Libros, editores, autores

Para José Ángel Zapatero

Hablando de libros y escritores con mi editor español en un restorán de Palencia, mientras comemos un cordero de sabor indecible, suave, se deshace en el paladar. Mi editor español habla de la cantidad de originales que recibe al día, a la semana, al mes. Se siente abrumado, dice, con tanto compromiso, al tiempo que da cifras de la enorme cantidad de libros que se publican al año, setenta mil, o al mes, sesenta mil, o al día, cincuenta mil. Imposible saberlo. No sabe qué hacer incluso con tanto manuscrito intentando ser publicado por su editorial. Mientras habla lo escucho con expectación, un poco abrumado también: incontables libros, tantos autores y tan escasos lectores, y la vida fluyendo a una velocidad inalcanzable, arrastrada por una marea de polvo y viento y gente. Y cuando apenas quiero encogerme de hombros, y desaparecer como el humo en la boquilla de una botella, me doy cuenta de súbito de que las pruebas de mi libro Cruce de vías, que aparecerán en breve bajo el sello de su editorial y que acaba de entregarme, deberían hacerme sentir dichoso, o por lo menos complacido, o quizá menos triste, no importa que también mi libro esté a un paso de convertirse en esos setenta, o sesenta o cincuenta mil libros que se publican al año, y que seguramente nadie leerá, o tal vez sí, o no, o qué importa ya si también me doy cuenta que no sólo me he ganado a un buen editor sino, lo que es mejor, a un excelente amigo. Y estamos brindando.

Afmedios

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