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Entrevista a JOSÉ LUIS ABRAHAM LÓPEZ. Los territorios de la palabra: voces literarias y editoriales emergentes de hoy
ENTREVISTA AL AUTOR – JOSÉ LUIS ABRAHAM LÓPEZ
Con motivo de la publicación de “Los territorios de la palabra: voces literarias y editoriales emergentes de hoy”
- José Luis, durante cinco años has estado escribiendo reseñas y entrevistas para IDEAL en Clase. ¿En qué momento decides que todo ese material merece convertirse en libro? ¿Fue una decisión planificada o surgió de manera más espontánea?
La decisión de convertir el material en libro no fue inicialmente planificada, sino que surgió espontáneamente este pasado verano. Cuando ya contaba con un número considerable de reseñas me di cuenta del valor que podía tener compartir una panorámica cultural tan variada y rica que podía dar cuenta tanto de individualidades como de inquietudes colectivas.
- El título del libro habla de “territorios de la palabra”. ¿Qué representa para ti ese concepto de territorio aplicado a la literatura? ¿Por qué la palabra necesita territorios propios en el panorama cultural actual?
La imagen que repetidamente acudía a mi imaginación era la de un mapa crítico que recogía lecturas personales que, sin pretender ser un canon fijo, sí que constituye un registro personal que finalmente, en su contexto y resultado, expone a las claras la riqueza y la pluralidad del panorama literario actual en el ámbito hispánico, sobre todo. En cuanto a la segunda cuestión, sin duda alguna, la palabra debe disponer y hasta conquistar un espacio propio frente a dos fenómenos que están a la orden del día, como son el exceso de información de dudosa credibilidad y la ingesta indiscriminada de contenidos. De esta forma, estamos convencidos del valor insustituible de la palabra desde la lectura pausada, analítica y, a la vez, emocional. Desde mi experiencia, siento la lectura como un acto tanto de conciencia como de transformación.
- Defines tu trabajo como “crítica generosa”, alejada del veredicto severo. En una época donde la crítica demoledora parece tener más visibilidad, ¿cómo justificas esa postura? ¿No crees que la generosidad puede comprometer la honestidad del análisis?
Siempre me han dado pavor las críticas sentenciosas porque cuando uno juzga una acción como una obra hay que intentar empatizar con la intención que impulsa al individuo o al artista a culminar dicha obra. Desde ese punto de vista, se comprenderán más y mejor muchas obras que no pasan la criba de la crítica más austera. Por ello, me reafirmo en aquello de abrir posibilidades de lectura, potenciando interpretaciones.
- Has dedicado espacio importante a editoriales independientes como Sargantana, Dokusou o Hoja de lata. ¿Qué papel juegan estos sellos en el ecosistema literario hispánico actual? ¿Representan una alternativa real o son apenas resistencias testimoniales?
No hay lugar a la duda de que las editoriales independientes son una alternativa tan real como funcional, en cuanto a que seleccionan con esmero la calidad por delante de la calidad, asumiendo el riesgo que siempre supone incorporar nuevas voces. Para nada son marginales; todo lo contrario, son una pieza clave para la riqueza y la plural del panorama literario que tenemos hoy.
- El libro abarca narrativa, poesía, literatura infantil, cómic, ensayo… ¿Por qué consideras necesario romper las fronteras entre géneros? ¿Qué valor específico aporta la literatura infantil o el cómic que justifique su inclusión en un volumen de crítica literaria seria?
Es indiscutible que actualmente se han difuminado los límites entre géneros. Y eso ya es una realidad que siempre me ha gustado atender como lector. No hay género menor; todos cumplen una función social por la educación en valores a partir de temas actuales en el caso, sobre todo, de la literatura infantil y juvenil.
- Muchas de estas reseñas nacieron durante la pandemia. ¿Cómo cambió ese contexto excepcional tu manera de leer y de escribir sobre literatura? ¿Qué descubriste sobre la función de la lectura en tiempos de crisis?
