escritora

Poemas

 

Los domingos en tu casa blindada junto al bosque
un aroma de siglos de piedra,
de losas
hasta los cántaros rotos caídos de la lluvia.

 

 

 

La soledad es un fruto carnal
de caderas henchidas.
Mientras tú duermes
yo escribo inocencias
que nacen de tu costado.

 

Rojo

Ambarina luz
velas en el cristal
fluctuantes.

Veo a Marc flotando
en la profundidad del huerto
y sus manos creciendo al límite
dentro de la tierra.
Un zumbido de mosca
hace brillar
el cristal de las velas.
Rojo rojo rojo.
Cojo los martillos maderas clavos
y encajo la ventana.

Interiores

Dejo tu ropa en el perchero.
El sombrero de Van Gogh
tu cimarrón azul
y el sol de un millón de años.

En la mesa hay un cesto de pan
un almuerzo
la lámpara
el retrato.
En la jarra de agua
el sol es más negro
y más fresco.
En el balcón del huerto
el calor, la hierba pisada
y esos higos podridos.

Vitrinas verdes brillantes

Como el resplandor de las bellotas
en un cuento de hadas
como monedas antiguas colgando de un timbre
en la escarcha
como los redondos omoplatos de las muñecas
ardiendo
como los viejos árboles
en el corazón de las termitas.