¿Antisistema? Por supuesto. ¿Usted no?

Aquellos que cuando rodeábamos el Parlamento o salíamos a manifestarnos nos criticaban alegando estar del lado de la ley y el orden, deberían arrepentirse hoy de haber defendido lo que no es sino un sistema corrupto hasta el tuétano.
Aquellos policías que apaleaban manifestantes porque era su trabajo, deberían saber hoy que sólo protegían un sistema que permitía a próceres políticos y allegados llenarse los bolsillos a costa de su ira sudorosa y de la sangre de nuestras crismas.
Aquellos que nos calificaban de antisistemas, deberían hoy responder si acaso ellos siguen estando a favor de un estado de las cosas que permite tener cajas B en los partidos políticos, dividir España en taifas de corrupción (tú manga allí, que yo lo haré aquí), llenar ayuntamientos y diputaciones de asesores nombrados a dedo para vivir del dinero público, gobernar desde el Spa, reinar desde Bostwana, ser Duque desde la opulencia de una fundación creada sin otro ánimo que el de estafar.
¿Antisistema? Por supuesto. ¿Usted no? Cabría decirles. Pero cómo no serlo cuando el sistema es la CAM y sus directivos de sueldos millonarios y viajes indecorosos. Como no serlo cuando el sistema es Unió financiándose con el dinero de los parados. Como no serlo cuando se trajina dinero de España a Andorra como el que monta en bicicleta. Como no serlo cuando los yonkis y ladrones de poca monta se pudren en la cárcel mientras el Gobierno y el Rey firman indultos a mafiosos, empresarios y delincuentes con carné del PP. Como no serlo cuando la mayoría de ayuntamientos del país podría utilizar el lema de Joseph Diamond Quimby en Los Simpson: «Corruptus in extremis». 
¿Antisistema? Lo enfermizo es seguir apostando por un sistema que permite a Camps, a Bárcenas, a Antonio Fernández, a Gerardo Díaz Ferrán, a Urdangarín, a La Perla, a Correa, al Bigotes y a toda esa gente que en cualquier país civilizado y orgulloso estaría encerrada durante décadas, cuando no colgada en plaza pública para escarmiento de ladrones y criminales. Gente que además se enriquece mientras nos dice que debemos trabajar más, cobrar menos, no protestar: aceptar la penitencia de haber vivido (tiene guasa) por encima de nuestras posibilidades. 
¿Antisistema? Claro que sí. Porque la mierda es tanta que ya no se puede limpiar. Hay que derruir. Dinamitar. Y comenzar de nuevo. 

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