Madrid, España, Siglo XXI.

Prebendas defendidas a golpe de porra. Corrupción institucionalizada, asumida por una ciudadanía que comprende que el que pueda robar, lo haga y tacha de tonto al que no lo hace. La democracia reducida a introducir el voto en una urna cada cuatro años, eligiendo entre A y B. La soberanía popular calificada de radicalismo violento. Las protestas, de algaradas. La crítica de «comprensible malestar». La argumentación a la contra rechazada con un «ahora no toca». Al que extiende la mano, le escupen en la cara. Statu Quo de los tiempos de Indíbil y Mandonio. Caciquismo rancio, que se cree (tiene razones para ello) perpetuo. Cadenas seculares nunca rotas. Paro desbocado, pobreza creciente, humillación del pobre, desprecio hacia el débil, arrogancia de banqueros y grandes industriales, complicidad activa de una clase política sin escrúpulos, azogada por lograr más poder, más beneficios. La amnistía fiscal, las deducciones a grandes empresas, las sicav al 1%, la Gurtel, los ERE, los coches oficiales, los 3.000 euros para taxis, las dietas por desplazamiento, las comidas a 3 euros en el congreso, los puestos en consejos de administración a cambio de favores, los recortes sociales para acabar con un déficit que, pese a todo, ha crecido un 23% interanual. Calles encolerizadas. Abusos diarios. Madrid, España, Siglo XXI. 

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