Una parte importante de los textos recogidos en el volumen surgió en aquel contexto inquietante de los años 2020 y 2021. Lo que ese periodo excepcional cambió fue, sobre todo, mi comprensión de la función esencial de la lectura en tiempos de crisis. Fue muy emocionante sentir que el confinamiento puso de manifiesto la fuerza y la relevancia de la lectura, pero también como refugio y resistencia, y de conexión con los demás.
- Hablas de la literatura como “trinchera de papel”, como acto de resistencia. ¿Resistencia contra qué, exactamente? ¿Contra el mercado, contra la digitalización, contra la superficialidad cultural? ¿No es esa metáfora bélica demasiado dramática?
En nuestro contexto, con la metáfora “trinchera de papel” –aunque pueda sonar algo dramático– pretendía subrayar la resistencia ante la superficialidad cultural acechada por las prisas de la inmediatez y la obsesión por la producción masiva, así como contra la desinformación y el consumo voraz. Pero también, no lo olvidemos, es un canto a la perpetuidad.
- En el prólogo afirmas que los títulos reseñados responden a sorpresa, admiración o emoción personal, nunca a compromisos ni modas. ¿Cómo equilibras esa subjetividad declarada con la vocación de orientar a lectores que buscan criterios más objetivos?
La elección primera es exclusivamente personal: he elegido siempre los títulos que han despertado mi curiosidad. Para mí, esa subjetividad selectiva es una forma de ser honesto también con el lector. Luego, indudablemente, está la fase más analítica de convertir ese interés en algo útil para los demás. Al final, me siento un tanto mediador si entendemos que quien opina sobre una obra debe hacerlo desde criterios objetivos, ayudando a posibles lectores a acercarse a los textos. Es como decir que la pasión guía la elección de las obras, y el análisis las pone al servicio de quienes las leen.
- El libro documenta un quinquenio crucial (2020-2025). ¿Qué tendencias, obsesiones o transformaciones has detectado en la literatura hispánica contemporánea durante este período? ¿Cómo ha evolucionado el panorama desde que empezaste hasta hoy?
Desde mi punto de vista, reconozco grandes transformaciones y obsesiones que definen la literatura hispánica contemporánea durante este periodo que es reflejo del mundo desconcertante e incierto en el que vivimos. Desde el fuerte compromiso con la realidad, muchos autores tratan temas actuales como la crisis económica, el racismo, la desigualdad o la pérdida de memoria colectiva. La mayoría parte de experiencias personales intensas que buscan ser compartidas, desde ensayos sobre la maternidad o la industria cultural hasta poesías sobre el dolor y la existencia.
Hoy, la literatura se entiende como un acto de rigor y conciencia, alejada del ruido superficial o de la escritura vacía. Frente a la inmediatez digital y el lenguaje simplificado, muchos autores apuestan por una escritura exigente y cuidada; y me alegría constatar que la poesía, en particular, se convierte en un refugio frente al caos.
También observo una convivencia creciente de géneros y estilos, donde narrativa y poesía se nutren mutuamente. En este contexto, el editor independiente se ha vuelto una figura clave: selecciona, apoya y da coherencia a una producción literaria que defiende el libro como objeto cultural. En mi opinión, el gran desafío sigue siendo atraer a los jóvenes lectores, conectando la literatura con su realidad cotidiana.
- Finalmente, ¿cuál es tu esperanza para este libro? ¿A quién te gustaría que llegara y qué conversaciones te gustaría que iniciara sobre el estado actual de la literatura en lengua española?
Me daría por contento si este trabajo sirviera para crear estrechos vínculos entre escritores, editores y lectores, celebrando la literatura como una compañera fiel que da sentido a la experiencia humana. Y, además, que conduzca a dos reflexiones y sentimientos: la literatura como un acto de conciencia; es decir, algo que no solo entretiene, sino que nos hace pensar, recordar y enfrentar la realidad. La segunda, defender la lectura crítica y la maravillosa labor de los editores independientes frente al ruido y la sobreinformación.
