Club de Poesía
julio 20 2011

Angelina Jiménez: “Para escribir poesía hay que ser humilde”

admin

Angelina Jiménez, maestra jubilada, se estrena como poeta con un libro titulado “Puerta entreabierta”, donde los poemas íntimos se expresan en versos clásicos y llenos de sentimiento.

1-     Llevas escribiendo muchos años, sin embargo, este es tu primer libro publicado ¿Cómo y por qué te animaste a dar el paso?

 

Voy a ratificarle que sí, es cierto que llevo escribiendo toda la vida y mi entorno fue motivador para llevarlo a efecto. Mi madre con una intuición fuera de lo común, me dejó una habitación sin muebles para mí y todos los amigos. Adaptábamos chistes, historietas y las representábamos, yo era la encargada de los guiones.

En mi escuela de primaria Doña María Rosa nos enseñó a redactar de una forma lúdica, además nos narraba capítulos del Quijote y nos hizo amar a nuestro singular personaje desde niños. Pasé a mis otros profesores, D. José Yagüe y Doña Isabel Sánchez a estudiar bachiller y magisterio y dispuse de su biblioteca particular y allí leí tanto que parecía que le estaba haciendo la competencia al Caballero de la Triste Figura. El hecho de que en casa yo llevara la correspondencia, me hizo sin darme cuenta, aficionarme al género epistolar.

Con el paso de niña a mujer volcaba mis experiencias y descubrimientos de esta tormentosa edad en un diario que mi madre localizó y lo leía paso a paso. Cuando lo supe, tuve un sentimiento de rebeldía, lo rompí en mil trocitos y desde aquel día todo lo que escribía no tardaba en pasar por la guillotina de mis manos y lo destruía. Creo que este hecho me marcó, pues hasta los ejercicios de métrica y versificación, tras ser corregidos los rompía. Seguí escribiendo , pero no llegué a conservar nada hasta ya entrada la veintena.

Me presenté a un concurso de cuentos en Madrid, no recuerdo el nombre, y cuando leí el que obtuvo el primer premio, quedé defraudada; carecía de imaginación. Esa experiencia hizo que me encerrase más en mí misma.

Ya mayor, en la Asociación de Amas de Casa de Alicante, concursé, tampoco gané, pero quedé conforme pues otorgaron el primer premio a un magnífico cuento. Tomé confianza y en 1999, obtuve en Elche el segundo premio de A.C.O.T.E, y más tarde un accésit en las Aulas de Cultura de Tercera Edad de Alicante. Todas estas experiencias pudiéramos llamarlas como el germen de mis poemas, el germen de mi publicación, pues en esta época escribí como una posesa.
Era muy intimista y lo sigo siendo, siento algo de zozobra cuando sé que amigos míos están leyendo mi obra. Voy tras estos retazos de mi vida a responder al ¿Cómo?

Envié a D. Alfredo Arrebola (catedrático jubilado y flamencólogo que impartió clases de latín y griego) un cuento navideño inventado por mí como felicitación en las fiestas; en verdad que siempre he recibido críticas muy buenas de todos los amigos a quienes se los envío, pero fue dicho señor el que me aseveró que era un cuento que se podía comparar a los de muchos escritores del s. XIX y me dijo que me ayudaría a publicarlo.

En  éstas, Ana María Olivares, me pidió poemas para la Antología Poética “Poetas en Jumilla”, naturalmente accedí y el tres de febrero cuando se presentó en Madrid este poemario, con la crítica tan favorable de D. Alfredo, entregué algo tímida pero con una seguridad interior muy fuerte algunos poemas míos a D. Javier Pérez-Ayala y Ana María me llamó por teléfono para que prepara un buen lote pues me dijo que le gustaron mucho y los iba a publicar. Y así sucedió, pues el 14 de Mayo vio la luz mi entrañable Puerta Entreabierta. Surtieron efecto las palabras de D. Alfredo Arrebola.

¿El por qué? Porque me crecieron alas para por fin descubrir el lirismo de mi interior, y me puse en manos de D. Javier Pérez-Ayala, y aunque la docencia es mi primera vocación, estaba gozando con el sueño de mi futura publicación; veía factible esa realidad y ha sido así, mis polvorientos poemas han despertado y mi nueva andadura la estoy disfrutando como cualquier jovencillo que lucha por abrirse camino en este mismo terreno. Estoy viviendo el refrán que dice: “Nunca es tarde si la dicha es buena”.

¿Por qué? Porque Doña Ana Tomás me dijo:
— Angelina ¿te acuerdas cuando estudiábamos “El Conde Lucanor”? Pues tus cuentos son como aprendíamos del sobrino del Rey Alfonso X el Sabio, tus cuentos deleitan enseñando—. Mi amiga me hizo saber que merecía la pena arriesgar y por último Ana María Olivares me alentó diciéndome que las publicaciones en periódicos y revistas no tienen tanta consistencia como la publicación de un libro y que era una pena que mi obra siguiera dormitando en los estantes de un gran armario.

¿Por qué? Porque mi familia se ilusionó conmigo y me alentó.

¿Por qué? Porque es un reto y una nueva experiencia para mí el tener un solo lector que disfrute de mi obra sin conocerme. He repetido muchas veces que mi profesión ha llenado mi vida, pero siempre en lo más recóndito de mi ser, he soñado con esta realidad, tener un libro en el mercado.

2-     Gran parte del libro es un recorrido por la vida de tus seres queridos, de aquellos que te han marcado. Háblanos un  poco del proceso de creación de esos poemas, cuéntanos por qué te sentaste a escribir sobre tus seres queridos, qué te ha aportado hacerlo.

