El sábado, el Diario de Burgos y algunos medios más (pocos) publicaban esta noticia: Una polémica decisión del jurado cuestiona la limpieza del Premio «Ciudad de Burgos» en la que se da cuenta de los tejemanejes que se llevan a cabo entre bambalin…
Onetti y Hammett
Terminé el domingo de leer «Tierra de nadie» de Juan Carlos Onetti y ayer comencé a leer «Cosecha Roja» de D. Hammett. No es una transición casual. Onetti era un ávido lector de novelas negras y, en concreto, de las de Hammett. O eso me han conta…
Miguel Hernández – El Hambre
El 30 de octubre de 1910 nacía Miguel Hernández, que años después escribiría un poema titulado «El hambre». Merece la pena hoy, 102 años después de su nacimiento, recordar este poema y pensar.
El hambre
I
Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.
El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.
Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.
Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.
Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.
Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.
Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.
No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros.
En cada casa un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.
II
El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.
Uno no es tan humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir herida en la conciencia:
que no sea capaz de ahogar en nieve fría
palomas que no saben si no es de la inocencia.
El animal influye sobre mí con extremo,
la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.
A veces, he de hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí la voz de los leones.
Me enorgullece el título de animal en mi vida,
pero en el animal humano persevero.
Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza, con su valor primero.
Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.
Arroja sus estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.
Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.
Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.
Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido,
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas noblemente en la boca.
Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.
Reseña de "Entre Dioses y Peones" en "El club de las lectoras"
Reseña de «Entre Dioses y Peones» en «El club de las lectoras»
Raúl Hedior es un peculiar policía encargado de resolver un caso de asesinatos en serie en el Paseo de Zorrilla de Valladolid, junto con la colaboración del Psicólogo y Psiquiatra Antolín y del Periodista de sucesos, especializado en asesinatos en serie, Rafael Robles.
Sus 155 páginas se encuentra divididas en tres libros. Cada uno de estos libros nos ofrece el caso desde diferentes puntos de vista: policía y asesino.
De esta manera, descubrimos si la policía investiga en la dirección correcta o no y el porqué de los crímenes.
La elección de los nombres de los personajes en español y la de ambientarla en el centro de Valladolid es un acierto, ya que consiguen hacer más cercana la obra y que el lector se involucre más en ella.
«Entre dioses y peones» es un libro que envuelve, que mantiene al lector en suspense hasta el final de sus páginas y en la que, a medida que avanzamos en la historia, nos permite reflexionar sobre la complejidad de la mente humana.
De esclavitud y de cadenas
[…]
Las gentes cruzan el mundo en la actualidad
sin apenas recordar que poseen un cuerpo y en él la vida,
y hay miedo, hay miedo en el mundo de las palabras que designan el cuerpo,
y se habla favorablemente de la ropa,
de pantalones es posible hablar, de trajes,
y de ropa interior de mujer (de medias y ligas de «señora»),
como si por las calles fueran las prendas y los trajes vacíos por completo
y un oscuro y obsceno guardarropas ocupara el mundo.
Tienen existencia los trajes, color, forma, designio,
y profundo lugar en nuestros mitos, demasiado lugar,
demasiados muebles y demasiadas habitaciones hay en el mundo,
y mi cuerpo vive entre y bajo tantas cosas abatido,
con un pensamiento fijo de esclavitud y de cadenas.
«Ritual de mis piernas», Residencia en la Tierra, Pablo Neruda.
Sin seguridad jurídica
Aquí podéis ver un texto que envié a El País sobre la famosa ley destinada a impedir grabar a los policías mientras trabajan
http://elpais.com/elpais/2012/10/22/opinion/1350930420_779851.html
De momento, estamos camino de una dictablanda. Pero cada vez parece más dictadura.
No a la ley que impide grabar y difundir imágenes de los policías
Sorteo de Entre Dioses y Peones
Últimas lecturas – comentarios rápidos
Dublineses: (J.Joyce): Conjunto de relatos, la mayoría muy breves. Lo leí en Galicia que, dentro de España, debe ser lo más parecido a leerlo en Dublín. Se le puede criticar a estos relatos su aparente intrascendencia, no ser nada más que una colección de estampas de la medianía de vida de los dublineses de clase media-alta. Bien. Es eso, sí. Pero no es intrascendente. Lo que se cuela por las grietas es la visión de una sociedad y, sobre todo, de una personas, agotadas, carentes de objetivos, sin voluntad y, por lo tanto, inútilmente vivas. La prosa es sencilla y las descripciones, sobre todo las humanas, precisas hasta el detalle. Obligada lectura.
Una avanzada del progreso: (J. Conrad): Cuentito de Conrad. Lo leí junto a otro cuyo nombre no recuerdo. La historia pertenece al centro del universo de Conrad: unos almacenes europeos en medio de la selva africana. Dos hombres que no pueden ser libres porque ya no recuerdan en qué consiste eso. La locura, la opresión del ambiente, la oposición de la naturaleza y, finalmente, la muerte. Conrad demuestra cómo para hacer una gran obra no hacen falta muchas páginas.
Alma infantil y Mes de Julio: (H. Hesse): Dos cuentos también breves de Hesse. Ambos en la linea de «Bajo las ruedas», aunque menos trágicos. El primero esconde la esencia del universo Hesse: el paso a la vida adulta, el buscado sentimiento de culpa, el placer de la contrición, el enfrentamiento con los adultos…»Mes de Julio» es más sencillo, una aventura de iniciación sentimental. Para mi gusto, más flojo.