Otro músico negro y ciego. Con voz de tormenta y pulgares pegados al bordón de la guitarra. Se llamaba Willie Johnson. Blind Willie Johnson. El ciego Willie Johnson. Cuenta la historia que este negro, que mezclaba el blues callejero y los espirituales, predicó Texas, pasando toda su vida entre una miseria soportable y una profunda. En medio de la gran depresión, negro y ciego, sólo cató el hambre y el desprecio.
Aprendió a tocar la guitarra de doce cuerdas cuando su padre le dejaba cada mañana en una esquina para que sacara algún dinero para la familia. Fue detenido por incitar a la revolución al tocar «If I Had My Way I’d Tear the Building Down». En 1945, la casa de Johnson se quemó, y el músico terminó viviendo en las ruinas y durmiendo sobre su vieja cama, ahora empapada por las lluvias. Hasta que falleció a causa de una neumonía. Sin embargo, huérfano de todo aprecio hasta después de muerto, su certificado de defunción indicó que la causa de la muerte fue una conjunción de la malaria y la sífilis. Enfermedades ambas de pobres y degenerados como todo buen hombre sabe.
Tu mujer, Blind, dijo luego que había intentado salvar tu vida llevándote a un hospital, pero que allí, por ciego y negro, no te habían querido aprender.
Ahora, aquellos médicos blancos han muerto para siempre y tu voz todavía suena en las primeras páginas de la historia del blues. Que se jodan.