Ejercicio de improvisación literaria: La bala disparada.
Un escritor escribe. A veces uno escribe una novela (dentro de poco os informaré de novedades) y otras veces, simplemente, uno escribe por escribir; para ejercitarse. Aquí os dejo uno de esos textos que surgen de un ejercicio de improvisación, entrenamiento de escritor, que hicimos en la tertulia literaria a la que tengo el placer de asistir con Daniel Dimeco.
Duración del ejercicio: ocho minutos.
Tema: Imagina que eres una bala que acaba de ser disparada. Describe lo que ves, lo que sientes.
Esto es lo que salió.
Escucho la detonación justo detrás de mí y noto la fuerza brutal que me empuja sin que yo pueda evitarlo. Es mi momento, mi destino. Nací para este instante.
Al principio todo es oscuridad y un ligero olor a pólvora quemada invade la estancia. Una afilada muesca metálica roza contra mí y araña mi brillante cuerpo, pero yo continúo mi viaje impulsado por la fuerza brutal.
De repente todo es luz. Atrás dejo la oscuridad del cañón y vuelo libre, directa hacia el objetivo. Siento el aire a mi alrededor mientras giro alegre. Pienso en mi objetivo. ¿Será duro? ¿Será blando? Por fin, a lo lejos, lo vislumbro. Me acerco a él inevitablemente.
Poco a poco me noto caer. La fuerza inicial desaparece y otra, que surge de la tierra, me atrae hacia sí. Mi flamante trayectoria ya no es recta. Veo el suelo cada vez más cerca, y mi objetivo ya casi no está en mi línea de visión.
Caigo. Me noto caer. Siento un dolor agudo en mi carcasa metálica. La tierra me araña, me frena. Ya no vuelo por el aire. Ya no soy una bala.
Saludos