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ENTREVISTA A LUCÍA GARCÍA RAMOS CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE “RENACIDA EN MI CALMA”
ENTREVISTA A LUCÍA GARCÍA RAMOS
CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE “RENACIDA EN MI CALMA”
- Lucía, “Renacida en mi calma” es tu segundo poemario después de “Ama desde tus adentros”. ¿Cómo ha evolucionado tu voz poética entre ambos libros? ¿Qué descubriste sobre ti misma como escritora en este proceso?
Mi voz poética ha evolucionado al mismo ritmo que yo. Ama desde tus adentros nació desde un impulso muy necesario de volcar hacia fuera todo lo que llevaba dentro: mis heridas, mis búsquedas y mis primeras certezas sobre el amor propio o el amor en general.
En Renacida en mi calma, en cambio, mi escritura respira de otra manera. Hay más silencio, más contemplación, más verdad depurada. Me permití escribir sin prisa, escucharme más profundo y dejar que cada verso apareciera solo cuando realmente tenía algo que decir. Ya no escribo desde la necesidad de soltar, sino desde el deseo de comprenderme. En este proceso descubrí que mi voz es más serena de lo que creía, y que la vulnerabilidad no está solo en mostrar las heridas, sino también en reconocer la calma que llega después.
- El título del libro habla de renacer en la calma, no desde el caos ni desde la euforia. ¿Por qué la calma? ¿Qué representa para ti ese estado emocional y cómo llegaste a él?
Elegí la calma porque fue el lugar al que llegué después de atravesar mis propias tormentas. El caos me enseñó, pero la calma me transformó. Para mí representa un estado de presencia, de verdad y de escucha profunda. No llegué a ella de golpe, sino poco a poco, aprendiendo a sostenerme, a nombrarme y a habitarme sin miedo.
Empecé a hacer pequeñas pausas, a observar mis emociones sin juzgarlas, a permitirme sentir sin dramatizar. Y ahí entendí que la calma también es fuerza, que el silencio también transforma, y que desde ese sosiego puedo renacer de una forma más consciente y más auténtica.
Por eso Renacida en mi calma no es solo un título: es una declaración del lugar interior desde el que decido vivir y escribir.
- La estructura del poemario es muy deliberada: cinco secciones perfectamente simétricas que trazan un viaje desde “Renacer” hasta “Horizontes”. ¿Cómo surgió esta arquitectura? ¿Escribiste los poemas ya pensando en esta progresión o la estructura emergió después?
La arquitectura del poemario no nació desde la mente, sino desde el propio proceso de escribirlo. Al principio no tenía una estructura definida, los poemas iban llegando de forma muy natural.
Fue cuando reuní todos esos textos que empecé a ver un hilo claro: había un recorrido, un movimiento interno que se repetía. La simetría de las cinco secciones no fue planificada desde el inicio, pero cuando apareció, sentí que reflejaba perfectamente ese tránsito. Cada parte es una estación de un viaje íntimo, y juntas componen un mapa emocional que guía al lector desde el renacer hasta la apertura hacia nuevas posibilidades.
Fue escuchar lo que el propio libro quería ser y ordenar los poemas para honrar ese viaje interior.
- En cada sección, el último poema introduce una nota de vulnerabilidad: “Los días que no soy luz”, “Cuando me permito caer”… Parece que conscientemente quisiste evitar el optimismo lineal. ¿Por qué fue importante para ti mostrar que el crecimiento personal no es una línea recta ascendente?
Porque el crecimiento real nunca es una línea recta, y fingir que lo es sería traicionar la verdad de quienes leen y la mía propia. No quería escribir un libro donde todo parece resolverse mágicamente, donde cada capítulo termina en un triunfo. La vida no funciona así, y la sanación tampoco.
Para mí era fundamental mostrar que incluso en los momentos de mayor claridad hay sombras que regresan, días grises, dudas, cansancio. Esos últimos poemas de cada sección son como pequeñas grietas que permiten que entre luz, pero también recuerdan que el renacer no borra la fragilidad: la integra.
Quise dejar claro que no pasa nada por no estar bien todo el tiempo, que permitirse caer también forma parte del proceso de levantarse. La vulnerabilidad no es un retroceso: es una forma de honestidad. Y creo que esa honestidad es la que conecta de verdad con la gente que encuentra refugio en la poesía.
Mostrar esos altibajos era una forma de aprender a acompañarte en cada tramo, incluso en los bajones.
- Hay un verso que dice “Me temblaban las manos / pero la voz salió firme”. Esta tensión entre el miedo físico y la determinación vocal aparece en varios momentos del libro. ¿Crees que la poesía puede ser ese espacio donde la voz sale firme, aunque las manos tiemblen?
Sí, absolutamente. Para mí la poesía es precisamente ese lugar donde la voz puede salir firme, aunque el cuerpo aún tiemble. Es un refugio, pero también un acto de valentía. Muchas veces, en la vida cotidiana, nos falta aire para decir lo que sentimos, o nos pesa el miedo a mostrarnos vulnerables. Pero en la poesía hay una libertad diferente: podemos nombrar lo que nos duele, lo que dudamos, lo que anhelamos… sin tener que sostener la mirada de nadie.
Cuando escribí ese verso estaba pensando exactamente en eso: en cómo, a pesar del temblor, hay una parte de mí que ya ha entendido el camino. Es como si la voz supiera algo que el cuerpo todavía está aprendiendo a confiar. Un espacio donde el temblor no resta fuerza, sino que la hace más auténtica.
