Club de Poesía
junio 28 2015

Antolín Iglesias: “La poesía es una manera distinta de mirar el mundo”

FichaAntolin

1º) ¿Qué importancia le da al título y a la portada de un libro?
El título de un libro es la llave (la clave) para situarlo y anticipar su orientación. El título de un libro de poesía sugiere, marca una dirección, crea una atmósfera. La portada es el escaparate. Hay escaparates engañosos, profetas falsos, anuncian más o distinto de lo que hay dentro. Y hay llaves que sin 3X1 (¿o es 3 en 1?) chirrían o no abren. Así que bueno es mirar la portada y leer el título. Pero después de hacerlo, y después de recorrer el índice y observar los apartados, hay que zambullirse en el libro mismo. En el “El río no encontraba el mar”, conviene también leer la Presentación.

2º) El río no encontraba el mar es un poemario complejo, de difícil comprensión. ¿Diría que está escrito para un tipo de lector concreto?
Efectivamente, creo que “El río no encontraba el mar” no es un libro de lectura fácil. Se mueve en las cercanías del misterio e intenta arrancarle algún vislumbre. No está hecho pensando en un tipo de lector, pero su carácter particular selecciona a sus lectores. El primer destinatario de este libro, y de todo libro de poesía, es el autor mismo. El poema es una revelación para él antes que para nadie. El poeta ha sentido un impulso, ha tenido una intuición, y “con temor y temblor” coge la pluma. No sabe lo que va a salir, ello se va configurando sobre la marcha. El final podrá ser una sorpresa para su autor. Al poeta, escaso de lectores, no le faltará uno muy bueno, él mismo.
3º) ¿Cuáles son las claves de su poesía?
Mi poesía es la expresión de mi actitud ante la vida. Mi actitud básica ante la vida ha sido, desde niño, de extrañeza. He abierto los ojos y he visto que estaba viviendo, y me he asombrado de mí mismo y del mundo. Me he sentido extraño en la vida. Vivir me ha parecido algo raro, sorprendente, inesperado. El título de dos libros míos lo dicen bien claro: “Soy de fuera” y “La Realidad Inverosímil”. En realidad, todos mis libros son un libro y todos los poemas un poema, el intento de expresar esa extrañeza radical, el dar cuenta de lo inverosímil que es estar viviendo.
4º) ¿Un lector es un buen escritor? Se dice que hay muchos poetas y pocos lectores. ¿Qué piensa de ello?
De suyo, un lector no es escritor, ni bueno ni malo. El escritor codifica, el lector descifra. Es menos activo el papel de lector. Ahora bien, como el mensaje de la poesía se sale del ámbito de lo práctico, el lector de poesía ha de ser capaz de saltar la valla y situarse en el terreno de lo gratuito, de lo innecesario, de lo espiritual. Y eso no lo consigue, ni lo intenta, si no lleva en sí un humus poético. El lector de poesía tiene que ser cuando menos pre-poeta o co-poeta. ¿Hay muchos poetas? Ser poeta, escribir poesía, es como una de esas enfermedades raras, que no afectan más que a una persona de cada 5000 habitantes. Si en un territorio dado, en vez de uno, hay 25 afectados (por la enfermedad rara o por la poesía), esos 25 son muchísimos, casi una plaga. Lectores de poesía hay muy pocos y cada vez menos. Para comprobarlo, pregunte V. a una persona, incluso culta, cuántos libros de poesía ha comprado en su vida. El mundo camina por otros derroteros. Desgraciadamente, digo yo.

