en Club de poesía

Poemas

 

Y tú me preguntas

 

Y tú me preguntas que he visto yo en ti.

 

Y la pregunta sorprende mi ingenuidad invadiéndome de una extraña sensación de desafío en la que me pierdo.

 

Y apenas alcanzo a pensar que necesito preguntármela de nuevo, torpeza la mía quizá,

y abrir de par en par mi corazón para que la respuesta sea justa, haciendo así honor a tu pregunta.

 

Y tú me preguntas que he visto yo en ti, mientras me miras,

y yo lo intento.

 

He visto tus ojos perdidos en los míos, sin darte tú cuenta.

Y sentido tus dedos acariciando suavemente mis cejas, sin perder la línea que las dibuja, mientras me he quedado dormida entre tus brazos calientes.

 

He escuchado tu silencio diciéndome tantas cosas.

Y tus pensamientos hechos palabra, regalándome tanto silencio.

 

He visto que no tienes prisa y que calmas la mía,

y he notado que te sorprendes con cosas pequeñas.

 

He visto a un hombre que estimula todos mis sentidos,

y del que aprendo algo nuevo cada vez que compartimos un trozo de tiempo.

 

He visto que crezco contigo y que contigo soy yo.

 

 

Primavera

 

Sobresaltada me dejas, sin aliento,

de sorpresa vaciada, encandilada me encuentro.

 

Primavera recién llegada, que a mi puerta apareces,

entre la luz de tu mañana y el aroma que te mece.

 

Eres esperanza alegre, aire limpio, primera flor que florece,

color de mil colores y agua fresca, sobresalientes.

Eres el primer día, paraíso sobreviviente,

hija del frío, caído por fin de muerte.

 

Llegas y me atrapas y te dejo que lo hagas,

necesito del olor de tus almendros y del color que me embriagan.

Del azahar que despierta todos mis sentidos,

y de la rosa que tan dulcemente se abre sorprendida.

De la mimosa dorada con la que todo nace y brilla.

 

Necesito de tu baile y de tu música naciente,

de los sonidos que renaces en la naturaleza sirviente.

Naturaleza viva que dormida floreces, por fin, feliz por verte.

 

Llénanos de ti, que pronto te marchas…

De tus colores, todos,

de tu sueño por las tardes,

de ese tacto con que todo lo bañes,

para sorpresa mía, para aliviarme al verte.

 

Hasta siempre primavera, hasta el año que viene.

Bien quisiera que entre nieves aparecieras de nuevo, como por suerte…

 

 

A las mujeres

 

Dormida termina…

Las gafas ya gastadas en sus manos tranquilas,

la última taza del día, tendida,

sus pesares a un lado y el trabajo aparcado,

un milagro de silencio, cortísimo, sin espacio.

 

El reloj la despierta, antes sus hijos ya levantados,

y el día para ella comienza antes de que haya empezado.

Todo a la vez pero ordenado, hijos, marido y trabajo.

Cómo lo hace, nadie lo sabe, pero claro queda que sin atajo.

 

Y el día transcurre entre mil ideas,

y llamadas también, de aquél y aquélla.

 

Y regresa a su iglesia, de hijos benditos que ya cansados la esperan,

y ella de felicidad se deshace por dentro y también de besos por fuera,

termina el día y dormida se queda…

 

 

 

Madrugadas

 

Entre sábanas blancas de hilo tejidas…

Y un sueño vivo que terminar no quisiera…

Una mujer joven aún dormida pero de sueño ya saciada…

Resucitar parece en la madrugada de colores suaves pintada…

 

Llega la noche a su fin y clarear comienza la mañana…

Que bañada presentarse del rocío que le envuelve…

de alivio fresco y de pausa…

 

Alegre te cuelas ya con tu luz por las cortinas que todavía esconderme de ti…

Madrugada de piel dorada que acariciarme quieres con tu brisa suave de rosas sin espinas, perfumada…

 

Madrugada silenciosa que de paz me embriagas…

Hora adorada por los amantes deseada…

 

Y entre sábanas blancas de hilo tejidas…

Abrirte por fin las ventanas de par en par…

Que se pare el tiempo y se suspenda el color delicado que lo acompaña…

Que no comience el día, resistencia deseada…

 

 

 

Recuerdos

 

Cuando pensarte mi yo necesita,

en el mismo recuerdo se recrea,

subiendo la calle desde lejos, un atardecer de invierno,

con el andar pausado y la sonrisa breve, mientras me miras.

 

Mas los recuerdos, que un día salvar mi vida,

ya no son suficientes pues de color borrándose,

apenas convertidos en un hilo de sonido,

desdibujándose, casi perdidos en el espacio y en el tiempo vacíos.

 

Mil preguntas bombardean mi conciencia,

pues si algo procuro es entender tu ausencia,

encontrarle una verdad por muy falsa que sea,

pero que me salve, que me mantenga viva hasta tu vuelta.

 

Como quisiera ser capaz de modelar mi vida,

de diseñarla a mi antojo como con plastilina,

para tenerte siempre a mi lado y provocar un abrazo cuando necesitarlo tanto,

para continuar andando juntos, mi vida, de cerca

y no tener que velar tu ausencia.

 

 

Niña gitana

 

Muñeca de ojos verdes que en la acera perdida,

de rizos despeinados que confundida tú trenzas sin prisa,

mientras en tu soledad de pena con la mirada desvivida.

 

¡Quien bendecirte con tu destino, de cartón y madera,

y de mantas viejas que no conseguir despedir al frío que te niebla y al hambre que te despierta!

 

¿Dónde has dejado tu vida entera,

aparcada acaso en el presente,

o en la esquina de tu futuro, sin más espera que a un caldo que resucitar tu ira muerta?

 

Y la gente que se cruza y aquél que te atropella,

¿qué seriedad vacía y hueca provocarles has,

en la ciudad que es esta selva?

 

¿Acaso un ángel no está cerca?

 

 

Encuentro

 

Envuelto en la niebla, camina despacio.

Por el sendero estrecho su silueta avanzando.

 

Barbas blancas y semblante serio, cabizbajo.

Corazón encendido que desear llegar a la razón de su llanto.

 

Y cuando aproximarse, cambiarle el gesto, incluso el tacto,

que un suspiro y una sonrisa partida, tímida que

arrancarle pareciera.

 

Y ya en frente de su tumba, la de su amada.

 

La mueca no aguanta cuando lluvia brotar de sus ojos,

para que bebérsela la tierra y a ella llegada.

 

Todo es silencio, bruma y mañana temprana.

 

Paz y lamento, soledad apagada.

 

Y le regala unas flores, depositarlas.

 

Y un gorrión de repente en él convertido su amada,

para devolverle la risa, aunque sólo en mueca dulce varada.

 

¡Qué solo en soledad, que desnuda la vida!

Qué deseando terminarse para encontrarse con ella en las alturas bendecidas.