Juan Planas es uno de los pocos poetas actuales que tiene una voz no sólo singular, sino innovadora. Su forma de componer poemas es reconocible y además se adecua muy poco a los estándares de lo que conocemos por poesÃa contemporánea, tanto en los temas como en su representación. Con “Los lugares del sitioâ€, el poeta, ganador del último premio de la Asociación de Editores de PoesÃa, se asoma a los paisajes que configuran su particular asedio.
El poema central del libro es «La Ciudad Sitiada». Y luego -o antes- la ciudad se transforma en el cuerpo, en el lenguaje y en cuantos otros elementos podamos ser -o creer ser- en determinados momentos. Aquà el sitio, es decir, el asedio, es el protagonista único del libro y los lugares son su paisaje, la forma que tiene el poema, el artificio del poema, de mostrárnoslo en todo su esplendor y con toda su crudeza. Las referencias temporales son casi nulas -en realidad, son culturales- y el tiempo no aparece, al menos de manera unÃvoca, como tiempo pasado, presente o futuro, como bien apuntas, sino como la simple constatación de un hecho o de una sensación, más allá de si ocurrió, ocurrirá o está ocurriendo en este preciso instante. No hay, me parece, pesimismo ni optimismo porque tampoco estoy buscándole salidas al asedio… El poema no las necesita, o eso creo.
5- Donde sà que hemos notado cierto cambio es en la presencia, esparcida a lo largo de las diversas partes del libro, de temas más sociales, o quizás, por decirlo mejor, de una preocupación más clara por el papel del hombre actual en la sociedad (incluso enunciada de una forma más cristalina)
6- Un sello muy caracterÃstico tuyo y que sigue presente en esta obra es la del libro como poema unitario, aunque en este caso nos encontramos con subdivisiones, tenemos la sensación de que, en esencia, todas esas partes sirven para componer un gran poema único que es el libro.
7- Por último, en las estrofas que cierran el libro se muestra, pese a todo, pese a ese pesimismo, cierto ansia por seguir adelante, como persona y como poeta (o quizás en tu caso ambas cosas son indisolubles): “No creo que la muerte se quede entre nosotros./ Otras ciudades y otros cuerpos nos aguardan…”
Con motivo de la publicación de “Prendas Íntimas (Catálogo Unisex)”
En el panorama actual de la poesía en español, Figu García es una de esas voces que sorprenden por su frescura conceptual y su honestidad expresiva. Coincidiendo con la publicación de su nuevo poemario, Prendas íntimas. Catálogo unisex, nos adentramos en una conversación que desvela el proceso de creación de una obra tan singular como íntima, en la que lo cotidiano y lo profundo encuentran un espacio común bajo la forma de un original catálogo emocional. Figu aborda la poesía como quien se desnuda en la página, huyendo tanto de los artificios como de las etiquetas y apostando siempre por la autenticidad, el humor y ese puente universal que une a los lectores a través de las emociones compartidas. En este encuentro, el autor nos invita a mirar la poesía con otros ojos y a descubrir en sus versos una llamada a la igualdad, la libertad y la convivencia, lejos de los viejos corsés académicos y con el mar —presente constante en su vida y en su obra— como símbolo de un viaje compartido hacia lo esencial.
1. Figu, tu nuevo poemario utiliza la metáfora de un catálogo comercial para hablar de emociones íntimas. ¿Cómo surgió esta idea aparentemente paradójica de convertir lo más profundo del ser humano en algo que se “vende” con etiquetas y advertencias?
La verdad es que no tenía claro si volver a escribir poesía o terminar unos relatos que tenía a medias. Entre una cosa y otra iba coleccionando ideas y versos, solo tenía una cosa en claro: no quería enlatar mis poemas en un libro sin un hilo conductor, sin una idea que los uniese a través de toda la obra. Un concepto.