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ENTREVISTA A ANTONIO BERLANGA PINO. Libro de Romances (En homenaje a Federico García Lorca)
ENTREVISTA A ANTONIO BERLANGA PINO
Con motivo de la publicación de Libro de Romances (En homenaje a Federico García Lorca)
- Antonio, este es su vigesimosexto libro publicado. ¿Por qué ha decidido volver al romance precisamente ahora, cuando la poesía contemporánea parece alejarse de las formas métricas tradicionales?
Porque entiendo la poesía como un ente vivo, capaz de manifestarse en todas sus formas, capaz de sobrevolar sobre el propio tiempo, pero sin una ruptura de pleno con este factor temporal que, como sabemos, es condición necesaria para todo ejercicio poético; se da pues todo el protagonismo a lo que se quiere comunicar y expresar, aún así este romancero no deja de ser, por otro lado, y en buena parte, materia temática de esta época.
- En su nota preliminar afirma que el romance constituye “la pura médula expresionista de la poesía”, citando a García Lorca. ¿Qué descubre el romance que otras formas poéticas no logran capturar? ¿Qué tiene ese octosílabo asonantado que sigue resonando después de siglos?
El romance transmite una vibración musical muy viva, muy palpable, directa, bien concatenada, y este milagro se obra, precisamente, a través de su pobre desnudez instrumental, es decir que con pocos medios se logra mucho, pues se pone todo el ímpetu en que esa saeta emocional se clave en el mismo corazón del oyente o lector, por eso es la forma más adecuada para el canto y la oralidad de la poesía. Por darle un ejemplo: el soneto, con toda su carga instrumental y todo su ornamento barroco no alcanza estos varemos emocionales ni siquiera musicales, ya que su acrecentado tecnicismo ahoga su propio sentido de transmisión; en cambio ese octosílabo asonantado del romance fluye sin alharaca ni perla, sólo con el vivísimo esplendor que sale de la llama intuitiva.
- El poemario aborda realidades contemporáneas —transexualidad, violencia de género, homosexualidad— utilizando una forma métrica centenaria. ¿Cómo logra ese equilibrio entre tradición formal y actualización temática sin que el romance parezca disfraz anacrónico?
Aquí pienso que la temática es una cosa y el molde con qué se comunica es otra, aunque no están disociadas. Se podría asemejar esto a un pájaro que en cada paisaje tiene unas alas distintas, y ese anacronismo de origen se va modulando y matizando sobre la marcha para convertir lo que es viejo en radiante actualidad. Supone de algún modo la renovación o incluso actualización de este metro, y por tanto ese “disfraz anacrónico” se neutraliza en parte para lograr, como bien dice usted, ese equilibrio necesario donde ambas piezas no se eclipsen mutuamente, sino que se complementen.
- Los Romances de la Guerra y Posguerra Civil constituyen una sección particularmente potente: Blas Infante, García Lorca, la Desbandá de Málaga, los fusilamientos en Álora. ¿Qué responsabilidad siente al convertir memoria histórica en materia poética? ¿Cómo se equilibra rigor documental con libertad creativa?
Creo que este es el nudo gordiano de la entrevista. Le puedo decir que llevo tiempo atrás rumiando en mi interior la posibilidad de convertir estos acontecimientos trágicos en materia lírica, y, sin vanagloria ninguna, creo que mi creación en este campo ha superado mis expectativas. Quiero dejar claro que no es oportunismo a través de una instrumentalización política del arte, ni mucho menos. Pretendo quizás en este bloque una visión historicista o historiada dentro de lo que conocemos como “arte humanizado” donde la poesía obtenga una reinterpretación de conjunto en distintos planos sociales, pero sin abstraccionismo político propio; la tendencia hoy es la opuesta, pues se cae demasiado en el individualismo y en el acontecer cotidiano de cada historia propia; por ello reconstruyo desde mi imaginación e intuición esa arquitectura de imágenes que rompen a veces el plano real, imágenes tantas veces ocultas en épocas pasadas e incluso en esta. Pero esta imaginería dramática debe dejar constancia de su praxis documental. Todo ello lo resumo con la frase: “sensibilidad en carne viva desde la memoria”.
