Ese Rostro Casi Violento, libro de Javier Pérez-Ayala

Buenos días libro. Perdona que te haya cogido por las solapas en un gesto ansioso al conocernos. Ahora ya desde tu interior todo cambia cobijado por tus letras, las que en cada estancia te han ido colocando con amor, sí, no lo niegues, el amor está en el aire. Todavía he recorrido poco tus pasillos, los corredores de tu alma. He pasado de puntillas, a vuela pluma encaramado en palabras por el vestidor, ese que tu autor ha usado para desnudarse, para descalzarse y para, aún así, profanar el espacio en blanco que es tu casa. Te recorro entero y ¡vaya profanación!, bien sabe él (él  lo dice) que al fin queda belleza en el papel.
Buenas tardes libro, libro de poesía. Dices tantas cosas, se ven tantas imágenes en tus pupilas, se revelan tantas ideas tras el telón de tu teatro en este acto de destrucción (primer acto) y en aquel acto creativo (segundo acto). Hasta yo lo dije  (a mí sí llámame nada) “…Recitadla y veréis como va llenando/ de la misma manera que vaciando va al poeta cuando la exhala”.  No es la destrucción baudeleriana sino la que exprime hasta el último aliento las entrañas del alma, el amor y el pasado, el amor o destino, el amor…
Buenas noches libro, libro de poesía, libro de Javier Pérez-Ayala. Cuanta vida, cuantas sensaciones en cada una de tus estancias: “Ahora que estoy solo”, “Perdóname mundo”, “Semana Santa”, “Hay un hombre” , “A veces sucede”… Y luego un silencio para dormir, no quiero nada, que me recuerda unos versos de Pessoa “Nao quero nada. Sou um mendigo cego que vou / batendo, numa vila deserta, a todas as portas… (No quiero nada. Soy un mendigo ciego que voy / llamando, en una ciudad desierta, a todas las puertas).
Mañana te diré nuevamente buenos días libro, buenos días a ese rostro casi violento que esconde un brillo violeta vivo y sonoro, luz y palabras que no son promesas que desembocan en decepción, sino destellos (y belleza, sí) del alma de un poeta.

Jrc

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