La noche oscura ha caído
sobre mi cansada almohada,
regalándome silencios
para el descanso del alma.
Otras noches,
lobos huraños,
se apresuran prestos
sobre la misma almohada,
para aullar con rabia,
letanías bravas
de desconsuelos lentos.
La noche es muy corta
cuando el alma canta,
pero demasiado larga,
para entretener fantasmas
que arrastran,
grilletes con saña,
hasta el despertar del alba.