No

No me llames
mujer
llámame
niña.
Mujer
son tus amores
tus noches
de pasión,
niña
es una marioneta
que pasea
por el mundo
con su llanto
a cuestas,
mientras
tu cama
se llena
de orgasmos,
mientras
lucho
día a día
por mi fortuna.
Soy una basura.

Venus y la vibración del huracán

Una noche de gozosa primavera,
Venus decidió renacer de las profundidades
marinas para embarcarse con su concha,
al lugar donde habitaba aquel
huracán de vibración extraña.

Del movimiento de la marea.
Venus se acercó sutilmente
susurrándole que no abriera el ojo.

La muralla del ojo despertó
un anillo de tormentas.

La temperatura, la humedad,
la presión y la fuerza del viento
penetraban por cada poro
de la piel de Venus.

Se sentía aturdida, excitada.
Notaba un calor extraño,
una presión mágica
que desvelaba el secreto.

Estuvo acariciándose dulcemente
sus pechos erizados por el soplido
incestuoso de esa lluvia torrencial
que se aproximaba.

Comprobó que su monte
goteaba fluidos extraños
que la enloquecían.
Sintió el deseo de probar
la llama ardiente que se esconde
dentro del huracán.

Sus labios se aproximaron.
Sentía en su boca
la profundidad fluctuante;
que encendía la saliva
de las lenguas hambrientas
del tornado que iba a estallar.

Oleajes increíbles desataron
en el vientre de Venus.

El movimiento terrenal
de las calles, de los tsunamis.
Los gemidos suplicantes de Venus
metamorfoseaban un cataclismo
de fluidos que suspiraban
el goce, la calma y la pasión
en el grito de mi vientre
cuando estoy contigo.

Soñando

Soñando
con el susurro del viento,
como pájaro lunático
que se camufla
en mis días.
Volar
sintiéndome tuya,
acariciando cada verso
que sale de mi boca
acariciando tus parpados
y besando tus orejas.
Te amo en el silencio
hermoso caballero
de alas blancas
que el sol tiñe
de esperanza.
La luna
fiel amante del sol
gobierna mis días
situándose
en el punto cardinal
más profundo
y latente
de mi corazón.

Mariposa

Soñando vida despierta,
paseo por la ciudad
rozando horizontes,
sembrando flores
y recogiendo cosecha.
Los días pasan
mi alegría es innata
y mi volar es tan alto
que ni las huellas
rozan mi telaraña.
Feliz me siento
al saber
que me quieres
que un pedacito de mí
va contigo,
mariposa volátil
que vive en la realidad
de mis días.