En el día del libro…

…unas reflexiones de Cortázar sobre literatura


Ese hombre es un ingenuo realista más que un realista ingenuo. Basta observar su comportamiento frente a lo excepcional, lo insólito; o lo reduce a fenómeno estético o poético o renuncia enseguida a indagar en la entrevisión que han podido darle un sueño, un acto fallido, una asociación verbal…




Me sumo a los pocos críticos que han querido ver en Rayuela la denuncia imperfecta y desesperada del establishment de las letras, a la vez espejo y pantalla del otro establishment que está haciendo de Adán, cibernética y minuciosamente, lo que delata su nombre apenas se lo lee al revés: nada.

Para qué volver sobre el hecho sabido de que cuanto más se parece un libro a una pipa de opio más satisfecho queda el chino que lo fuma, dispuesto a lo sumo a discutir la calidad del opio pero no sus efectos letárgicos.

nuestro escriba sentado asume la solemnidad del que habita en el Louvre tan pronto le saca la fundita a la Remington, de entrada se le adivina el pliegue de la boca, la amarga hexperiencia humana asomando en forma de rictus que, como es notorio, no se cuenta entre las muecas que faciliten la mejor prosa

Que todo siga como siempre es el ideal de una realidad a la medida burguesa y burguesa ella misma (por ser de medida)

[sobre la crítica y un libro de Lezama Lima] Capaz de hacer frente a cualquier dificultad literaria en el plano intelectual o sentimental siempre que se ajuste a las leyes del juego de Occidente, dispuesta a jugar los más arduos ajedreces proustianos o joycianos que comparten piezas conocidas y estrategias adivinables, retrocede indignad apenas se la invita a conocer un territorio extragenérico, batirse con una lengua y una ación que responden a un sistema narrativo que no nace de los libros sino de largas lecciones de abismo

Lo mejor de la literatura es siempre take, riesgo implícito en la ejecución, margen de peligro que hace el placer del volante, del amor, con lo que entraña de pérdida sensible pero a la vez con ese compromiso total que en otro plano da al teatro su inconquistable imperfección frente al perfecto cine

El hecho de creer que la condición poética debe ser sometida a la experiencia personal (experiencia del sentimiento y las pasiones, experiencia de los imperativos morales y sociales) en vez de ser éstas las que, enriquecidas y purificadas por una inutuición poética del mundo, actúen como estímulos poéticos del verbo y lo proyecten fuera del ámbito meramente personal para volverlo poema, y por eso mismo, obra verdaderamente humana.

Julio Cortázar “La vuelta al día en 80 mundos”

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