5º) ¿Su poesía es hija de la inspiración o del trabajo? ¿Qué descubre en la poesía que no encuentra en otros géneros literarios?
a) Nadie se sienta al escritorio y dice: voy a escribir una poesía. Le ha tenido que mover un impulso interior, ha tenido una intuición, ha recibido una descarga que le ha puesto en marcha. El primer verso es “un regalo de los dioses” (Malarmé). Pero los versos siguientes, siempre bajo aquel impulso, son fruto del esfuerzo, del tanteo, de la corrección. La inspiración y el trabajo suelen ir unidos. Decía Picasso que la inspiración le encuentra a uno cuando está trabajando. El poeta nace y se hace. También tiene su verdad eso de que “escribir poesía es fácil o imposible”. b) La poesía es una manera distinta de mirar el mundo. Hay que levantar el vuelo para entrar en otra órbita desde la que se mira la realidad con ojos nuevos, en su ser profundo, buscando su sentido, liberado de las ataduras temporales. Donde se descubre que lo superfluo es lo esencial. Leer una novela, la narrativa, en general, no fuerza a saltar una valla, a cambiar de coordenadas.
6º) ¿Se considera un escritor comprometido con el tiempo que le ha tocado vivir?
Me basta con ser escritor de mi tiempo. Tenga en cuenta que, frecuentemente, el escritor más representativo de su tiempo no ha sido el que más compartía la mentalidad colectiva del momento, sino el que se opuso a ella y anticipó y preparó la época siguiente.
7º) En 1975 obtuvo un accésit en el Premio de Poesía Adonáis por su libro Afueras del Edén. ¿Qué opinión le merecen los Premios Literarios? ¿Qué parte de positivo y negativo tienen bajo su punto de vista?
A mí, el accésit del Premio de Poesía Adonáis me animó a tomar en serio la poesía, me convenció de que podía hacer algo en ese terreno. En general, los premios literarios tienen de positivo para los ganadores que les publican su libro, con lo que resuelven, solo ellos y para esa ocasión, un problema siempre difícil. Lanzan al público nuevos nombres que pueden ser un descubrimiento o cuya evolución posterior invita a seguir. ¿Lo recibe siempre el mejor? Por lo menos no tiene que ser muy malo, pues en ello le va el prestigio al jurado. Pero también en este terreno hay corrupción, bastante corrupción. Al artista se le supone una sensibilidad refinada. Pero la sensibilidad estética no siempre lleva de pareja la ética. Hay artistas que desarrollan su ego como una probóscide.

8º) En una perspectiva actual. ¿Cuál cree que es el impacto de la poesía en la sociedad? Según su criterio ¿cuál sería la función del poeta?
a) En el momento actual, creo que el impacto de la poesía sobre la sociedad es mínimo, cada vez menor, apuntando al límite cero. La poesía (la poesía en su significado propio) es un hecho residual. b) ¿Has observado alguna vez un hormiguero, el trajín que se llevan sus innumerables individuos? Pues bien, en el hormiguero humano, no menos activo ni menos gregario aunque menos solidario, la poesía, como la filosofía, como la religión, invitan a hacer un alto en ese ajetreo frenético, a mirar arriba y a los lados, a preguntarse, a tratar de comprender. La búsqueda de sentido mantiene al hombre en su nivel humano.

9º) Siendo usted un autor experimentado, con una trayectoria dilatada en el tiempo. ¿Qué le recomendaría a un autor novel que intenta llegar a ser poeta?
Alguna experiencia he sacado de la práctica de la escritura, producto más de equivocaciones que de habilidad, que con gusto ofrecería a un poeta principiante. Amigo, no estés impaciente por publicar; antes de hacerlo, rompe muchos borradores. Ten menos prisa por publicar un libro, saca tus primeras genialidades en revistas. Un primer libro puede ser una losa para después. Sé un crítico exigente contigo mismo. Lee lo que has escrito en tu poema, lo que dicen las palabras, no lo que has querido decir. Lee tu poema como si fuera de otro. Deja pasar tiempo hasta que haya salido de ti y vuelve a leerlo. Considera la papelera como una herramienta de trabajo, y úsala mucho aunque te duela. En la vida práctica también lo mediocre cumple un servicio, en arte sólo la excelencia tiene razón de ser. Lee tu texto no al complaciente sino al entendido y sincero. No te enfades mucho con él si te hace juicios negativos. Lee mucha poesía de diferentes tendencias, de distintos autores, también en lenguas extranjeras. En tu interior duermen muchas posibilidades, esas lecturas variadas las irán despertando, serán los armónicos que harán vibrar tus cuerdas y entre tanteos te ayudarán a encontrar tu voz. Quieras que no, al principio serás eco, pero la meta será encontrar tu voz. Lee mucho de todo y ten una imagen actualizada del mundo, pero no trates de mostrarlo en tu escrito. No te desanimes si no consigues entrar en el circuito mediático. Valora más el hecho de haber realizado tu obra que el ser reconocido por el público. No pienses que has fracasado si no llegas, pues tú te has enriquecido espiritualmente.