- Incorporas una referencia explícita a Mario Benedetti en el poema final: “la alegría se defiende”. ¿Qué significó para ti dialogar con su obra? ¿Qué otros poetas han sido compañeros de viaje en tu formación literaria?
Dialogar con la obra de Benedetti fue casi inevitable para mí. Él siempre ha sido un poeta que consigue algo mágico: decir cosas inmensas desde una sencillez luminosa. Cuando escribí “la alegría se defiende”, sentí que estaba conversando con esa parte suya que recuerda que la esperanza no es ingenuidad, sino resistencia.
La verdad que, sinceramente no me he centrado en otros poetas, me he empapado mucho de él y también he leído mucho en gente anónima de las redes.
- Tu poesía utiliza metáforas muy corporales: piel que se desprende, piedras que pesan en los hombros, manos que tiemblan. ¿Por qué era importante para ti encarnar las emociones en el cuerpo, hacerlas físicamente tangibles?
Porque, al menos para mí, las emociones no viven solo en la mente: se manifiestan en el cuerpo, lo tensan, lo ablandan, lo cansan, lo fortalecen. Siempre he sentido que lo que no logro nombrar con palabras, mi cuerpo lo dice por mí. Por eso necesitaba que en el libro lo emocional tuviera textura, peso, temperatura. Que no fueran solo ideas, sino sensaciones que cualquiera pudiera reconocer en su propia piel.
Cuando hablo de una piedra en los hombros, no hablo solo de preocupación: hablo de ese cansancio físico que todos hemos sentido alguna vez. Cuando digo que las manos tiemblan, no describo solo miedo: describo la vibración real de enfrentarse a algo que importa.
Encarnar las emociones era una forma de ser honesta. No quería hablar de la sanación como algo etéreo o filosófico, sino como un proceso que se vive con todo el cuerpo: se respira distinto, se camina distinto, se duerme distinto. El cuerpo es el primer territorio donde ocurre el cambio.
Además, creo que lo corporal crea un puente inmediato con el lector. Todos sabemos lo que es que algo nos duela en el pecho, que nos arda la garganta, que nos pese el alma como si fuera músculo. Hacer tangibles esas sensaciones era mi manera de recordarnos que lo que sentimos no es una teoría: es vida pasando a través de nosotros.
- Vivimos en una época donde la poesía circula masivamente por redes sociales, en fragmentos breves, consumida rápidamente. Tu libro propone una lectura más pausada, una estructura que invita a recorrer un camino completo. ¿Cómo ves el papel de la poesía en este contexto digital? ¿Crees que tu libro dialoga o resiste a esas formas de consumo?
Creo que la poesía tiene un papel muy valioso en el contexto digital, porque sigue recordándonos que incluso en la rapidez hay espacio para la profundidad. Las redes permiten que los versos viajen y lleguen a personas que quizá nunca se habrían acercado a un poemario, y eso me parece hermoso.
Pero Renacida en mi calma nace desde otro ritmo. No pretende competir con la inmediatez, sino ofrecer un lugar donde detenerse. Más que resistir al consumo rápido, creo que dialoga desde otro tiempo: invita a leer despacio, a respirar entre poema y poema, a recorrer un proceso completo y no solo un destello.
En un mundo que va tan rápido, ofrecer calma también es una forma de conversación.
- Tu poesía es muy accesible, habla con lenguaje directo sobre experiencias reconocibles. Algunos críticos podrían decir que sacrificas complejidad por accesibilidad. ¿Cómo respondes a esa tensión? ¿Crees que la poesía debe ser necesariamente hermética para ser profunda?
No creo que la profundidad dependa de lo complicado que sea un poema. Yo escribo con un lenguaje accesible porque quiero que quien me lea pueda sentirse dentro del verso, no fuera de él. La sencillez no es falta de complejidad; es elegir decir lo esencial sin esconderlo.
Algunos poemas herméticos son maravillosos, pero no creo que la poesía tenga que ser así para ser valiosa. Cada voz encuentra su forma. La mía busca cercanía, verdad y emoción limpia. Prefiero que mis palabras lleguen al corazón antes que imponer una barrera intelectual entre el lector y lo que quiero transmitir.
- Para terminar: ¿qué esperas que le suceda a alguien que lea “Renacida en mi calma” en un momento difícil de su vida? ¿Qué te gustaría que la poesía hiciera por esa persona que quizás no sabías que necesitabas cuando empezaste a escribir estos poemas?
Ojalá que quien lea Renacida en mi calma en un momento difícil sienta, aunque sea por un instante, que no está solo. Que sus emociones tienen un lugar donde descansar. No escribí este libro para dar respuestas, sino para acompañar. Si mis versos pueden ser un abrazo, una pausa o un soplo de alivio, ya habrá valido la pena. Me gustaría que la poesía le recuerde a esa persona algo que yo misma tuve que aprender: que la calma no es ausencia de dolor, sino un espacio donde podemos respirar un poco mejor.
Que incluso en medio del miedo hay una parte de nosotros que sigue buscando luz. Y que cada pequeño paso, incluso los que se dan temblando, también es un renacer.