El proceso de creación de estos poemas surgen con espontaneidad, portando mucho, mucho cariño, admiración y en otros casos, pena. Recordando Las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique y los Cantos de Antonio Machado a su amada Leonor, no abro libro nuevo, es un tema que todos los poetas cantamos, por ello, no puedo responder con ningún argumento; para mí, cantar a los míos es tan natural como respirar. Me fue muy fácil sentarme a escribir sobre ellos, sí, muy fácil. Pensando sólo en ellos, sólo pensando, el alma se prepara empapándose de cariño, de admiración, respeto, embrujo, ternura, pena, etc… según el momento y el caso. Con el alma henchida de tanta gratitud y reconocimiento, la verdad que me fue muy fácil cantar a sus cuerpos, a sus almas, a su buen hacer, me fue fácil descargar mis sentimientos más recónditos hacia ellos, están perennes en mi poemario, tal vez, de no haber sido así, mis labios nunca lo hubieran manifestado. Tengo otros dedicados a mis hermanos y amigos. Voy a reseñar un poco los que aparecen en este apartado.
De mi madre tengo muchos, pero como yo le cantaba a ella en la intimidad, eran eternos, tan extensos que opté por componer uno nuevo y como el tiempo todo lo acrisola, canto con vehemencia a su bondad, a su paciencia, presentándola a todos mis posibles lectores como co-autora conmigo. El de mi padre lo compuse hacia finales de los años ochenta que fue cuando falleció, y quedé satisfecha ya que su alma romántica y bohemia fundida con su rudo trabajo, me pareció un homenaje a su vida. El que compuse a mi bebé, hacía 32 años que había fallecido, hoy hace que falta 50 años. Mi poema hacia Juan Carlos era hablar con él, hecho que no pudo ser, pues falleció con sólo cinco meses. Me planteó muchos interrogantes pues perder a un hijo es antinatural; es un grito que le envío a que me cuide desde el Cielo.
EL de mi esposo es una síntesis de cómo veo, de cómo le amo, cómo me ama…lo plasmé con fluidez pues es el complemento de mi vida, es mi  primer admirador, es un aceptarnos cada día, ya que somos de gustos y cultura diferente. Yo le admiro, él me admira, yo le quiero, él me quiere, así de sencillo, así de simple; pues bien, aunque hace más de 20 años que lo compuse, para mí, sigue estando vigente. El de mi hija es una donación de amor candente hacia ella, está recién compuesto pues los que poseo de antes no me parecían oportunos, ya que está en un proceso de superación de una ruptura amorosa, quería arroparla con mi amor maternal; me dijo que cuando lo leyó, se le saltaron las lágrimas. El de mi hijo también acabo de componerlo, pues quería aconsejarle que cuidase de Mª Ángeles, su esposa y de sus hijos. Y de mis nietos, guardo un diario de poemas desde que nacieron hasta su adolescencia, podía haber escogido alguno de ellos, pero no me acuerdo cuando, creo que hace un año o año y medio, compuse sus etopeyas con el recurso estilístico de la adjetivación, eligiendo el soneto como vía de expresión. A mi querida Mª Ángeles, la esposa de mi hijo, fue un poema al que le di vida hace mucho tiempo y me pareció tan sugerente que lo dejé tal cual.
Me ha aportado y me aporta muchísimo; mis nietos están contentísimos presumiendo de una yaya poeta, mi hija y mi nuera, a sus amigos, en vez de regalarles colonias u otras cosas, les obsequian con mi Puerta Entreabierta. Mi esposo y mi hijo no caben en sí de satisfacción, pues les felicitan por doquier y a ellos eso les llena de orgullo.
Los de mis padres me han servido para reconocer la valía de dos personas sencillas que me han sabido educar sólo con el bagaje de su amor; me han transmitido lo más hermoso de sus vidas.
Y el de mi bebé ¿qué voy a decir? Que me inmunizó contra el sufrimiento, pues todo lo que me acontece en la vida de desagradable, lo  veo trivial comparado con el dolor que me causó su muerte. Volveré a cantarlos a todos otra vez, seguro. Me han aportado un cúmulo de sentimientos mezclados, hondos, maternales, de ternura, de amor-pasión; que también a mí, cuando los releo, me hace quererles más, me hacen sentir su presencia con serenidad, con ternura y agradecimiento. En resumen, un trasiego de amor vivo.

3-      “Puerta entre abierta” aúna cuatro libros y algunos poemas sueltos. ¿Por qué te decidiste por publicar ese material entre todo lo que tenías escrito? ¿Qué criterio utilizaste a la hora de elegir unos poemas para su publicación y dejar otros a un lado?

Me decidí por los poemas de un modo casual, a D. Javier, en Madrid, no le presenté mis mini cuentos, ni otros más extensos, no le mostré leyendas, relatos, artículos…porque para una primera ojeada, no sabía qué elegir y parecían muy extensos. Por eso, mi primera muestra fue darle unos poemas que le gustaron y al pedirme más para completar el libro, disfruté eligiéndolos, éste sí, éste no, voy a coger el del tomo segundo, ¡ay! qué no se me olvide el que escribí…así, hasta que elegí un lote aleatoriamente extenso.
Mi idea era que D. Javier se decantara por un tema en particular u otro, pero Ana María me dijo que le gustaban todos o casi todos; entonces, para dar cuerpo a un libro con cuestiones tan diversas, Ana María, me aconsejó que los clasificase por afinidad creativa. Me costó, pero los agrupé lo mejor que pude dando la última palabra a D. Javier Pérez-Ayala y a Ana María Olivares.

Una vez que mi Puerta Entreabierta estuvo lista para poder entrar entre las nubes, en verdad que me ha dado igual publicar poesía que prosa, pues para mí, “tanto monta, monta tanto…”
Ahora quiero matizar un dicho que dice “Triunfar mayor, no es triunfar”, yo sé que no tengo edad para disfrutar de este consabido triunfo según piensa el mundo, pero yo puedo decirles que eligiendo el material poético, yo gozaba tanto…que para mí era vivir cotas felicísimas y a la postre, sé que no hemos de angustiarnos por lo que ha de venir sino gozar con lo que poseemos, gozar con lo que descubrimos. En esta andadura, he conocido, he descubierto nuevos amigos, he vivido y vivo experiencias muy diversas y sé que me queda mucho todavía en la vida por saborear. Me hubiera gustado darle una explicación más selecta sobre el porqué unos sí y otros no, pero amo mucho la verdad y sucedió así y aunque un poco infantil o simple, así fue.

 

4-      Tu poesía, sobre todo en “Latidos”, el primer libro, es una poesía muy clásica, tanto en la temática como en el uso del lenguaje ¿Qué poetas te influyeron para hacer esos poemas?

Me gustaría responder con nitidez, con claridad, éstos son los poetas que más me han influido, pero la verdad que no sé ni me atrevo a responder, para mis adentros pensaría que si no nombro a aquel u otro, lo estaría traicionando. Ante esta pregunta admiro a los que categóricamente enumeran a unos y otros y de verdad que soy incapaz de responder. Pero sí puedo decir aquellos que he repetido sus lecturas, aquellos que leyendo fragmentos de sus obras me conmovieron. Como he leído muchos cuentos y novelas, sé que muchos temas bebidos en estos libros, los he traspasado a muchos de mis poemas. He releído a Stefan Zweig, me apasionan sus biografías y sus novelas son tratados psicológicos de primera línea. La poesía de Juan Ramón Jiménez no me canso de leerla, amén de su prosa poética en Platero y yo. De él intento descubrir esa palabra pura, sin artificio que no sé si lo llego a conseguir. A Tagore lo considero un místico a la altura de nuestros santos Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Ya jubilada descubrí a Jacques Prevent, el poeta francés de las palabras cotidianas. Me encantan Antonio Machado, Bécquer, Lope de Vega, El Marqués de Santillana…¡son tantos!
He leído y preparado clases sobre León Felipe, Neruda, Edgar Allan Poe…¡qué sé yo!
No tengo más remedio que reiterar lo que dije en Madrid, soy sedimento, un conglomerado de todo lo que a lo largo de mi vida he leído. Si ve mi poesía muy clásica, tendría que retroceder a la edad de mis 15 años, que es cuando más clásicos leía, así pudiera asegurar que fueron Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo, etc., el “quid” de la cuestión de mi influencia en la poesía. Lo que sí puedo aseverar es que nunca me ha intimidado ninguna corriente literaria, ni me he cuestionado escribir en este u otro estilo, pues hago mías las palabras de Carlyle que dice “el estilo no es la chaqueta del escritor sino su piel”. Dentro de mi estilo, soy fiel a los conceptos que adopto para dar cuerpo a mi imaginación, eligiendo para ello las palabras más musicales y bellas que para ese cometido me hacen falta. Escribo cuando me embiste una duda, cuando en mi alma se sesgan sentimientos, cuando la rabia me atenaza ante el maltrato, las drogas; temas que en este mi poemario sólo toco en Amanecer sombrío, denunciando a los segadores de vidas.
Las poetisas Gertrudis Gómez de Avellaneda, Gabriela Mistral, Sor Juana Inés de la Cruz, La Pardo Bazán, a pesar de no haber agotado toda su obra, sí las conozco a través de Antologías Poéticas donde están incluidas.
Ya en esta misma contestación que se me pide, voy decantándome y me pregunto ¿qué libro cogería ahora para irme a dormir? Y sin pensar elegiría Platero y yo, Las mil mejores poesías de la Lengua Castellana, tomaría El Romancero Gitano de García Lorca, Sueños de Machado, Azul de Rubén Darío y cualquier libro de Tagore. Y bien pensado, tal no sea del todo verdad pues me gustaría terminar la última parte de Milenium que me resta por leer o quizás releer El mundo de Sofía. Mis disculpas si no he sabido responder con contundencia, huyo de los síes y los noes categóricos, excepto en los temas transcendentales. Espero que mis respuestas hayan dejado vislumbrar los escritores que más me hayan marcado.