10º) ¿Con qué tipo de lecturas o autores se siente identificado? ¿Cuáles son sus gustos literarios?
No sé si sigo alguna corriente poética determinada ni trato de averiguarlo. Eso podría ponerme vallas en el momento de la escritura. Puedo citar algunos nombres que me han interesado algún tiempo o mucho tiempo. Entre los primeros están Blas de Otero, Leopoldo Panero…Me han acompañado más Antonio Machado, Ungaretti, Juan Ramón, César Vallejo. Entre los actuales, destaco a Vicente Gallego, Carlos Marzal. Mi poeta de cabecera, Rilke. El libro más bello de poesía en español del s. XX, a mi gusto, “Sombra del Paraíso”, de V. Aleixandre.

11º) ¿Está trabajando en algún proyecto literario? Háblenos un poco de ello.
Con mis años a cuestas, hay dos cosas que me tienen vivo e ilusionado, la poesía y la vida religiosa. Creo que estoy perfectamente lúcido, y eso quiere decir, una de dos, o que estoy efectivamente lúcido, o que me he perdido tanto que no me doy cuenta de que no me doy cuenta. Dando por buena la primera hipótesis, tengo en el bastidor dos poemarios; uno tiene que ver con mi actividad profesional (profesor de instituto, ahora jubilado); otro con la experiencia de tercera o cuarta edad, vivida, observada o imaginada. Pero sobre proyectos personales, mejor ser un poco reservado, no vaya a ser que venga uno de fuera y te lo pispe.

Silos, 25 de junio de 2015

 

Coral Lao: “Para mí la poesía sí que es un encuentro conmigo misma…” Dolores Antonia Gimez Gelardo: “La poesía más que ayudarme a “sobrellevar o superar” algo en mi vida, simplemente siempre ha estado en ella, no solo en los momentos difíciles sino en los felices…”

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Noticias

Homenaje a D. Antonio Machado en el 150 aniversario de su nacimiento. Revista Grada

Fuente: https://www.grada.es/homenaje-a-d-antonio-machado-en-el-150-aniversario-de-su-nacimiento/blogueros/antonio-del-barrio-estremera/

Por Antonio del Barrio Estremera

Introducción

En el 150 aniversario del nacimiento de Antonio Machado, la figura del poeta sevillano resurge con fuerza en la memoria literaria y sentimental de España. Su obra, marcada por la introspección, la melancolía y el compromiso con la verdad, sigue siendo un referente imprescindible para comprender la poesía española contemporánea y la identidad de nuestro país.

Breve biografía

Antonio Machado nació en Sevilla el 26 de julio de 1875, en el palacio de Dueñas, en el seno de una familia liberal y culta. Su infancia transcurrió entre los paisajes andaluces y, desde 1883, en Madrid, donde se formó en la Institución Libre de Enseñanza, un ambiente que marcaría su pensamiento abierto y su sensibilidad social.

