Palabras

Cuando me preguntan por qué, respondo citando a Cortázar: «porque en general, sin verba no hay res». Y, pedante que soy, pienso en La Biblia («En el principio era el Verbo») y en el Tractatus («El límite de mi mundo es el límite de mi lenguaje») y me digo que el hombre de hoy a dado tanta primacía a la técnica, que ha terminado despreciando la palabra, ignorando, que todo pensamiento es palabra, o no es y que, por lo tanto, despreciar la palabra es despreciar la razón, la lógica y la crítica, y también el sentimiento. 
Cuando me preguntan por qué, pienso en los cien mil libros que se publican al año en España y me avergüenzo de querer añadir uno más a la lista.
Cuando me preguntan por qué, recuerdo el consuelo de algunas canciones, de algunas poesías, de algunas novelas. Recuerdo  a Rosales: «el lenguaje nace, como las emociones en la fuente remota del sentir colectivo» y también a Unamundo: «Fiaros de las palabras, porque son cosa vivida». Y aquel verso de Félix: «yo no he llamado patria más que a ti y al lenguaje.»
Cuando me preguntan por qué, respondo citando a Cortázar «porque en general, sin verba no hay res». Y me vuelvo, con cuidado, a mis palabras.

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