Poesía del libro Canciones para Aylan de Ramón Roldán. El escritor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro Canciones para Aylan de Ramón Roldán El poeta nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro Canciones para Aylan de Ramón Roldán El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro Canciones para Aylan de Ramón Roldán El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro Canciones para Aylan de Ramón Roldán El autor nos da una muestra tras publicar un libro.
I
Nunca estuve en Lesbos.
Ni en Raqa, ni en Damasco.
Ni escuché ulular el viento entre las paredes destruidas de Alepo.
Ni supe lo que dijo la Sibila a los que llegaban de Tebas
porque no sabían qué plaga era la de su condena,
qué hacía a los hombres infelices y ciegos
dentro y fuera de sus murallas,
ni quién había matado al rey Layo.
Y no lo he sabido
porque nunca he visto a los cientos de niños
que escapaban del corazón de las tinieblas por caminos
sembrados de cadáveres.
Porque nunca he visto el mar
vomitando cuerpos hinchados de sal y peces
que se aferran a sus olas
como a la falda de una madre
que busca la libertad.
Solo vi la nieve,
y los lobos olfateando en silencio
entre las ruinas,
oliendo a sangre más allá de las señales del dolor
y del duelo,
más allá del eco y de las sombras,
más allá de los hijos arrancados de los vientres
doblados por las bombas.
Más allá del amor.
Y un reloj a punto de pararse, sin pilas,
cubierto de polvo. Solo.
Tic-tac.
Solo vi eso.
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V
El viento gritaba a punto de parir palabras
en el lugar donde antes había una casa.
Las nubes cortaban el cielo finamente,
con su bisturí,
mientras los pájaros traían en sus plumas el humo de las
[hogueras
y los lamentos lejanos
que horadaban las calles de Raqa o de Alepo
—tal vez Bengasi, o Faluya o Lugansk—.
No hay flores ya,
ni jardines, ni sueños que vuelen hacia otro país.
Solo estás tú.
(Y tú, ¿quién eres?)
en una inmensa soledad corrupta
de poetas olvidados,
de museos desaparecidos y girasoles
que esconden su rostro bajo las bombas.
Era el crepúsculo,
y el viento gritaba.
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X
Por eso, un cuerpo infinito, unas caderas
calientes y profundas,
tal vez me salvan.
Un cuerpo que lascivamente respira
y se humedece con la noche,
un cuerpo que gime y brota
como una luna blanca y brillante que pare, que da a luz
eternamente amor.
Una luna partida por el sol.
Por eso, toco y muerdo,
agarro firme con mis manos y lúbricamente amaso,
mientras los labios rastrean entre sus huecos
el pálpito fundacional.
(La foto volteada y un segundo de cuchillo y de pan.)
Roto. Invisiblemente roto,
y ahogado en el mar.
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XX
Estábamos huyendo en busca de estrellas más verdaderas.
Llenos de vidas pequeñas y cansadas,
más cansadas por la falta de pan y de trigo.
Ya no nos golpeaban las ramas de los alisios,
ni el olor a aceite de palma,
ni los megáfonos de los vendedores ambulantes
ni la música que se escapaba de un transistor.
Ya no huele a primavera.
Solo a mar.
A mar.
A mar.
A mar.
Y la noche se enrosca como una serpiente
a punto de morder.
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Poesía del libro Canciones para Aylan de Ramón Roldán. El escritor nos da una muestra tras publicar un libro.
Poesía del libro Canciones para Aylan de Ramón Roldán El poeta nos da una muestra tras publicar un libro.
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