A lo largo de su vida, Machado fue testigo y protagonista de los grandes cambios de la España de su tiempo. Vivió en Soria, donde conoció a Leonor Izquierdo, su gran amor, cuya temprana muerte marcó profundamente su poesía. Posteriormente residió en Baeza, Segovia y Madrid, alternando la docencia con una intensa actividad literaria y social. Durante la Guerra Civil, su compromiso con la República le llevó al exilio, falleciendo en Colliure (Francia) el 22 de febrero de 1939.

La obra poética de Machado

Etapas y evolución

La poesía de Machado se caracteriza por una evolución desde el modernismo y el simbolismo de sus primeras obras hacia una voz propia, más sobria y reflexiva, que culmina en la profundidad de Campos de Castilla y los poemas de madurez.

  • Soledades: Influencia modernista y simbolista, introspección y musicalidad.

  • Campos de Castilla: Retrato de la España interior, reflexión sobre el paisaje y el alma nacional, crítica social y existencialismo.

  • Nuevas canciones: Poesía gnómica, sentencias y aforismos, búsqueda de la esencia.

  • Poesías completas y Juan de Mairena: Síntesis de su pensamiento, exploración filosófica y ética.

Temas y estilo

  • El paisaje: Especialmente Castilla, símbolo de la identidad y la historia de España.

  • La introspección: El yo poético como espacio de búsqueda y duda.

  • La melancolía y el tiempo: Reflexión sobre la fugacidad de la vida y la memoria.

  • El compromiso: Defensa de la libertad, la justicia y la dignidad humana.

Machado y la Generación del 98

Antonio Machado es el más joven y, para muchos, el más representativo de la Generación del 98. Su obra dialoga con la crisis de identidad nacional y la necesidad de regeneración cultural y moral. A diferencia de otros autores, Machado aporta una mirada compasiva, humilde y profundamente humana, que trasciende el pesimismo para buscar la esperanza en la palabra y el ejemplo vital.

Homenajes en el 150 aniversario

En 2025, instituciones y ciudades como Soria, Madrid y Sevilla han rendido homenaje a Machado con recitales, conciertos y actos culturales. Destacan el recital poético-teatral en la Biblioteca Rafael Alberti de Madrid y el concierto lírico “Estos días azules y este sol de la infancia” en Lima, que celebran la vigencia y universalidad de su poesía.

Legado y actualidad

La poesía de Antonio Machado sigue viva en la voz de lectores y poetas de todas las generaciones. Su ejemplo de vida sencilla, su honestidad intelectual y su defensa de la libertad y la justicia lo convierten en un referente ético y literario. En palabras del propio Machado: “Nada me debe Soria, creo yo, y si algo me debiera, sería muy poco en proporción a lo que yo le debo: el haber aprendido en ella a sentir a Castilla, que es la manera más directa y mejor de sentir a España”.

Antonio Machado, a 150 años de su nacimiento, sigue siendo el poeta de la verdad, la memoria y la esperanza. Su obra nos invita a caminar, a dudar y a soñar, recordándonos que, como él escribió, “se hace camino al andar”.

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Reseñas

Crítica Literaria: “Más que palabras” de José Molina Melgarejo

Crítica Literaria: “Más que palabras” de José Molina Melgarejo

Título y Autor

“Más que palabras” es el poemario íntimo más reciente de José Molina Melgarejo, publicado por Ediciones Rilke en 20251. Melgarejo (Granada, 1956) es una figura singular en el panorama poético español: con más de cuarenta años de experiencia en el mundo editorial como redactor, editor y corrector, aporta a su escritura una sensibilidad técnica y una comprensión profunda del oficio literario. Miembro de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios y colaborador de la revista Entreletras, su obra poética incluye títulos como El delirio de la palabra, Del amor y otras locuras y Paisaje interior.

Resumen Breve

Más que palabras es un poemario que explora los territorios más íntimos de la experiencia humana a través de 37 composiciones organizadas en una progresión emocional y temática. La obra comienza con una reflexión metapoética sobre el acto de escribir y evoluciona hacia la exploración de la soledad, el compromiso social, el amor maduro y la búsqueda existencial. El autor dedica la obra “a aquellos que no creen que detrás de la oscuridad pueda asomarse un destello de luz”, estableciendo desde el inicio un diálogo entre desesperanza y esperanza que atraviesa todo el poemario.

