La familia de Pascual Duarte – Camilo José Cela

Había leído «La familia de Pascual Duarte» hace bastantes años, en el instituto y creo que por obligación. Después leí «La Colmena» y «Viaje a la Alcarria» y ya no he leído más de Camilo José Cela. De esas tres – teniendo en cuenta que sólo las dos primeras son novelas -, «La familia de Pascual Duarte» siempre me pareció la mejor obra. ¿La razón? Es un libro breve, bien escrito y de una gran profundidad psicológica y social.
Esta segunda vez que lo he leído, lo he hecho inmediatamente después de haber terminado «Memorias del subsuelo», con la que tiene en común esa idea de monólogo del hombre culpable o que se siente culpable. La diferencia está, precisamente, en el aspecto social que está claramente presente en el Pascual Duarte y que no es tan evidente – el escepticismo de Dostoievski no le permitía ciertos planteamientos – en la obra del ruso.
La historia del libro de Cela es sobradamente conocida: una historia de violencia protagonizada por un ser, Pascual Duarte, al que el miedo va convirtiendo, poco a poco, en un asesino. De este libro, decía Delibes que era el que mejor retrataba a Cela, pues esa máscara de ogro que Cela se ponía de cara al público no era sino una defensa – como la criminalidad de Duarte – frente a un mundo al que tenía miedo, por ser él especialmente sensible.
Efectivamente, Pascual Duarte no es un ser frío y calculador. No es un asesino sin escrúpulos. Es un ser débil, acomplejado y sensible que tiene miedo al mundo y al a sociedad que le rodea y para el que la violencia es la única forma de responder. O eso cree. El mejor ejemplo lo encontramos en el asesinato de chispa que cuenta al comienzo del libro: la mata porque le parece ver qué sabe lo que está pensando, qué puede ver en su  interior. Y eso es algo que un ser que se cree débil, pero que recela de su debilidad, no se puede permitir. 
También hay algo de ego exacerbado en la figura de Duarte que recuerda a Cela. Ese interés último por justificarse, porque la última palabra sobre si mismo la diga él – sin conseguirlo -, nos deja entrever un personaje narcisista, pagado de sí mismo y al que su miseria – que le dolía como un insulto – también ha conducido al crimen. 
En el fondo, Pascual Duarte no es nada más que un inmaduro, un ser que no aceptó la brecha que siempre hay entre lo que imaginamos que debe darnos el mundo y lo que en realidad nos da.
Para leer, es una novela estupenda, que se lee en un día o dos y que deja un recuerdo imborrable de un personaje que, no por nada, ya forma parte de la historia de la literatura española. 
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