Últimas lecturas – comentarios rápidos

Sé que hace mucho – meses – que no escribo una reseña de un libro. No es que haya dejado de leer, ni mucho menos. Todo lo contrario: el problema es que dedico mucho tiempo a leer y tomar notas y luego me da pereza pasar todo lo apuntado a ordenador, al blog.
Por hacer un resumen rápido de lo que he leído últimamente que me haya gustado:

El Miedo a la libertad: (E. Frömm): en realidad, relectura. Más impresionante ahora que lo he leído por placer y con detenimiento. Importante y obligada lectura para aquellos que deseen conocer el perfil psicológico y antropológico de la sociedad en la que vivimos. E imprescindible para entender algunos comportamientos humanos durante esta crisis.
El Pozo: (J.C. Onetti): primera obra de un escritor al que me costó entrar y que ahora me tiene fascinado. Una novela con toques de Dos Passos (menos que «Tierra de nadie») y me atrevería a decir que de Dostoievski. Sobre esto escribiré más, algún día.

Dublineses: (J.Joyce): Conjunto de relatos, la mayoría muy breves. Lo leí en Galicia que, dentro de España, debe ser lo más parecido a leerlo en Dublín. Se le puede criticar a estos relatos su aparente intrascendencia, no ser nada más que una colección de estampas de la medianía de vida de los dublineses de clase media-alta. Bien. Es eso, sí. Pero no es intrascendente. Lo que se cuela por las grietas es la visión de una sociedad y, sobre todo, de una personas, agotadas, carentes de objetivos, sin voluntad y, por lo tanto, inútilmente vivas. La prosa es sencilla y las descripciones, sobre todo las humanas, precisas hasta el detalle. Obligada lectura. 

Para esta noche (J.C. Onetti): una noche – la primera noche – en una dictadura latinoamericana, pero con el mérito de haber sido escrita antes de que esas dictaduras existieran. Faulkneriana, dura, con una prosa oscura y feroz. Onetti dijo que la escribió a raíz de una historia que le contaron unos anarquistas españoles emigrados a Argentina después de nuestra guerra civil. Cruda, por lo tanto, como sólo puede serlo el relato de un perdedor.
Las calles: (Félix Grande): un pequeño relato escrito en los años 70 del siglo pasado – si no me falla la memoria – pero que tiene la sonoridad de lo actual. No sólo pro la prosa directa y el ritmo rápido, sino por la desesperación del personaje, por los detalles de violencia encubierta de su mundo laboral, por la zozobra de su vida inadaptada, sin consuelo. Lo escribió hace mucho Félix Grande, pero podría haberlo escrito Houllebecq antes de ayer.
El que tiene sed: (Abelardo Castillo): Sobre esta novela también tendré que escribir antes o después un comentario más largo y sesudo. De momento, consíganla si puden. Es una obra cargada de verdad, de prosa enérgica y humor negro. Y cuenta con dos o tres capítulos que cualquier escritor sensato daría la mano izquierda por haber escrito.
Justine: (Lawrence Durrell): relectura. Como siempre, magnífica. Creo que es la única novela que he leído tres o cuatro veces en mi vida. La calidad de página de Durrell, sus descripciones, el modo en que convierte el espacio en un personaje, la sensualidad de Justine…obra maestra.
Correspondencia de Durrell y Miller: Una lectura obligada para todos aquellos que, como yo, estén fascinados por el personaje de Durrell. Y un ejemplo de ética en un mundo en el que esto no es frecuente: el de los escritores. El libro comienza con un Durrell arrodillado ante el genio demoníaco que ha parido «Trópico de cáncer» y termina con Miller alabando la incontestable maravilla que es «Justine».
Las armas secretas: (Julio Cortázar): Colección de relatos que incluye «Cartas de mamá», «Los buenos servicios», «Las babas del diablo», «El perseguidor» y «Las armas secretas». Todos ellos obras geniales, incontestables. Sobre todo, «Cartas de mamá» y «El perseguidor». Leer a Cortázar es, para mí, como volver a casa, al mundo donde la fantasía y la realidad se funden para crear la vida.
Bajo las ruedas: (Herman Hesse): Una de las primeras obras de Hesse. Iniciática. No es, ni mucho menos, lo mejor que ha escrito el alemán. Aún así, es clave para entender su producción posterior, su interés por el punto de tránsito entre la infancia y la vida adulta y también por cómo se educa (o se pervierte) a los niños.
Nada se opone a la noche: (Delphine de Vigan): La novela más vendida en Francia el año pasado. De trasfondo trágico. Tiene como meritorio el no regodearse en lo infernal de la vida de la madre protagonista. Como demérito, eso le lleva a una falta de pasión que impide meterse en la novela. Para mi gusto, una obra demasiado sencilla, profunda porque es imposible que no lo sea con la historia que cuenta, pero sin arte por parte de la autora. No vale los 22 euros que cuesta.

Una avanzada del progreso: (J. Conrad): Cuentito de Conrad. Lo leí junto a otro cuyo nombre no recuerdo. La historia pertenece al centro del universo de Conrad: unos almacenes europeos en medio de la selva africana. Dos hombres que no pueden ser libres porque ya no recuerdan en qué consiste eso. La locura, la opresión del ambiente, la oposición de la naturaleza y, finalmente, la muerte. Conrad demuestra cómo para hacer una gran obra no hacen falta muchas páginas.

Alma infantil y Mes de Julio: (H. Hesse): Dos cuentos también breves de Hesse. Ambos en la linea de «Bajo las ruedas», aunque menos trágicos. El primero esconde la esencia del universo Hesse: el paso a la vida adulta, el buscado sentimiento de culpa, el placer de la contrición, el enfrentamiento con los adultos…»Mes de Julio» es más sencillo, una aventura de iniciación sentimental. Para mi gusto, más flojo. 

De poesía, lo de siempre: Paca Aguirre, Pepe Hierro, Ernesto Cardenal, Luis Rosales. Todo recomendable. 
El resto, nada reseñable.