- Reconoce explícitamente la influencia lorquiana, pero aclara que no busca hacer “una versión de los romances gitanos del gran Federico”. ¿Cuál es la frontera entre homenaje y subordinación? ¿Cómo construye voz propia orbitando en el universo gravitatorio de Lorca?
En este punto hay que dejar claro que Lorca, como poeta poderosísimo que aúna inteligencia extrema, sensibilidad máxima y acertada precisión, consiguió llevar el neo-popularismo en poesía hasta las mismas puertas de la vanguardia; con esa extraña simbiosis acaparó un terreno extensísimo y arrastró en ese viaje materiales líricos que hoy podríamos llamar “altamente genéricos” o lo que es lo mismo de “patente lorquiana” con lo cual cualquier poeta de hoy que haga poesía formal tendrá necesariamente que pasar por ese universo lorquiano, y no lo digo tanto por los clásicos sino por los de cuño moderno, aunque su deseo sea alejarse de él, y es porque esa sombra es imperecedera. En mi caso no es tanto por el estilismo, que también en cierto modo, porque imitar o versionar a Federico es casi imposible; mi componenda lorquiana en cuanto a esa influencia es más por temática o género que por estilo, y eso me lleva, indudablemente, a él, pero esa supuesta subordinación en origen se va volviendo relación, diálogo, encuentro, punto de apoyo en parecidas coordenadas geográficas. Creo que a eso atiende esa frontera entre subordinación y homenaje. En cuanto a mi voz propia dentro de ese universo gravitatorio, tiene fácil respuesta: la mía está más enraizada en la lógica poética, es más directa, más desnuda, más propensa a cristalizar, e incluso diría que es ingenua en su catequesis lírica, y por tanto no posee ese gran motor de sinestesia y ese poder de absorción síquica que solo les he dado a los genios, pero esto no quiere decir que mi obra no pueda competir en un mercado literario, sino todo lo contrario.
- Habla de la dificultad de mantener equilibrio entre “plasmación narrativa y la lírica o puramente poética” para que el poema no se vuelva “simplemente relato, cuento o narración”. ¿Qué estrategias técnicas emplea para preservar intensidad lírica sin sacrificar el carácter narrativo inherente al romance?
En este aspecto hay que volver de nuevo a Lorca para entender el cambio que se produce en el romance moderno, aunque incluso habría que remontarse ya a Góngora, verdadero gestor de este cambio, para entablar mejor esta teoría. Lorca planteaba convertir el romance tradicional, generalmente plasmado como narración, pero con todos los atributos de poema, en romance lírico, pero siguiendo esa pauta narrativa para que este no pierda su esencia, y lo logró magistralmente con su popularísimo Romancero Gitano, a pesar de que ello lo encasillaría en un roll que no deseaba. Con mi Libro de Romances me planteo el mismo dilema. Para ello me propongo armonizar cada faceta literaria con el fin de que el poema resulte dinámico, y esa cierta monotonía (propia de este género) no resulte carga sino componente natural. Por ello es preciso que los diferentes módulos creativos intervengan y se posicionen en el momento adecuado. Narración, documentación, variabilidad lírica y musical, diálogos, coberturas teatrales, van encajando como piezas de una misma maquinaria, consiguiendo que esa arquitectura poemática se mueva o se eleve hasta alcanzar niveles de creación artística.
- Andalucía —Málaga, Granada, Sevilla, Álora— funciona como geografía constante del poemario. ¿Es el romance inherentemente andaluz o simplemente la tradición lorquiana ha marcado tanto el género que ya no se concibe fuera de esa territorialidad? ¿Podría haber romances manchegos o gallegos con la misma resonancia?