5-      Has sido maestra durante muchos años. Cuando explicabas a los alumnos qué era la poesía y para qué servía ¿Que les decías? ¿Cómo te explicas a ti misma por qué escribes poesía?

Bueno, aquí como habla mi experiencia tan querida y amada de mi profesión, sólo con trasladarme a aquellas aulas en mis momentos docentes, responderé sin titubeos y con más claridad.
No pude decir a mis chavales lo que era la poesía y para qué servía con uniformidad, según fuese la edad, les daba uno u otro concepto.
En mi primera escuela en Jumilla, con una matrícula en el año 1958, con más de 45 alumnos desde pequeños hasta 12 o 13 años, tuve que dividirme haciendo malabarismos, es muy difícil en esas circunstancias transmitir a una clase tan heterogénea, qué era la poesía, por ello, les leía fábulas, poemas que llegaban a todos y recuerdo que luego hacía que me lo narrasen ellos oralmente a modo de un cuento. En resumen, que al terminar volvía yo a recitarlo y al acabar preguntaba:
— ¿qué palabras os han gustado más?
— ¿se dice la poesía igual que un cuento?
— ¿te atreverías a decirle a tu mamá algo bonito en forma poética?
— ¿y tú cómo lo dirías en forma de cuento?
Así deducían que la poesía servía para decir las mismas cosas a mamá, pero con más belleza, tenían que elegir las palabras más bonitas. Todavía estos alumnos me recuerdan por mi entrega al trabajo y tuve la dicha que cuando presenté mi libro Puerta Entreabierta en Madrid, me acompañó una alumna de ese curso, maestra jubilada, y me dio mucha alegría oírle decir que se hizo maestra por mí; yo creo que sintió que yo amaba lo bello, lo misterioso, descubrió mi alma de poeta y tal vez fue eso una ayuda para elegir esa profesión.
En mi segunda escuela, que fue en la aldea de la Fuente del Pino (Jumilla), también fue una unitaria parecida a la anterior, pero con la salvedad de que la matrícula era de 19 niñas más o menos. Pude dedicarme más a ellas y en los tres años que trabajé, les enseñé bailes regionales, cantos populares de casi todas las regiones de España (entonces se llamaban así).
La poesía servía para ser más felices, para descubrir palabras más expresivas; otras veces las seleccionábamos de lecturas que ellas elegían y formábamos columnas de palabras poéticas, así, como un juego, hasta el año 1962 es como me las ingenié para introducir en aquellas cabecitas lo hermoso de la poesía.
Por fin, ya en Petrer, esto me fue mucho más fácil. Voy a entresacar algunos de los métodos que empleé que no todos. Mi primera clase en este mi segundo pueblo fueron los párvulos y cuando se iba acercando el día de la madre que entonces era el 8 de diciembre comenzó mi primera aventura poética con ellos. Tenía un libro pequeño, más que un libro, casi un folleto, con pequeños poemas dedicados a las madres. Conseguí que memorizaran cada uno el suyo pues todavía no sabían leer. Era el regalo para sus mamás. Les leía poemitas populares, de esos que se les dice a los bebés para la comprensión; así comprendieron que el regalo para sus madres era mejor que cualquier objeto adquirido en el mercado. Sé que lo que te voy a contar, tienes que darle un tijeretazo, pero quiero que conozcas una anécdota que viví al cabo de 20 años de estar
con estos “nanos”.
Estaba yo en el bar con mi esposo y se acerca un mozo guapo, guapo que no me quitaba ojo, yo estaba algo nerviosa pues no acertaba a comprender lo que aquel chico deseaba; de pronto, se dirige a mi marido y le dice que si podía darle un abrazo y un beso a doña Angelina; mi esposo que intuyó que era algo hermoso, le contestó que sí pero a cambio de que le dijera quién era; él no dijo nada, primero me dio un abrazo y luego con los ojos empañados me dijo que era hijo de un guardia civil que estuvo en Petrer un año y que se acordaba mucho de mí porque le regaló a su madre un poema y me aclaró que es el obsequio que más recuerda. Yo no les dije para qué servía la poesía, pero el episodio que vivió este párvulo aporta mucha grandeza, la poesía es grandiosa, aquel curso con aquella efeméride del día de la madre lo supieron. Tuve cursos donde sólo asistían niñas, pues en esos, te contaré cómo aprendían la poesía.
El poder adquisitivo en Petrer era elevado y conseguí que cada niña tuviera su poemario, les aconsejaba leyesen un poco en casa y en clase lo comentábamos. Todos sus poemarios los dejaron en una mesa, en otra, yo coloqué otros libros de narrativa y comparando el modo de escribir que se utilizaba en unos y otros, manipulando, ojeando y comparando dedujeron lo distinto que era la poesía de la narrativa. En una cuerda que tenía de pared a pared, mis niñas colgaban sus cuentos y poemas con unas pinzas de la ropa. Cuando una chica destacaba, leía su poesía y comentábamos cómo se la había inventado; lo hacía porque los niños llegan más a los niños que cualquier adulto.
Cuando advertía fatiga en clase por el aprendizaje de matemáticas o cualquier otra materia, paraba la clase en redondo y nos poníamos a cantar para relajar el ambiente: aprendieron bellos romances como el Romance del Conde Olinos, Los pastores de Extremadura, La loba parda, etc. todo esto servía para moldear sus almas sin ellas advertirlo. Y lo iba consiguiendo, pues te adjunto unos poemas de dos alumnas que con sus pocos años elevaron sus almas (por supuesto que había madera), una de ellas, consiguió en un colegio de Elda, el Premio “Antonio Machado”.
Cuando ya en segunda etapa, llevé a chicos y chicas, la tarea se me presentaba más difícil por tratarse de adolescentes. Compré discos de Serrat, que cantaba poemas de Machado, Miguel Hernández, etc. unos eran recitados y otros cantados. La clase consistía en escuchar el poema y luego comentar los recursos estilísticos. Otro método que siempre empleé fue programar la poesía en materias transversales, que como saben es introducir a modo anecdótico u ocasional la poesía en clase de geografía, historia, matemáticas y demás asignaturas. Estaban tan acostumbrados a escuchar estas grabaciones de Serrat que cuando entraba en clase me coreaban alguno de sus versos. Cuando ya se iba acercando mi jubilación, pedí al director trabajar con los pequeños. Comenzábamos la clase con un poema de Gloria Fuertes, de García Lorca o incluso mío, de tal suerte, que todavía conservo los dedicados a las letras, a los números y a hechos cotidianos de la vida de los peques. Mis clases estaban ya muy estructuradas con métodos modernos, yo mezclé el “Rosa Serisat” con el “Onomatopéyico” y era una gozada, fui una maestra de vanguardia con la lectura de muchas revistas pedagógicas y allí me imbuí de cómo mejorar el aprendizaje de la poesía. Mis niños gozaron de una clase con un rinconcito dedicado a la biblioteca de aula, otro rinconcito con una mesa camilla y dos sillitas para cuando algún alumno me quería contar algo. Mi clase parecía una verbena con tres o cuatro cuerdas, todas colmadas de dibujos, poesías y cuentos.
Mis alumnos y alumnas me ofrecieron una cena cuando me jubilé y cuando ya nos íbamos a despedir, comenzaron a cantar todas las canciones que yo les había enseñado, no pudo ser mejor, mi docencia terminó envuelta en romances.
Recuerdo que a mis adolescentes les dije que la poesía sirve para disfrutar la literatura en grado sumo, para que se expresen con claridad y belleza, para que puedan plasmar sus sentimientos más íntimos y dada la etapa que estaban viviendo, les decía que la poesía les servía para poder cantar al amor, para evadir la tristeza. Con frecuencia les hacía esta pregunta:
— ¿Cómo sería el mundo sin poetas?
— ¿Cómo te explicas a ti misma por qué escribes poesía?
Escribo poesía porque me satisface y me subyuga, dar cuerpo a esa chispa que se enciende en mi ser, que la veo o la intuyo con principio y fin. Que puedo ver mi obra en poco tiempo y que puedo corregirla brevemente y que siento un no sé qué cuando puedo contemplar el antes y el después, como los anuncios de una crema facial.
Escribo poesía porque necesito una intimista soledad, necesito aunar mi mirada hacia el horizonte acompañada de una música ambiental y un papel desnudo delante de mí invitándome a confidencias, fantasías…
Escribo poesía porque puedo sacar la rabia y demonios que porto en contra de traficantes de drogas y en torno a toda clase de injusticias.
Escribo poesía porque la transformo en una oración al Creador.
Escribo poesía porque vivo el amor y tengo que derramarlo, porque me espanta el desamor que devora a muchos humanos y desde mis versos quiero que sientan mi consuelo.
Escribo poesía para cantar a mis seres queridos y amigos.
Me gusta con ella filosofar sobre la vida. Canto a los pueblos, a sus fiestas, a los poetas. Me gusta cantar a los seres inertes.
Escribo poesía porque es hermoso atrapar un instante de nuestras vidas.
Y una constante en mí, es la búsqueda de un poema mágico, voy tras él sin descanso y cuando creo que lo he alcanzado, se me escapa y siempre, siempre lo vuelvo a empezar.
Escribir poesía para mí es un reto, pues recién acabado un poema, deseo mejora el siguiente aunque no lo consiga, y cuando leo a esos geniales poetas, siento una admiración tan grande que me pregunto si no seré yo capaza de conseguir alguno aunque sea una mínima parte de bello.
Escribo poesía para que mis amigos se sientan orgullosos de mí tanto como yo lo estoy de sus composiciones.
Escribo poesía porque es un lenguaje universal que une a personas con ideologías dispares.
Escribo poesía porque sé que quien pudiera leerme, conocerá un poco de mí y hablará, mejor dicho, dialogará con mis versos.
Escribo poesía porque se vive una experiencia mágica, cuando la inspiración bulle a presión y me grita ¡Dame vida propia! ¡Déjame salir!
Escribo poesía por tantas cosas…