Análisis de Elementos Literarios

Estructura y Desarrollo Temático

La arquitectura del poemario revela una construcción meditada que va de lo universal a lo íntimo, de la reflexión sobre la palabra poética a la confesión personal. Esta progresión no es arbitraria: Molina Melgarejo estructura su obra como un viaje emocional que permite al lector adentrarse gradualmente en capas cada vez más profundas de significado.

Estilo y Lenguaje

El estilo de Melgarejo se caracteriza por una autenticidad emocional que esquiva tanto el sentimentalismo fácil como la frialdad intelectual. Su lenguaje combina la precisión técnica —fruto de su experiencia editorial— con una espontaneidad expresiva que resulta genuina. Utiliza predominantemente el verso libre, pero con un control rítmico que evidencia su dominio de las formas métricas tradicionales.

Las metáforas sensoriales constituyen uno de sus recursos más logrados: “Me bebo las palabras que emanan a borbotones del manantial invisible que anega mi cuerpo”. Aquí transforma el acto de escribir en una experiencia física, casi visceral, que conecta con la tradición de poetas como Juan Ramón Jiménez pero con una intensidad contemporánea.

Técnicas Innovadoras

Molina Melgarejo emplea técnicas que acercan efectivamente la poesía al lector contemporáneo:

Diálogos poéticos: En composiciones como “Cara a cara” introduce una estructura dramática poco común en la lírica actual1. Este recurso dinamiza la lectura y humaniza la experiencia poética:

“¿Me odias o me amas? / ¿Qué te hace dudar? / El gemido profundo de tus ojos cuando me miran”1

Anáforas contemporáneas: El uso de la anáfora en “Invisible” (“Me haría invisible, que nadie pudiera…”) o en “Unos y otros” (“Hay quienes…”) crea efectos hipnóticos que refuerzan el contenido emocional1.

Alternancia rítmica: La variación entre poemas extensos y breves (como el trístico “Pasiones”) genera un ritmo de lectura que imita la respiración emocional.

Ambientación

El espacio poético de Melgarejo es predominantemente interior —la “alacena” del alma, los “laberintos de la mente”— pero se expande hacia escenarios sociales y universales. Esta amplitud espacial permite que lo íntimo dialogue con lo colectivo sin forzar conexiones artificiales.

Interpretación y Juicio Crítico

Interpretación

El poemario funciona como una declaración de principios sobre el papel de la poesía en el siglo XXI1. La “Declaración de intenciones” inicial no es meramente programática: establece que la poesía debe ser “más que palabras”, debe ser “un bramido de pasión, una ráfaga de emoción contenida”. Esta concepción conecta con la tradición romántica pero la actualiza con una conciencia social contemporánea.

El simbolismo del agua (que aparece como caos en “Maldita pesadilla” y como purificación en los poemas amorosos) sugiere una visión cíclica de la experiencia humana donde destrucción y regeneración coexisten.

Juicio Crítico

La originalidad de Melgarejo radica no en la innovación formal radical, sino en su capacidad para revitalizar formas conocidas con contenido auténtico. Su poesía posee esa cualidad esquiva que podríamos llamar “necesidad”: surge de una urgencia expresiva genuina, no de un mero ejercicio estético.

La coherencia del poemario es notable: cada poema contribuye a un todo significativo sin perder autonomía. El impacto emocional se construye progresivamente, evitando tanto la grandilocuencia como la trivialidad.

Contexto Histórico y Cultural

Más que palabras se inscribe en un momento de la poesía española contemporánea marcado por la búsqueda de autenticidad tras décadas de experimentación formal. La obra responde a esa necesidad identificada por críticos actuales de reconectar la poesía con la experiencia vital sin renunciar a la calidad estética.