Pienso que no, que no tiene porqué ser el romance inherentemente andaluz. Hay territorios que también juegan un papel importante en este género como es Castilla y León, pero puede haber piezas destacables o pudiera haberlas en la literatura galaico-portuguesa, en la catalana o la vasca. Lo que pasa es que volvemos a lo mismo, y es que Lorca, situado en una categoría social y cultural de élite, en pleno siglo XX renovó e incluso revolucionó el género pero sin perder sus características populares que favorecen tanto su propagación, y esto lo hace, sin duda, influenciado por su geografía de origen, de hecho llamó a su romancero “poema de Andalucía” una especie de “retablo andaluz” por lo tanto de marcado tinte nacionalista y por ello, precisamente, hunde sus raíces en civilizaciones antiguas que marcaron este territorio. Aunque tengo que decir al respecto que la geografía marca tu prurito artístico, pero no lo define totalmente, porque yo podría construir romances dentro de un territorio situado fuera de nuestras fronteras; de hecho, la pena, el dolor, o el dramatismo en mi romancero son un trasfondo humano trasladado a un plano universal. Pero al margen de Lorca, no cabe duda de que Andalucía es una gran potencia en este registro; aquí se recrean y nacen unas de las mejores piezas romancistas de la historia, muchas de ellas en el periodo de guerras fronterizas entre musulmanes y cristianos; de estas una se recrea aquí en Álora, mi ciudad natal “Álora la Bien Cercada” donde cae muerto D. Pedro de Rivera “Adelantado de Andalucía” en una de sus incursiones.
- Vivimos en la era de la inmediatez digital, el verso libre predomina en redes sociales, la poesía breve y confesional arrasa en ventas. ¿Qué papel puede cumplir el romance en este panorama? ¿Para qué públicos escribe cuando elige una forma que exige cierta educación literaria para apreciarla plenamente?
Con esta pregunta da usted en la diana, y le respondo diciendo que es verdad que esta “democratización de la cultura y el arte” y en concreto de la poesía, perdiendo en cierto modo su exigencia y su aspecto canónico, resulta positivo porque da un amplio margen de creación y de ejercitación, pero también esto repercute en la calidad; esto es evolución lógicamente, y las redes sociales prestan, en este sentido, un papel importante. El romance, más que cumplir un papel, se adapta a estos parámetros de entender la literatura de hoy y ello pasa por la digitalización; de hecho su tarea es comunicar y transmitir sea en el medio que sea y a quién sea; por eso el romance moderno, donde se encauza mi libro, no tiene dirimidas sus fronteras sociológicas y esto es por su amplitud y diversidad, pues están escritos para todos: eruditos, críticos literarios, profesores, masa de lectores en general, y cualquier persona, sea cual sea su filiación social, religiosa, sexual, política, o sea cual sea su etnia.
- Varios romances —”Romance del Transexual Femenino”, “Romance de los Dos Homosexuales Apaleados”— abordan identidades LGBTQ+ con dignidad y sin victimización. ¿Cree que la poesía tiene obligación ética de documentar realidades marginadas? ¿O simplemente toda experiencia humana merece ser cantada?
Pienso que la poesía, entre otras funciones, debe cumplir una función social; que esta se nos aparezca humana, en carne y hueso, como se diría al modo lorquiano, pues no me veo en los postulados de los llamados “poetas en su torre de marfil”. La humanización del arte debe tener un reflejo en la médula lírica de todo poeta para que nuestra condición aventajada no sea indiferente con ningún estrato marginal que forma parte legítima de la sociedad, pero esto se alude y se canta sin victimización, como bien dice usted, poniendo la atención en la dignidad de todo ser humano.
- Al final de su nota dice que espera no dejar “indiferente a los amantes de la poesía, ahorrándoles ese bostezo de hipopótamo”. ¿Qué es lo que realmente busca provocar en sus lectores? ¿Qué sería para usted el éxito de este libro: reconocimiento crítico, ventas, pervivencia en el tiempo, simplemente haber honrado la tradición?
