La trampa

Digamos que usted dice que va a bajar los impuestos. Digamos que la gente le cree. Y que nadie se molesta en leer la letra pequeña: esa que dice que el porcentaje en que se va a bajar el IRPF en la Comunidad de Madrid es el mismo para todos los tramos, es decir, que se le va a bajar igual a los más ricos que a los más pobres. Esa que dice que, además, son los primeros los que más se van a beneficiar de la (re)desaparición del impuesto sobre transmisiones patrimoniales (ese que Rajoy criticó cuando lo recuperó Zapatero y ahora critica porque usted lo quiere quitar). Esa que dice que, debido a la rebaja, se recaudarán 300 millones de euros menos, la mayoría de ellos procedente de lo que dejarán de pagar por IRPF quienes más tienen. Dinero que, obviamente, se recortará luego de donde siempre: sanidad, educación y transporte. 
Digamos que somos tan tontos que volvemos a votarle porque no nos damos cuenta de que esa bajada de impuestos no es ni siquiera una limosna, sino una trampa: recortar servicios que son básicos para los que menos tienen a cambio de una rebaja mínima en el IRPF y permitir que los ricos, que no usan esos servicios, paguen todavía menos impuestos. Y de paso, matando dos pájaros de un tiro, porque usted puede proclamarse, así, adalid de las clases populares ya que, quién lo duda, ha bajado los impuestos.
La trampa perfecta. 

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