Derecha nacionalcatólica

La ultraderecha patria y sus paladines mediáticos han tocado a rebato. Amparados en una mayoría absoluta que saben, por experiencias pasadas, que puede no durar, se han puesto manos a la obra para desmantelar no el estado del bienestar, sino la sociedad libre y democrática española tal y como la conocemos.

Porque toda esta larga fila de medidas económicas destinadas a empobrecer – si no a eliminar – la clase media, tiene como primer propósito controlar los mecanismos de poder – instituciones políticas y judiciales, medios de información, policía, etc.  – para acaparar ese poder el mayor tiempo posible, para lo cual es indispensable una población sometida, reducida a la subsistencia e incapacitada para acceder a la crítica (sea propia o guiada a través de libros y medios de comunicación). Y es que ya lo decía Tomás Moro:

«La pobreza del pueblo es la defensa de la monarquía. La indigencia y la miseria privan de todo valor, embrutecen las almas, las acomodan al sufrimiento y a la esclavitud y las oprimen hasta el punto de privarlas de toda energía para sacudir el yugo».

Lo siguiente a señalar es que las imposiciones económicas y sociales – destinadas a mantener el poder para los de siempre – responden a un fin moral: nos quieren sometidos para luego poder catequizarnos. Quieren tenernos calladitos para, a través de su poder y sus medios, poder decirnos qué debemos pensar, contra qué debemos protestar, quién es el enemigo, cómo es un buen ciudadano español y patriota y, sobre todo, cuál es el único camino a seguir a la vida. Ya saben, ese camino dictado por el sentido común, ese que sigue todo hombre como dios manda.

Y es que eso es lo peor de la derecha de este país: no se conforma con tener un poder absoluto, necesita, además, propagar su moral. El vicio católico.

Cuius regio eius religio.

Y no avanzamos.

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