Fue escribiendo un pequeño relato cuando apareció el título, “Prendas íntimas“. Desde entonces no dejó de rondarme en la cabeza la idea, cada vez lo veía más claro. Me dedique por completo a la idea de un nuevo poemario, a recuperar ideas y llenar hojas – escribo a mano reciclando una y otra vez el papel-, eran hojas alocadas, desesperadas, con borrones, dibujos y tachaduras, con versos que iban creciendo casi sin darme cuenta en poemas. Un día me descubrí como en la portada: vacío, desnudo, sobre una pila de poemas casi concluidos, pero todavía con la sensación de que el concepto estaba incompleto. Me dediqué a cerrar poemas y un buen día, mientras trataba de ordenar los poemas en capítulos recordé aquellos viejos catálogos de ropa que dejaban en los buzones, la imagen me encajó de inmediato. Los capítulos pasaron a ser secciones, estantes, o departamentos, apareció el subtítulo “Catálogo unisex“, cambié la portada a una figura andrógina, y añadí los prospectos como indicaciones antes de cada sección. Todo lo demás fue mimar los detalles y por supuesto: darle mil vueltas a cada poema para mantener su coherencia y valor, frente al concepto de la obra
2. El subtítulo “Catálogo Unisex” sugiere que estas emociones son universales, que trascienden géneros e identidades. ¿Crees que la poesía actual debe asumir este papel democratizador, eliminando barreras entre lo masculino y lo femenino?.
¿En qué se diferencia la sangre de aquí a la de allá? ¿Y las lágrimas? ¿Cuánta maldad puede guardar una lengua? ¿De qué color se viste el amor y en qué idioma nos hablará?
Podemos ser tan iguales o tan desiguales como pretendamos. Yo creo en la igualdad, no solo en cuestión de género, ciertamente creo que somos iguales sin importar religión, credo, ideología, raza, procedencia o estatus social.
Y no creo que los sentimientos expresados en los poemas sean únicamente míos; sería pretencioso, de hecho muchos lectores me confiesan sentirse identificados con los textos, pues sienten y reconocen esa emoción en sí mismos. Creo que hablar de emociones nos lleva a la conciencia sobre la unidad e igualdad.
Sin embargo, fíjate: hoy se habla de la guerra casi como del tiempo, de dos o tres en particular, como si algunas fueran más justas que otras. Pero en el mundo hay cerca de cien conflictos activos, y parece que no todos los cadáveres valen lo mismo.
Por eso creo que necesitamos dar un paso atrás, respirar y recitar. Recitar por una sociedad más justa, más igualitaria y respetuosa. Ese es el sentido del subtítulo “Catálogo Unisex” porque las emociones que escribo no son solo mías, son universales. Y la poesía puede ser ese puente que nos recuerde que, más allá de las diferencias, compartimos lo esencial, lo mejor del ser humano.
3. En tus versos escribes: “Ocurre que, no siempre sé si escribo, o si me desvisto sobre una página en blanco”. ¿Es la escritura para ti una forma de desnudamiento? ¿Cómo logras ese equilibrio entre intimidad y exhibición que criticas en el mismo libro?
Sí, para mí escribir es desvestirme sobre la página en blanco. Claro que no siempre es necesario sincerarse con el mundo al escribir, pero yo he elegido hacerlo así en cada una de mis obras. Es también una forma de rebeldía contra esa obsesión actual por ser moderno, insensible triunfador a cualquier precio. Yo valoro mucho más la capacidad de ser sinceros con nuestros sentimientos. Y ojo, no lo hago como un acto confesional ni para martirizar al lector con mis penas. Lo que busco es tender un puente: invitar a que cada cual reconozca en mis versos algo que también le pertenece. Porque al final son esos sentimientos compartidos los que nos definen y nos igualan como seres humanos. Como digo en la sinopsis “pruébate cada verso al espejo, haz tuyo el pliegue que te nombre y, si alguna prenda te queda a medida, llévala contigo”
4. Incluyes referencias a figuras tan diversas como Jimi Hendrix, Einstein y Dostoievski. ¿Es esta mezcla de cultura popular y alta cultura una estrategia consciente para hacer la poesía más accesible a diferentes públicos?