6-      Entre los poetas más jóvenes a veces hay muchas disputas por egos, ideas distintas sobre el oficio, etc. Desde tu lugar de persona que se ha dedicado a la poesía cómo pasión, más que como trabajo y que está, supongo, muy alejada de todas esas disputas, ¿Que les dirías a esos poetas jóvenes que ahora empiezan?

Para escribir poesía tienes que sentir cuando dentro de ti existe como un aire enrarecido poético que te disgusta, que no encaja con lo que uno desea; para escribir poesía hay que ser humilde, abrir las compuertas del alma y arrojar por la borda esos conceptos o ideas que no acaban de ser lo buenas y bellas que se han de alojar en nuestro ser antes de escribir. Hemos de desalojar a estos inquilinos, nos hemos de sentir vacíos, como desnudos, sin nada, para ello, no hay más remedio que coger la pluma y vaciarte del todo en un papel, destruir todo ese bullicio que no nos encaja y partir con nuestro ser en paz y sin inquilinos, conseguir una estancia propicia, estimular la inspiración con bellos recuerdos o con el mismo instante que quieres atrapar, piensa en el mal que puedes barrer, llénate de ilusión y ese será el inicio de un poema limpio sencillo donde los mejores elogios se los des tú mismo, que tu poema te guste, que lo quieras y ya compuesto sigue quitando lo superfluo, púlelo y así, con trabajo, ilusión y humildad andarás por el buen camino para componer.
Los jóvenes sabéis y es real que la poesía es fuerza vital, es arma para luchar, es vehículo para amar, es reflexión para discernir, pero estoy segura que a ninguno de vosotros se le ha ocurrido pensar que la poesía es el elixir de la eterna juventud, pues cuantos más años se cumplen, la poesía más se resiste a envejecer.La poesía habréis de sentirla como una percepción sensorial, emotiva y personal, es una eclosión del alma y nunca ha de estar supeditada a modas, a corrientes literarias ni a presiones de amigos que te aconsejen un modo de componer que no va contigo. El ropaje de un buen poema, no lo olvidéis, además de todo lo aprendido académicamente, es la libertad.
Desde luego comprendo que vosotros jóvenes vais en pos de un sueño y eso es bueno, es loable, pero nadie, oíd, que nadie lo emponzoñe. Escribid con entusiasmo, con placer, con responsabilidad y sabed que como meta cercana, la poesía calma el alma de temores y ayuda a otros, sobre todo, a los amigos a disfrutar de nuestra chispa creativa. Gozad en vuestra andadura de esas continuas y sucesivas metas cercanas; la suma de todas ellas hará que un día vuestro sueño, sin apenas saberlo, sea una realidad.
Como ninguno de los mortales gozamos de la ciencia infusa, os digo y esto es verdad que vuestro estilo será mucho más atrayente, mucho más transparente, en tanto en cuanto, hayáis leído y sigáis leyendo a grandes poetas, no sólo los vanguardistas, también los del albor del castellano, los clásicos, románticos, realistas, surrealistas…así se cimentarán las bases para en lo sucesivo elegir con acierto las palabras, su musicalidad y amalgamar los conceptos con sencillez. No caigáis en la tentación a la hora de componer de leeros un poemario de vuestro poeta preferido para imitarlo y pareceros a él, craso error, os sentiréis frustrados, ya que ese poema por muy bueno que sea, el punto de partida es peor que el vuestro que nace de vosotros mismos. Existen muchos referentes para escribir poesía, pero sólo son eso, pues el alma del poeta se tiene que portar. El poeta percibe con claridad lo bello, vibra con sus ideas que optan por salir, defiende su alma de posibles modas de poesía barriobajera. Recuerdo un libro de Tagore en el que se decía que la gran poesía satisface el oído y al sentido estético, luego a la razón y por último a la sensibilidad. Un poema que sólo transmite emociones, según Tagore, no es tal. Un poema se parece a la elaboración del vino en su composición. Hay que dejarlo reposar, hay que clarificarlo, hay que dejarlo fermentar para cambiar algunos conceptos o ideas. Si componiendo no sentís ni percibís una cierta musicalidad en vuestro interior sin notas ni sonidos, si no porta el principio áureo de Aristóteles, unidad en la variedad, si no se puede razonar, si no es susceptible de compararlo, de evocarlo; el poema estará naciendo cojo. Creo amados jóvenes que el ideal que Tagore nos dice acerca de la poesía es muy alto, pero sí que podemos llegar a componer acercándonos a estos parámetros. No seáis esclavos de nadie, ni de vuestro poeta favorito, ni de ninguno por muy reconocido que esté en las altas esferas poéticas. Gracias a Dios podéis libar de todos, dejar posar esos contenidos y esperar que aflore la inspiración, pero que ésta te pille trabajando, como dijo no recuerdo qué artista. Recordad que los poetas, pensemos lo que pensemos, tenemos mucho en común, todos sentimos la belleza, el amor, la denuncia, la tierra, la angustia, el dolor…sería una temeridad dejar de leer un poema porque el autor no piensa como tú. Decantando todas las lecturas, experiencias, gustos, etc. desarrollarás un estilo propio, personal, el tuyo, ¿con influencias? Pues claro, nadie nace sabiendo. Os recuerdo la frase que cito en un apartado anterior: “El estilo no es la chaqueta del poeta, es su piel”. Por ello no intentéis  cobijaros bajo la piel de nadie. Sed como vuestra sangre que os grita, valientes, decididos, exploradores, luchadores, inconformistas, idealistas, ilusionados…cualidades inherentes a vosotros que algunos portan con vehemencia y otros con atrevimiento. No avasalléis a nadie, no juzguéis la poesía lírica como cursi, a menudo, detrás de esta palabra se esconde la mediocridad. La poesía no es patrimonio de ningún grupo, ella tiene la grandeza de ser tan distinta que de la misma escuela poética, componen un poema dos poetas distintos y con la misma temática y versificación y aun así leeremos dos poemas diferentes. En nosotros, los poetas, debe prevalecer la autenticidad, la justicia, si no nuestra poesía contaminará, será sucia y mentirosa. No vayamos por el mundo poniendo zancadillas y os aconsejo que con pluma en mano escribáis con ilusión y honradez que el mundo es vuestro. Es importante superarse día a día, siempre podemos escribir un poema mejor. Compartir experiencias como yo estoy haciendo ahora con vosotros, arrojar el narcisismo, el despotismo y el egoísmo de vuestras vidas. Un buen poeta con estos defectos merma su obra. No os encasilléis defendiendo a poetas de izquierdas o de derechas, cada uno es libre de expresar sus ideas, vivimos en democracia. No os burléis de nadie. Os deseo de corazón que lleguéis a escribir con la genialidad de los poetas que admiráis aunque no se consiga del todo. Caminar haciendo camino, como decía Machado, trabajar buscando y descubriendo día a día todo lo que os pudiera servir para seguir vuestra vocación y por supuesto disfrutar de esa trayectoria de aprendizaje poético, que nada ni nadie os la quite nunca. Y recordad que es en el camino que nos conduce a la meta donde se goza y se vive, esa es la filosofía perenne de la vida, deleitarse acompañados de vuestro poético equipaje.

