Poemas
I
Ahora que ya me empezaba a curar de amor,
llegáis Tú y tu encanto encantador y me derrito
igual que un hielito deslizándose por tu escote,
que calor maldito me da tu piel de miel.
VI
Rompería mi guitarra
por la risa de tu cara,
qué daría por tenerte
abrazándote a mi espalda,
siempre quiero deshojarte,
pero qué bonita que eres,
yo podría dibujarte
cien millones de palabras,
un retrato en mil colores,
describirte cien mil veces,
descubrirte cada día,
conocerte hasta la muerte,
y aun así no bastaría,
siempre de ti quiero más,
siempre quiero deshojarte,
pero qué bonita que eres.
XI
Y hasta mi sombra siente
el continuo caminar,
la condena de no parar
de quererte,
los grilletes de mi suerte
me encadenan a tu recuerdo,
que cada día queda más lejos
pero en mí qué presente está.
Y hasta mi sombra sabe
porque es más lista que yo,
que lo que acaba se acabó
y no hay más vueltas que darle,
que se lo explique a mi cabeza
y a la tristeza
que ya empieza a acostumbrarme
a estar siempre solo.
XVIII El Diablo y La Muerte
La Muerte no existe,
es la propia vida,
quien da, quien nos quita,
quien mata y quien muere.
Es dueña y señora,
sin mas, la más fuerte,
es juez y verdugo,
y presa a la vez.
Te colma de tiempo,
te viene con prisas,
no tiene paciencia,
te da mil deseos.
Te exprime, te besa,
te embruja, te duele,
es dulce y escuece,
la vida es mujer.
XXII
Sumido en el recuerdo y en sueños de gloria,
mecido por las llamas, por los pecados de la Historia,
acurrucado y dormido; acunado, yaciendo;
el Diablo descansa, parece un ángel.
Su pasado infinito y el deseo inmortal,
como el de un animal cruel, lascivo y perverso,
el placer no le llena, todo el poder no le basta,
simplemente condenado a ser más humano que Dios.