No es tanto una estrategia para atraer públicos distintos, sino una forma de añadir capas al poema. Por ejemplo, en “Bajo las sábanas de Schrödinger” hay un poema de aguas tersas, fácil de comprender y sentir desde la primera lectura. Pero la mar no es solo su superficie: quien quiera zambullirse en las profundidades encontrará otra dimensión en los versos, que hace que la experiencia lectora crezca y se vuelva más intensa.
Además, las referencias a figuras como Hendrix, Einstein o Dostoievski son cultura popular y cultura universal a la vez. Y creo que todos tenemos derecho a acceder a ella. No se trata de complicar la poesía, sino de ofrecer varias capas para que cada lector pueda conectar según su propia experiencia y curiosidad.
5. El mar aparece constantemente en tu obra, casi como un personaje más. Dices que “la mar siempre estuvo dentro de mi ser”. ¿Qué representa exactamente el mar en tu universo poético y por qué lo escribes en femenino?
Es difícil de explicar, porque me sale de manera natural. Gran parte de mi vida- ya sea lúdica o profesionalmente- la he pasado en la mar, buceo, me gustan los deportes marinos, he sido profesor y entrenador de vela, crucé varias veces a vela el Atlántico y el Pacífico, regateé, hice transportes de barcos… He vivido de todo en sus aguas, me he sentido diminuto e insignificante, he sufrido su violencia, pero también he recibido aprendizajes que valen más que cualquier cosa negativa que pudiera contar. Por eso siempre miro hacia ella, siempre termino volviendo a sus brazos. Y cuando hablo de la mar me sale automáticamente tratarla en femenino.
Hay un poema “Colibrí de beso callado” que trata sobre mi vinculo con la mar, otros como “Folios de sal ( en blanco)” de su poder inspirador en mi poesía, en este además el lector podrá ver cómo cambia mi forma de sentir el universo al cambiar el articulo. Para mí, más que un paisaje, la mar es un personaje con quien convivo y en el que me reflejo, una presencia que me acompaña dentro y fuera de los versos.
6. Los “prospectos” que preceden cada sección del libro son divertidos pero también muy precisos emocionalmente. ¿Cómo ves el papel del humor en la poesía contemporánea? ¿Puede la ironía ser un vehículo para verdades profundas?
En tiempos de censura —ya sea por decreto o por simple señalamiento social— siempre se han buscado formas de decir lo que no se podía decir abiertamente. Para mí, la ironía cumple en parte ese papel, pero sobre todo porque me permite hacer accesible grandes cuestiones universales. Como digo en uno de mis poemas: “una verdad que no ofenda al ser dicha de frente”.
En el caso de “Prendas íntimas (Catálogo unisex)“, los prospectos forman parte de ese juego. Son metáforas que preparan al lector, como si fueran la etiqueta de la prenda que está a punto de ponerse. A la vez, funcionan como un guiño, que, junto a los dibujos y caligramas invitan a entrar al texto con una sonrisa, pero también con otra mirada. Porque el humor no está reñido con la poesía- tal y como yo la entiendo-, al contrario: puede ser una puerta inesperada hacia sentimientos y verdades muy profundas.
7. En “Carta a Fiódor” muestras una preocupación clara por el estado actual de las libertades y la democracia. ¿Debe la poesía tomar partido político o su función es otra? ¿Cómo equilibras lo personal con lo social en tu escritura?
La poesía no puede tener fronteras ni miedos, no debe escribirse engrilletada. Su función entre otras es la de expresar emociones, y en ese sentido pesa lo mismo el sentimiento de libertad que el de tiranía. Creo que debemos escribir de todo aquello que nos turbe el alma, de todo aquello que nos agite las entrañas, ahora bien, eso no significa convertir la poesía en un panfleto político. Para mí, la poesía no debe polarizar ni reducirse a etiquetas, sino abrir espacios de diálogo. Y ahí hay algo fundamental: escribir con respeto, sobre todo hacia quien nos lee sin compartir nuestras ideas, pienso que esas personas ya están haciendo un gran esfuerzo de empatía -les guste o no las ideas mostradas- al entrar en contacto con nuestro texto.