David Fernández Rivera: “Nadie se empeña en entender una flor o un pedazo de hierba, por eso no entiendo demasiado por qué tratan de entender mis poemas cuando tratan de ser lo mismo” Recital Entintados Verano 2011

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Entrevista a Luna Bruno autora del poemario bilingüe “Entre el cielo, la tierra y el vuelo / Tra il cielo, la terra e il volo”

Autora del poemario bilingüe “Entre el cielo, la tierra y el vuelo / Tra il cielo, la terra e il volo”

Con motivo de la reciente publicación de su nuevo poemario bilingüe, *Entre el cielo, la tierra y el vuelo*, tenemos el placer de conversar con Luana Bruno, una de las voces más personales y comprometidas de la poesía contemporánea. En esta entrevista, Bruno nos comparte cómo nació esta obra, qué temáticas aborda y qué reflexiones la han guiado en su proceso creativo. A través de sus palabras, descubrimos una poesía que es puente, refugio y acto de resistencia.

  1. ¿Qué la inspiró a escribir “

    Entre el cielo, la tierra y el vuelo“?

La necesidad de ofrecer un espacio de encuentro, reflexión y transformación interior en un mundo herido. Esta obra nace del deseo de compartir belleza, verdad y humanidad a través de la poesía.

  1. El título de su libro es muy evocador. ¿Qué simboliza para usted?

Simboliza la conexión entre lo espiritual, lo terrenal y el impulso de transformación. El cielo representa los sueños y lo invisible; la tierra, nuestras raíces y heridas; y el vuelo, la capacidad de elevarnos a pesar de las dificultades.

  1. ¿Cómo describiría la evolución de su poesía respecto a su obra anterior “¡Que sea luz!”?

Este libro es más íntimo y reflexivo. Mientras que ¡Que sea luz! fue una declaración de intenciones, Entre el cielo, la tierra y el vuelo se adentra más en los rincones del alma, sin perder el compromiso con la justicia y la belleza.

  1. ¿Qué temas recorre este poemario?

Está estructurado en tres bloques: el primero trata sobre la naturaleza como refugio espiritual; el segundo aborda la desigualdad y la exclusión, especialmente en contextos migratorios; y el tercero, ‘Voces de lo profundo’, profundiza en emociones humanas, fragilidades y búsquedas existenciales.

  1. Su poesía tiene un fuerte componente social. ¿Cómo se refleja esto en sus versos?

A través de testimonios poéticos que denuncian el racismo, la exclusión, el dolor migrante o el juicio a las maternidades diversas. Son versos que pretenden visibilizar lo invisible y dignificar las voces silenciadas.

  1. ¿Qué papel juega la naturaleza en esta obra?

La naturaleza aparece como maestra silenciosa, como compañera de viaje. En ella encuentro enseñanzas, consuelo y metáforas poderosas para hablar del alma humana.

  1. ¿Por qué ha decidido escribir esta obra en español e italiano?

Porque habito ambas lenguas y ambas culturas. Mis versos nacen en los dos idiomas, y esta dualidad enriquece mi expresión poética y refleja mi identidad.

  1. ¿Cuál es el poema más significativo del libro para usted?

Es difícil elegir uno, pero quizás Violeta de invierno, porque reúne mis reflexiones y pensamientos sobre maternidad, prejuicios sociales y amor incondicional.

  1. ¿Cómo espera que este libro impacte a sus lectores?

Espero que sirva de refugio, de espejo y de impulso. Que quien lo lea se sienta acompañado y vea reflejadas sus propias emociones, dudas y esperanzas.

  1. ¿Está trabajando en algún nuevo proyecto?

Sí, estoy escribiendo una novela en la que el humor, la ternura y la poesía conviven. También sigo escribiendo poesía y reflexiones para compartir en redes y encuentros literarios. Ya estoy preparando una próxima antología poética. Espero que llegue a las almas más sensibles.

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Entrevistas

Entrevista a Juan Manuel Leiva escritor de “Cambio de plano”

Juan Manuel Leiva Sepúlveda, poeta barcelonés nacido en 1978, presenta su obra más reciente “Cambio de plano”, publicada en 2025 por Editorial Poesía eres tú. Este poemario representa la culminación de su evolución poética tras sus anteriores obras “La estructura del duende” (InVerso) y “El sentido de las puertas” (Parnass).

En esta entrevista, Leiva profundiza en los temas centrales de su obra: el desapego de lo superfluo, la reconexión con lo esencial y la transformación interior. El autor, formado en Bellas Artes y Filosofía y Letras, revela cómo su experiencia vital, especialmente la paternidad y su mudanza al campo, ha influido en su escritura, caracterizada por un lenguaje accesible pero profundo que busca tender puentes entre la tradición poética española y las inquietudes contemporáneas.

 

 

1.”Cambio de plano” invita al lector a despojarse de lo innecesario y reencontrarse con lo esencial. ¿Qué experiencias personales te llevaron a concebir este viaje poético de transformación?

 

El ser humano tiene unas necesidades básicas que lo llevan a un bienestar existencial que nada tiene que ver con el consumo. La sociedad actual nos lleva a hacer una carrera exponencial en la juventud, nos lleva a conceptos de crecimiento y éxito que al final nada tienen que ver con las necesidades básicas del ser humano.

La paternidad me dejó ver esa situación de un modo muy claro, ese ser, que era mi hijo, necesitaba una serie de cosas que no se encuentran en las prioridades de una carrera de éxito a la que nos aboca el sistema sin que prácticamente nos planteemos si ni siquiera nos conviene.

Ser padre me llevó a redirigir mi trayectoria vital quedándome en la posición de acompañante en esa infancia donde lo emocional tiene muchísimo más peso que lo material. En ese viaje que es la crianza cada gesto es recíproco, cada sentimiento compartido, cada contacto en lo sutil genera un crecimiento conjunto.