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CRÍTICA LITERARIA: EL HILO IBÉRICO, TAPIZ DE CULTURAS
CRÍTICA LITERARIA: EL HILO IBÉRICO, TAPIZ DE CULTURAS
Título y Autor
El Hilo Ibérico: Tapiz de Culturas
Francisco Muñoz-Martín
Editorial Poesía eres tú, 2025
Francisco Muñoz-Martín (n. ca. 1950) es un destacado psicólogo clínico y social, psicoanalista y escritor español con más de cinco décadas de trayectoria profesional. Su formación multidisciplinar —que abarca la salud mental infantil, la adolescencia, el psicoanálisis y la psicosomática— ha nutrido una obra literaria que transita entre el ensayo psicológico y, más recientemente, la poesía lírica. Autor de más de una docena de libros traducidos a seis lenguas, entre los que destacan Su Majestad el niño, La mente escindida y Narcisismo, fanatismo e ideales del Yo, Muñoz-Martín ha emprendido en sus últimos años una transición hacia la creación poética con obras como El Hilo Azul (2025) y este Hilo Ibérico.
Su background como psicólogo clínico resulta relevante para comprender su aproximación poética: cada región española es retratada como si de un perfil psicológico se tratara, capturando no solo geografías sino temperamentos colectivos. Esta mirada clínica, lejos de frialdad, aporta una empatía profunda y una capacidad de escucha que atraviesa todo el poemario.
Resumen Breve
El Hilo Ibérico es un ambicioso proyecto poético que traza un mapa lírico de España a través de poemas dedicados a sus diecisiete comunidades autónomas y dos ciudades autónomas. Concebido como “un canto plural para una patria compartida”, el poemario propone una visión integradora de España donde la diversidad regional, lingüística y cultural constituye fortaleza antes que debilidad.
Cada poema funciona como retrato sensorial de un territorio: Andalucía es “raíz de luz” que germina en flamenco y aceitunas; Aragón, “piedra que canta” con voluntad cristalina; Galicia, tierra donde “el viento reza” entre nieblas y rías; Euskadi, “piedra que late en su lengua” milenaria. El conjunto compone un tapiz donde cada hilo conserva su color único mientras contribuye a la imagen total.
La obra incluye traducciones completas al catalán, euskera y gallego, materializando su mensaje de respeto lingüístico, y códigos QR con musicalizaciones de cada poema interpretadas por vocalistas profesionales, creando una experiencia multimedia sin precedentes en la poesía española contemporánea.
Análisis de Elementos Literarios
Trama: Estructura Coral y Progresión Acumulativa
Aunque la poesía lírica no tiene “trama” en sentido narrativo, este poemario construye una arquitectura argumental precisa que podríamos denominar “progresión coral”. La estructura despliega cinco movimientos:
Primer movimiento (Marco conceptual): La “Nota del Autor”, el “Preámbulo” y el “Prólogo lírico” establecen la tesis: “No hay una sola España”. Este prólogo funciona como obertura que anuncia los temas que se desarrollarán.
Segundo movimiento (Desarrollo regional): Los dieciocho poemas regionales constituyen el cuerpo central. Cada pieza es autónoma pero dialoga con las demás mediante recurrencias formales (anáforas negativas, metáforas sensoriales, personificaciones territoriales) que tejen una red semántica coherente.
Tercer movimiento (Síntesis filosófica): El “Epílogo lírico” eleva la reflexión del plano poético al filosófico-político, citando pensadores españoles (Ortega y Gasset, Pi i Margall, Salvador Giner) para legitimar intelectualmente la propuesta.
Cuarto movimiento (Reafirmación multilingüe): Las traducciones completas a catalán, euskera y gallego no son apéndice sino parte constitutiva del proyecto: materializan performativamente el respeto lingüístico que el libro predica.
Quinto movimiento (Coda provincial): Los poemas a capitales de provincia descienden de escala, demostrando que la diversidad opera en todas las dimensiones territoriales.
Esta estructura circular (tesis-desarrollo-síntesis) recuerda la arquitectura de una sinfonía clásica más que la disposición tradicional de un poemario lírico. El “clímax” no es dramático sino acumulativo: la suma de dieciocho voces regionales genera un efecto coral que culmina en el epílogo con la visión de una “España que está naciendo”.
Estilo y Lenguaje: Lirismo Cívico Sensorial
El estilo de Muñoz-Martín podría caracterizarse como “lirismo cívico sensorial”, una fusión inusual de registros:
Lírico: Empleo sistemático de metáforas, personificaciones, sinestesias y un lenguaje figurado que transforma geografías en experiencias sensoriales. “La luz no solo ilumina: acaricia la tierra”, “el monte escribe con niebla su alfabeto mineral”, “lágrima de uva antigua que fermenta entre oraciones y robles”.
Cívico: Vocación pedagógica y compromiso con lo colectivo. El poeta no habla desde el yo romántico torturado sino desde una primera persona plural implícita que aspira a construir comunidad. Su poesía tiene función pública: intervenir en debates identitarios mediante la belleza.
Sensorial: Apelación constante a los cinco sentidos para corporalizar conceptos abstractos. Andalucía tiene “fonemas de albahaca”, Cantabria huele a “leña y silencios compartidos”, La Rioja se saborea como “lágrima de uva”, Asturias se escucha en la “lluvia que murmura”.
El lenguaje es accesible sin ser prosaico, elevado sin resultar hermético. Muñoz-Martín evita arcaísmos, cultismos innecesarios y oscuridad vanguardista, optando por una claridad expresiva que algunos podrían considerar poco “moderna” pero que responde a una vocación deliberada de comunicación amplia.
La técnica más característica es la anáfora negativa seguida de redefinición: “Andalucía no se novela. / Se pronuncia con el alma”, “Madrid no pertenece a nadie: / acoge”, “Galicia no afirma, / duda”. Esta estructura de refutación y propuesta atraviesa todo el poemario, creando un ritmo de corrección permanente que invita al lector a desaprender prejuicios y aceptar nuevas miradas.
