Más allá de la indignación

Desborda la paciencia y la indignación noticias como ésta que hoy publica El Confidencial y que asegura que   Montoro, pese a tener tres pisos en Madrid, cobra a todos los españoles una dieta de desplazamientos que se suma a su nada despreciable sueldo de más de 60.000 euros.
Si se confirma que este personaje, que ha dicho que no hay dinero para nada, que condena a la miseria a miles de familias españolas, se permite el lujo de pasarnos una factura por desplazamiento de miles de euros cuando tiene tres pisos en Madrid, deberíamos, en el peor de los casos, mandarlo a la cárcel y, en el mejor, darle escarmiento en plaza pública para que aprenda él y sirva de ejemplos a otros tantos que creen que con el dinero de todos pueden hacer lo que les venga en gana.
Desborda, como decía, la paciencia y la indignación que en este país no dimita nadie y nadie le avergüence ser pillado en atracos como éste. Ahí siguen, como muestra, la Ministra que filtró a los periódicos datos sobre el ERE del principal partido de la oposición o la famosa parlamentaria del «que se jodan». O Esperanza Aguirre, que después de 36 años sin hacer otra cosa que «trabajar» de política se atreve a tachar de vagos a los funcionarios y a todo el que no comulgue con su soberbia y ideología. Políticos sin vergüenza, todos ellos aferrados a su sillón porque saben que en España, al final, siempre escampa o, al menos, la atención se desvía a otro lado y ellos podrán seguir viviendo del cuento.
Lleva más allá de la rabia que nos conduzcan al matadero como ovejas mansas, amenazando con quitarnos, incluso, el derecho al pataleo. Provoca furia e ira verlos pasear con sus prebendas, sus jubilaciones vitalicias, sus futuros sueldos de consejeros en empresas eléctricas o petroleras, mientras arrastran al país a un precipicio de pobreza, humillación y hambre.
Hace vomitar, de estupor e impotencia, verlos sonreír, aplaudir, despreciar a esa plebe que ya somos todos, mientras los jubilados tienen que decidir entre comer o comprar medicinas, mientras un millón y medio de familias malviven con todos sus miembros en paro, mientras las Universidades se convierten en un club elitista y comer tres veces al día comienza a ser considerado un lujo.
Jode, y mucho, verlos inaugurar aeropuertos vacíos, falsear EREs, colocar familiares, perdonar a los defraudadores, sacar a pasear a vírgenes y santos, mientras un 50% de los jóvenes no tiene trabajo y los mejores cerebros del país abandonan, a toda prisa y sin mirar hacia atrás, esta jaula de grillos, este manicomio inexplicable al que llamamos España. 
Decía Cela que como él no era rencoroso y se le olvidaban las afrentas, tenía un cuaderno en el que apuntaban todas las que le hacían. Es hora de que este país tome papel y lápiz y comience a apuntar en el cuaderno de la memoria cuantos desmanes se producen a su costa: para no olvidar, ni perdonar jamás.
Porque sinceramente, a uno ya le duelen las entrañas de que se rían de él. Y por eso, comienzo a pensar que este país ya no tiene más solución que mucha gasolina y unas cuantas cerillas, para prenderlo de punta a punta con todos sus políticos, caciques, mandamases nombrados a dedo y demás estafadores dentro. Y luego, comenzar un país mejor, uno donde los políticos teman al pueblo y eviten cometer descarados robos como el llevado a cabo por el Ministro Montoro.

Tags: No tags