Es por ese motivo por el que llegar a lo esencial se convierte en el camino. Un camino de reencuentro con uno y con el otro en la sensibilidad que nos ha sido dada.

 

  1. En tu obra, la mudanza física se convierte en metáfora de una transformación interior. ¿Cómo dialoga este proceso con los desafíos de la vida contemporánea?

 

A veces la vida contemporánea nos lleva a dar por sentado que hay ciertos cánones que se deben cumplir sin que nos paremos a plantearnos hasta qué punto se está tratando de inercias involuntarias y procesos impuestos.

La mudanza al campo fue algo que existió en mi experiencia vital, alejarme del ruido y de la multitud y buscar un lugar de acogida en el silencio y la naturaleza se convierte en metáfora en el mismo momento en que la necesidad vital del poeta parte de esa búsqueda de verdad en un ecosistema en el que todavía es posible.

Es cierto que la sencillez de la vida en el campo puede ser limitante, pero eso sucede en el momento en que esa experiencia metafórica se diluye en el barro. Mudar sin huir ha sido siempre mi mejor opción. Es cierto también que el mundo contemporáneo ha generado sus núcleos en las urbes y ciudades, pero esa mudanza al campo es una negación a seguir lo establecido, a buscar un camino propio en el crecimiento tanto vital como literario. Desde esa búsqueda es desde donde se accede a un lugar en calma donde fundirse con la naturaleza y el silencio, es desde donde aparece de nuevo la urbe para ser disfrutada, no como una atracción de feria, sino como ese espacio neurálgico de la sociedad donde todavía se están escribiendo, los últimos capítulos quizás, del mundo contemporáneo.

 

  1. El libro utiliza un lenguaje claro y accesible, pero no por ello menos profundo. ¿Crees que la poesía debe ser comprensible para todos, o hay espacio para el hermetismo en la lírica actual?

 

Siempre he apostado por un lenguaje sencillo, que no simple, para explicar cosas que nos atañen a todos como especie humana.

En mi escritura existen varios planos de comprensión. Por un lado, el lenguaje más sencillo hace que haya un primer plano de comprensión en el que el lector no queda abandonado a un hermetismo, producto de una falta de ambición comunicativa, para mi comprensión de la poesía contemporánea, que pueda generar un cierto rechazo al no ser comprendido.

Para hablar de cosas profundas no es necesario utilizar un lenguaje hermético, explicar experiencias profundas se convierte en un deber del poeta si lo que queremos es que la sociedad como lectora participe en el viaje compartido de la poesía.

Un lenguaje sencillo quiere decir que estás dispuesto a compartir desde un estado de comprensión profunda experiencias que puedan ser explicadas incluso a un niño.

Por eso en mi escritura existen varios tipos de comprensión; por un lado, la comprensión superficial donde el lector se siente acompañado por palabras comprensibles, que incluso sin entender profundamente qué significan, le acompañan en el viaje lírico. Por otro lado, existe una comprensión más profunda dónde el lector reconoce las metáforas, es ahí donde el viaje compartido de la poesía se alza. En esa soledad lectora se refleja una experiencia lírica que conecta con la emotividad. Y un poco más allá está la comprensión rítmica, que absorbiendo las dos anteriores entra dentro de la lógica de la métrica y el ritmo del poema.

 

  1. ¿Cuál consideras que es el papel de la poesía en una sociedad que nos empuja a ser más consumidores que seres sensibles?

 

La poesía es un susurro que el poeta genera dialogando con un futuro lector. Ese susurro al oído está cargado de sensibilidad, de secretos gritados en silencio, de reflejos que nos animan a caminar en la búsqueda que toda persona algún día decide emprender.

Somos seres sensibles que necesitamos tanto que nos susurren al oído como necesitamos una caricia. Somos seres sensibles que buscamos sentido a la existencia. Ahí es donde nace y se recrea la poesía, en ese transmisor de emociones donde el lector puede verse reflejado, donde por un instante de tu vida el silencio habla para decirte que esa emoción que surge al leer un poema ya estaba en tu interior deseando ser descrita por alguien, deseando ser manifestada en su silencio, sumándose a la compañía que el poeta ejerce desde su lírica, dialogando con lo más profundo de nuestras emociones, quizás para aliviar por un instante el dolor de estar vivo.

La poesía es un transmisor de sensibilidades y actúa como un espejo, reflejando aquello que hasta el momento de ser leído ese poema no existía, era un secreto escondido no se sabe muy bien a dónde.

Si buscamos a fuera esa sensibilidad, ese anhelo, esa curiosidad innata del ser humano por las profundidades de uno mismo, encontraremos un mundo en el que consumir objetos o experiencias que nos hagan pasar el rato, pero nunca nos ayudarán a crecer como lo puede hacer la poesía.

Leer poesía es subversivo, es posicionarse del otro lado del consumismo el cual nos quiere como objetos uniformes que busquen a fuera lo que siempre se encontró a dentro de uno mismo.

 

  1. Has mencionado la influencia del humanismo radical en tu escritura. ¿Cómo se traduce este enfoque en tu manera de entender la literatura y la vida?

 

Se podría decir que no hay filosofía sin praxis. Mis poemas en “Cambio de plano” están sujetos a un pensamiento que puede tener lazos profundos con el humanismo radical por el mero hecho de que esos pensamientos filosóficos no son algo para ser entendido si no más bien son pensamientos para ser vividos.

En ese lugar del pensamiento poético, la vida y la filosofía, se entrelazan para que la vida se convierta en poema. Ser radicalmente humano significa apostar por un cambio verdadero en el pensamiento actual, apuesta por que esa praxis filosófica se convierta en el modo de vida del poeta y por consiguiente un modo de vida radical y subversivo para el lector, quien encontrará en los poemas no sólo una reflexión filosófica sino unas coordenadas para aplicar a una vida cargada de inercias por un sistema que nos oprime.

Ser radicalmente humano es apostar por que la especie pueda derivar en “homo poeticus”. La radicalidad de la apuesta lírica en este caso está en detonar unas emociones y pensamientos que puedan resultar transformadores para nuestras vidas.

 

  1. ¿Qué técnicas literarias y recursos expresivos consideras fundamentales para transmitir emociones auténticas en tus poemas?

 

Para que las emociones que surgen al escribir un poema lleguen con cierta fidelidad al lector creo que es esencial que el poema, como mínimo los primeros apuntes, sean fruto de una epifanía auténtica. Partiendo desde esa sinceridad donde una situación, una observación o un pensamiento levantan una metáfora clara, trabajo muy bien y con una delicadeza enorme la imagen que está proponiendo el poema.

Una vez establecida la base del poema con sus metáforas e imágenes nítidas soy partidario de utilizar un verso libre contemporáneo muy medido. Esa obsesión por la métrica me provoca que le dé vueltas al verso hasta que establecido en su métrica sea seductor y claro en su enunciación. No es fácil hacer un endecasílabo como si no hubiera pasado nada. Por último, creo que es muy importante que la voz poética sea cercana, casi como un susurro hablado al oído del lector. Esa voz genera una cercanía con el lector que hace que las emociones sean transmitidas de una manera mucho más clara y directa.

 

  1. La poesía de la experiencia y la mística contemporánea se entrelazan en tu libro. ¿Cómo dialoga tu obra con la tradición poética española y qué aporta de nuevo?

 

Es cierto que cuando hablamos de arte contemporáneo, sea cual sea la disciplina, parece ser que hay una tendencia que nos lleva al rupturismo y la deconstrucción posmoderna de un arte que se mira a sí mismo. En este ámbito de lo académicamente contemporáneo hay líneas rojas que se imponen en el desarrollo de la poética de sea cual sea la disciplina. Por ejemplo, la divagación sobre la belleza es algo infravalorado en un arte que se busca en sí. La naturaleza, la espiritualidad inmanente, la belleza son “red flags” a los que el arte actual no está muy dispuesto a cuestionarse, les suena a manierismo y puede que tengan razón en su desarrollo actual.