El verso libre domina sin sujeción métrica, aunque el poeta mantiene musicalidad mediante asonancias ocasionales, paralelismos sintácticos y alternancia entre versos breves (contundentes) y amplios (descriptivos). Esta flexibilidad formal permite que cada región “hable” con su propio ritmo: versos cortos y fragmentarios para Aragón o Euskadi (territorios de carácter contundente), versos más fluidos para Galicia o Asturias (regiones de carácter contemplativo).
Ambientación: La Geografía como Protagonista
La “ambientación” de este poemario es toda España, retratada no como abstracción política sino como constelación de paisajes concretos, sensoriales, habitados. Cada poema sitúa al lector en un territorio específico mediante acumulación de detalles:
Andalucía: Alminares, cuevas flamencas, aceituneros, cal encendida, arroyos del campo, azulejos, romero, hebreo, árabe, manzanilla. El ambiente es cálido, mestizo, musical.
Asturias: Niebla, bosque, mar, hórreos, lagares, sidra, Cruz de la Victoria, helechos, valles. El ambiente es verde, húmedo, silencioso, resistente.
Castilla y León: Meseta, rosetones góticos, capiteles románicos, Duero, piedra, torres, catedrales. El ambiente es pétreo, monumental, silencioso, memorial.
Estos ambientes no son telón de fondo pasivo sino agentes activos que moldean identidades. El determinismo geográfico se expresa poéticamente: el sol extremeño “forja espíritus de hierro”, la niebla asturiana cultiva la resistencia, el fuego canario bendice. Esta relación dialéctica entre paisaje y carácter conecta el poemario con tradiciones filosóficas (Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”) pero expresadas líricamente.
La progresión geográfica sigue un itinerario simbólico: comienza en Andalucía (sur, mestizaje, puerta africana) y culmina en Ceuta y Melilla (fronteras, umbrales entre culturas). Este recorrido construye narrativamente la tesis de España como encrucijada de civilizaciones.
Interpretación y Juicio Crítico
Interpretación: El Tapiz como Metáfora Política
La metáfora central del libro —el tapiz tejido con hilos de distintos colores— funciona en múltiples niveles interpretativos:
Nivel estético: Un tapiz es bello precisamente por su policromía. La uniformidad cromática lo empobrecería. Trasladado a lo nacional: España es bella por su diversidad, no a pesar de ella.
Nivel estructural: Un tapiz requiere que cada hilo mantenga su color (identidad propia) pero se entrelace con otros (relación con el conjunto). Los hilos sueltos no forman tapiz; los hilos teñidos del mismo color tampoco. Metáfora de una España federal donde cada territorio conserva su especificidad pero se vincula orgánicamente al todo.
Nivel temporal: Un tapiz se teje pacientemente, hilo a hilo, sin prisa. Sugiere que la construcción nacional es proceso lento, artesanal, que requiere respeto por los materiales y los tiempos propios de cada elemento.
Nivel ético: El tejedor no impone su voluntad al hilo; respeta sus propiedades (grosor, textura, color) y las integra en el diseño. Metáfora de una política que reconoce antes que impone, que escucha antes que dicta.
Más allá de esta metáfora explícita, el poemario despliega simbolismos secundarios: los puentes (conexión sin uniformización), las raíces (memoria que nutre sin paralizar), el trabajo (relación orgánica con la tierra), las lenguas (modos de habitar el mundo, no meros códigos).
El mensaje subyacente es inequívoco: España puede concebirse como federación de culturas donde las identidades múltiples no son problema sino solución. Esta propuesta dialoga con tradiciones federalistas españolas (Pi i Margall en el siglo XIX, constitucionalismo plurinacional contemporáneo) expresadas ahora en clave lírica.
Juicio Crítico: Virtudes y Limitaciones
Originalidad: El poemario es original en formato (multimedia con QR musicalizados) y en alcance (exhaustividad geográfica y multilingüismo). Sin embargo, temáticamente la identidad española plural ha sido abordada extensamente en ensayo y narrativa. La novedad reside en el tratamiento lírico y en la combinación de múltiples elementos (poesía, música, traducción, tecnología) en un único artefacto cultural.
Coherencia: La coherencia formal e ideológica es absoluta, quizá excesiva. Cada poema sigue fórmulas similares (personificación territorial, metáforas sensoriales, anáfora negativa, cierre filosófico), lo que garantiza unidad pero puede generar previsibilidad. La ausencia de voces disonantes, de contradicciones internas o de momentos de duda resta complejidad dramática al conjunto.
Impacto emocional: El impacto dependerá de las afinidades previas del lector. Para quienes comparten la visión de España plural, el poemario funciona como validación emocional que articula sentimientos difusos. Para lectores escépticos o con concepciones distintas de la identidad nacional, las metáforas bellas no disolverán necesariamente objeciones políticas. El libro predica principalmente a conversos.
Contribución al género: Como poesía lírica contemporánea, el poemario recupera una función que muchos consideran obsoleta: la construcción simbólica de la comunidad política mediante el canto. Esta recuperación de la poesía cívica lo sitúa contracorriente respecto a tendencias dominantes (intimismo, fragmentación posmoderna, ironía desencantada), lo que constituye simultáneamente su mayor audacia y su posible anacronismo.
La mayor virtud del libro reside en su capacidad de transformar conceptos políticos abstractos en experiencias sensoriales inmediatas. No se teoriza sobre Galicia; se la escucha (gaita que llora), se la toca (piedra húmeda), se la respira (niebla que abraza). Esta corporalización de lo ideológico constituye un logro técnico notable.