Lo que sí me entristece es cuando la poesía se ve atrapada por intereses externos —festivales, certámenes, premios— donde a veces lo que se espera no es tanto la autenticidad del poema, sino que encaje con los gustos de quienes financian o deciden. En ese sentido, la poesía tal y como la entiendo pierde su esencia. Para mí, su valor no está en complacer al poder, sino recordarnos nuestra capacidad de sentir y pensar libremente.
8. Hablas de que “todos somos poetas pendientes de reconocernos”. En una época donde la poesía compite con Instagram y TikTok por la atención, ¿cómo crees que puede sobrevivir y prosperar este género literario?
Mira, uno de los problemas de la poesía —y lo digo por mi propia experiencia— es cómo nos la metieron en la escuela. Era la poesía más académica, la más difícil, la que no se entiende pese a su grandeza… y encima, si no la aprendías, te caía un suspenso o peor aún, un reglazo. Claro, así era imposible que entrara el gusto. Yo llegué a odiar la literatura por eso, no quería estudiar, menos aún escribir, no quería entrar en esa especie de ‘secta’, de tal forma que escapé o me refugié en ciencias puras.
Con los años, poco a poco, fui descubriendo otras cosas. Empecé a escribir relatos, y la gente me decía: “oye, aquí hay poesía”, “eres un poeta“… Quise probar, empecé a leer poesía, poesía sencilla con la que aprendí a disfrutar, y que además me mostraba un nexo común que reverberaba en mi interior, poco a poco subí el listón de mis lecturas y entonces el verso libre me explotó en las manos. Fue como una revelación: entendí que podía escribir sin ataduras, que podía decir lo que sentía a mi manera.
Y claro, hoy la poesía compite con Instagram, con TikTok, con todo eso… pero yo no lo veo como un enemigo. Al contrario, cualquier espacio donde alguien se exprese puede ser un primer paso. No leo, no me detengo en la ‘twiteratura’, es verdad, pero la respeto. En mis talleres con jóvenes procuro darles pautas para perder los miedos, ser creativos, ayudarles a exteriorizar su complejo mundo interior en formas en que ellos se sientan capaces de transmitir. La poesía no es un examen, es un acto de libertad.
Yo creo que la poesía sobrevivirá y prosperará si hacemos de ella espacio de encuentro, un lugar que nos libera y no que nos encierra. De esta manera brotará la poesía como el campo en primavera, y será imparable.
Hemos de crear espacios de convivencia, no de exclusión.
9. Tu estructura de ocho secciones crea un viaje emocional muy calculado, desde lo básico hasta la “alta costura” del final. ¿Cómo construyes ese arco narrativo en un poemario? ¿Es importante que los libros de poesía cuenten una historia?
Yo ya tengo una edad, vengo de una época oscura haha! Crecí entre discos de vinilo que no solo me enseñaron a escuchar música, sino también a descubrir la magia detrás de esas creaciones: las portadas, las fundas, a veces con fotos, casi siempre con las letras impresas, los colores, la puesta en escena… todo el concepto que rodeaba a un álbum. Algunos eran simplemente colecciones de canciones, pero otros eran auténticas obras conceptuales que te llevaban de un estado a otro, como un viaje emocional. Esa forma de presentar el arte me marcó, y he procurado trasladarla a mi poesía.
No me interesa un poemario como un conjunto de piezas sueltas que además se repiten en lo mismo, sino como una experiencia cohesionada en torno a una idea. De hecho, este libro nació el día que encontré su nombre: “Prendas íntimas“. Porque sentí que en estos poemas me había desnudado más que nunca, con una sinceridad que me producía un vértigo hipnótico… pero aun con miedo e inseguridad, sentía la necesidad de continuar.
