Sorprende ver a Esperanza Aguirre y sus secuaces acusando de terrorismo organizado a quienes ayer detuvieron 10 metros en plena hora punta. O a lo mejor no sorprende y sólo asquea. Porque a estas alturas, deberían haber entendido ya que quienes protestan contra ellos, ni son perroflautas, ni son antisistemas, ni mucho menos son terroristas. Por más que ellos lo crean o quieran hacer que lo creamos los demás.
Los que protestan son jubilados, estudiantes sin futuro, parados, padres preocupados por el país que heredarán sus hijos. Los que protestan son personas que preferirían no tener que protestar, que no son políticos ni desean serlo, que aspiran tan solo a vivir tranquilos. Los que protestan son gente con la suficiente conciencia y vergüenza para saber que si no se quejan les seguirán dando por el culo impunemente durante toda la legislatura.
El problema está en que doña Esperanza y sus adláteres creen que tener mayoría absoluta es igual que tener la razón. Desconocen que en un sistema democrático hay que saber ponerse en el lugar del otro y negociar con él aun cuando no necesitas sus votos para gobernar, entre otras cosas, porque también gobiernas para el otro. No entienden que su política caciquil basada en la creencia de que ellos y sólo ellos conocen LA VERDAD – única y revelada – tiene mucho de religiosa y poco de racional.
El problema está en que seguimos queriendo eliminar al adversario, no convencerlo.
Y así nos va.