Modernos II

Te gustaría haber sido puta y morir joven. A él le hubiera gustado ser delincuente o estrella del rock. Hablar del hampa en primera persona. Beber hasta que el hígado reviente. Tener deudas con los bancos. Morir de hambre, de tuberculosis, de difteria. O decís que os hubiera gustado. O pensáis. Porque la realidad es que sois incapaces de vivir sin el ipod, sin la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano, sin las copas del sábado o la suave resaca del domingo, sin las comodidades de una vida subvencionada al 4% y en la que el peligro real de muerte o pobreza es una amenaza lejana. O eso os parece.
Y la verdad es que hay días en que sueño con veros enfrentados a esa vida que tanto deseáis. A la del crimen, la ley del más fuerte y el latrocinio. La vida que transcurre sin más ley que la palabra dada y donde un titubeo puede suponer la muerte.
Porque puestos a crearnos una imagen, puedo deciros que he visto más cadáveres que todos vosotros juntos. Que he bebido y visto beber hasta el desmayo. Qué sé de sobra hasta dónde pueden llevar algunas drogas. Y que leí hace mucho «escenas de la vida bohemia» y que, sinceramente, ninguno de vosotros tiene la inteligencia ni el humor de Enrique Murger.
Queréis ser modernos, of course. Pero dais pena. 
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