Quiero hacer una llamada de atención a la realidad que somos como género humano, con todas sus adversidades y contratiempos, pero sin provocar demasiada controversia o desazón. En cuanto al éxito del libro, no tengo claro lo que sería, creo que todo lo que usted nombra a la vez, aunque todo no se puede tener; de todos modos, y sea cual sea su resultado, pienso que el éxito está alcanzado con el simple hecho de haberlo escrito. Quiero para finalizar darle las gracias por su entrevista y su cuestionario de preguntas tan enriquecedoras e interesantes.
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CRÍTICA LITERARIA: “LEYENDAS PERUANAS” DE MIGUEL TORRES MORALES
CRÍTICA LITERARIA: “LEYENDAS PERUANAS” DE MIGUEL TORRES MORALES
Título y Autor
Leyendas Peruanas, Miguel Torres Morales. Primera edición 2025, Editorial Poesía eres tú. Miguel Alfonso Torres Morales es un poeta peruano radicado en Europa, cuya obra se inscribe en una tradición de exilio y memoria que dialoga con autores como César Vallejo o César Moro. Su proyecto poético se caracteriza por la fusión del barroco español con la oralidad andina, creando una lengua literaria híbrida que aspira a contener múltiples temporalidades culturales. Este poemario representa su esfuerzo más ambicioso por recuperar la identidad peruana mediante la ficción de unos textos perdidos del siglo XVIII.
Resumen Breve
El libro se presenta como la reconcebida reedición de textos aparecidos en la Gazeta de Lima hace doscientos cincuenta años. Estructurado en cinco fascículos, recorre la fundación de Lima virreinal, el distrito bohemio de Barranco, personajes históricos como Mariano Melgar y el Almirante Grau, deidades precolombinas, costumbres populares y reflexiones metapoéticas sobre el sentido de la poesía como acto de resistencia cultural. El autor denuncia el expolio histórico del Perú mientras celebra la inmortalidad del espíritu nacional a través de un lenguaje ornamentado que fusiona Góngora con la sensibilidad andina.
Análisis de Elementos Literarios
Trama: Aunque se trata de un poemario, existe una narratividad subyacente que funciona mediante círculos concéntricos. Los cinco fascículos crean una progresión desde lo público-histórico hacia lo íntimo-biográfico, para retornar a lo colectivo-político y culminar en reflexiones metapoéticas. No hay linealidad cronológica sino asociación libre: un poema sobre el amor sigue a uno sobre una masacre, luego uno sobre arquitectura colonial. Esta secuenciación reproduce el funcionamiento de la memoria fragmentaria. El clímax emocional llega con poemas como “Fusilamiento de Mariano Melgar” donde convergen violencia histórica, pérdida cultural y resistencia poética.
Estilo y Lenguaje: Torres Morales adopta un registro culto y deliberadamente anacrónico. El hipérbaton gongorino retuerce la sintaxis: “Oh calle, oh plaza, oh templo, oh amada que te pierdes en una casa de madera”. La acumulación enumerativa genera saturación sensorial: “doctores fichos, tinterillos lustres, curas sin sotana, arzobispos sin palio”. El uso de arcaísmos, términos quechuas y neologismos produce una lengua que aspira a contener simultáneamente pasado y presente. La métrica alterna entre endecasílabos tradicionales y verso libre, con encabalgamientos audaces que dotan de dramatismo a la lectura. La prosopopeya es recurrente: “Yo soy Pachacámac. Yo soy el Brazo Poderoso que os circunda mientras vuestro llanto sube y sube”.
Ambientación: Los espacios funcionan como personajes: Lima virreinal con sus balcones y canales, Barranco con su puente de madera y acantilados, la sierra andina con ruinas precolombinas, la Pampa de Amancaes donde fluye el pisco. Estos lugares no son mero decorado sino repositorios de memoria colectiva. La garúa limeña aparece como símbolo de melancolía constitutiva. El exilio europeo del poeta genera tensión productiva: desde la distancia geográfica se reconstruye un Perú mítico, más real que la realidad empírica.