La dedicatoria a las víctimas de la DANA de Valencia (2024) sitúa el poemario en la actualidad inmediata, mostrando cómo la poesía puede responder a la urgencia del presente sin caer en el mero testimonio periodístico.

Comparación con Otras Obras

Conexión con la Tradición del Siglo XX

Melgarejo dialoga productivamente con varias tradiciones poéticas del siglo XX:

Con la Generación del 27: Comparte el uso de metáforas sensoriales y la personificación de abstracciones, como se ve en versos como “Las palabras me delatan, me suplican que confiese”. Sin embargo, evita el hermetismo vanguardista manteniendo la comunicabilidad.

Con la poesía social de los 50: Los poemas como “Otras guerras” y “Sentir” evocan el compromiso de poetas como Gabriel Celaya o Blas de Otero, pero con una sofisticación formal mayor.

Con el intimismo de Juan Ramón Jiménez: La reflexión metapoética y la búsqueda de la palabra exacta conectan con el maestro moguereño, aunque Melgarejo incorpora una dimensión social ausente en Juan Ramón.

Distancia de las Vanguardias Contemporáneas

A diferencia de los novísimos de los años 70, Melgarejo no busca la ruptura radical ni el experimentalismo por sí mismo. Su propuesta es más cercana a la “poesía de la experiencia” de los 80, pero con mayor peso en lo social y existencial.

Opinión Personal

Más que palabras es un poemario maduro que logra algo difícil en la poesía contemporánea: ser profundamente personal sin caer en el narcisismo, socialmente comprometido sin convertirse en panfleto, y formalmente cuidado sin resultar frío.

La autenticidad emocional del autor se percibe en cada verso, especialmente en poemas como “Tiempo perdido” o en la dedicatoria final a los hijos1. Esta sinceridad, combinada con un dominio técnico evidente, produce una poesía que cumple su promesa de ser “más que palabras”.

Recomendación: Recomiendo esta obra especialmente a lectores que buscan poesía accesible pero no simplista, que valoren la honestidad emocional y el compromiso social. Es ideal para quienes se han alejado de la poesía por considerarla hermética o elitista: Melgarejo demuestra que se puede ser profundo sin ser oscuro.

Conclusión

Más que palabras confirma que la poesía española contemporánea puede mantener su relevancia cultural sin renunciar a la excelencia estética. José Molina Melgarejo ha logrado un equilibrio difícil entre tradición e innovación, entre lo personal y lo universal, entre la palabra bella y la palabra necesaria.

En el panorama actual de la poesía española, donde conviven múltiples tendencias sin hegemonías claras, este poemario se sitúa en una línea de continuidad constructiva: respeta la tradición, la renueva con sensibilidad contemporánea y la proyecta hacia el futuro con honestidad y rigor.

El título cobra pleno sentido al final de la lectura: efectivamente, Molina Melgarejo nos ha ofrecido mucho más que palabras. Nos ha regalado una experiencia poética completa, humana y necesaria.

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Poesía

“Palabras” José Molina Melgarejo del libro Más que palabras.

Palabras
A modo de prólogo inexcusable

Me fluyen las palabras
entre los dedos de las manos,
y se transforman en versos
navegando libres y sueltos
por un océano de tinta
que inunda páginas en blanco.

Arden las palabras
que de mí nacen,
y se funden en tu boca
al escribirlas en un beso
que destila el sabor a miel
que exhalan tus labios.

Me brotan las palabras
sin que yo las llame
para recordarme que vivo,
que simplemente te amo,
que sin ti el tiempo se derrite
en un puñado de suspiros.

Grito palabras a los cuatro vientos
para que alguien las escuche.
Me sobran silencios
para decir lo que deseo.
Me faltan palabras
para no callar lo que siento.

