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CAMINO DE LOS ROMEROS de Alfonso Becerra
CAMINO DE LOS ROMEROS
Por el camino de los romeros
Hay flores amarillas de luceros
El Horizonte es de sierra blanca
Las espigas encorvan su danza
Por el camino de los romeros
Regresan volando las cigüeñas
El perro blanco ladra a lo lejos
Fecundo marzo grita primavera
Por el camino de los romeros
Tres niños corren por la pradera
Suenan melodías en riachuelos
Canta el canto de los jilgueros
En la brisa sutil siento tus besos
He oído tu dulce voz por dentro
He escuchado notas y versos
Por el camino de los romeros
Suave Sol siento en mi corazón
Brotes de almendro contemplo
Abejas danzan, flores blancas
En dirección al inmenso azul cielo
Llegando al final de este libro
Has leído mi Alma encendía
Caminando por versos de luz
Embriagado de dulce poesía
Y de repente,
Dios es Amor
¡Por el camino de los romeros!
-Alfonso Becerra Álvarez, Y DE REPENTE TODO ES AMOR (2025).
Análisis: “La peregrinación como abrazo cósmico”
El camino no es solo tierra pisada: es un surco del Alma donde germinan las preguntas. Becerra teje en estos versos una geografía sagrada donde lo cotidiano -perros que ladran, niños corriendo- se transfigura en ritual. Las flores amarillas de luceros no son metáforas, son llaves que abren portales entre Lavapiés y el huerto de Santa Teresa.
Hay aquí un diálogo entre el polvo y lo eterno. Las cigüeñas que regresan no migran, vuelven como el poeta a su Torremejía interior. El fecundo marzo no es un mes, es un útero de sílabas donde la primavera nace del choque entre el dolor y la revelación.
La voz se descalza en el último tercio del poema. Los versos de luz no iluminan: queman. El Amor-Dios no es conclusión, es camino hecho de savia y llagas. Cuando escribe “Has leído mi Alma encendía”, nos convierte en romeros de su propia peregrinación. La poesía ya no es escritura: es comunión.
El genio de Becerra está en su desnudez ceremoniosa. El almendro en flor, las abejas, el azul del cielo… son liturgias mínimas que sacralizan lo efímero. No describe epifanías: las siembra en el lector como semillas de cardo borriquero -ásperas, indomables-.
Al cerrar el libro, uno no siente haber leído un poema. Siente haber masticado raíces de jara, haber sudado salivilla de cantueso, haber recorrido a pie descalzo el sendero que une el corazón humano con el latido del universo.
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CRÍTICA LITERARIA: “Y DE REPENTE TODO ES AMOR” – La poesía como puente entre lo cotidiano y lo trascendente
CRÍTICA LITERARIA: “Y DE REPENTE TODO ES AMOR” – La poesía como puente entre lo cotidiano y lo trascendente
Título y Autor
“Y DE REPENTE TODO ES AMOR” es el tercer poemario de Alfonso Becerra Álvarez, publicado en 2025 por Editorial Poesía eres tú. Becerra nació en Mérida en 1981, es natural de Torremejía (Extremadura) y actualmente reside en Madrid. Titulado en actuación y comunicación, su trayectoria poética comenzó durante el confinamiento de 2020 con “En Lavapiés Los Días Son De Poesía” (2021), seguido por “Para ellas Para ellos” (2022), conformando así una trilogía espiritual que culmina con la presente obra.
Resumen Breve
Este poemario, escrito entre 2022 y 2024, constituye un viaje interior donde el autor trasciende la concepción convencional del amor romántico para elevarlo a una dimensión universal. A través de 125 páginas de versos, Becerra dialoga con su entorno (el barrio madrileño de Lavapiés, su tierra natal extremeña), con sus seres queridos (familiares, amigos) y principalmente con lo trascendente, representado frecuentemente como “Dios”, “Amor” o simplemente como presencia vital que permea la existencia cotidiana.
Análisis de Elementos Literarios
Estructura y composición
La obra se articula como una especie de diario poético donde las fechas específicas (“27 DE FEBRERO”, “3 DE DICIEMBRE”) generan un efecto de bitácora espiritual. Esta cronología fragmentaria refuerza la sensación de autenticidad y testimonio vivencial, invitando al lector a acompañar al poeta en sus descubrimientos interiores. La alternancia entre poemas breves y extensos establece un ritmo que refleja los distintos estados anímicos que componen el viaje espiritual descrito.