Interpretación y Juicio Crítico
Interpretación: El libro funciona en múltiples niveles simultáneos. En superficie, es una celebración elegíaca de la identidad peruana. En profundidad, constituye una reflexión sobre la naturaleza de la memoria y la función de la poesía como resistencia contra el olvido. La ficción de los textos perdidos dieciochescos no es mero artificio: simboliza que toda identidad cultural es construcción retrospectiva, ficción necesaria que nos constituye. El autor afirma: “nosotros mismos somos nuestra historia”, fusionando sujeto y objeto, poeta y poema, Perú y palabra.
El simbolismo del agua como memoria fluida, los balcones como frontera temporal, el fuego como destrucción y pasión creadora, los libros robados como despojo identitario, articulan un sistema coherente donde lo personal se proyecta a lo colectivo. La obsesión por el poeta-mártir Mariano Melgar representa la vulnerabilidad del arte frente al poder militar y político. Torres Morales se inscribe en esa genealogía de poetas sacrificados por la patria.
Juicio Crítico: La originalidad reside en fusionar tradición barroca española con contenido específicamente peruano, creando un neobarroquismo andino inexistente previamente en la literatura hispanoamericana. La coherencia es notable: todos los poemas dialogan entre sí mediante asociaciones temáticas y recurrencias simbólicas. El impacto emocional es potente pero exige trabajo del lector: no hay gratificación inmediata sino revelación progresiva mediante relecturas. Su contribución al género consiste en demostrar que la alta retórica y la ambición cultural totalizante siguen siendo viables en el siglo XXI, contra el minimalismo dominante.
La principal limitación es su hermetismo deliberado, que restringe su público potencial. Torres Morales no busca democratizar la poesía sino exigir lectores cultos dispuestos a desentrañar referencias y dejarse perder en la densidad verbal. Esta elección es coherente con su proyecto estético pero problemática desde perspectivas de accesibilidad.
Contexto Histórico y Cultural
Contexto Histórico: Publicado en 2025, el libro dialoga con doscientos años de poesía peruana desde la independencia. La ficción de los textos coloniales reconcebidos remite a Ricardo Palma y sus Tradiciones Peruanas del siglo XIX, pero desde la poesía y no desde la prosa. El exilio del autor replica experiencias de Vallejo en París o Moro en México: desde la distancia europea se reconstruye poéticamente el Perú ausente. La denuncia del expolio cultural (“nos han robado muchos libros y nos han incendiado mil archivos”) responde a siglos de colonización, saqueo y pérdida patrimonial.
Contexto Cultural: El poemario se posiciona contra el prosaísmo dominante en la poesía contemporánea hispanohablante. Frente a la brevedad, el lenguaje coloquial y la ironía posmoderna, Torres Morales propone maximalismo verbal, grandilocuencia y seriedad trágica. Su obra refleja tensiones culturales peruanas: costa versus sierra, herencia hispana versus raíz andina, modernidad versus tradición. La reivindicación de personajes históricos como Melgar, Grau, Garcilaso o Valle y Caviedes construye un panteón alternativo a las narrativas oficiales.
Comparación con Otras Obras
Torres Morales dialoga intensamente con César Vallejo en la angustia existencial y ciertos giros que desafían la norma castellana para expresar sensibilidad peruana. Sin embargo, donde Vallejo tiende a la economía verbal y el dolor desnudo, Torres Morales opta por el exceso ornamental. Con Martín Adán comparte el hermetismo culto y cierta arquitectura barroca del verso, especialmente en textos como La casa de cartón donde Barranco también protagoniza. La huella de Emilio Adolfo Westphalen aparece en el surrealismo contenido y la crisis de la modernidad, aunque Torres Morales es menos experimental.