La mayor limitación es su transparencia sin fisuras. Un libro sin ambigüedad, sin zonas oscuras, sin espacios para que el lector complete significados. Todo está dicho, mostrado, argumentado. Esta claridad pedagógica puede resultar reconfortante o, según el criterio, algo unidimensional. La poesía más perdurable suele albergar contradicciones productivas, enigmas irresueltos, sombras inquietantes. El Hilo Ibérico es luminoso hasta la saturación, optimista hasta la ingenuidad posible.
Técnicas Innovadoras y Comparación con Poetas del Siglo XX
Innovaciones para el Lector Contemporáneo
Muñoz-Martín innova en tres frentes:
- Integración multimedia: Los códigos QR con musicalizaciones crean una experiencia poética expandida. El lector no solo lee sino que escucha las composiciones interpretadas profesionalmente con guitarra, voces y arreglos del propio autor. Esta hibridación entre libro físico y contenido digital anticipa nuevas formas de consumo poético que dialogan con las tecnologías sin renunciar al soporte impreso. En el panorama español, esta experimentación tiene pocos precedentes comparables.
- Multilingüismo performativo: Traducir íntegramente el libro (no solo fragmentos) a las tres lenguas cooficiales materializa el mensaje de respeto lingüístico. No se habla sobre la diversidad lingüística; se la practica. Esta decisión editorial multiplica por cuatro la extensión del libro pero refuerza performativamente su tesis.
- Accesibilidad democratizadora: Frente a la oscuridad vanguardista que domina sectores de la poesía contemporánea, Muñoz-Martín apuesta por la claridad comunicativa sin renunciar a la sofisticación técnica. Sus metáforas son originales pero transparentes; su lenguaje, elevado pero accesible. Esta democratización busca ampliar las audiencias poéticas más allá del circuito especializado.
Comparación con Poetas del Siglo XX
Con Antonio Machado (1875-1939):
La vinculación más evidente. Como Machado en Campos de Castilla, Muñoz-Martín transforma geografías concretas en espacios mítico-simbólicos. Ambos entienden el paisaje como constructor de identidad. Sin embargo, sus tonos difieren: Machado escribe desde el pesimismo noventayochista (“España de la rabia y de la idea”); Muñoz-Martín, desde el optimismo conciliador. Donde Machado vio una España enferma que necesitaba regeneración, Muñoz-Martín ve una España diversa que necesita reconocimiento mutuo.
Compárese el verso machadiano “Castilla miserable, ayer dominadora, / envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora” con el de Muñoz-Martín: “Castilla y León no limita: / se eleva como una oración / que aún sabe construir el futuro”. El primero diagnostica decadencia; el segundo celebra permanencia creativa.
Con Federico García Lorca (1898-1936):
Lorca en Poema del Cante Jondo o en el Romancero Gitano fusionó geografía andaluza con mitología popular mediante un lenguaje intensamente metafórico. Muñoz-Martín comparte esta estrategia de transformación del paisaje en símbolo mediante metáfora, pero su registro es más contenido, menos barroco. Lorca escribía: “Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas”. Muñoz-Martín: “Andalucía germina: / y reverdece”. La contención emocional contrasta con el arrebato lorquiano.
Con Miguel Hernández (1910-1942):
Hernández en Viento del Pueblo o El Hombre Acecha cultivó una poesía social comprometida con lenguaje accesible. Ambos poetas comparten vocación cívica y rechazo del hermetismo, pero Hernández escribía desde la urgencia bélica (“vientos del pueblo me llevan”), mientras Muñoz-Martín escribe desde la reflexión postbélica (ochenta años después de la Guerra Civil). Hernández es pasión combativa; Muñoz-Martín, razón conciliadora.
Con Blas de Otero (1916-1979) y Gabriel Celaya (1911-1991):
La poesía social de posguerra (Otero: “La poesía es un arma cargada de futuro”; Celaya: “La poesía no es un fin en sí”) concebía el verso como instrumento de transformación política. Muñoz-Martín hereda esta concepción utilitaria de la poesía pero con tono radicalmente distinto. Otero y Celaya escribían desde la denuncia y la resistencia antifranquista; Muñoz-Martín, desde la propuesta y la reconciliación democrática. Aquellos eran poetas de oposición; este, de proposición.
Con Luis García Montero (1958-):
García Montero, principal exponente de la “poesía de la experiencia”, comparte con Muñoz-Martín la voluntad de accesibilidad y el compromiso cívico desde la democracia. Ambos rechazan la oscuridad vanguardista. Sin embargo, García Montero privilegia el yo lírico y la anécdota personal como vehículos de reflexión social, mientras Muñoz-Martín adopta una perspectiva coral colectiva. García Montero es intimista incluso en su poesía política; Muñoz-Martín, épico.
Con Joan Brossa (1919-1998) y la Poesía Experimental:
Brossa desarrolló en Cataluña una poesía experimental que fusionaba texto, imagen y objeto. Aunque formalmente distintos, Brossa y Muñoz-Martín comparten el afán de expandir los límites del poema mediante integración de medios (Brossa: poesía visual y objetual; Muñoz-Martín: poesía musical y digital). Ambos conciben el poema como experiencia total que excede la página escrita.