La estructura no sigue un orden estrictamente cronológico sino una organización basada en resonancias emocionales que sugieren un movimiento en espiral, regresando a los mismos motivos con mayor profundidad cada vez.
Estilo y lenguaje
Becerra opta mayoritariamente por el verso libre, dotado de una musicalidad interna conseguida mediante diversos recursos:
La repetición constituye uno de sus dispositivos estilísticos más característicos, usando anáforas que crean un efecto hipnótico similar a las letanías religiosas. En “ALMA MÍA, VUELVE, VUELVE”, este recurso genera un ritmo envolvente:
“Alma mía, vuelve, vuelve
Gran placer que siento
Dudando en el infierno
Rendido recogimiento
Luz que corre el cuerpo
Alma mía, vuelve, vuelve”
La yuxtaposición de contrarios aparece constantemente, reflejando la naturaleza paradójica de la experiencia espiritual: “Es tan grande el dolor interno / que a mis noches les falta aliento”. Este recurso conecta la obra con la tradición de la poesía mística española, particularmente con San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.
El poeta emplea un lenguaje directo, carente de hermetismo, pero no por ello falto de profundidad. En un panorama poético contemporáneo que a menudo privilegia la experimentación formal o la densidad conceptual, Becerra apuesta por una expresión accesible que no renuncia a la hondura emocional.
Imaginería y simbolismo
El universo simbólico de “Y DE REPENTE TODO ES AMOR” se articula en torno a elementos recurrentes:
El jardín emerge como símbolo central del espacio interior donde el alma cultiva sus vivencias. En “SOMOS UN JARDÍN”, esta metáfora se desarrolla extensamente: “Somos un jardín, mojada tierra, semillas y raíz / Brote creciente, hoja, ramas, hierba y simiente”.
La luz aparece constantemente como símbolo de lo divino y la revelación espiritual, manifestándose en diversas formas: rayos de sol, estrellas, luna, fuego. En poemas como “LUZ DE LLENO” o “LUZ DE MIEL”, esta luminosidad se asocia directamente con la experiencia de lo trascendente.
El camino simboliza el recorrido vital y espiritual, presente en numerosos títulos (“CAMINO DE LUZ”, “CAMINO VACÍO”, “CAMINO DE LOS ROMEROS”). Este símbolo adquiere connotaciones de peregrinación interior, búsqueda y autodescubrimiento.
Las aves, especialmente las palomas, funcionan como símbolos del alma y mensajeras entre lo humano y lo divino. En “SIETE PALOMAS”, estos animales conectan lo terrenal y lo celestial: “Bajando la cuesta vienen volando, siete palomas”.
Temas centrales
La búsqueda espiritual constituye el eje vertebrador de la obra, manifestándose en poemas que exploran estados de oscuridad interior (“NOCHE OSCURA”), momentos de revelación (“LA VOZ DE DIOS”) y espacios de encuentro con lo trascendente.
El amor como fuerza cósmica aparece como segundo gran tema, elevado más allá de lo romántico para convertirse en principio universal. El poema titular “Y DE REPENTE, TODO ES AMOR” sintetiza esta visión: “De repente me encuentro, empezando de nuevo, sintiendo al viento, cruzando Madrid, lloviendo, contemplando mi vida, como si fuera un cuento, un sueño, y de repente, en pasos perdidos, en calles y miradas, de repente, me encuentro.”
La geografía emocional constituye otro eje importante, con poemas dedicados a lugares significativos. Madrid y especialmente el barrio de Lavapiés aparecen como espacios de experiencia cotidiana, mientras que Torremejía representa la conexión con las raíces: “De racimos de uvas verdes nace el vino de Torremejía, dorado agosto es su tierra, dehesa extremeña, Amor y encinas.”
Interpretación y Juicio Crítico
Innovación dentro de la tradición
Lo más notable de “Y DE REPENTE TODO ES AMOR” es cómo Becerra logra actualizar la tradición mística española desde una sensibilidad contemporánea y urbana. El diálogo con Santa Teresa de Jesús, quien aparece explícitamente como figura inspiradora, se manifiesta en el lenguaje que describe los encuentros con lo divino como experiencias sensoriales, corporales e íntimas, pero trasladadas a espacios cotidianos del siglo XXI. No es en el convento sino en Lavapiés donde ocurre la revelación; no es en el huerto cerrado sino en “LA ENCIMERA” donde se manifiesta lo trascendente.
