Poesía del libro No quedan ruiseñores junto al río de Luis de la Rosa Fernández. El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
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Poesía del libro No quedan ruiseñores junto al río de Luis de la Rosa Fernández. El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
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Poesía del libro No quedan ruiseñores junto al río de Luis de la Rosa Fernández. El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
MELANCOLÍA
Desnudándose están los chopos del río
tiñendo de amarillo el verde suelo;
veloces nubes son del sol el velo
en este gris de otoño, hoy sombrío.
Parecen ateridas por el frío
las temblorosas hojas, y revuelo
de pájaros distrae triste duelo
de un pobre corazón, cual es el mío.
Suave rumor de arroyo en la ribera
endulzando su llanto lo corteja
para aliviar congojas que tuviera.
Grato aliento recibe ya su queja,
mas la melancolía que sufriera
el agua cristalina la refleja.
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CUANDO A LA FUENTE VAYAS
Cuando a la fuente vayas y no veas
tu reflejo, mirar en tu alma debes.
Puede que tristes y llorosos lleves
los ojos, como hoy, que lagrimeas.
Tal vez en ella encuentres qué deseas,
qué te hace a ti llorar, qué hechos aleves
causaron tu dolor que sobrelleves
sin saberlo quizás, que tú acarreas.
Encuentra en tu interior la aciaga causa
que a ti te entristeció y, veloz, deséchala.
¡Destruye la razón que a ti te abrasa!
Cuando así lo hayas hecho, remodela
tu vida. Donde está la fuente pasa
y verás como el agua te revela.
Cuando a la fuente vayas del libro No quedan ruiseñores junto al río de Luis de la Rosa Fernández Clic para tuitear
ATARDECER
Por un largo sendero caminando
observo los almendros florecidos.
La tarde va cayendo y el crepúsculo
se torna azul y rojo. Suave brisa
mi sudorosa frente refrescando
me anima a continuar hasta el otero.
Allí sobre una piedra yo me siento;
miro serenamente el bello ocaso.
El Sol, con su pijama de colores,
va cayendo muy lento. Una hurraca
se posa en una rama, contemplando
conmigo la caída de la tarde.
¿Por qué todo se acaba?, me pregunto;
y una melancolía me domina
el alma porque sabe la respuesta
pero impotente, no quiere aceptarla.
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MI PRIMER AMOR
Yo soy el que te espera en la distancia
con un ramo de rosas, ya hoy ajadas,
triste vestigio de aquellas pasadas
horas de fantasía de mi infancia.
Vivos aún los recuerdos: la fragancia
de tu rostro, confianzas generadas,
de amor las confesiones expresadas,
tu gracia, tu donaire, tu elegancia.
Y a pesar de los años ya vividos,
íntegra la ilusión, aquí te espero
con mi afán y los sueños compartidos,
con la esperanza intacta, prisionero
de aquella gran pasión, aún encendidos
los delirios de aquel amor primero.
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PETICIÓN
Rúbricas en el cielo del infierno
sellan la eterna paz de muchos muertos.
Garabatos silbantes son conciertos
de ruina y destrucción, ¡de odio fraterno!
Surcos de aciagos buques del averno
que navegan por sangre hacia los puertos
de la abominación, de horror cubiertos:
¡firmas son que acreditan mal eterno!
Crueldad, muerte, homicidio, destrucción:
los hijos predilectos del poder
que pretende imponer su condición.
¡Líbranos, oh Señor, de la pasión
que en tu nombre asesina, o por tener,
del hombre cruel que tiene esta ambición!
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