Contexto Histórico y Cultural
Contexto Histórico: La España Post-Proceso Independentista
El Hilo Ibérico se publica en 2025, en un momento específico de la historia española reciente. La década anterior (2010-2020) estuvo marcada por la intensificación del proceso independentista catalán, con el referéndum ilegal de 2017, la declaración unilateral de independencia, la aplicación del artículo 155 de la Constitución y el posterior juicio y encarcelamiento de líderes independentistas.
Este contexto de polarización territorial explica la urgencia del proyecto de Muñoz-Martín. El poemario no nace en vacío sino como respuesta lírica a una crisis política real. Cuando el poeta escribe “Aquí no hay centro ni periferia, / hay puentes”, está interviniendo directamente en debates candentes sobre el modelo territorial español.
La mención explícita en el epílogo a “las recientes encrucijadas de Cataluña” y a “la continua defensa de sus especificidades en lugares como Euskadi o Galicia” sitúa el libro conscientemente en este momento histórico. No es poesía atemporal sino poesía de su tiempo, que aspira a incidir en su tiempo.
El tratamiento del poema a Cataluña resulta particularmente significativo en este contexto. El poeta evita el tono defensivo o la recriminación, optando por una caracterización respetuosa: “Cataluña no se impone: / se inventa en su propia lengua”. Esta afirmación reconoce la especificidad catalana (invención creativa en lengua propia) sin conceder la premisa separatista. Es un equilibrio delicado que algunos encontrarán acertado y otros, insuficiente.
Contexto Cultural: Crisis Identitaria Europea
A nivel europeo, la década de 2020 está marcada por tensiones entre nacionalismos locales y proyectos supranacionales. Brexit (2020) fracturó la Unión Europea; los nacionalismos de derecha ganaron fuerza en Francia, Italia, Países Bajos; los separatismos flamenco, escocés o catalán cuestionaron estados plurinacionales históricos.
En este contexto, El Hilo Ibérico se posiciona como modelo alternativo. El epílogo afirma explícitamente: “En una Europa que busca un alma, / España ofrece la suya”. El poeta propone a España como laboratorio de convivencia plural que podría inspirar modelos para la UE. Esta ambición puede resultar desmesurada, pero responde a un problema real: ¿cómo construir comunidades políticas que respeten diversidades sin fragmentarse?
El subtítulo “Un canto plural para una patria compartida” dialoga con el lema oficial de la Unión Europea: “Unida en la diversidad”. Muñoz-Martín propone que España podría encarnar ese ideal europeo si superara sus tensiones internas mediante reconocimiento mutuo.
Recepción Previsible
La recepción del libro dependerá de las afinidades políticas de lectores y críticos. Desde posiciones independentistas catalanas o vascas, el poemario podría rechazarse como “españolista” que presupone la legitimidad del estado español. Desde posiciones nacionalistas españolas centralistas, podría criticarse como “buenista” que concede demasiado a particularismos regionales.
Su audiencia natural serán lectores de centro-izquierda federalista, socialdemócratas, progresistas no nacionalistas, europeístas convencidos. Para este público, el libro articulará poéticamente convicciones previas, ofreciendo herramientas emocionales y simbólicas para sostener sus posiciones en debates identitarios.
Comparación con Otras Obras
Con “Canto General” de Pablo Neruda
La ambición totalizadora de El Hilo Ibérico recuerda al Canto General (1950) de Neruda, que pretendía abarcar toda la historia y geografía latinoamericana. Ambos poetas conciben la poesía como cartografía lírica, como construcción simbólica de comunidades amplias (Latinoamérica, España). Sin embargo, Neruda escribía desde el marxismo militante con tono épico-heroico, mientras Muñoz-Martín escribe desde el humanismo federalista con tono conciliador.
Con “Campos de Castilla” de Antonio Machado
Ya mencionado, pero merece profundización. Machado dedicó su libro a una sola región (Castilla) caracterizada con ambivalencia crítica. Muñoz-Martín dedica poemas a todas las regiones con tono celebratorio equilibrado. Machado buscaba el “alma de Castilla”; Muñoz-Martín, el “tapiz de España”. El primero es analítico y crítico; el segundo, sintético y afirmativo.
Con “Diario de un Poeta Recién Casado” de Juan Ramón Jiménez
Aunque temáticamente distinto (el viaje transatlántico de Juan Ramón), ambos libros son diarios líricos de recorridos geográficos. Juan Ramón capturaba impresiones fragmentarias; Muñoz-Martín, síntesis caracterológicas. El primero es impresionista; el segundo, expresionista.
Con Poesía Regional Contemporánea
Comparado con poetas que han cantado regiones específicas (Claudio Rodríguez en Castilla, Ángel González en Asturias, Salvador Espriu en Cataluña), Muñoz-Martín se distingue por su aspiración inclusiva. No canta a una región sino a todas. Esta exhaustividad es simultáneamente su fortaleza (proyecto totalizador) y su debilidad (menor profundidad en cada caracterización regional frente a poetas especializados).
Opinión Personal
Como crítico, encuentro El Hilo Ibérico un proyecto valiente, técnicamente competente y emocionalmente sincero, aunque no exento de limitaciones significativas.
Virtudes Destacables
- Audacia del proyecto: En tiempos de ironía posmoderna y escepticismo, atreverse a proponer un metarrelato nacional constituye un gesto valiente. El poeta arriesga la acusación de ingenuidad o anacronismo por su convicción de que la poesía puede contribuir a imaginar futuros colectivos.
- Coherencia entre forma y contenido: El verso libre simboliza libertad, la estructura coral representa pluralidad, las traducciones materializan respeto lingüístico, los QR democratizan el acceso. Cada decisión formal refuerza el mensaje ideológico.
