El reloj de arena

El reloj de arena marcó
el comienzo de partida.

No sé de cuál.

Los  granos de arena
siguen cayendo,
en metódico compás,
mientras los funambulistas
rodamos penas.

Sólo el último grano dirá
cuál fue el juego
y cuáles eran las reglas.

Sólo el último grano hablará
de la historia que inventamos
al llorar las risas
y reír los lloros,
de los sueños que tal vez,
sólo soñamos.

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