Esta integración entre tradición y modernidad representa una de las mayores fortalezas del poemario. Becerra no busca reproducir artificialmente la poesía mística del Siglo de Oro, sino que parte de su propia experiencia para establecer un puente con esa tradición, renovándola sin desnaturalizarla.
Accesibilidad sin simplificación
Otro logro significativo es cómo el poeta consigue crear una obra accesible sin caer en la simplificación. En un panorama literario donde a menudo la “poesía profunda” se asocia con la complejidad formal o el hermetismo conceptual, Becerra demuestra que es posible abordar temas espirituales complejos con un lenguaje directo y emotivo que no aliena al lector contemporáneo.
Este equilibrio entre accesibilidad y profundidad se manifiesta en poemas como “CAMINO DE LOS ROMEROS”, donde la culminación del viaje espiritual se expresa con una notable economía de medios: “Y de repente, / Dios es Amor / ¡Por el camino de los romeros!”
Limitaciones
Si bien la obra destaca por su sinceridad emocional y su capacidad para integrar experiencias cotidianas y trascendentes, ocasionalmente algunos poemas presentan cierta irregularidad en su construcción. La predilección por el verso libre, aunque permite mayor flexibilidad expresiva, en ciertos momentos podría beneficiarse de una mayor contención formal para potenciar el impacto de las imágenes.
Contexto Histórico y Cultural
“Y DE REPENTE TODO ES AMOR” se inscribe en un momento particular de la poesía española contemporánea, caracterizada por una tensión entre diversas tendencias: la poesía de la experiencia, la experimentación lingüística, la poesía social y el regreso a ciertas formas clásicas. En este contexto, la obra de Becerra representa una corriente que, sin desdeñar la tradición, busca renovarla desde la autenticidad de la experiencia vivida.
El hecho de que la trilogía poética del autor comenzara durante el confinamiento por la pandemia de 2020 no es anecdótico. Ese periodo de introspección forzosa fue para muchos un momento de redescubrimiento espiritual y de replanteamiento de prioridades vitales. La obra de Becerra documenta ese viaje desde el despertar poético inicial hasta la experiencia de un amor trascendente que abarca la totalidad de la existencia.
Comparación con Otras Obras
Conexiones con la poesía del siglo XX
La poesía de Alfonso Becerra establece interesantes diálogos con varios autores del siglo XX, aunque mantiene una voz distintivamente propia:
Con Clara Janés comparte la exploración de lo espiritual desde una mirada contemporánea, aunque Becerra opta por un lenguaje más directo y menos hermético. Ambos encuentran en la naturaleza símbolos para expresar realidades trascendentes.
Su obra resuena con ciertos aspectos de Antonio Colinas, particularmente en la fusión entre paisaje exterior e interior como espacio de revelación. Sin embargo, mientras Colinas se mueve en un universo cultural más amplio con referencias clásicas y orientales, Becerra permanece anclado en una espiritualidad más cercana a la tradición cristiana española.
La influencia de Alberto Caeiro (heterónimo de Fernando Pessoa), mencionada en el prólogo del libro, resulta reveladora. Como señala Joaquín Pereira: “Ambos son poetas naturales, ingenuos, apasionados. No escriben pensando: ¿esto le gustará a alguien?, ¿los eruditos le darán el visto bueno?” Esta aproximación despojada de artificios vincula a Becerra con cierta vertiente de la poesía portuguesa del siglo XX.
Con José Ángel Valente podría establecerse una conexión en cuanto a la búsqueda de una palabra esencial que toca lo inefable, aunque Becerra se aleja del hermetismo valentiano para ofrecer una poesía más inmediata y emotiva.
Técnicas innovadoras para el lector contemporáneo
Lo que distingue a Becerra de estos antecedentes es su capacidad para incorporar elementos contemporáneos como puentes hacia la experiencia espiritual. El poeta introduce varias técnicas que facilitan el acceso del lector actual a la experiencia poética:
- Estructura de diario poético: La inclusión de fechas crea un efecto de inmediatez y autenticidad que resulta familiar para lectores habituados a formatos como blogs o redes sociales.
