Didier Herbert – I Woke Up One Morning in May

Je me suis levé matin dans Mai

Didier Herbert es un gato que llora en la noche recién nacida. Supongo que llueve sobre un Nueva Orleans en el que aún se habla francés. Quiero creer que llueve. Quiero imaginar que la lluvia moja al pobre Didier mientras canta la historia de esa pobre mujer abandonada, junto a su niño pequeño, por un marido que se ha dado al juego y a la bebida.

Hasta este siglo XXI de Madrid llegan los aullidos de Didier y cuesta no pensar que él era aquel niño, repitiendo la salmodia de su madre abandonada:

Je me suis levé matin dans Mai

Un día de mayo caluroso y húmedo junto al río, así comenzó todo. Y Herbert, que es blanco pero que canta como un negro, graba en 1929, en plena depresión, en los estudios de Columbia, junto al acordoneista Dewey Segura. Y se acuerda de su madre. O a lo mejor no era su madre, sino una vecina. O su abuela. O vaya usted a saber donde nació ese canto humilde y dolorido.

Je me suis levé matin dans Mai

Con un aullido primigenio, de cueva del paleolítico, ese guitarrista ciego va desgranando una canción como quien, ante la tumba de sus padres, deja caer una confesión.

Je me suis levé matin dans Mai

Maldita sea, Didier, cómo desafinas. No vas a grabar en tu vida nada más que estos tres cortes. Y encima eres ciego, Didier. ¡Te vas a morir de hambre!

Y sin embargo, ya ves, 2012, casi nada. Y aquí en Madrid tu música suena una y otra vez, como si fuera un salmo religioso, como si encerrara las claves de la creación.

Tanta sencillez, tanto lamento, tanta ceguera, tanta desfinación, tanta pureza. ¡Maldita sea, Didier, mataría por haber estado allí! Me hubiera gustado verte acabar, pidiendo sangre, aquella canción que, con esperanza, había empezado un día caluroso de mayo.

Je me suis levé matin dans Mai
Mais bien de bon matin
C’était pour passer
Mais un beau jour dans ma vie.

Oh j’ai trouvé mon père en train de pleurer,
Ma mère qui pleurait dans ses bras.
C’est adieu pour longtemps,
Je me donnes à un jeune garçon.

Oh moi je l’aimais beaucoup,
Beaucoup plus que ma vie.
Il m’avait fait une promesse,
Et cette promesse c’est d’être sa femme

Oh j’ons ferait des enfants,
Il m’a quitté d’un abandon;
Moi bien malade dans mon lit,
Et mes enfants là crèvent de faim

Et mon mari à la table après gambler,
Et moi je ne souhaît que la mort;
C’est tous ces jeunes bébés, grand Dieu,
Dans les jambes de moi

Oh mettez-vous tous vous autres à méfier
De tous ces jeunes garçons;
Ça, ça conte autant de menteries
Qu’en a d’étoiles dans le ciel.

Oh depuis dans l’âge de quatorze ans
J’après misèré avec toi,
Et dès de jour en jour
Mais moi je m’en vas dans l’abandon.

Oh moi je connais je m’en vas dans ces grands chemins,
M’y serai moi toute seule,
Et dès je suis une délaissée
Mais que personne en veut de moi

Tags: No tags