Una nueva Semana Trágica en 2012

No sé si recuerdan los sucesos que llevaron al estallido de la Semana Trágica en Barcelona. España, después de perder Cuba y Filipinas, trataba de extenderse por el Norte de África, donde chocaba con la resistencia local. El entonces presidente, Maura, decidió movilizar a los reservistas para mandar más tropas, lo que en la práctica suponía movilizar a las clases populares, ya que los ricos estaban exentos de ir a la guerra mediante el pago de un canon. Harta de esa y otras injusticias, la clase baja barcelonesa se levantó en armas y puso en jaque a las autoridades de la ciudad.
Cuando estudíabamos esto en la escuela, hace ya unos cuantos años, siempre nos indignaba la desigualdad que suponía que fueran únicamente los pobres los sacrificados en nombre de la patria, mientras los ricos permanecían en sus hogares, cómodos y haciendo dinero. Entendíamos, y muy bien, que el pueblo se hubiera hartado y hubiera salido a las calles.
Pues bien, hoy, en España, no estamos muy lejos de aquella situación. Mientras a los trabajadores nos fríen a impuestos – hoy Madrid anuncia una nueva y dolorosa subida del IBI -, los ricos pueden legalizar todo su dinero negro tributando sólo al 10%. Mientras a nosotros nos suben el IVA, el precio del transporte, el de las medicinas y nos amenazan con el copago, ellos salen de sus puestos como directivos bancarios con indemnizaciones millonarias, comen en Marbella a costa del erario público o se van de caza a Bostwana. La situación es cada vez más injusta. 
Y llegará el día en que una chispa caiga sobre toda esta gasolina que los políticos ineptos y los empresarios codiciosos están sembrando en la sociedad y España, o una de sus ciudades, arda. Y entonces, habrá violencia de verdad – y no esa de la que se acusa al 15M-. Una violencia nacida del hartazgo, de la desesperación y de la rabia de ver cómo este país se hunde, cómo el pueblo es conducido al matadero mientras por arriba, en las más altas cumbres, un pequeño grupo de privilegiados es cada vez más rico y vive cada vez mejor.
Vivo, soy sincero, a la espera de esa semana trágica. No porque crea que es bueno, sino porque creo que es inevitable. Cuando llegue, muchos se llevarán las manos a la cabeza y nos llamarán violentos, anarquistas, antisistemas y un montón de cosas más. Tratemos entonces de tener memoria y no olvidar quiénes fueron los que, cargándose el Estado de Bienestar, nos llevaron hasta esa situación. 

Tags: No tags