Va de vinos

A raíz de la buena crítica obtenida por el vino Pruno en Estados Unidos, he estado hablando de vinos con unas cuantas personas. Personalmente, no me considero un sibarita, pero crecer vendimiando y haber tenido un abuelo que hacía vino da, supongo, cierto gusto o, al menos, algún criterio. Por eso, me voy a permitir compartir con ustedes cinco vinos que, de los que he probado últimamente, son los que más me han gustado. Los hay de precio bajo y precio medio y sólo uno de precio alto. Los de precio altísimo, como se imaginarán, ni catarlos:
Coto de hayas: Por razones que no vienen al caso, un vino aragonés que hemos bebido mucho. Garnachero, fácil de beber. Bastante afrutado. Mejor el crianza. El precio medio está en torno a los 3,5 euros o 4 euros. Y cada vez está en más supermercados. Una buena opción para diario. 
Beronia: Rioja. Sólo he probado el Crianza y el Reserva de lo que ellos llaman su gama clásica. Ambos están hechos a base de tempranillo y mazuelo, variando luego entre la garnacha (crianza) y la uva graciano (reserva). El crianza, quizás por la uva garnacha, es más fácil de beber, más afrutado y dulce, más recomendable para principiantes. Pese a ello, ambos son vinos de gradación media/alta y de lo que llaman largo post gusto,es decir, que el sabor del vino permanece en la boca largo tiempo. Tienen, aunque la ficha técnica no lo dice, un ligero sabor a madera que a mí personalmente me encanta. La botella está en torno a los 5-8 euros, dependiendo de supermercados (tienen buena distribución).
El Coto: Otro rioja. El más fácil de encontrar y el que yo he probado es el crianza. 100% tempranillo. Tiene semejanzas con el Beronia, aunque es más amaderado. Entre los dos, yo elegiría El Coto por ese matiz a madera. La botella suele valer unos 6 euros y también se encuentra en casi todos los supermercados.
Sinforiano crianza: De mi pueblo, Mucientes. En general, los vinos de Sinfo están obteniendo muy buenas críticas y bastantes premios. Pero lo de este vino es para quitarse el sombrero. La botella supera lo que yo suelo marcarme como límite, 10 euros (vale entre 11 y 12 euros), pero merece la pena. Es un vino de alta gradación, muy serio, de esos que se notan al beber. No es apto para gente poco familiarizada con el vino o acostumbrada a vinos garnacheros, más fáciles de pasar. Este requiere cierto reposo, es ideal para comidas ligeras, en las que el vino sea casi un alimento más. El sabor remite mucho a la madera (Cedro, dice la ficha técnica). De los mejores que he probado en los últimos años. Un vino para disfrutar. 
Pago de carraovejas crianza: el más caro de la lista. Tinto del país y cavernet para ocasiones especiales. Es de esos vinos cuyo precio muchos consideran que está hinchado: más de 21 euros la botella. Lo que significa dos cosas: una buena campaña de marketing y gente dispuesta a pagar ese precio. En mi descargo diré que no he bebido este vino nada más que dos veces, y una me invitaron. Se trata de un vino de gradación media, con cierto sabor a madera, aunque tampoco muy intenso. A mí me parece más apropiado para comidas copiosas, en las que el vino ha de entrar más ligero, que, por ejemplo, un vino como El Coto. De hecho, creo que parte del éxito de  Carraovejas está en ofrecer un vino amaderado, pero fino, que no abusa del sabor a madera y, por lo tanto, no echa para atrás a la gente que no está habituada a tratar con vinos o los prefiere más ligeros, más afrutados. Se puede encontrar en restaurantes y tiendas de vinos, no tanto en grandes superficies (al menos, no hasta hace poco).

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