
  • Antonio Mariñez Dominguez
  • Antonio Montoya Cardoso
  • Antonio Morenés Bertrán
  • Armando Nar Alsina
  • Blanca Sarasa Plaza
  • Blanca Uriarte
  • Carmen Gómez-Fayrén
  • Carmen Hernández Montalbán
  • Carmen Larrinaga
  • Ciara Giannetti
  • Club de Poesía
  • Coral Lao
  • Cristina Giménez López
  • Daniel Teran Fierro
  • Daniel Viñambres Martínez
  • David García Abejas
  • David Gómez Cristóbal
  • David Martínez López de Silanes
  • David Pérez Pol
  • David Romero Raposo
  • David Sánchez-Valverde Montero
  • Diego del Cid
  • Dimitrinka Nikleva
  • Doforo Emmanuel Soro
  • Dolores Antonia Giménez Gelardo
  • Elena Luna Almeda
  • Emiliano de Lucas Matarranz
  • Emilio Girón Romero
  • Enrique Gómez Caffarena
  • Enrique Sandamil García
  • Eric Arbonés Castellví
  • Ernesto Miracle
  • Esmeralda Carroza García
  • Eva Ramírez
  • Felipe Espílez Murciano
  • Fernando de la Rosa
  • Fernando Forte Mora
  • Fernando Marín Calleja
  • Fernando Vega Gómez
  • Florentino Zapatero Acebes
  • Francisco Javier Erro
  • Francisco José Nuñez Gavira
  • Francisco Manuel Rodríguez López
  • Francisco Vicente Pulido Carcaboso
  • Frida Muñoz Plaza
  • Gabriel Humero
  • Gerardo Ferreiro Valiño
  • Guillermo González Martínez
  • Hamid Larbi
  • Horacio Felipe Rodríguez Porto
  • Ignacio Monfort González
  • Inmaculada López Verdeguer
  • Iván David Rodríguez Casais
  • Iván Montenegro Vázquez
  • Javier Korres
  • Javier Millán Mainar
  • Jerónimo Fernández Duarte
  • Jesús García
  • Joaquin C. Hermoso
  • Jorge Castro
  • Jorge David Jiménez Jiménez
  • José Ángel Rodríguez Fernández
  • José Fernández Carbonell
  • José Ignacio Díaz de Rábago
  • José Luís López Enamorado
  • José Luis Pérez Fuente
  • José Ramón Casanova
  • Josep Piella Vila
  • Juan Antonio Mota Navarro
  • Juan Carlos Macias Toro
  • Juan Eladio Palmis Sánchez
  • Juan Manuel Galeano
  • Juan Moreno Ramos
  • Juanjo Escribano
  • Julia de Campos Monsalve
  • Julia Valiente Garrido
  • Karla Ruiz Serrano
  • Koroa Batekin
  • Lallo Rosique
  • Laura Mondelo García
  • Leb
  • Luis de la Rosa Fernández
  • Luis García Alonso
  • Luis García Farrés
  • Luis Martínez Victorio
  • Luis Miguel Sanmartín
  • Macarena Gil de Biedma
  • Madalina Bajanescu
  • Maite Cabrerizo Benito
  • Manuel Díaz Pérez
  • Manuel Rey
  • Marco Castaño Meissel
  • Marcos Diéguez Cuevas
  • Marcos Ferrero Blanco
  • Maria Carmen Badillo Baena
  • María Concepción Cruz Pentón
  • María del Olmo Herrero
  • María Luisa Arenzana
  • María Paz Cots Marfil
  • Maria Pilar Rodríguez Sanchéz
  • María Villar Herbello
  • Mariano Rupérez Pérez
  • Mariano Salcedo Mencia
  • Maricel de la Hoz
  • Mario Martín Lera
  • Marta Peral Mayordomo
  • Martha María Martínez Rodríguez
  • Martín Paredes Aparicio
  • Miguel Ángel Baamonde
  • Miguel Ángel Cabrero
  • Miguel Ángel Dolz García
  • Miguel Angel Martínez Janáriz
  • Mila Cano
  • Mónica Galindo y Sara Marín
  • Najim Mouhsin
  • Nieves Díaz Hernández
  • Pablo Melgares Natoli
  • Pablo Mora Guillem
  • Pablo Villa
  • Paco Bello
  • Paco Gómez Soto
  • Paloma Granero Doctor
  • Pedro Antonio Rodríguez Fernández
  • Pedro Iván Hernández
  • Pedro Monfort Monfort
  • Pedro Paricio Damián
  • Poetas en Jumilla
  • Rafael Luis Ibáñez González
  • Ramón Garay Despujol
  • Ramón Roldán
  • Raul Elena Calvo
  • Ricardo Diéguez Aguilar
  • Rocío Calderón Conesa
  • Rogelio Guedea
  • Rosario López Benavente
  • Rubén Coiras Soto
  • Salvador Ribes Ibáñez
  • Sandra Tortajada Aragón
  • Sandro Vera González
  • Santiago Pedrosa Barrachina
  • Selena Marrero Plaza
  • Sergio R.
  • Silvia García Taboada
  • Sofía Román Barbieri
  • Susana Peña Melero
  • Thormentazo
  • Vanesa Ruiz Pérez
  • Verónica Micle
  • Victor J. Ruíz
  • Victoria Torres Villasevil
  • Yohana Anaya Ruiz
  • Yudi Miclin González
  • Yves de Saá Guerra
Club de Poesía
© Club de Poesía 2025
Powered by WordPress • Themify WordPress Themes