La ruptura es sólo una opción del desarrollo artístico contemporáneo, por mi parte busco la universalidad que trasciende todo concepto de tiempo y que se halla en los clásicos, busco la manera de darles una lectura actual, acercando al lector ideas muy válidas de la tradición poética universal y pasándolas por el tamiz del pensamiento contemporáneo.

 

  1. ¿Qué te gustaría que experimentara un lector que se acerca por primera vez a la poesía a través de “Cambio de plano”?

 

He hablado con mucha gente, me gusta conocer opiniones variadas y puntos de vista particulares, que incluso letrada en la prosa y la narrativa me han confirmado que huyen de la poesía porque sus experiencias poéticas han sido de abandono y frustración, es decir, que incluso estando cultivadas en las letras no han sabido comprender qué es lo que aquellos poemas le proponían. Antes hemos hablado del hermetismo en la poesía actual, y creo que ese ha sido uno de los problemas por los que los poetas tendríamos que hacer una reflexión si lo que queremos es comunicar.

En el caso de “Cambio de plano” le diría al lector que se acerca por primera vez a la poesía, que no va a ser abandonado en el hermetismo literario. Este libro, y los anteriores, han nacido para comunicar qué es la experiencia poética, con lo cual han sido elaborados para que el lector, novel o avanzado, pueda alcanzar la experiencia que una epifanía supone. Que la realidad, por un instante, se convierta en poesía.

 

  1. Como creador multidisciplinar, ¿de qué manera influyen otras artes en tu manera de concebir y escribir poesía?

 

Más bien son las otras artes las que se han nutrido a lo largo del tiempo de la poesía. En todas las ramas artísticas que desarrollo hay un afán por conseguir un discurso poético que haga que todo el conjunto de las obras tenga un sentido estético parejo.

Sea arte sonoro, plástico, audiovisual, la poesía es aquello que los atraviesa dándoles un sentido más amplio.

Y, ante todo, la poesía me ha supuesto una manera diferente de entender el mundo y todo aquello que lo compone.

 

  1. ¿Cómo imaginas el futuro de la poesía y qué responsabilidad sientes, como poeta, en acercar este género al público general?

 

Entiendo que estamos en un momento histórico donde la poesía ha quedado en un segundo término eclipsada por las pantallas de los celulares y ordenadores. Es cierto aquello de que no son tiempos para la lírica. Pero de ahí parte mi responsabilidad como poeta, la resistencia subversiva de seguir escribiendo poesía aun estando en un momento en el que escribir poemas supone estar expuesto a la deriva recurrente.

La poesía es una necesidad vital del ser humano. Cuando pasen unos años y las pantallas ya no nos den aquello que estamos demandando a la vida, es cuando aparecerá en su pleno apogeo la lírica en su dimensión contemporánea y necesariamente actual. Porque las interioridades de cada uno de nosotros no saben dialogar con la nube de internet, pero sí saben hacerlo con un buen poema.

Es por eso que, aunque ahora le sea difícil a la poesía encontrar su lugar, éste le será dado cuando los tiempos, cada vez más propensos a la interiorización y al diálogo interior de crecimiento, den con aquello que siempre ha existido; la lírica del corazón que habla a través de los poetas y que nos acompañan en nuestro diálogo más interno y profundo.

Cuando el mundo calle de tanta palabrería vana, encontrará a la poesía. Ésta siempre estuvo ahí.

 

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Entrevistas

Fernando Riquelme: “Me interesaba contar algo, no meras descripciones de las cosas de mi alrededor”

 

Fernando Riquelme: “Me interesaba contar algo, no meras descripciones de las cosas de mi alrededor”

Fernando Riquelme, autor del poemario “Si aún sigues aquí, es que estás viva” (Ediciones Rilke, 2025), nos abre las puertas a su proceso creativo y su visión sobre la poesía contemporánea. Esta obra, que aborda la experiencia de una mujer maltratada y su proceso de liberación, ha sido reconocida por su fuerza emotiva y su capacidad para transmitir un mensaje de supervivencia y esperanza.

En esta conversación, el poeta barcelonés reflexiona sobre su elección del género poético como vehículo para expresar emociones profundas, la responsabilidad de dar voz a experiencias traumáticas y el poder transformador de la poesía en la sociedad actual. Con un lenguaje directo y cercano, Riquelme nos invita a descubrir cómo la poesía puede ser “un arma cargada de futuro” y una herramienta para la sanación individual y colectiva.

 

  1. Fernando, tu libro aborda una experiencia límite y dolorosa. ¿Qué te impulsó a transformar esta vivencia en poesía y no en otro género literario?

Quería expresar emociones, sentimientos —duda, miedo, inseguridad, angustia, determinación, superación…—, la historia en sí se sobreentiende, no se hace hincapié en ella, sino en lo que siente o en lo que está sintiendo la protagonista para superar su sufrimiento, su dolor. Me interesó hablar más de tú a tú, de corazón a corazón, por eso escogí la poesía.

 

  1. ¿Cuál crees que es el papel de la poesía en la sociedad contemporánea? ¿Puede la poesía ser un refugio, una denuncia, una herramienta de cambio?

 

Yo creo, como Gabriel Celaya, que la poesía es un arma cargada de futuro y más ahora, en estos tiempos tan oscuros, en los que hace falta más que nunca la verdad. La poesía para subsistir tiene que dejar de ser neutral, una mera decoración, un artilugio, para transformarse en un martillo pilón, en una herramienta que levante nuestros corazones y nos dé ánimo, fuerza, energía para afrontar los retos que debemos superar cada día. Debe ser un aliado, una compañera, una cómplice a nuestro lado.

 

  1. El poemario tiene una voz muy directa y cercana. ¿Cómo trabajaste el tono y la estructura para que el lector sintiera esa intimidad y urgencia?

 

Para mí era importante no utilizar un lenguaje, digamos más intelectual, sino un lenguaje próximo, cercano, en el que tuviera importancia lo que se transmite. Intenté no abusar de los adjetivos, no centrarme demasiado en el paisaje, en la apariencia, sino ir a lo esencial, a los sentimientos, a las emociones; sobre todo para transmitirlas, no para describirlas solamente. El esfuerzo mayor fue intentar no describir, sino transmitir, ponerme en el lugar del que recibe y no en el que cuenta la historia.

 

  1. En la actualidad, muchos lectores perciben la poesía como un género difícil o inaccesible. ¿Qué has intentado aportar para acercar la poesía a quienes no la leen habitualmente?

 

Me interesaba contar algo, no meras descripciones de las cosas de mi alrededor. El poemario tiene una estructura profunda, un contenido, explica algo, aunque sea a través de la mente, no del cuerpo, tiene una motivación (que no es, en sí, explicar la historia de un maltrato, por ejemplo, sino comunicar la evolución de una persona que lo ha sufrido). Es importante contar algo para que pueda interesar. Lo malo no es que la poesía sea un género difícil, lo malo es que no se cuente nada a través de ella.

 

  1. La obra está impregnada de simbolismos (la caja de Pandora, el Ave Fénix, las cadenas…). ¿Cómo surgieron estas imágenes y qué significado personal tienen para ti?