Necesito palabras
que abracen mis penas,
que aquieten mis miedos,
que acudan al rescate
de los temores que me asaltan
cuando la vida me da la espalda.

Me bebo las palabras
que emanan a borbotones
del manantial invisible
que anega mi cuerpo,
de las aguas turbulentas
que empapan mis entrañas.

Me hacen falta palabras
para construir castillos en el aire
y sembrar la tierra de nubes
que inunden de lluvia
los corazones solitarios
que de amor andan yermos.

Me pierdo entre palabras
buscando una puerta de salida
a las tristezas que me ahogan,
a las heridas que me desangran,
a las pesadillas que me desvelan
en noches intempestivas.

Se me clavan las palabras
como dagas de fuego
que me arden por dentro,
como espigas de hielo
que me congelan el alma
cuando una pasión fenece.

Me delatan las palabras,
me suplican que confiese
los pecados que cometo
sin arrepentirme de nada,
los sueños que se desvanecen
con el clarear de la mañana.

Me sofocan las palabras
que no expresan lo que siento,
las que esconden mis lamentos,
las que me desdicen en secreto,
aquellas que me traicionan
al ponerlas por escrito.

Sin palabras no me encuentro,
solo soy una voz callada
que arde en deseos de amar,
de declararme en rebeldía,
de querer transitar por la vida
con más premura que sosiego.

José Molina Melgarejo – “Más que palabras”

https://poesiaerestu.com/revista/wp-content/uploads/2025/06/Poema-Palabras.mp3

El verbo hecho carne en la intimidad del poeta

En este poema-manifiesto que abre las compuertas del alma, José Molina Melgarejo nos entrega la clave de su universo poético: la palabra como sustancia vital, como sangre que irriga cada verso de su poemario íntimo. Aquí no estamos ante un simple ejercicio retórico, sino ante la confesión desnuda de un poeta que entiende su oficio como una urgencia existencial, una necesidad tan primaria como respirar.

La palabra en Molina Melgarejo adquiere dimensiones casi místicas, se transmuta en elementos líquidos que “fluyen entre los dedos”, se tornan océano de tinta, manantial invisible, aguas turbulentas que empapan las entrañas. Esta hidromorfización del lenguaje revela una concepción orgánica de la poesía, donde el verso no es artificio sino emanación natural del ser. El granadino construye un cosmos donde las palabras poseen vida propia: arden, se funden, brotan, gritan, abrazan, se clavan. Esta personificación constante evidencia la relación visceral que el poeta mantiene con su instrumento de trabajo.

Pero es en la paradoja donde Molina Melgarejo alcanza su mayor profundidad poética: “Me sobran silencios para decir lo que deseo. Me faltan palabras para no callar lo que siento”. Esta contradicción aparente revela la tragedia fundamental del poeta: la insuficiencia del lenguaje frente a la inmensidad del sentimiento. Las palabras, que deberían ser aliadas, se convierten en traidoras que “delatan” y “sofocan”, que “no expresan lo que siento”.

La metáfora del amor permea todo el poema, transformando la creación poética en acto amoroso: las palabras “se funden en tu boca al escribirlas en un beso que destila el sabor a miel”. El erotismo del lenguaje se hace explícito, la escritura deviene caricia, el verso se humaniza hasta convertirse en piel que se acaricia. Esta erotización del acto creativo conecta con la tradición mística española, donde el éxtasis religioso y el amoroso se confunden en una sola experiencia trascendente.

El poeta granadino, con más de cuarenta años de experiencia en el mundo editorial, demuestra en este texto programático su madurez literaria. No hay aquí exhibicionismo formal ni fuegos artificiales retóricos, sino la honestidad despojada de quien ha comprendido que la poesía auténtica nace del desgarro, de la necesidad imperiosa de nombrar lo innombrable. Las palabras son su medicina y su veneno, su salvación y su condena, y en esa dualidad trágica reside la grandeza de un poeta que convierte su vulnerabilidad en fortaleza expresiva.

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