escritora

Poemas

La pretenciosa engañada

De paseo por la plaza,
hervidero de rumores,
se cuenta que anda de caza
mi vecina, la Dolores,
explotando bien su baza
de encandilar a señores.

De caderas generosa
y de pechos pechugones,
se contonea rumbosa
entre todos los mirones,
compitiendo con la rosa
del mejor de los balcones.

—El que quiera ser mi esposo
—señala ella muy risueña—,
tendrá que ser generoso,
dejarme partir la leña,
además de ser mimoso
y respetar a su dueña.

Un zagal allí promete
convertirla en su señora,
—no sabe dónde se mete—,
la desea sin demora
y la boda se acomete,
pues el hombre no se azora.

Pasa un año de casada,
pero el zagal la ha mentido,
pues no es ni ama, ni es amada
por aquel que es su marido,
quien, después de bien probada,
olvidó lo prometido.


La promesa

Si un hombre su amor profesa
henchido a los cuatro vientos,
te contará mil y un cuentos
proclamándote princesa…
luego vendrá la promesa
de convertirse en gran yerno,
víctima del fuego interno
asalta la fortaleza
doblegando tu firmeza,
pues el hombre es sempiterno.


 

Fandango de la suerte negra

Con los aires de mi tierra
la salud es cosa buena,
no hay maldades ni miseria
y nos van bien las cosechas.

Con los aires de mi tierra
lucen guapas las mozuelas,
muy lozanas con sus prendas,
estrenando faldas nuevas.

Con los aires de mi tierra
las mujeres son longevas;
tenemos la suerte negra…
no se nos mueren las suegras.


Pecado original

Bien sabido es que en la creación,
tras un trabajo descomunal
Dios puso al hombre la condición
de portarse bien y nunca mal,
pero hizo el diablo su aparición
retando a Eva y a su moral
mostrando el fruto de tentación,
que no resistió con fin fatal.

Más aunque a ella la Biblia acusa
de ser la causa de tal pecado,
sabed que es la acusación ilusa
pues fue Adán quien le dio el recado
de buscar comida sin excusa,
con cierto tono malhumorado,
como el que de compañera abusa
—¿quién es ahora el desvergonzado?