Vaya por delante que entiendo el dolor de las familias y de los amigos, que me imagino que tiene que ser muy duro salir de fiesta un día y ver cómo un ser querido muere. Vaya también por delante que me consta que, muchas veces, los locales no están preparados, los organizadores venden más entradas de las que permite el aforo – porque, total, nunca pasa nada…-, que los ayuntamientos ponen la mano, reparten favores y luego se olvidan. Vaya por delante, finalmente, que creo que hay que investigar bien cómo se realizó la fiesta y qué fallo. Ahora bien, dicho esto, creo que sacar del análisis, como se está haciendo, la responsabilidad individual de cada uno de los asistentes, es pecar de omisión.
No quiero unirme, ni mucho menos a los moralistas comentarios que hoy sazonaban la prensa de derechas. Que si los jóvenes se divierten no sé cómo, que si que vergüenza, etcétera. Siempre que leo algo así me acuerdo de un manuscrito babilónico en el que un sacerdote del tres mil antes de cristo cargaba ya contra la juventud y su degeneración que según él presagiaba, sin duda, el fin de los tiempos. Es decir, por ese lado, nada nuevo bajo el sol.
Lo que yo quiero apuntar es lo siguiente: ¿En serio alguien en su sano juicio considera que no hay peligro en meterse en un local cerrado con nueve mil personas borrachas? ¿En serio cuando vamos a un sitio así no somos conscientes de que, por estadística, va a haber al menos una docena de zumbados? No quiero decir que alguien se merezca lo que le ha pasado, pero cuando se va a ciertos sitios hay que saber a lo que nos arriesgamos. Y vale, algunos eran menores, pero la gran mayoría tenían más de dieciocho años: sabían o debían saber a dónde iban, a qué y con qué tipo de gente.
Digamos que entiendo el dolor y la pena, lo que no entiendo es el drama mediático, las manos en la cabeza de los amigos, los rostros de «quién lo podía imaginar». Sinceramente, el que no lo pudiera imaginar es que es imbécil. Porque insisto: ¿De verdad creemos que puede salir algo bueno de nueve mil o diez mil personas borrachas encerradas en un local? ¿Es que no somos conscientes del mundo en el que vivimos, de la materia real de la que está hecha el alma humana? ¿Todavía, en pleno siglo XXI, seguimos creyendo que vivimos en mundo civilizado, seguro y sin riesgo?
No se trata solo, que también, de que cualquier pueda morir en cualquier momento. Si no de que en casos como esa fiesta las condiciones no ayudan, precisamente, a que no ocurra una tragedia. Entre la estupidez que hay que esperar, por lógica, de varios de los asistentes y la codicia que suele presidir los actos de los organizadores de este tipo de eventos – que si vendo más entradas, que si recorto en seguridad, …- lo normal es que ocurra algo dramático.
Decía Murger, y lo he citado varias veces, que la bohemia ignorada no es un camino, sino un callejón sin salida. Dicho de otro modo: lo que no puede ser organizar una fiesta de éstas, acudir, ponerse ciego perdido y pretender que no pase nada. Lo raro es que no ocurra más a menudo.
Yo me he mamado tanto como el que más. Y ha habido varias noches en que la sangre ha llegado al río, casi literalmente. Pero sabía dónde me metía y con quién. Y no creo que ni yo ni mis amigos ni mi familia se hubieran llevado las manos a la cabeza si alguno de nosotros hubiera terminado un día en el tanatorio. Dolor, sí. El de las familias y los amigos. Pero, por favor, sin estridencias mediáticas y sin estupideces editoriales. Que ya somos todos mayorcitos. Y sabemos, o deberíamos saber, lo que hacemos.
P.S: Escribo esto un mes y pico después de lo sucedido. En este tiempo la información que ha aflorado me lleva a contradecirme. De acuerdo, siempre puede pasar algo terrible en una macrofiesta, hay que saber eso cuando se va a una. Pero parece claro, vistas las imágenes que se han ido filtrando, que lo ocurrido es resultado de la ambición del organizador (y quizás de quiénes le enchufaron el Ayuntamiento, quién sabe a cambio de qué) y de la dejadez de unos cargos públicos que cuando tenían que estar vigilando las medidas de seguridad de sus recintos a lo mejor estaban también en un spa.