De ahí surge también el verso que da sentido al título: “la palabra más íntima no se escribe, ni duerme, se deja caer, como prenda que estorba al amor” Ese es el núcleo del arco narrativo, un proceso de despojamiento emocional que atraviesa todo el libro.
El concepto no se cerró hasta que apareció el subtítulo (Catálogo unisex). Con él quise abrir aún más el sentido del poemario: un espacio donde todas las formas, cuerpos y emociones tengan cabida, sin etiquetas limitantes de religión, identidad o género. Porque al final, la poesía debe servirnos como un lugar de encuentro humano.
10. Terminas el libro con “Ahora te toca a ti”, invitando al lector a escribir. ¿Es este el verdadero objetivo de tu poesía: no solo ser leída sino inspirar a otros a crear? ¿Qué le dirías a alguien que nunca ha escrito un verso pero se siente interpelado por tu obra?
Buff!!, esta pregunta tiene telita… Creo que la poesía debería ser entendida —y ojalá algún día declarada— como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, al igual que el tango, el silbo gomero, el teatro chino de sombras u otros cientos de maravillosas actividades o artes.
Pero antes de responderte, me gustaría lanzar una pregunta: ¿cómo imaginas nuestro mundo sin la poesía?
En los talleres que imparto detecto siempre lo mismo: miedos. Miedos que adquirimos al crecer: la vergüenza, la sensación de incapacidad, la idea de que no estamos ‘a la altura’. Y qué ironía, ¿no? Crecemos en edad pero decrecemos en confianza frente a nuestro propio proyecto de vida.
Por eso, mi invitación a escribir busca lo contrario: que cada lector se dé el permiso de empezar desde la pureza y la sencillez, sin metas de reconocimiento, sin pensar en premios ni publicaciones. Lo importante es que tome conciencia de su ser y de su capacidad para hacer poesía. Ya habrá tiempo después de decidir si mostrarla o no. Pero el primer paso, ese acto íntimo de escribir, ya es un comienzo valioso y dónde mejor que no tras unos versos que aún laten
Con motivo de la publicación de “Ver es para ciegos”
En el panorama poético español contemporáneo pocas veces surge una voz tan joven y a la vez tan necesaria como la de Alex Romero de la Osa Díaz. Con apenas 15 años, este autor madrileño ha logrado lo que muchos escritores tardan décadas en conseguir: crear una obra que no solo conmueve, sino que transforma la manera en que entendemos la poesía como acto de resistencia y supervivencia.
“Ver es para ciegos”, su segundo poemario publicado por Editorial Poesía eres tú, es mucho más que un libro de versos. Se trata de un testimonio descarnado que aborda sin filtros ni eufemismos realidades que nuestra sociedad prefiere mantener en las sombras: el abuso infantil, la identidad trans, la violencia doméstica y el camino hacia la sanación. Con un lenguaje directo que prescinde de artificios retóricos, Alex construye una poesía que duele, que incomoda y que, precisamente por ello, resulta imprescindible.
Lo que distingue a esta obra no es solo la valentía de su autor para exponer heridas tan profundas, sino su capacidad para transformar el trauma personal en arte universal. Cada poema funciona como una pieza de un puzzle emocional que, una vez completo, ofrece un mapa preciso del dolor y, sobre todo, de la posibilidad de trascenderlo.
En esta entrevista, Alex nos habla del proceso creativo detrás de “Ver es para ciegos”, de los desafíos de escribir desde la experiencia del trauma, y de su visión sobre el papel que debe jugar la poesía joven en un mundo que, demasiado a menudo, prefiere cerrar los ojos ante las verdades más incómodas. Sus respuestas revelan a un joven escritor que ha encontrado en la palabra no solo un refugio, sino un instrumento de transformación social.
