La política convertida en religión y el caso camps

Contra la razón y sus razones, la religión levanta la fe en el dogma. En un sistema religioso no se piensa, se cree. Por ejemplo, te dicen que una mujer concibió sin acostarse con un hombre y no lo cuestionas. Te lo crees. Es palabra de Dios y por lo tanto no admite discusión. Y el que lo discuta, el que frente al muro del dogma levante la razón, será considerado hereje, traidor a la fe, peligroso. Un enemigo.
La política en España se parece cada vez más a la religión. Frente a las razones, el populismo ha levantado la creencia ciega, la fe. Da igual que en las conversaciones telefónicas Camps reconozca que ha recibido regalos o que, en su momento, Zaplana admitiese estar en política para forrarse. Para un votante fiel del PP, esos hombres corruptos son los suyos y condenarlos supone dar la razón a los herejes socialistas, a los enemigos, a los otros.
Es la conversión del instinto de pertenencia a una tribu – la pulsión de supervivencia grupal – en mecanismo para el dominio político.
Sólo con esa conversión de la política en acto de fe – alejada de todo racocinio -, en enfrentamiento entre tribus, se puede entender que el jurado haya considerado que Camps no recibió dádivas a cambio de favores.
Ante la evidencia del pecado, el creyente cierra los ojos, se tapa los oídos y se muerde la lengua. No ver, no oír, no hablar. Como los tres monitos. Igual que ocurre en este sistema clientelar y de fe en que se ha convertido la política: no vemos, no oímos, no hablamos. Sólo esperamos a que ganen los nuestros, a que el rival fenezca y a que a nosotros nos den algo del pastel a repartir, aunque sea unas migajas.
P.S: me sorprende leer muchos comentarios en foros y periódicos señalando que todo fue una invención socialista. Me pregunto si acaso la voz de las conversaciones no era de Camps y Costa. También me sorprende el argumento de que la gente de izquierdas no puede hablar de corrupción con la que hay en el PSOE, como si el hecho de que la haya en el PSOE exculpara al PP o, lo que es peor, como si a estas alturas siguiéramos pensando aún que el PSOE es de izquierdas. 

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