- Espacios urbanos contemporáneos: Lavapiés, barrio multicultural de Madrid, aparece como escenario de experiencias trascendentes, demostrando que lo divino no está confinado a espacios tradicionalmente “sagrados”.
- Objetos cotidianos elevados a símbolos: En poemas como “LA ENCIMERA”, objetos domésticos adquieren significados trascendentes sin perder su materialidad: “¡Qué contento estoy con mi encimera! / Ni la he limpiado, porque es nueva. / Es de un blanco único, cocina de lujo, antes era una puerta y no tenía uso”.
- Hibridación de registros: Becerra combina el lenguaje de la tradición mística con expresiones coloquiales contemporáneas, creando un tejido verbal que resulta a la vez elevado y cercano.
- El poema como espacio colaborativo: La inclusión del relato “Luna de Amor” de David Lavado Becerra al final del poemario rompe con la noción del libro como objeto cerrado, sugiriendo un diálogo intergeneracional y entre géneros literarios.
Opinión Personal
“Y DE REPENTE TODO ES AMOR” representa una significativa contribución a la poesía española contemporánea por su capacidad para reinventar la tradición mística desde una sensibilidad actual. Alfonso Becerra consigue lo que muy pocos: hablar de experiencias espirituales profundas con un lenguaje que no excluye al lector no especializado, sin por ello trivializar el contenido.
Lo más valioso de esta obra es su autenticidad. No hay impostura en estos versos; fluyen con naturalidad como testimonio de una experiencia vivida intensamente. En un panorama literario a menudo dominado por la ironía posmoderna o el experimentalismo vacío de contenido emocional, resulta refrescante encontrar una voz que no teme expresar sentimientos genuinos ni abordar la dimensión espiritual de la existencia humana.
Recomendaría este poemario especialmente a lectores interesados en la poesía espiritual contemporánea, pero también a aquellos que, sin ser habituales lectores de poesía, busquen una obra que les hable directamente, sin artificios ni hermetismos innecesarios. “Y DE REPENTE TODO ES AMOR” demuestra que es posible escribir poesía profunda y accesible a la vez, tendiendo puentes entre la gran tradición mística española y la sensibilidad contemporánea.
Conclusión
Alfonso Becerra Álvarez, con “Y DE REPENTE TODO ES AMOR”, completa una trilogía poética que documenta un viaje espiritual desde el despertar creativo durante el confinamiento hasta el descubrimiento del amor como principio universal que permea toda la existencia. Su mayor logro es haber creado una obra que dialoga con la tradición mística española actualizándola mediante un lenguaje contemporáneo y accesible.
En un momento en que la poesía oscila entre el minimalismo conceptual, la experimentación lingüística y la denuncia social, Becerra propone un regreso a la interioridad como espacio de encuentro y revelación, pero desde un lenguaje que no renuncia a la hondura emocional ni a la capacidad comunicativa. Como culminación de una trilogía espiritual, este poemario nos recuerda que la verdadera innovación en poesía no siempre consiste en romper con la tradición, sino a veces en renovarla desde dentro, infundiéndole la sangre nueva de la experiencia personal auténtica.
Al final, como proclama el verso final del libro, el poeta descubre que “Dios es Amor / ¡Por el camino de los romeros!” Una verdad antigua expresada con frescura contemporánea, resumiendo así la paradójica combinación de tradición e innovación que caracteriza esta notable contribución a la poesía española actual.