Alex, “Ver es para ciegos” es un título que impacta desde el primer momento. ¿Qué buscas transmitir con esta aparente paradoja y cómo conecta con el mensaje central de tu poemario?
Quería mostrar que muchas veces miramos pero no vemos a los demás. Me gustaría que la gente comprendiese que no hay que mirar hacia otro lado. No se debe ignorar el dolor, y mucho menos el propio, porque eso era algo que yo hacía para evitar que se me partiese el corazón. Pero termina siendo siempre mucho peor.
En tu nota del autor escribes que “la verdadera ceguera no está en la retina, sino en la voluntad de no ver”. ¿Crees que la poesía tiene el poder de abrir los ojos a realidades que la sociedad prefiere ignorar?
Sí, creo que es así porque fue la misma poesía la que me abrió a mí los ojos. La poesía incomoda, despierta y te obliga a mantener los ojos abiertos,a encontrarte de frente con tu propia realidad o la de la sociedad.
Tu obra aborda temas extremadamente duros como el abuso, la identidad trans o la violencia doméstica con una honestidad brutal. ¿Cómo encuentras el equilibrio entre la necesidad de testimoniar y el cuidado hacia ti mismo al escribir sobre estos traumas?
Para mí, escribir es abrir mi corazón en banda para entregárselo a las páginas.
Escribir me ayuda a sentirme mejor, con lo cual no suelo corregir mucho porque creo que es totalmente necesario transmitir ese dolor y sufrimiento que sentía en ese instante.
Con solo 15 años ya tienes dos libros publicados. ¿Sientes que tu juventud te da una perspectiva diferente sobre la poesía, o por el contrario, que a veces no se toma en serio tu trabajo por tu edad?
Mi edad a veces despierta curiosidad, y otras veces provoca dudas sobre la calidad de lo que escribo. Pero estoy convencido de que la escritura no se mide en años, sino en la capacidad de abrirse, de transmitir, de tocar algo profundo en quien lee.
Muchos consideran que la poesía es un género elitista y poco accesible. Sin embargo, tu lenguaje es directo y emocional. ¿Cómo crees que se puede acercar la poesía al público general sin perder calidad literaria?
Realmente, no creo que la poesía pierda valor por ser clara. Creo que pierde el valor cuando no emociona, cuando no llega al corazón del lector. La sencillez también puede ser profunda.
Hay cosas que no se pueden contar de otra forma.
En poemas como “Creo que no he pillado las reglas” utilizas la perspectiva infantil para abordar el abuso. ¿Qué te lleva a elegir estas técnicas narrativas y cómo trabajas la voz poética en situaciones tan delicadas?
En ese tipo de poemas me gusta que se narre desde el punto de vista infantil, para que se llegue a entender hasta qué punto una situación así te hace sentirte y verte tan vulnerable. En una situación así incluso te aferras al monstruo. Creo que el dolor se entiende mejor desde la inocencia, desde alguien que se siente roto pero no entiende qué ha hecho para que alguien le rompa, o alguien que ni siquiera entiende que le está rompiendo.
Tu poemario funciona casi como un mapa del trauma y la supervivencia. ¿Consideras que la escritura ha sido para ti una herramienta terapéutica o siempre la has concebido como un acto artístico?
Es ambas cosas. Escribir nació como una forma de sobrevivir, de irme desenterrando poco a poco. Y lo sigue siendo. Pero ahora, también se ha convertido en un espacio artístico donde me reencuentro conmigo mismo
¿Qué papel crees que debe jugar la poesía joven en el panorama literario español actual? ¿Existe espacio real para voces como la tuya que hablan sin filtros de realidades incómodas?
La poesía joven aporta nuevos puntos de vista. Creo que cada vez hay más espacio para voces como la mía, porque cada vez hay más lectores que buscan autenticidad y que no tienen miedo a leer lo que antes se censuraba.
En tus agradecimientos mencionas a muchas personas que te han apoyado. ¿Cómo ha sido la recepción de tu familia y entorno cercano ante una obra tan personal y reveladora?