- Accesibilidad sin simplismo: Logra un equilibrio difícil: poesía comprensible para públicos amplios sin caer en la banalidad. Las metáforas son originales pero transparentes, el lenguaje es elevado pero no hermético.
- Innovación multimedia: La integración de música y tecnología digital abre caminos para la poesía del siglo XXI, demostrando que el libro físico puede dialogar con lo digital sin disolverse en ello.
Limitaciones Evidentes
- Previsibilidad estructural: La repetición de fórmulas en cada poema (personificación territorial, anáfora negativa, metáforas sensoriales, cierre filosófico) genera monotonía en lectura continuada. Cada árbol es bello, pero el bosque resulta uniforme.
- Ausencia de sombra: El optimismo sin fisuras, la armonía sin disonancias, la celebración sin crítica restan complejidad dramática. Las mejores obras albergan contradicciones internas; esta, una coherencia quizá excesiva.
- Idealización de identidades: Las regiones se presentan reconciliadas consigo mismas, sin conflictos internos, sin contradicciones de clase, género o generación. Esta armonización simplifica realidades complejas.
- Dependencia de afinidades previas: El libro convencerá principalmente a quienes ya comparten su visión. Para lectores con concepciones distintas de la identidad nacional, las metáforas bellas no disolverán objeciones políticas.
Recomendación
Recomiendo El Hilo Ibérico a tres tipos de lectores:
- Lectores interesados en poesía accesible y comprometida: Quienes busquen poesía con función cívica, que hable de lo colectivo sin renunciar a la belleza formal.
- Lectores preocupados por cuestiones identitarias españolas: Quienes participen en debates sobre el modelo territorial español encontrarán aquí una propuesta lírica que puede nutrir sus posiciones.
- Lectores que descubren la poesía: La claridad expresiva y la integración multimedia hacen de este libro una puerta de entrada accesible al género poético.
No recomiendo el libro a lectores que busquen experimentación formal radical, oscuridad sugerente o poesía intimista de exploración psicológica. Tampoco a quienes rechacen de entrada su premisa política, pues el libro no ofrece argumentos que transformen esa posición.
Conclusión
El Hilo Ibérico: Tapiz de Culturas es un proyecto poético singular que recupera para la lírica contemporánea una función que muchos consideran obsoleta: la construcción simbólica de la comunidad política mediante el canto. Su mayor logro reside en transformar conceptos abstractos (identidad, diversidad, nación) en experiencias sensoriales inmediatas mediante metáforas que huelen, suenan, tocan, saborean.
Como poesía cívica del siglo XXI, el libro actualiza tradiciones de Machado, Hernández y la poesía social de posguerra, pero con tono radicalmente distinto: donde aquellos criticaban desde el pesimismo o denunciaban desde la resistencia, Muñoz-Martín propone desde el optimismo conciliador. Esta diferencia tonal responde a contextos históricos distintos: escribir bajo dictadura exige denuncia; escribir en democracia permite proposición.
Como artefacto multimedia, el poemario anticipa nuevas formas de consumo poético que integran tecnología digital sin renunciar al libro físico. Esta experimentación lo sitúa en la vanguardia de la edición poética española.
Como intervención política, el libro participa conscientemente en debates sobre el modelo territorial español, proponiendo una España federal donde las identidades múltiples no compiten sino que se complementan. Esta propuesta será valorada o rechazada según las convicciones previas del lector, pero merece reconocerse su valentía: en tiempos de polarización, imaginar convivencia constituye un acto revolucionario.
Sus limitaciones —previsibilidad estructural, ausencia de contradicciones, idealización de identidades— no invalidan sus logros pero sí delimitan su alcance. No es un libro para todos los lectores ni para todos los momentos. Es un libro para este momento histórico específico, que aspira a incidir en su tiempo mediante la belleza.
La pregunta que queda abierta es si la poesía puede efectivamente contribuir a transformar realidades políticas o si su función se limita a consolar a quienes ya comparten sus premisas. Muñoz-Martín apuesta por lo primero con convicción admirable. El tiempo dirá si su apuesta era fundada o ingenua. Entre tanto, nos deja un tapiz de palabras donde cada región habla con voz propia en un coro que aspira a la armonía. Esa aspiración, en sí misma, merece respeto.
Crítica literaria elaborada por Ana María Olivares
Diciembre de 2025
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Galicia, tierra donde el viento reza de Francisco Muñoz-Martín. El Hilo Ibérico: Tapiz de Culturas
Galicia, tierra donde el viento reza
Galicia se observa
y se presiente.
Es bruma que abraza el día
y piedra que reza sin altar.
Aquí la lluvia no cae:
bautiza.
El gallego no se dice:
se canta con nostalgia aldeana.
y se borda en madera de cruceiro.
El mar no limita:
seduce.
Y cada ola que parte
es un hijo que vuelve en sus mareas.
Compostela es faro de siglos
donde el silencio es un peregrino.
Y en cada ría se esconde
una carta escrita al misterio.
Galicia no afirma,
duda.
Verde como el musgo en los muros,
Galicia es una meiga que duerme,
arrullada por una gaita que llora.
Francisco Muñoz-Martín
El Hilo Ibérico: Tapiz de Culturas
Editorial Poesía eres tú, 2025
CUANDO LA NIEBLA SE VUELVE LENGUA
Hay territorios que no se afirman: se insinúan. Galicia pertenece a esa geografía de lo incierto, de lo que se presiente antes de verse, de lo que se sospecha antes de conocerse. Y Francisco Muñoz-Martín lo comprende con una lucidez que trasciende la mera descripción geográfica para adentrarse en la fenomenología de una identidad construida sobre la duda, la nostalgia y el misterio.