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“No puedo parar” del libro CONTEXTO de Ruth Vicente
NO PUEDE PARAR
El cielo está llorando, está de proceso y la tristeza lo ha atrapado,
no puede parar, desconsolado, las nubes que lo ven no pueden
hacer nada, intentan juntarse más, para abrazarlo, le cantan para
animarlo, las nanas suenan por todos lados, el viento las lleva
entre los árboles, se aceleran en los valles y los prados, los
animales corren desesperados porque no se callan y el cielo no
para de llorar, no puede parar. Las gotas caen en la tierra como
espadas, agujerean la superficie plana, es su alma, golpeando el
cuerpo, la emoción lo traspasa y se acumula, el cielo está
desbordado creando esa charca en la que saltamos con botas de
agua, en la que se ahogan las historias pasadas, las malas rachas,
no puede parar, aunque se siente arropado, su pena despliega tal
tormenta que los demás le dan de lado, su bajón hace daño a los
que no entienden sus actos. Y el mar está enfadado con él, lo
mira desde abajo, las olas al chocar con las rocas quieren llegar
a tocarlo, y decirle que ya está bien, calmarlo, y no pueden, y no
puede parar, el cielo necesita ser acompañado. ¿Tanto cuesta de
entender? Todo lo que ha sacrificado pa que vivamos “bien”, al
móvil pegados, esperando la alerta, que no llegó, el mundo
colapsado, por el hacer, por el tener, mirando, siempre
multiplicando, ya no puede ser, el corazón acallado, el silencio
ensordece al que empieza a ver algo. Y ya no puede parar, y nos
empuja al cambio, a alzar la voz y ponernos en pie para no
ahogarnos en sus lágrimas. Un taladro en la consciencia que
despierta las alarmas, internas, las que encienden las linternas
para ver, que no es de hoy, es de ayer. No tiene que ver contigo,
deja de mirarte el ombligo y mira hacia arriba, y date cuenta de
que el cielo no puede parar, no puede parar de llorar, no hemos
pensado en el mañana y pasan cosas, no avisan, el volcán, la
Dana, ¿qué contaremos?, ¿qué dirán nuestros hijos?, ¿de qué
hablaremos? ¿qué futuro nos espera? Aparecen los que no tienen
corazón, ¿se puede negar la protección?, por dinero, por no salir
del caparazón, la sinrazón, qué vergüenza, ajena, o no.
Ruth Vicente González, del libro “Contexto” (2025)
El cielo que sangra lágrimas: cuando la naturaleza grita lo que callamos
¿Quién no ha mirado alguna vez la lluvia caer y ha sentido que el cielo llora? Vicente nos sumerge en esta metáfora universal pero la transforma en un grito desgarrador, en un llanto que se niega a cesar. Me estremece cómo la poeta convierte al cielo en un ser doliente, en una entidad viva que no puede contener más su sufrimiento, como tampoco podemos nosotros guardar eternamente nuestras penas. Ese cielo desconsolado me recuerda a todos los que hemos llorado hasta quedarnos vacíos y aun así seguimos manando lágrimas.
Las gotas que caen “como espadas” me atraviesan el alma cuando leo este verso. No es agua lo que cae, son heridas que se clavan en la tierra, son emociones que perforan la coraza que hemos construido. ¡Qué hermoso resulta ese contraste entre la suavidad del agua y la violencia de su impacto! Como nuestras propias lágrimas cuando destrozan las máscaras que llevamos.
Me conmueve profundamente ese cielo que necesita ser acompañado, esa soledad en medio del dolor. Vicente logra que sienta ternura por el firmamento mismo, que quiera extender mis brazos para abrazarlo, para sostenerlo en su llanto interminable. Y entonces comprendo que no es solo el cielo quien sufre – somos nosotros, es nuestra Tierra herida quien grita a través de la lluvia.
La palabra “Dana” resuena como un eco terrible, una referencia a las catástrofes climáticas que ya no son abstracciones sino realidades que nos ahogan. El poema se transforma ante mis ojos en una elegía por lo que estamos perdiendo, en un lamento por nuestra propia ceguera. “Deja de mirarte el ombligo y mira hacia arriba”, nos implora la autora, y siento que sus palabras me sacuden de mi letargo cotidiano.
¿Cuántas veces hemos ignorado el llanto del cielo? Vicente me obliga a contemplar mi propia indiferencia, mi pequeñez ante el dolor cósmico. Y sin embargo, también me regala esperanza en ese “alzar la voz y ponernos en pie” – una invitación a la acción, a no ahogarnos pasivamente en las lágrimas celestiales.
Este poema me recuerda que llorar es también un acto revolucionario cuando viene del cielo, cuando nos obliga a mirar hacia arriba, cuando se convierte en ese “taladro en la consciencia” que perfora nuestras comodidades. La lluvia ya no será nunca más para mí solo un fenómeno meteorológico – será este llanto incontenible, esta advertencia líquida, este amor desesperado que cae desde las alturas para recordarnos que formamos parte de algo mucho mayor que nosotros mismos.
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