Realmente, mi familia y amigos no saben todavía el contenido exacto del libro, pero sí más o menos sobre qué va. Y como siempre, me han apoyado en este proceso.
Mirando hacia el futuro, ¿cómo te gustaría que fuera recordado “Ver es para ciegos” y qué esperas que los lectores se lleven tras cerrar tu libro?
Quisiera que se recordase este libro como un acto de valentía. Y no busco que solo se me recuerde a mí, sino que cada lector, al cerrar estas páginas, encuentre un motivo para no callar lo que le duele.
“Ver es para ciegos”: Una revolución poética desde los márgenes
Título y Autor
“Ver es para ciegos”(Editorial Poesía eres tú, 2025) es el poemario debut deAlex Romero de la Osa Díaz, una joven voz de la poesía española contemporánea que irrumpe en el panorama literario con una propuesta radical y necesaria. Aunque se trata de una autora novel, su trabajo evidencia una madurez literaria notable, construida desde la experiencia personal y la urgencia testimonial que caracteriza a las nuevas generaciones de poetas comprometidos con la visibilidad de las identidades disidentes.
Resumen Breve
Este poemario se articula como un testimonio poético que aborda la experiencia trans, el abuso infantil, la violencia doméstica y la búsqueda de identidad en una sociedad que prefiere “no ver”. A través de 48 poemas organizados sin divisiones temáticas explícitas, la obra construye un recorrido emocional que va desde el dolor más profundo hasta la resistencia y la supervivencia. El título, lejos de ser paradójico, funciona como advertencia: “la verdadera ceguera no está en la retina, sino en la voluntad de no ver”.
Análisis de Elementos Literarios
Estructura y Trama Poética
La arquitectura del poemario sigue una lógica emocional más que cronológica. Los poemas se suceden como ondas expansivas de una experiencia traumática que se va elaborando a través del lenguaje. Desde “Desnúdame”, que abre con la metáfora de los nudos amorosos, hasta “36% (al borde del precipicio)”, que cierra con la estadística convertida en testimonio personal, la obra construye un arco narrativo que va de la vulnerabilidad al empoderamiento.
Estilo y Lenguaje: Innovaciones Técnicas
Romero de la Osa desarrolla varias técnicas innovadoras que acercan la poesía al lector contemporáneo:
1. Hibridación genérica: Poemas como “¡Que no llames, joder!” funcionan como monólogos internos que rompen la cuarta pared, dirigiéndose directamente al papel: “Se lo digo a la libreta porque es la única que no me lleva la contraria”. Esta técnica establece una intimidad radical con el lector.
2. Uso estratégico de la oralidad: El registro coloquial (“Vaya desesperado de mierda”, “Ya se nos acabó el chollo”) no busca efectismo sino autenticidad emocional, conectando con un público acostumbrado a la inmediatez comunicativa digital.
3. Narratividad poética expandida: “Creo que no he pillado las reglas” despliega una narrativa completa sobre abuso infantil desde la perspectiva ingenua del niño, utilizando la ironía trágica como recurso devastador.
4. Recontextualización de símbolos: La luna, elemento clásico de la lírica amorosa, se convierte en “Mi luna perdida” y “Huérfano de luna”, resignificando el abandono amoroso desde la especificidad de la experiencia trans.
Ambientación: El Espacio de lo Invisible
El poemario construye una geografía emocional que va del espacio íntimo (la habitación, la cama, el baño del colegio) al espacio social hostil (las calles, las miradas, los señalamientos). Esta ambientación no es meramente descriptiva sino política: visibiliza los espacios donde se ejercen las violencias cotidianas sobre los cuerpos disidentes.
Interpretación y Juicio Crítico
Simbolismo y Metáforas Subyacentes
La obra opera a través de un sistema simbólico coherente donde el acto de “ver” se opone sistemáticamente al de “mirar”. El poema “10 mentiras” funciona como manifiesto: cada mentira social (“Soy un monstruo”, “Una aberración”) se desmonta con la declaración final: “soy transexual. Y ya no tengo miedo”.