El poema dedicado a Galicia en El Hilo Ibérico es quizá el más melancólico del poemario, el que mejor captura esa cualidad elusiva de ciertas identidades que no se proclaman a gritos sino que murmuran entre brumas. Desde el primer verso —”Galicia se observa / y se presiente”— el poeta establece una relación reflexiva del territorio consigo mismo, como si Galicia fuera un espejo empañado donde la imagen nunca termina de definirse del todo.
Esa bruma que abraza el día no es obstáculo visual sino abrazo materno, sustancia protectora que envuelve sin asfixiar. Y cuando Muñoz-Martín escribe que “la lluvia no cae: / bautiza”, está operando una transubstanciación poética: transforma el fenómeno meteorológico en sacramento, el agua en gracia, la precipitación en bendición. La lluvia gallega deja de ser inconveniente climático para volverse rito iniciático que consagra a quienes habitan bajo su persistencia.
Pero es en el tratamiento de la lengua gallega donde el poema alcanza su mayor profundidad. El verso “El gallego no se dice: / se canta con nostalgia aldeana” condensa toda una teoría sobre la relación entre lengua, paisaje y memoria. El gallego no es código comunicativo neutro sino música elegíaca, canto que lleva inscrita la saudade, esa melancolía sin objeto específico que constituye tal vez la emoción gallega por excelente. La “nostalgia aldeana” evoca el éxodo rural, las generaciones que emigraron dejando pueblos vacíos, las voces que se apagaron en aldeas convertidas en ruinas. El gallego se canta porque llorar sería demasiado explícito, y la discreción melancólica es un valor gallego.
La imagen del cruceiro tallado en madera donde “se borda” el gallego añade materialidad artesanal a la lengua. No se habla: se talla, se borda, se esculpe. El lenguaje deviene oficio manual, trabajo paciente de generaciones que han ido puliendo fonemas como quien pule piedra o madera bajo la lluvia pertinaz de los siglos.
El mar gallego tampoco escapa a la redefinición poética. “El mar no limita: / seduce”, escribe Muñoz-Martín, invirtiendo la percepción convencional del océano como frontera. El Atlántico gallego es límite que invita a traspasarlo, orilla que llama a los barcos, horizonte que seduce con su promesa de lo desconocido. Y cada ola que parte llevándose emigrantes es también ola que retorna trayendo hijos pródigos en sus mareas. Ese movimiento pendular entre partida y regreso, entre éxodo y retorno, define la identidad gallega tanto como la niebla o la piedra.
Compostela aparece como “faro de siglos / donde el silencio es un peregrino”. La inversión es brillante: no son los peregrinos quienes guardan silencio en Compostela, sino que el silencio mismo peregrina por la ciudad milenaria. El silencio como sujeto activo, como presencia que camina las calles empedradas buscando quizá su propia catedral interior. Y en cada ría se esconde “una carta escrita al misterio”, como si las entradas de mar fueran mensajes en botellas lanzados a un destinatario desconocido, oraciones sin receptor definido, preguntas sin respuesta esperada.
El cierre del poema es de una contención emocional magistral: “Galicia no afirma, / duda. / Verde como el musgo en los muros, / Galicia es una meiga que duerme, / arrullada por una gaita que llora”. La duda elevada a condición ontológica, la incertidumbre como forma de sabiduría. En un país donde todas las regiones parecen seguras de sí mismas, Galicia se permite la perplejidad, la vacilación, el quizá. Y esa duda no es debilidad sino lucidez: saber que las identidades son construcciones provisionales, máscaras hermosas pero máscaras al fin.
El color verde del musgo que crece en muros antiguos convierte el verdor gallego en manifestación del tiempo geológico, de la humedad permanente que permite que la vida vegetal colonice incluso la piedra. Y la meiga —esa figura femenina a medio camino entre bruja benigna y curandera— que duerme arrullada por una gaita que llora sintetiza toda la paradoja gallega: magia doméstica, poder suave, fuerza que se ejerce desde el sueño, desde la inactividad aparente. La gaita llora porque el llanto es consustancial a la identidad gallega, pero ese llanto arrulla, consuela, acompaña. Es llanto fértil, no estéril.
Muñoz-Martín ha logrado en este poema algo extraordinariamente difícil: capturar lo inasible sin traicionarlo con excesiva definición. Galicia permanece misteriosa después de leerse el poema, pero ahora su misterio tiene palabras, imágenes, músicas que lo hacen comunicable sin resolverlo. El poeta no explica Galicia: la evoca, la conjura, la invoca como quien llama a espíritus que solo responden si se les habla en el tono adecuado, entre susurro y canto, entre afirmación y pregunta.
Este es un poema que no puede leerse desde la sequedad. Exige imaginarse bajo la lluvia pertinaz, escuchar gaitas lejanas, caminar por aldeas donde las casas de piedra parecen brotar de la tierra como prolongaciones naturales del paisaje. Exige saber algo de saudade, esa melancolía que no se cura porque no es enfermedad sino forma de habitar el mundo. Y exige aceptar que algunas identidades no se comprenden: se presienten, como Galicia misma, como la niebla que abraza sin pedir permiso, como el gallego que se canta porque decirlo sería insuficiente, como las rías que guardan cartas escritas al misterio esperando destinatarios que tal vez nunca lleguen pero que, en su espera misma, dan sentido a la escritura.
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