Un combate por gustar. Voz: Sonia

 

PoUn combate por gustarr alcanzar un presentimiento, es capaz de aparcar a la razón en doble fila, aunque luego de constantes consejos perfectamente alineados sobre el sentido común.
Se encaja perfectamente los guantes, y pelea con la vida si esta se interpone en su camino.
Sacia su ímpetu con mucho tacto, pero déjala pasar; porque competiría hasta con el diablo en el mismo infierno, si tuviera que renunciar al cielo por cualquiera de sus propósitos.
Es capaz de encontrar en el desierto de su mente, un oasis en forma de deseo que alimente su sed competitiva, con la misma velocidad que acompaña a sus dudas al cubo de reciclaje; para convertirlas en certezas.
Se come el mundo vestida de fiesta, con esos tacones cercanos; si estás dispuesto a pasear con ella por la pasarela de sus sueños.
Pero recuerda, que utiliza guantes como complemento, en cualquiera de sus conjuntos tan exuberantes.
Porque sabe ponerse guapa, y siempre gana en su combate por gustar;
¿o es que acaso lo dudas?

Raquel IMGP3382

Corrijo mis errores: Voz Raquel

En el libro de su vida,
a veces traza renglones torcidos.
Entre tanto sustantivo elegante
a veces, algún verbo libertino
dejando abandonada alguna coma
desajusta la oración principal,
y convierte la estética
en un desaire bien empleado
bajo su propio tiempo,
pero mal ejecutado
desde el punto de vista moral.
Pero ella,
correctora incansable,
acaricia las palabras
y las vuelve a dar ese enfoque
dinámico y bien intencionado
para que fluya el raciocinio,
y los protagonistas intervinientes
se sientan protegidos y cobijados
en un libro lleno de emociones intensas;
aunque a veces éstas
avanzan demasiado rápido
si te vas saltando páginas
que son esenciales,
y no te vas fijando en los pequeños detalles
que suelen clarificar los “porqués”;
y que al final, terminan siendo
nexos de unión
entre sus dudas
y sus aciertos intencionados.
Correctora,
sigue demostrándonos tu oficio,
muéstranos la belleza de tu retórica,
y enséñanos a vivir sin tachones.

Soledad

La sonrisa del roble: Voz Alberto Cuenca

En el jardín de sus sueños, crecieron sonrisas, ilusiones y esperanza; solo que a veces por la noche, bajo esa luz brillante de aquellas estrellas que la observaban melancólicas, dispuestas a dejarse acompañar por ella; una fina lluvia convertida en llanto, regaba ese paraíso recordándole a menudo que las raíces de sus fantasías, seguirían creciendo; pero después de cada uno de los tropiezos por resbalar en aquel edén cubierto de sollozos.
Y ese roble, firme, imponente, desprendiendo fuerza con cada uno de sus parpadeos, cada vez que desprendía alguna de sus hojas; la observaba, y ella poco a poco apoyaba cada una de sus dudas en ese tronco, que continuaba impertérrito ante los vientos desafiantes de la caprichosa realidad.
A ella poco a poco le iba seduciendo más su imagen, veneraba su fuerza, su resistencia ante las lágrimas del cielo, a veces desconsoladas ante los torbellinos, que intentaban desnudar su belleza en un solo intento; consiguiendo solo que él siguiera con aquellos guiños para decorar sus otoños.
La propia vida la condujo hacia él, y una mañana cuando abrió los ojos, el dolor, ya no dolía tanto, el miedo parecía tener cara de risa, sus labios empezaban a saborear de otra manera, y la vida le empezaba a dejar su espacio con respeto.
Entonces, se sentó en el jardín a mirar de nuevo las estrellas, con esa mirada que solo posee el que está dispuesto a llegar a acariciarlas.
Ese roble la enseñó a sostenerse, y poner siempre la mejor de sus sonrisas.