Elhilo rojodel poema homónimo funciona como metáfora del amor tóxico que, siguiendo la tradición oriental del hilo rojo del destino, se pervierte hasta convertirse en “perdición”. Esta subversión de símbolos universales es una constante en la obra.
Calidad Literaria y Originalidad
La originalidad de Romero de la Osa radica en su capacidad para transformar el testimonio personal en materia poética sin caer en el sentimentalismo. Poemas como “Amor miserable” utilizan la anáfora clásica (“Y por un mísero…”) para construir una letanía moderna del amor como autodestrucción.
La coherencia formal se mantiene a través de un registro que oscila conscientemente entre lo coloquial y lo elevado, creando un efecto de extrañamiento que mantiene la tensión poética sin perder accesibilidad.
Contexto Histórico y Cultural
Contexto Contemporáneo
“Ver es para ciegos” se inscribe en el momento histórico de mayor visibilidad del colectivo LGTBI+ en España, pero también en un período de backlash conservador. La obra dialoga con el contexto de las leyes trans y los debates sobre identidad de género, posicionándose desde la experiencia vivida frente a la abstracción del debate político.
Reflexión Cultural
El poemario critica la “ceguera voluntaria” de una sociedad que prefiere no enfrentar las violencias que ejerce sobre las identidades no normativas. El poema “Instrucciones para no morir” conecta la experiencia trans con la violencia machista, ampliando el marco interpretativo hacia una crítica estructural del patriarcado.
Comparación con Poetas del Siglo XX
Tradición y Ruptura
La obra dialoga productivamente con la tradición poética española del siglo XX, especialmente con:
Gloria Fuertes: Comparte el uso estratégico de la sencillez aparente y la oralidad, pero Romero de la Osa politiza esta herencia desde la identidad trans. Ambas autoras utilizan el humor negro como mecanismo de supervivencia.
Ángel González: La ironía amarga y la desmitificación del amor conectan con la tradición de González, pero actualizadas desde la experiencia queer contemporánea.
Ana Rossetti: El tratamiento explícito del deseo y la corporalidad encuentra eco en Rossetti, aunque Romero de la Osa invierte la mirada desde el cuerpo trans como territorio de resistencia.
Innovaciones Respecto al Canon
Donde la poesía del siglo XX abordaba la marginalidad desde códigos oblicuos, esta obra opta por la nominalización directa: “soy transexual. Y ya no tengo miedo”. Esta transparencia representa una evolución necesaria en el tratamiento poético de las identidades disidentes.
Opinión Personal
“Ver es para ciegos” es una obra valiente y necesaria que cumple con creces su propósito de visibilizar experiencias sistemáticamente silenciadas. Su mayor logro es convertir el testimonio personal en poesía universal sin traicionar la especificidad de la experiencia trans.
La accesibilidad del lenguaje no compromete la complejidad emocional ni la sofisticación técnica. Al contrario, demuestra que la innovación poética puede residir en la honestidad radical más que en el hermetismo.
Recomendación: Obra imprescindible para lectores interesados en la poesía contemporánea comprometida, estudiosos de literatura LGTBI+ y cualquier persona dispuesta a enfrentar verdades incómodas a través de la belleza del lenguaje poético.
“Ver es para ciegos” inaugura una voz poética madura y necesaria en el panorama español. Alex Romero de la Osa logra crear un lenguaje propio que, sin renunciar a la tradición lírica, la actualiza desde las urgencias del presente. Su capacidad para transformar el dolor en resistencia, el testimonio en arte y lo personal en político la sitúa como una de las voces más prometedoras de su generación.
La obra cumple su promesa inicial: obliga a no cerrar los ojos. En tiempos de polarización y negacionismo, esta poesía que nombra sin eufemismos se vuelve un acto de resistencia cultural imprescindible.