¿Gritamos?

Me temo que a mi espalda le faltan tus manos, y le sobra la ropa.

Hace frío por estas latitudes, y yo te echo de menos, a ti y al calor que siempre traías contigo.

Siento decirte que mi sexo añora tus besos impacientes y que tus labios se agrietan cuando le faltan los míos.

Debo decir que es horrible no abrazarnos igual de fuerte que nos amamos, algún día u otro tendremos que gritarlo.

¿Por qué no esta noche? Me parece un buen momento para empezar.

¿Gritamos?

Siempre tú

Recuerdo cuando tus manos eran las que me empujaban al vacío, y al caer eras tú quien recogía mis pedazos. Eras tú quien los unía y hacía que mi corazón volviera a latir. No importaba dónde, no importaba cuándo. Siempre estabas allí. Rompiéndome y construyéndome. Me dolías tanto por aquel entonces… pero también me dabas calor. Todo tú eras color, y yo ya había pasado demasiado frío.

Y cada vez que me daba la vuelta te dejaba una bala encima de la mesa,

así creía que cuando me disparabas por la espalda

era por culpa de mis balas.

Pero yo no te enseñé a apretar el gatillo.

Enhorabuena,

el mérito es todo tuyo.

23.01

A veces es difícil encontrarse con uno mismo. Entender la razón de tus desvelos. Afrontar tu soledad. Enfrentarte a ti y a tu propio miedo. A veces es difícil encontrarse con uno mismo, pero creo que llegados a cierto punto del camino, es totalmente necesario.

No quiero que te marches

Ven,

acércate entre susurros y

no dejes que me marche,

porque déjame decirte,

cariño,

que suelo hacerlo.

Suelo acojonarme cuando siento

que una mirada me

eriza el alma,

cuando una caricia me cicatriza

las heridas

y cuando un beso me

acelera el corazón.

No dejes que me marche,

déjame acurrucarme en el

sonido de tu risa

y llena mis noches de

dulce insomnio.

Dime cuál es el peaje,

dime cuál es el trato,

pero no dejes que me marche,

porque aunque no me atreva a decírtelo,

no quiero que te marches.

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