En el contexto del siglo XX peruano, su voz se aleja de la generación Hora Zero (Verástegui, Pimentel) que abrazó el coloquialismo y el experimentalismo radical. Se acerca más a poetas como José Watanabe en la preocupación por la identidad, aunque Watanabe optó por una dicción contenida y reflexiva opuesta al desbordamiento verbal de Torres Morales. En el panorama hispanoamericano, su neobarroquismo dialoga con José Lezama Lima y su proyecto de fundar la identidad cubana mediante el exceso verbal, o con Octavio Paz en la ambición totalizadora y la reflexión metapoética.
Comparado con la poesía española contemporánea, se situaría cerca de Luis Antonio de Villena o Antonio Colinas en la alta retórica y la cultura libresca, aunque con arraigo latinoamericano específico.
Opinión Personal
Opinión: Leyendas Peruanas es un libro admirable y problemático simultáneamente. Su mayor virtud es la coherencia entre proyecto estético e ideológico: Torres Morales no traiciona nunca su decisión de escribir contra el olvido mediante la recuperación de formas clásicas. La densidad cultural del poemario impresiona: cada verso contiene capas de referencias históricas, literarias y mitológicas que recompensan relecturas. Fragmentos como “Te extraño tanto que al sentarme en este banco te vuelvo griega” poseen una intensidad lírica memorable.
Sin embargo, el hermetismo resulta excesivo en ocasiones. Ciertos pasajes se vuelven opacos no por profundidad semántica sino por saturación sintáctica. El lector siente que el poeta privilegia la ornamentación sobre la comunicación. Esto sería defendible si el libro se dirigiera exclusivamente a un público académico, pero las declaraciones del autor sobre el “encanto” de la poesía sugieren aspiraciones más amplias que la obra no cumple.
La innovación técnica es limitada: Torres Morales recupera el barroco español sin transformarlo radicalmente. Su fusión con la sensibilidad andina es más temática que formal. Donde Vallejo inventó una sintaxis nueva para expresar el dolor peruano, Torres Morales aplica sintaxis gongorina a contenido peruano sin generar verdadera hibridación lingüística.
Recomendación: Recomendaría este libro a lectores con formación literaria, conocedores de la tradición barroca española y de la historia peruana. A profesores de literatura hispanoamericana, estudiantes de posgrado en letras, y amantes de la alta poesía culta. No lo recomendaría a quienes buscan iniciarse en poesía: el libro no facilita el acceso sino que lo dificulta deliberadamente. Tampoco a lectores de poesía contemporánea minimalista o coloquial, pues encontrarán el estilo anacrónico e incomprensible.
Conclusión
Leyendas Peruanas de Miguel Torres Morales es un poemario ambicioso que recupera la tradición barroca española para construir una épica identitaria peruana. Su principal acierto es la coherencia estética e ideológica: cada decisión formal responde al proyecto de resistencia cultural contra el olvido. La densidad verbal, el hermetismo culto y la arquitectura en fascículos crean una experiencia de lectura exigente pero recompensante para lectores dispuestos a trabajar.
Su limitación principal es la accesibilidad restringida: Torres Morales escribe para cómplices cultos, no para democratizar la poesía. Esta elección es legítima pero contradice parcialmente su propia afirmación de que la poesía debe “encantar”. El encanto existe pero exige desciframiento previo.
La obra se posiciona como contracorriente del minimalismo contemporáneo, proponiendo que la alta retórica y la ambición totalizadora siguen siendo viables en el siglo XXI. En ese sentido, constituye una contribución valiosa al debate sobre las funciones de la poesía actual: ¿debe adaptarse a los códigos de lectura masiva o defender territorios de complejidad resistente? Torres Morales opta por lo segundo, asumiendo las consecuencias de marginalidad editorial pero garantizando la integridad de su proyecto.
“Leyendas Peruanas” no es un libro para todos, pero para quienes sintonicen con su frecuencia, ofrece una experiencia de inmersión cultural profunda y una demostración de que la poesía puede seguir siendo acto de resistencia política y cultural sin renunciar a la belleza formal.
Ana María Olivares
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