Golpe de realidad

Entre las cosas de las que nos está convenciendo el calor es de que la realidad se manifiesta a golpes y por completo, de un modo que excluye los libros, las interpretaciones, las filosofías. Esos son los caminos largos, pero no el de los poetas, los amantes o los borrachos. El sabio, dice el Tao, recorre su senda y disfruta de todo sin poseer nada. 
La Realidad es el cadáver en la plaza vacía de El Cairo, los pescadores pidiendo «Gibraltar español» mientras sus hospitales y escuelas son vendidas a magnates con cuentas millonarias en Suiza. La verdad son las cloacas llenas de reptiles, los sueños fracasados, las erecciones secretas en medio de la noche. La filosofía da vueltas en torno a la verdad, como un perro desquiciado. Tienen un método y tienen fe, pero les falta pureza. Y también comprender que, para vivir, la esperanza es más importante que la Verdad.
Entre las cosas de las que nos está convenciendo el calor se encuentra la seguridad de que nada cambiará hasta que no mueran los viejos dioses y creemos una nueva metafísica, una nueva ley moral que no confunda valor y precio, consumo y felicidad, fragmentación y biografía, disolución y vida.  

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