LA PEREGRINA TEUTONA

 

Debajo de aquel pino salgareño

hay una peregrina de Westfalia.

Con su sonrisa iluminó

mi sombra adusta, mi quebranto.

Sus ojos son profundos manantiales

que ponen vértigo en mis venas.

 

Habla sonidos bárbaros

y en su pecho de exuberante flor

luce dos lunas bien garridas.

¿Qué viento, qué campana

llevará mis requiebros, mis cadenas

hasta su altar de senos exultantes?

Necesito recuperar

mi quebrado resuello, mis desmayos

en sus caderas de relieve ameno y encarnado.

Podría redimir este abandono

en su pecho de pliegues palpitantes.

 

Ay vientre de volcanes,

ay aventura adúltera, bajo aquel pino salgareño…

a cambio dejaría que me hablara

de sus dioses teutones, de sus selvas

oscuras, de Sigfrido y Loreley.

 

 

LA PEREGRINA TEUTONA del libro Tierra sin nombre de Marcos Diéguez Clic para tuitear

TRASCENDENCIAS

 

Algo de nuestro afán dicen que cala

la coraza de acero de los tiempos

y se instala en lo eterno de los dioses.

¿Será una chispa de ese fuego

que llamamos vida y que no muere?

¿Será el amor que incluso más allá

de la muerte es polvo enamorado?

¿Será la voluntad, numen oscuro,

debido al cual nos proyectamos, ciegos,

al abismo infinito de los tiempos?

¿O Será la razón, clara y distante,

que busca su arquetipo en el confín

de esencias? ¿O tal vez es la memoria

que dura como un eco

en las cosas que hicimos y nos viven

más allá?

 

¿O será que, después de este destello

breve, volvemos a la noche larga.

Una noche sin término y sin sueños?

 

 

Trascendencias del libro Tierra sin nombre de Marcos Diéguez Clic para tuitear

SE CREARON LOS EJÉRCITOS

 

Se crearon los ejércitos.

Se crearon los bomberos.

Se crearon las guardias.

Se crearon los seguros.

Se crearon los programas de vacunación.

Se crearon las profilaxis.

Se crearon los semáforos.

Las corazas, los indicadores de caminos.

Los carteles disuasorios.

Los códigos, las limitaciones.

Las máscaras antigás.

las campañas de prevención.

Los hospicios. Los asilos

y otros paraderos vergonzantes.

Se crearon los hospitales.

 

Se crearon los cementerios.

SE CREARON LOS EJÉRCITOS del libro Tierra sin nombre de Marcos Diéguez Clic para tuitear

EL SOLDADO CAÍDO

 

Se oyó un silbido nítido en el aire.

Una estrella de sangre brusca

condecoró la frente del soldado,

que cayó sobre el suelo polvoriento.

Sombra y hombre se dieron un abrazo postrero.

Su encéfalo

se abrió a la brisa y a las moscas verdes.

Alguien administró sobre su lengua

el dulce placer del agua tibia.

(confundidos recuerdos, brotados de la misma

fontana que los sueños, a duras penas revalidan

los trémulos perfiles de una madre y una amada).

Son los últimos destellos de una mente

que se extinguen

en la serenidad de las tinieblas.

 

Bajo una cruz de mármol,

las ácidas hormigas

relatan otra historia

de tiempo sin memoria.

 

 

 

El soldado caído del libro Tierra sin nombre de Marcos Diéguez Clic para tuitear

LA MAGNOLIA

 

No sé por qué razón, virgen-magnolia,

eres flor tímida y apátrida,

recogida en ti misma, sultana solitaria,

sobria y serena en la luz atribulada

de la tarde.

Un cisne te miró detrás de los bambúes

y ahora añoras espumas blancas y aromas de colmenas.

Cuando la noche envuelve corazones

y sonidos en velos de sombras y de estrellas,

tú, intensa flor abierta, rememoras alburas y perfumes orientales.

 

No podré despedirme sin zozobra de esta apoteosis de linaje blanco

que, sentada en el verde trono, mira a la luna

sobre un temblor de hojas lanceoladas, casta y sola,

desdeñando la gloria clamorosa del mármol de un sepulcro o de un altar.

 

La magnolia del libro Tierra sin nombre de Marcos Diéguez Clic para tuitear