Días de vino y rosas

Conocimos días de vino y rosas.

Luego vinieron otros, reticentes
e indisciplinados, que enturbiaron el vino
y dejaron mustias las hojas rojas
de nuestras atemporales rosas.

Más tarde, agonizantes, se marcharon
nuestros días, a vivir sus lágrimas
en la penumbra del tiempo.

No queda vino, no quedan rosas,
no queda vida, sólo el olvido.

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