Entrevista Revista Poesía eres tú 19 de marzo de 2019

Martín Paredes Aparicio tras publicar Versos de vida y alma, publica con la Editorial Poesía eres tú: La voz de los callados y Siete cruces y un nazareno, dos poemarios de diferentes temáticas unidos por la voz del poeta.

P.-¿Por qué el título La voz de los callados? ¿Trata tu libro de expresar lo que nadie se atreve a decir? ¿Quiénes son los callados?

 

R.-Con el título La voz de los callados pretendo crear un lema que englobe a todos los descarriados de la tierra, a todos aquellos que el sistema oprime y no rescata ni ayuda.

Sí, en cierto modo con estos poemas hago de portavoz de aquello que no nos atrevemos a decir, ya sea por miedo, por vergüenza y quizás lo más triste sea lo siguiente: no hablamos para defender nuestros intereses a costa del menoscabo de los derechos de los demás.

Los callados son el mendigo, el desahuciado, el pobre; pero también todo aquel que no piensa como nosotros, aquel que nos dice la verdad y nos duele. Por lo que para que nuestra conciencia siga tranquila, intentamos siempre evitarlos.

 

P.-Tu estilo realista, con una notable influencia de la escuela andaluza, no exento de metáforas sencillas, llega con facilidad al lector. ¿Tratabas de trasmitir un mensaje al lector? ¿Pensabas en el lector cuando escribías La voz de los callados o escribías solo para ti?

 

R.-Ciertamente cuando escribes quieres que los demás te lean, que tus poemas lleguen al lector. Pero la primera regla tiene que ser escribir para ti, y reflexionar. Ser coherente con lo que escribes y llevarlo a la práctica. Sobre todo cuando tu poesía intenta remover conciencias.

 

P.-En La voz de los callados dices en un poema que se titula “La montaña”: “Hay una nube y es blanca. En ella / viajan las metáforas que nunca podremos / escribir”. ¿Por qué es tan importante la metáfora para la poesía? ¿Qué es más importante el contenido del poema o la forma de expresarlo?

 

R.-La metáfora es el alma de la poesía, es la piel que con facilidad muda, para luego volver a nacer. Es necesaria para que el poema pueda ser entendido y a la vez adquiera belleza. La semejanza entre conceptos solo se puede conseguir a través de la metáfora.

Por tanto para mí tiene igual de importancia el contenido y la forma de expresar el mismo: aunque evidentemente la poesía siempre debe de buscar la belleza.

 

P.-En tu tercer libro Siete cruces y un nazareno, haces un homenaje a la Semana Santa de Jaén. ¿Por qué ese título?

 

R.-La Semana Santa de Jaén es muy rica en imaginería, destacando los siete Crucificados y sobre todo Jesús de los Descalzos —el Nazareno— que yo creo que puede ser la imagen con más devoción de Andalucía y me atrevería a decir que hasta de España, siempre con toda la humildad y respeto hacia las demás imágenes. Pues no olvidemos que representan todas a Jesús.

Ciertamente hago un homenaje a la Semana Santa de Jaén que poco a poco va perdiendo su identidad y esencia a favor de otras Semanas Santas foráneas.

 

P.-¿Cómo es esa Semana Santa que describes en tu libro? ¿Es la Semana Santa una tradición cultural o forma parte del sentir religioso de un pueblo?

 

R.-La Semana Santa que describo en mi libro es a la vez una tradición cultural heredada de nuestros mayores y también es un sentir religioso popular, que escapa entre comillas al control y a las normas de la Iglesia. El pueblo vuelca sus devociones a través de las imágenes que salen en procesión. Durante estas manifestaciones el pueblo tiene un dialogo directo con Jesús y su madre, sin necesidad de intermediarios.

 

P.-En Siete cruces y un nazareno utilizas inevitablemente la elegía como forma de expresión, sin embargo, utilizas también un lenguaje muy descriptivo muy propio de la voz de tus anteriores poemarios. ¿Ha sido natural el congeniar estas dos formas poéticas o lo has forzado para conseguir el efecto que buscabas?

 

R.-La elegía es la mejor forma de expresión para hacer un poemario religioso. Pero también en mi poemario identifico la tradición de mi tierra. Y así logro una simbiosis más o menos aceptable. Y siendo honesto y sin parecer pretencioso en ningún momento fuerzo la composición del poema: me sale de forma natural, supongo que será mi manera de escribir.

 

P.-¿Cuáles han sido los poetas que más te han influido y cuáles los libros que recomendarías a otros lectores?

 

R.-Es una pregunta a la vez habitual y difícil, pues tengo muy buenos amigos y amigas poetas de los que aprendo continuamente. En Jaén hay grandes autores como son Juan Molina Damiani y Javier Cano espejos en los que trato de mirarme para seguir mejorando. Otros autores que me influyen son Miguel Ángel Cañada, Juanma Villar y Paco Velázquez.

Respecto a otras autoras me encanta la poesía de Rocío Biedma, Gloria Cutillas, Josefina Buytrago y Lola Fontecha.

Todos estos poetas tienen libros magníficos y además han obtenido infinidad de premios. Como obras destacaría: “El Vértigo de la Libélula” “La Leyenda de Lexy” Salvoconducto” “Tu luz diaria” “ Divagación nocturna”

Y lógicamente siempre vuelvo a los clásicos y a la poesía del Noventayocho y del Veintisiete, sin olvidarme de los grandes poetas contemporáneos de este país a los que sigo con gran reverencia.

 

P.-¿Has empezado a trabajar ya en tu cuarto poemario? ¿Habrá un cuarto libro?

 

R.-He empezado a trabajar en mi cuarto poemario. Pero esta vez lo haré con más calma, midiendo mejor los tiempos y sin tener prisa. Quiero seguir aprendiendo, corrigiendo los poemas con más tranquilidad.

Si todo va bien habrá un cuarto libro.