El fin de las ideologías

El fin de los ideologías suponía, en realidad, el monopolio de una. El PP, obligado a diferenciarse del PSOE – y sin poder hacerlo en lo económico -, se echa al monte con la eliminación de Educación por la ciudadanía – dice el Ministro que quiere eliminar todo lo que sea susceptible de discrepancia, lo que en suma, supone acabar con el pensamiento y la propia educación, sustituida por la mera doctrina- y con regresos a los 80 como la ley del aborto o la de la judicatura.
El partido que iba de liberal, se quita la máscara y nos deja ver que debajo sigue el mismo rostro de la derecha española de siempre: el cacique católico y tradicional – «como Dios manda», que diría Rajoy -, que cree tener a la verdad hablándole al oído y a la única y verdadera religión de su parte. Por eso ha emprendido esta nueva política vintage, rescatando leyes de los 80 y haciéndonos dar gracias porque, al menos de momento, no se han ido más atrás en el tiempo.

Y mientras, la supuesta izquierda del PSOE, combate este predominio apoyando cosas como el ponerle una calle a Fraga en Madrid. Lo que seguramente vaya contra la Ley de la Memoria Histórica y, sin ninguna duda, contra la decencia y la vergüenza torera. 
Y sólo esto ya sería pare preocuparnos, pero es que además, uno mira a Europa y ve países como Polonia o Hungría caminando de nuevo hacia posturas totalitarias – el enamoramiento de Hungría con el fascismo a lo largo de la Historia es digno de análisis psicológico – y comienza a temblar pensando que, quizás, después de todo no hemos aprendido nada y que, como borregos, volveremos a dejar que nos den donde ya nos han dado tantas veces: en nuestra libertad y en nuestra dignidad.
Y lo peor es que hay ciertas humillaciones que, al final, sólo se sacian con sangre.
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