kafkiano, na.1. adj. Perteneciente o relativo a Franz Kafka o a su obra. Las novelas kafkianas 2. adj. Característico de este escritor checo o de su obra. Visión kafkiana del mundo 3. adj. Dicho de una situación: Absurda, angustiosa.
«La condena» recoge la gran mayoría de los libros y relatos publicados por Franz Kafka en vida: «Contemplación» (1913), «Un médico rural» (1919) y «En la colonia penitenciaria» (1919). Completan el libro inéditos como «Conversación con el ebrio» y «Conversación con el suplicante», fragmentos publicados en la revista «Hyperion» en 1909, los dos últimos relatos de Kafka -«Una mujercita» y «Josefina la cantora», el capítulo inicial de una novela nunca terminada («Ricardo y Samuel») escrita en colaboración con Max Brod, y tres breves notas críticas.
Hasta aquí la ficha objetiva del libro. Lo demás, es oro. Del reluciente, del bueno, del que no deja de brillar por más basura que le eches encima y ¿quién se atrevería a echar basura encima a Kafka?
«Contemplación» reúne una serie de relatos y microrrelatos que, como bien señala la RAE en su tercera definición de lo kafkiano, nada entre lo absurdo y lo angustioso. Más cerca quizás de lo último. En «La condena», por ejemplo, un hijo es vapuleado por su padre, insultado, echado de casa – ¿Cómo no recordar «Carta al padre»? -, pero no sabemos muy bien por qué, pues la razón que se nos da es absurda y poco clara, nos negamos a creerla, sospechamos que debe haber algo más, ¿pero qué? No lo sabemos, el relato termina.
«Un médico rural» se mueve en el mismo estilo. Comienza con la imposible visita de un médico a un paciente y discurre por pequeños relatos que de nuevo cabalgan entre lo irracional y lo opresivo.
Más lógica – aunque sólo en apariencia – es la historia que constituye «En la colonia penitenciaria». También són más razonables «Una mujercita» – endemoniado relato sobre una mujer que no soporta al artista, pero que es incapaz de prescindir de él ¿O es al revés? – y «Josefina la cantora», vida y obra de una mujer que grita en medio de un pueblo que ha renunciado a la música.
«Conversación con el suplicante» y «Conversación con el ebrio», son dos relatos breves, oníricos, trenzados desde la angustia y el caos que preside toda la obra de Kafka. El caos aparente, la angustia palpable, densa, rica.
En total, un libro de unas 250 páginas que se lee despacio, con pausas y vueltas atrás, como siempre ocurre con los libros sagrados. Un libro en el que se acumulan, hasta desbordar, los retazos de vida – qué fuerzan tienen los microrrelatos de Kafka -, las imágenes nacidas desde el caos que domina toda la existencia, la diversidad de las almas, la angustia, la soledad, el hastío, las psicologías con miles de caras.
Kafka es el placer de la lectura. La literatura buena, la que no se bebe a grandes tragos sino sorbito a sorbito, para que nunca se acabe.