Mi poética

Creo que la poesía es la forma en que algunos se miran las entrañas y escarban en ellas. Considero que da consuelo al que la escribe, pero sobre todo al que la lee. Consuelo porque da palabras a quien sólo tenía el sentimiento, y no el lenguaje. Palabras a aquellos que muchas veces han sido obligados a callar.
Soy firme en la teoría de que la técnica es el cauce por el que fluyen las emociones e ideas del poema, pero no tengo duda de que los mejores poetas han sido aquellos que se han tallado su propio cauce. Me gusta que la ética y la estética dancen juntitas, bien pegadas. Pero considero que hay veces en que la segunda estorba el grito acusador de la primera.
Entiendo, como Lorca, que una cosa es el ángel, otra la musa y una muy distinta y más grande el duende. Lo que no tiene sonidos negros, lo que no tiene abismo, luz, vísceras, semen y esperanza, no tiene vida y por lo tanto, no tiene alma. Hay poemas de luz y poemas de sombra. Los mejores son los que unen ambas  cualidades en un color que no es el gris de la mezcla, sino uno nuevo y fantástico.
Creo que la poesía es vida y ha de ser para la vida. Por lo tanto, no excluye la fealdad ni tampoco el entorno.
Creo que la poesía mejor es aquella que refleja a quien la escribió: una persona a la vez única y común, con su biografía particular y su historia como miembro de la especie. 
Considero que en la poesía la biografía se hace sentimiento popular y que a través de ella halla el pueblo sus palabras.
Esa es mi poética. Si no les gusta, no tengo otra. 

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