 

En realidad, lo que dirige mi obra es la relación, a veces inestable o en desequilibrio, del individuo —persona— con el colectivo, es decir, con la sociedad. En el caso concreto de este poemario, de manera subliminal enfrento a la protagonista, no sólo con su cónyuge maltratador, sino que hago que ese marido machista, sublime los valores patriarcales que rigen nuestra sociedad, con lo que no sólo le ha engañado él, poniéndose una máscara, sino que representa al inconsciente colectivo que nos engaña a todos con unos valores hipócritas, competitivos, piramidales, misóginos o de explotación de las personas, que nos condicionan a todos nosotros al desenvolvernos en la sociedad. El enemigo de ella, son los arquetipos que representan a los enemigos de todas. De ahí que utilice a veces el simbolismo o las imágenes que representen al colectivo o las ideas ancestrales utilizadas en literatura o en el arte que relacionan a ese individuo solo, en una sociedad que lo absorbe y lo aprisiona contra la que debe de luchar, como son la Caja de Pandora, el Ave Fénix, las cadenas, el grito de Munch, el cubo de Rubik o de una forma más cotidiana, las chisteras de los hombres con poder, el tambor, las trompetas, el circo el carnaval, el deber, el tren, la luna frente al mar, el baile, o la mujer y la diosa.

 

  1. ¿Qué autores o autoras han influido en tu manera de entender y escribir poesía? ¿Sientes que dialogas con alguna tradición o generación concreta?

 

Me atrae mucho la poesía que cuestiona las costumbres colectivas de los individuos cuando están en sociedad, sobre todo las que cogen imágenes o ritos cotidianos y los elevan para expresar la idiotez humana. En ese sentido el americano Charles Bukowski es un maestro, duro, certero e inflexible. En poesía de guerra me atrae mucho Bertolt Brecht o el mismo Celaya, porque me hacen pensar en el entorno que nos rodea. Bob Dylan tiene un talento especial para combinar lo que describe con imágenes simbólicas o alegóricas que cortan la descripción, pero que, en el fondo, la ensalzan. De los poetas españoles los que más me han influido son Antonio Machado, García Lorca o Gil de Biedma y por el uso de las imágenes en poesía me gustan Joan Brossa o Salvat Papasseit. Tengo una debilidad especial de siempre por el italiano Cessare Pavesse y su Lavorare Stanca. Sobre todo, me apasionan los poetas que evocan la realidad y la tiñen de emociones sobre esa misma realidad.

 

  1. ¿Cómo fue el proceso emocional de escribir este libro? ¿Te ha cambiado como escritor y como persona?

 

Como poeta, este proyecto me ha concretado lo que he mencionado en apartados anteriores, que la poesía debe decir algo, contar algo, hacer sentir algo (más que vivir, hay que sentir que se vive) —al menos, la poesía que me atrapa, la que intento escribir es así—. No creo que la poesía deba limitarse a describir imágenes o lugares, muy bien dicho, pero sin verdad. La imagen de un móvil con un selfie, explicando al público que te estás maquillando con tal o cual marca, ante un terremoto mortal que ha roto la tierra, no creo que sirva como poema. Desde luego, da tu versión personal de algo, pero es precisamente la versión que no interesa.

 

En el tema personal, el hecho de preparar un proyecto poético compacto, con principio y fin, no de poemas sueltos que se van encadenando unos a otros, me ha servido para concebir los proyectos como algo vivo, entero, que crece y se acaba, pero que tienes que cuidar en su conjunto. No se puede uno conformar con genialidades sueltas, debe darse sentido al conjunto al completo.

 

  1. El poemario aborda la violencia de género desde una perspectiva testimonial y lírica. ¿Qué responsabilidad sientes al dar voz a estas experiencias?

 

Vivimos en un mundo injusto y desigual, que, en realidad, queda fuera de nuestro alcance y no podemos cambiar, salvo enfadarnos con él o pasar. En este tipo de mundo, nuestra posición cuenta. De hecho, es lo único que cuenta. No podemos hacer nada más que posicionarnos ante las injusticias, ante los abusos, ante la desigualdad, esa es nuestra única actuación posible en este mundo (incluso si no nos posicionamos, de hecho, esa ya es una posición) No podemos cambiar el mundo, pero nuestra implicación en él si que ha de ser clara, es lo único que podemos hacer. Hagámoslo. Y, si no lo hacemos, también, de hecho, lo estamos haciendo.

 

  1. ¿Crees que la literatura, y en particular la poesía, puede contribuir a la sanación individual y colectiva frente al trauma?

 

Los traumas son territorios de la mente, de las emociones. Nuestra relación con las emociones que sentimos, de hecho, es lo que marca nuestro “yo”. Hay que estar toda la vida aprendiendo, conociendo, moldeando nuestra mente, nuestro espíritu. Escoger y trabajar las motivaciones es lo que nos facilita el camino de nuestra sanación, de nuestro presente y futuro. La lectura y la poesía son un puntal básico para reflexionar, para el conocimiento, para la autoconciencia, para ayudar a nuestra mente a escoger el camino correcto.

 

  1. Has publicado novela, teatro y ahora este poemario. ¿Qué diferencias encuentras en el proceso creativo de cada género y qué te aporta la poesía que no encuentras en otros formatos?

 

Para mí la novela es contar una historia. El teatro es plantear un conflicto. La poesía es transmitir emociones. La poesía es una explosión. La novela es un río que avanza. El teatro es una cascada que ruge sobre un lago tranquilo. Diría que en la poesía me encuentro directamente con mi “yo”, cara a cara. Lo difícil es que ese “yo mío”, llegue a ser el “yo del otro”, ahí está la dificultad, el riesgo, el éxito de la poesía: que mis emociones las sepa transmitir hasta el punto de que se conviertan en las emociones del otro. La novela te interesa. El teatro te posiciona. La poesía te conmueve.

 

  1. ¿Cómo imaginas la experiencia del lector ante este libro? ¿Qué te gustaría que sintiera o pensara al cerrar la última página?

 

Me gustaría que el lector conectara con el poemario hasta el punto de transmitirle la fuerza de la seguridad en sí mismo. Desearía que le diera un chute de autoestima, de capacidad de reconstrucción, de ímpetu para hacer cosas, para desarrollarse, para avanzar. No me gustaría que sólo le gustara o no le interesara, sino que le diera un empujón para reafirmarse en sí, para construir proyectos, para llevarlos adelante, para disfrutar, para reconocer su pasión en todo lo que hace. Que sea un libro positivo, de acción, no sólo contemplativo. Tal vez la frase sería: “no te rindas”, pero ahora, al escribirla, “no te rindas”, me parece poco, porque parece un acto conformista, casi de lo anterior a la rendición y no, es un “adelante, avanza”. Que lloren ellos.

 

  1. ¿Qué retos y oportunidades ves actualmente para la poesía en España? ¿Qué te gustaría decirles a los jóvenes poetas y a quienes se acercan por primera vez al género?

 

En principio, les diría como dijo Auden, creo, que al principio no hagan poemas de amor a alguien, que los guarden para luego. Es importante que al poeta le interese el mundo o, al menos, el mundo que le toca directamente a él, el que siente como suyo. En ese mundo hay preocupaciones, miedos, alegrías, pasión, odio y amor, pero el amor visto desde dentro, desde el motor que genera ese amor, no por la persona en sí al que se dirige (que, en realidad, no es él), sino el motor que le hace amar (que ese sí que forma parte de él). El poeta debe descubrir el motor que le mueve en todo, el que le empuja al dolor, al sufrimiento, al placer, a la pasión. Debe ser consciente de que vive. Lo dicho antes: no es vivir lo que necesita el poeta, el poeta necesita sentir que vive.

 

Y, desde luego, es importante que su poesía cuente algo.

 

  1. Finalmente, ¿qué significa para ti, en lo personal y en lo literario, la frase que da título al libro: “Si aún sigues aquí, es que estás viva”?

 

Es una frase de optimismo, de avanzar, de darte cuenta de que estás viva.

 

Si sigues aquí (si no te han matado), significa que estás viva, que puedes vivir, que debes vivir por ti misma, para ti, por ti, no necesitas más razones.

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